Notas sobre el dialogismo de Mijail
Bajtin
en "El problema del texto en la lingüística, la filología y las ciencias
humanas: Ensayo de análisis filosófico"
Rev. 2013
Abstract: This is an annotated Spanish translation of Mikhail Bakhtin's essay "The Problem of
the Text in Linguistics, Philology, and the Human Sciences: An
Experiment in Philosophical Analysis," from Speech Genres and Other Essays.
Bakhtin's reflections on dialogism are related to other accounts of
literary communication, especially from the field of narratology, and
also to interactional and pragmaticist theories of language use, such
as Austin's and Goffman's. The question of address in literature
(narrators, implied authors, implied readers) is given particular
prominence in the commentary.
—oOo—
Nota preliminar:
Traduciré
y comentaré aquí el ensayo de Mijail Bajtin titulado "The Problem of
the Text in Linguistics, Philology, and the Human Sciences: An
Experiment in Philosophical Analysis", que apareció en versión inglesa
en el libro de ensayos de Bajtin Speech Genres and
Other Late Essays,
traducido por Vern V. McGee. (Austin: University of Texas P, 1986,
103-31). El original ruso, "Problema teksta v lingvistike,
filologii i drugikh gumanitarykh naukakh. Opyt filosofskogo analiza"
consta de notas sin terminar de redactar, escritas hacia 1959-61. Se
publicó en Voprosy Literatury 10 (1976), y en un libro de escritos de Bajtin, Èstetika slovesnogo
tvorchestva (Moscú, 1979), 281-307.
En español apareció éste como Estética de la
creación verbal (México:
Siglo XXI, 1982). Añadiré, además de las notas de la edición inglesa,
que aparecen al final, mis comentarios intercalados en cursiva, a modo
de glosa explicativa integrada en el texto. Para mayor facilidad de
referencia, he numerado los párrafos del texto de Bajtin.
Un aviso: al ser este ensayo más bien el plan de un estudio más amplio
y mejor redactado, los temas quedan a veces sólo apuntados, y las
transiciones quedan sugeridas de modo inconexo. Respeto, claro, esa naturaleza
del original a la que se amolda la traducción inglesa que sigo, aunque
a veces trato de explicitar en mis comentarios el sentido de las notas
fragmentarias de Bajtin.
____________
Mijail Bajtin,
El
problema del texto en la lingüística, la filología y las ciencias
humanas: Ensayo de análisis filosófico
§1. Nuestro análisis debe llamarse filosófico ante todo por lo que no
es:
no es análisis o estudio específicamente lingüístico, filológico,
literario ni de ningún otro tipo específico. La ventaja de esto es que
nuestro estudio se moverá en un ámbito liminal, es decir, en las
fronteras de todas las disciplinas mencionadas, en sus junturas y
puntos de intersección.
(Como siempre en Bajtin, priman la
interconexión, la interactividad y el diálogo como principios
metodológicos: aquí el diálogo interdisciplinar que evite que estas
disciplinas ya definidas, lingüística, filología, teoría de la
literatura, se encierren en sí mismas—el análisis filosófico las hace
entrar en una dialéctica productiva y las abre a las demás. Es en
cierto sentido lo contrario de lo que se entiende por la
especialización).
§2. El texto, escrito u oral, es el dato primero en todas estas
disciplinas, y de todo pensamiento en las ciencias humanas y en la
filosofía en general (incluyendo el pensamiento teológico y filosófico
en sus fuentes). El texto es la realidad inmediata (realidad de
pensamiento y de experiencia), la única a partir de la cual pueden
emerger estas disciplinas y este pensamiento. Donde no hay texto, no
hay objeto de estudio ni tampoco objeto de pensamiento.
§3. El texto "implícito": si la palabra "texto" se entiende en sentido
amplio (en tanto que cualquier complejo coherente de signos)—entonces
incluso el estudio del arte (el estudio de la música, la teoría e
historia de las bellas artes) tiene que vérselas con textos (obras de
arte). Pensamientos sobre pensamientos, experiencias de experiencias,
palabras sobre palabras, y textos sobre textos. (Vemos
aquí a Bajtin promoviendo un enfoque semiótico global de las
disciplinas de las ciencias humanas, un poco como Saussure y los
estructuralistas; pero, en la tradición de Dilthey y de su noción de las
ciencias humanas como ciencias interpretativas, Bajtin enfatiza que el
metalenguaje utilizado por el teorizador o analista será a su vez otro
texto que, como decía T. S. Eliot, habrá de ser interpretado a su vez.
Apunta así la noción de un diálogo de textos que siempre está abierto a
nuevas intervenciones, sin clausura definitiva). Aquí se
encuentra la distinción básica entre nuestras disciplinas (las ciencias
humanas) y las ciencias naturales (que versan sobre la naturaleza),
aunque no hay fronteras absolutas o impenetrables tampoco aquí. (Por
ejemplo, añadamos, en el sentido de que el estudio de las ciencias
naturales también se hace en torno a la semiotización de la naturaleza,
la construcción de modelos interpretativos, teorías y paradigmas, y la
elaboración de textos científicos, géneros y discursos disciplinarios que entran en
su propio diálogo mutuo). El pensamiento sobre las
ciencias humanas se origina como pensamiento sobre los pensamientos,
sobre las intenciones, manifestaciones, expresiones y signos de otros,
tras los cuales se manifiestan dioses (por medio de la revelación) o
personas (las leyes de los gobernantes, los preceptos de los ancestros,
dichos anónimos, adivinanzas, etc.). (Apuntemos
aquí que la alusión a los dioses y demás ha de entenderse
productivamente en el sentido de que en determinados discursos o
contextos culturales, algunas manifestaciones se entienden como
procedentes de dioses, ancestros, etc. Lo importante no es aquí la
verdad o no de este origen, sino el hecho de que así se entienda o
interprete en determinados contextos o determinados usos de los textos.
Aun habiendo un dios en discordia, el diálogo tiene lugar siempre entre
humanos que interpretan ciertos textos como si vinieran de un dios. No
nos interesa aquí tanto si Bajtin creía o no literalmente en tales
revelaciones, como el hecho de que un texto entendido como Revelación
Divina pertenece a un género discursivo diferente de uno que no se
entiende como tal). Una autenticación científicamente precisa,
por así decirlo, de los textos, y la crítica de los textos, vienen
después (en el pensamiento de las ciencias humanas representan una
revolución total, el origen del escepticismo).
Inicialmente, la creencia requería sólo la comprensión—la
interpretación. (Aquí
opone Bajtin la interpretación, entendida como interpretación
consonante, o lo que Ricœur llama hermenéutica de la comprensión, de la
sumisión al texto, frente a la hermenéutica de la sospecha que aporta
la crítica—crítica que no toma el texto como una verdad incuestionable
sino que analiza sus presupuestos y somete a juicio racional al texto.
Ver sobre esta cuestión mi artículo "Crítica acrítica, crítica
crítica").
Esta creencia se aplicó luego a los textos profanos (el estudio de los
idiomas, etc.). No pretendemos aquí profundizar en la historia de las
ciencias humanas, y por supuesto tampoco en la filología y la
lingüística. Nos interesa más bien la naturaleza específica del
pensamiento en las ciencias humanas, que va dirigido hacia otros
pensamientos, ideas, significados, y demás, que se realizan y que son
accesibles al investigador sólo en forma de texto. Independientemente
de los objetivos de la investigación, el único punto de partida posible
es el texto. (Lo cual supone retomar
el problema de las ciencias humanas según lo definía Dilthey, pero con
una orientación más discursivista y más dialógica que le va a imprimir Bajtin).
§4. Nos ocuparemos sólo del problema de los textos verbales, que son
los
datos iniciales de las respectivas ciencias humanas—principalmente la
lingüística, la filología, los estudios literarios y demás. (Aunque muchas de estas reflexiones son aplicables a también textos pictóricos, cinematográficos, etc. El estudios de éstos requerirá, por supuesto, su propia atención específica).
§5. Todo texto tiene un sujeto o autor (hablante o escritor). Son
posibles
varios tipos, subcategorías y formas de autoría. (Remitamos aquí, para completar el
análisis
de Bajtin sobre la autoría, al ensayo de Michel Foucault, "Qu'est-ce qu'un auteur?").
Dentro de ciertos límites, el análisis lingüístico puede ignorar por
completo la autoría. (En según qué
tipos de lingüística formal, estudios gramaticales, etc.)
El texto se puede interpretar como un ejemplo (modelos de proposición,
silogismos en lógica, oraciones en gramática, "conmutaciones" en
lingüística, y demás.1 Hay textos imaginados (ejemplos, y de
otros
tipos) y textos construidos, para fines de experimentación lingüística
o estilística. En este ámbito aparecen tipos especiales de autores por
todas partes: los que inventan ejemplos, y los experimentadores
con su modalidad especial de responsabilidad autorial (hay incluso un
segundo sujeto aquí: "la persona que hablaría de esta manera"). (Es
decir, el lingüista, autor de su texto técnico, crea además otros
personajes-hablantes, autores imaginarios de los textos construidos por
el lingüista a modo de ejemplo de tal o cual construcción gramatical o
estilística).
§6. El problema de los límites del texto. El texto como enunciación.
(Traduzco el término 'utterance' a veces como 'enunciación' y a veces
como 'enunciado'—los dos sentidos son relevantes para la reflexión de
Bajtin—según parezca primar el énfasis en la acción del hablante o en
el texto resultante de tal enunciación). El problema de
las funciones del texto y de los géneros
textuales.
§7. Dos aspectos que definen al texto como una
enunciación:
su plan (intención) y la realización de este plan. Las interrelaciones
dinámicas de estos aspectos, su enfrentamiento, que determinan la
naturaleza del texto. La divergencia entre uno y otra puede
revelar mucho. "Pelestradal" (León
Tolstoy).2
Los lapsus linguae freudianos
y los lapsus calami
(expresión de lo
inconsciente). Cambio de plan en el proceso de su realización. No se
consigue cumplir la intención fonética (Es
decir, en un lapsus linguae hay un plan o intención consciente, la
emisión de una determinada cadena fonética, que no logra realizarse y se
ve interrumpido por una intención inconsciente que interfiere produciendo otra
cadena fonética).
§8. El problema del segundo sujeto que está reproduciendo (con
uno u
otro fin, incluyendo fines de investigación) un texto (de otro) y que
está creando un texto-marco (que comenta, evalúa, objeta, y demás). (La noción de cambio de marco
sugerida aquí por Bajtin, y visibilizada en la forma de un texto que
reencuadra a otro y lo recontextualiza, podría entenderse en el sentido
más amplio propuesto por Goffman. Un texto o enunciación repetido en
otro contexto está siempre reenmarcado, y su intencionalidad inherente,
su sentido comunicativo que lleva consigo, se ven supeditados a los
fines de un nuevo encuentro comunicativo, el propuesto por el
texto-marco que lo está reutilizando).
§9. El carácter especial del pensamiento en las ciencias
humanas,
que involucra a dos planos y a dos sujetos. La textología como la
teoría y práctica de la reproducción científica de textos literarios.
El sujeto textológico (el textologista) y sus particularidades. (El
estilo telegráfico de Bajtin nos hace concebir una expansión de este
ensayo al tamaño de un tratado, en el que cada una de estas oraciones
sería el encabezamiento de un capítulo o epígrafe).
§10. El problema del punto de vista (la posición espacio-temporal) del
observador en la astronomía y en la física. (En
esta nota abreviada alude Bajtin a una analogía de las disciplinas textuales con la teoría de la
relatividad y con la implicación del observador en lo observado, tal
como es descrita en la física cuántica. Más adelante retoma esta
analogía).
§11. El texto como un enunciado incluido en el discurso (cadena
textual) de
un ámbito dado. El texto como una mónada única que en sí misma refleja
todos los textos (situados dentro de los límites) de un ámbito
determinado. La interconexión de todas las ideas (ya que todas se
realizan en los enunciados).
(En este punto la formulación de Bajtin podría pecar de idealismo—más precisamente por no mencionar aquí
el papel de la consciencia del receptor. ¿En qué sentido puede un texto
reflejar en sí todos los textos de un ámbito discursivo determinado?
Sólo si así lo concibe alguien. Y, en realidad, todos es mucho decir,
se trata de un "todos" potencial. Un texto puede concebirse como
relacionado dialógica o intertextualmente con cualquier otro texto con
el que se le esté comparando, pero esa comparación y esa relación
existe una vez es percibida, una vez la atención se ha visto guiada
hacia ella por una consciencia—la del lector—y quizá por un tercer
texto. Así pues, todas las ideas están potencialmente o concebiblemente
interconectadas, en principio, pero si esa conexión ha de activarse o
actualizarse, hace falta un acto de consciencia o de atención que las
conecte—de vuelta por así decirlo, y no sólo de ida).
§12. Las relaciones dialógicas entre textos y en el interior del
texto. Su naturaleza especial (no lingüística). Diálogo y dialéctica. (Nota
importante: las relaciones dialógicas tienen una dimensión no
lingüística, en el sentido de que son las cosas mismas, el sentido de
las cosas, acciones, situaciones, etc., representadas en los textos, lo
que está implicado en las relaciones que éstos establecen entre sí. El
mundo está hecho de relaciones de sentido. Y por tanto los textos que
lo representan también adquieren entre sí una relación mutua basada en
ese sentido previo. Pero hay que distinguir esa relación previa de la
relación establecida por el texto, o que es obra del texto. Con
respecto a "diálogo y dialéctica", mucho habría que escribir—sólo
apuntaremos la manera en que la relación dialógica transforma la
relación con las cosas, y hace emerger aspectos de ellas que no eran
accesibles a la consciencia antes del trabajo del diálogo. Por tanto,
los aspectos y relaciones de las cosas emergen dialécticamente, en la
acción de las consciencias en el mundo, y esta acción tiene una
dimensión esencial en el diálogo).
§13. Los dos polos del texto. Cada texto presupone un sistema de
signos generalmente comprendido (es decir, convencional en el seno de
una determinada colectividad), un lenguaje (aun si sólo es el lenguaje
del arte). Si no hay lenguaje tras el texto, no es un texto, sino un
fenómeno natural (no significante), por ejemplo, un complejo de gritos
y gemidos naturales desprovisto de ninguna repetibilidad lingüística
(significante). (Aquí habría que
matizar más, y distinguir entre el carácter significante de los
fenómenos lingüísticos o generalmente comunicativos, y el carácter
también significante de los fenómenos naturales. El paisaje, las
plantas, la geología, etc., están llenos de signos interpretables y
significantes, una vez hay una mente capaz de leer esos significados
(significados no intencionales). Por otra parte, no es tan tajante como
sugiere Bajtin la diferencia entre el lenguaje y la comunicación no
lingüística, en el caso de los animales. Y no podría ser de otro modo,
ya que si no no se explicaría el origen del lenguaje a partir de la
comunicación animal, como requiere la teoría de la evolución. Ver sobre
esta cuestión mi
reseña del libro de Derek Bickerton Adam's
Tongue). Naturalmente,
cada texto (tanto oral como escrito) incluye un número significativo de
varios tipos de aspectos naturales desprovistos de significación, que
se extienden más allá de los límites de la investigación en las
ciencias humanas (lingüísticas, filológicas y demás), pero que todavía
se tienen en cuenta (el deterioro de un manuscrito, la mala
pronunciación, y demás). (De hecho,
muchos de estos aspectos paralingüísticos manifiestan una semiótica muy
interesante, que se reapropia comunicativamente, dada nuestra
propensión a echar mano de todos los significados que nos ayudan a
interpretar una situación dada. Estoy pensando en cuestiones
normalmente tratadas bajo el epígrafe de "lenguaje no
verbal"—proxémica, kinésica, paralenguaje, gestualidad... Sobre estas
cuestiones hay un interesante libro en tres volúmenes de Fernando
Poyatos [La comunicación no verbal. I. Cultura, lenguaje y
comunicación. II. Paralenguaje, kinésica e interacción. III. Nuevas
perspectivas en novela y teatro y en su traducción. (Biblioteca Española de Lingüística y
Filología). Madrid: Istmo, 1994] amén de toda una bibliografía
aquí. Sobre la reapropiación comunicativa de signos "no
intencionales", ver Strategic Interaction de Erving Goffman, o mi comentario sobre
él, "Teoría
paranoica de la observación mutua"). No
hay ni puede haber textos puros. En cada texto, además, hay un cierto
número de aspectos que pueden llamarse técnicos (el lado técnico de la
gráfica, la pronunciación, y demás).
§14. Y así, tras cada texto se encuentra un sistema lingüístico. Todo
aquello en el texto que es repetido y reproducido, todo lo repetible y
reproducible, todo lo que pueda darse fuera de un texto dado (lo dado)
se ajusta a este sistema lingüistico. Pero al mismo tiempo cada texto
(en tanto que enunciación) es individual, único e irrepetible, y en
esto se encuentra su significado (su plan, el propósito para el cual se
creó). Éste es el aspecto del texto que se refiere a la honestidad, la
verdad, el bien, la belleza, la historia (o al tema que sea sobre el que versa el texto). En lo que a este aspecto se
refiere, todo lo repetible y reproducible resulta ser un material, un
medio con vistas a un fin. Esta noción va algo más allá de los límites
de la lingüística o de la filología. El segundo aspecto o polo es
inherente al texto mismo, pero se revela únicamente en una situación
concreta y en una cadena de textos (en la comunicación discursiva de
una determinada área). Este polo va ligado no a elementos (repetibles)
en el sistema del lenguaje (signos), sino a otros textos
(irrepetibles), mediante relaciones especiales dialógicas (y
dialécticas, cuando se desligan del autor).
(Esta idea de los dos polos del
texto, hacia lo lingüístico/general y hacia lo situacional/individual,
proviene directamente de la hermenéutica de F. D. E. Schleiermacher,
quien hablaba de dos direcciones en la interpretación, dialécticamente
relacionadas: la interpretación gramatical, referida a los aspectos
generales y repetibles del texto, al sistema de la lengua, podríamos
decir, y la interpretación técnica, unida a cuestiones de psicología
del autor, situación contextual del enunciado, estilística personal,
etc. Como mayor originalidad en la exposición de Bajtin quizá se
encuentra la idea de una cadena de textos irrepetibles como uno de los
correlatos de la situación concreta, individual, de comunicación. La
noción de "repetibilidad" como uno de los aspectos inherentes al signo
puede leerse también, naturalmente, a la luz de los comentarios de
Jacques Derrida sobre la iterabilidad del signo, por ejemplo en Limited Inc.).
§15. El segundo polo va inseparablemente ligado a cuestiones de
autoría, y no tiene nada que ver con unidades naturales, aisladas y al
azar: se realiza íntegramente por medio del sistema de signos del
lenguaje. Se realiza por medio del puro contexto, aunque también entran
en él aspectos naturales. Relatividad de todos los límites (por
ejemplo, ¿dónde se incluyen el timbre de la voz del recitador, del
hablante y demás?). Un cambio de funciones también efectúa un cambio de
límites. Distinción entre fonología y fonética.3
§16. Está el problema de las interrelaciones semánticas (dialécticas) y
dialógicas entre textos en el seno de una esfera determinada. El
problema especial de las interrelaciones históricas entre textos.
Todo esto a la luz del segundo polo. El problema de los límites de la
explicación causal. La cosa más importante es evitar que se produzca un
aislamiento del texto (aunque sea sólo potencial, imaginado o inferido). (Para Bajtin este aislamiento llevaría a un ahistoricismo, una falsificación del texto al desgajarlo de su contexto dialógico).
§17. La ciencia del espíritu.4 El espíritu (tanto el de uno
mismo como el de otro) no se nos da como una cosa (que es el objeto
directo de las ciencias naturales); sólo puede hacerse presente
mediante la significación, mediante su realización en textos, tanto
para sí mismo como para otros. Crítica de la autoobservación. (Aquí
quizá haya que entender a Bajtin, que no esboza esta crítica, en el
sentido de que la conciencia no está inmediatamente presente a sí
misma, sino que nos comunicamos con nosotros mismos mediante
representaciones, mediante "exterioridad interiorizada", podríamos
decir—la autocomunicación está mediada y potenciada por los mismos
signos, representaciones y discursos que permiten la comunicación
interpersonal). Pero debe haber una comprensión profunda, rica
y refinada del texto. La teoría del texto. (Presumiblemente
es esa teoría, cuya necesidad se aduce para una comprensión refinada de
la textualidad, la que aquí se está desarrollando. Aquí y en el trabajo
teórico-crítico en general, naturalmente).
§18. El gesto natural adquiere una cualidad significativa en la
interpretación de un actor (como arbitrario, como interpretativo, como
algo sometido al diseño de un papel).5 (Hay que observar que, por supuesto, el
gesto natural ya tiene
una significación, o un potencial de significación, y que esa primera
significación es la que el actor imita, subraya, enfatiza y delimita
con su gesto que es la representación convencionalizada o
reinterpretada de un gesto natural—quizá, con su interpretación y
modificación gestual, ayudando a delimitar o hacer emerger el
significado oscuro o potencial del gesto natural representado).
§19. El carácter único en las cosas de la naturaleza (por
ejemplo, una
huella dactilar) y la irrepetibilidad semántica (significativa) del
texto. Lo único posible para una huella dactilar es la reproducción
mecánica (de un número cualquiera de copias); es posible, claro,
reproducir un texto de la misma manera mecánica (es decir,
reimpresión), pero la reproducción del texto por el sujeto (un retorno
al mismo, una lectura repetida, una nueva cita que lo ejecute) es un
acontecimiento nuevo e irrepetible en la vida del texto, un nuevo lazo
en la cadena histórica de comunicación discursiva. (Pueden
plantearse objeciones al planteamiento de Bajtin, desde el momento
mismo en que el objeto natural puede ser reinterpretado de manera
distinta... o teniendo en cuenta que la reproducción de una huella
dactilar ya no es la huella dactilar, sino un texto que la representa.
Una continuación de estas reflexiones nos lleva en la dirección de las
reflexiones derrideanas sobre la iterabilidad de los signos, y en
última instancia al reconocimiento de la semioticidad de toda
experiencia humana. Una semioticidad que es cierto que está presente de
manera especialmente intensa y evidente en los textos. La diferencia
específica entre cada "ejecución" de un signo sólo deviene un signo
relativamente estable a su vez mediante más trabajo semiótico—más
textos, más discurso y más atención en torno a esa ejecución textual
determinada, por ejemplo un comentario crítico de una reseña de un
libro. Es el trabajo de la atención y la actividad discursiva en torno
a ciertos fenómenos semióticos lo que les confiere el carácter de
"acontecimientos irrepetibles" que en sí ya tenían de hecho—y se lo
confiere, paradójicamente, posibilitando la diseminación de su sentido
ahora que han devenido–esa relectura, esa iteración histórica, esa
reseña—objetos de atención discursiva con entidad propia).
§20. Cualquier sistema de signos (es decir, cualquier lenguaje),
independientemente de lo pequeño que sea el grupo que produce sus
convenciones, puede siempre en principio descifrarse, es decir,
traducirse a otros sistemas de signos, otros lenguajes. Por
consiguiente, los sistemas de signos tienen una lógica común, un
lenguaje de lenguajes único en potencia (que, por supuesto, nunca puede
convertirse en un lenguaje único y concreto, uno de esos lenguajes).
Pero el texto (a diferencia del lenguaje entendido como un sistema de
medios) nunca puede traducirse por completo, pues no hay en potencia un
único texto de textos. (Sobre
el "lenguaje de lenguajes" en potencia, pueden compararse las
reflexiones de Bajtin con las de Kenneth Burke, en Language as
Symbolic Action, cuando habla de los
distintos lenguajes como "pantallas
terminológicas",
y de la teoría de los signos y de los símbolos entendida como un
metalenguaje que permite ir más allá de un mero relativismo en la
comparación de estos distintos lenguajes).
§21. El acontecimiento de la vida del texto, es decir, su
esencia auténtica, siempre tiene lugar en la frontera entre dos consciencias, dos
sujetos. (Es ésta una noción
intersubjetiva, por tanto, inherentemente dialógica, de la dinámica
textual. La noción de la "vida del texto" de la que habla Bajtin puede
haber sido sugerida por el estudio fenomenológico de Roman Ingarden sobre La obra de arte literaria. Esta
noción de que la semiosis textual siempre está en circulación, y es
respuesta o traducción de otra semiosis previa, recordará a algunos la
teoría peirceana del signo, y en particular el concepto de "interpretante". Sobre la analogía entre las teorías dialógicas del
círculo de Bajtin y la semiótica peirceana hice algunos comentarios en
mi artículo "The
Chains of Semiosis". Un
desarrollo suplementario de esta noción—a saber, que un texto siempre
está "acentuado", como diría Bajtin, desde la perspectiva de su
receptor, puede encontrarse en mi artículo sobre "La
espiral hermenéutica").
§22. La transcripción del pensamiento en las ciencias humanas siempre
es la
transcripción de un tipo determinado de diálogo: las complejas
interrelaciones entre el texto
(objeto de estudio y reflexión) y el contexto
creado que lo enmarca (cuestionando, refutando, etc.), en el que tiene
lugar el pensamiento cognitivo y evaluativo del estudioso del texto.
Aquí se da el encuentro de dos textos—del texto ya hecho y del texto
que a él reacciona y que se está creando—y, por tanto, el encuentro de
dos sujetos y dos autores. (Yo
diría más bien que son tres,
una vez tenemos en cuenta que el académico o crítico estudioso del
texto no está creando su texto para leerlo sólo él: el texto crítico,
que toma una determinada postura con respecto al texto objeto, es a su
vez objeto de respuesta por el lector del texto crítico. Y quizá sean cuatro sujetos, pues
muchas veces un elemento crucial en la consideración crítica del texto
es la manera en que éste está reaccionando dialógicamente a otro texto
previo, implícito, frente al cual el crítico también tiene una actitud. Para más
desarrollo sobre esta cuestión, remito a mi artículo "Crítica acrítica, crítica
crítica".
Se verá, por otra parte, el parentesco de la noción de "enmarcamiento"
del texto según la expone aquí Bajtin, y la noción goffmaniana de marco
situacional —ver Erving Goffman, Frame Analysis. En "El
interlocutor interiorizado"
comento algo más la relación entre la teoría de la interacción de
Goffman y las nociones de dialogismo y de interlocutor implícito).
§23. El texto no es una cosa, y por tanto la segunda consciencia, la
consciencia del que percibe, en modo alguno puede eliminarse o
neutralizarse. (La formulación de Bajtin recuerda en cierto modo a la
manera en que se suele formular el "principio de indeterminación" de
Heisenberg en la física subatómica—con la implicación necesaria del
observador que modifica la relación de los objetos observados. En otra
línea de razonamiento, también sugiere la formulación de Bajtin que el
encuentro entre dos consciencias que se da en el acto de lectura es un
fenómeno emergente—en donde surgen sentidos novedosos e imprevisibles a
partir del texto mismo, o del lector solamente, tomado de modo
aislado).
§24. Es posible avanzar hacia el primer polo, es decir, hacia el
lenguaje—el
lenguaje del autor, el lenguaje del género, del movimiento literario,
de la época; hacia el lenguaje nacional (lingüística), y en última
instancia hacia un potencial lenguaje de lenguajes (estructuralismo,
glosemática).6 También es posible avanzar hacia el segundo
polo: hacia
el acontecimiento irrepetible del texto.
(El texto es un
acontecimiento irrepetible, y su lectura también es un acontecimiento
irrepetible, observemos. Al señalar estas dos direcciones divergentes
de la investigación filológica, Bajtin sigue muy de cerca el
planteamiento de la hermenéutica de Schleiermacher, quien hablaba de
"interpretación gramatical" en el primer caso, y de "interpretación
técnica" o estilística individualizada en el segundo. Ver también,
sobre la irrepetibilidad, las notas a los parágrafos §137 y §138.).
§25. Todas las disciplinas posibles de las ciencias humanas que parten
del
texto como lo inicialmente dado se sitúan en algún punto entre estos
dos polos.
§26. Ambos polos son incondicionales: el lenguaje de lenguajes en
potencia
es incondicional y el texto único e irrepetible es incondicional. (Para
mí, esta "incondicionalidad" es una ilusión producida por la
divergencia de estas dos direcciones de investigación. Pero ambas son
en realidad condicionadas y en última instancia sólo definibles por la
manera en que cada una de ellas está condicionada por el otro polo. En
síntesis: una teoría de la gramática —lenguaje de lenguajes— ha de
formularse en un texto concreto, en una tradición intelectual determinada, y con una lógica estilística concreta
que ha sido objeto del análisis de los desconstructivistas
como Derrida. Y, en la otra dirección, lo irrepetible de un texto
irrepetible sólo es identificable en relación a lo repetible y repetido
de ese mismo texto: la individualidad sólo es definible en base a la
gramática social que genera los sujetos u objetos individuales. Aún
más: hay una cierta gramática de la individualidad, porque en gran
medida lo individual es un "efecto de individualidad", una determinada
retórica de posicionamiento interaccional del sujeto o de su obra. En
suma: ambos polos se quieren incondicionales o absolutos, pero ambos
son relativos o condicionados mutuamente. Tengamos esto presente
mientras leemos la exposición de Bajtin que sigue).
§27. Cualquier texto auténticamente creativo es en alguna medida una
revelación libre de la personalidad, no predeterminada por la necesidad
empírica. Por tanto (en su núcleo libre) no admite una explicación
causal ni una predicción científica. (Ahora
bien, veíamos que hay una
doble creatividad: la del texto y la de su lectura. La lectura del
texto, en la medida en que es libre con respecto al texto, lo comprende en
perspectiva retrospectiva: no como algo inexplicable, sino como algo
comprensible—algo que surge en un momento dado, pero que surge a partir
de fuerzas que, por el mismo hecho de hacerlo surgir, se vuelven más
comprensibles. Por tanto sí puede haber predicciones, aunque sean necesariamente a posteriori). Pero esto no excluye, claro, la necesidad
interna, la
lógica interna, del núcleo libre del texto (sin la cual no podría
entenderse, reconocerse, ni ser efectivo).
§28. El problema del texto en las ciencias humanas. Las ciencias
humanas son
ciencias sobre el hombre y su naturaleza específica, y no sobre una
cosa sin voz o un fenómeno natural. El hombre y su naturaleza
específicamente humana siempre se expresa (habla), es decir, crea un
texto (aun si sólo es potencial). Cuando el hombre se estudia aparte de
un texto e independientemente de él, la ciencia ya no es una de las
ciencias humanas (anatomía humana, fisiología, etc.). (Puesto así, la
fonética no sería una ciencia humana, y la fonología sí—pero como se
ve, las ciencias humanas han de fundarse en cierta medida en las
ciencias no humanas. Lo mismo podríamos decir de ciencias
relativas a la comunicación o a la economía, que se enraizan en
ciencias relativas a la ecología de los grupos humanos. Así por ejemplo
los estudios sobre el origen del lenguaje se hallan a mitad de camino
entre las ciencias humanas y las biológicas).
§29. El problema del texto en la textología. El lado filosófico del
problema.
§30. El intento de estudiar el texto como una "reacción verbal"
(behaviorismo).7
§31. La cibernética, la teoría de la información, la estadística, y el
problema del texto. El problema de encarnar el texto. Los límites de
esta encarnación. (Una cuestión a
tener en cuenta en relación a estas
notas de Bajtin es el hecho señalado por el mismo Bajtin, así como por
Goffman, de que un texto es sólo la "punta del iceberg" por así decirlo
de la situación comunicativa que encarna—que está constituida por el
diálogo global intertextual o contextual en el que se sitúan los
textos, o también (Goffman) por la situación interaccional en la están
situados los interlocutores, en la que el texto es a menudo sólo una
manera de (re)orientar la atención o de modificar un sentido que ya
está parcialmente presente. En este sentido el texto es un fenómeno
local a contextualizar en una relación interaccional más amplia, aunque
este planteamiento va mucho más allá de estudiar el texto como una
"reacción verbal". Téngase en cuenta además el aspecto de reacción a lo
no dicho, o al pensamiento del propio sujeto hablante, que tiene el texto, según se observa
en la nota 7. La misma cuestión, la naturaleza relacional del texto,
afecta a la manera en que se encarna el texto: un texto cuyo contexto
haya que reconstruir puede ser un texto con presentación, edición
crítica, etc.—el texto sin más es a veces insuficiente expresión "de sí
mismo" o de lo que significaba).
§32. Un acto humano es un texto en potencia, y puede entenderse (en
tanto
que acto humano y no en tanto que acción física) únicamente en el
contexto dialógico de su tiempo (como réplica, como posicionamiento
semántico, como sistema de motivos…). (Un ejemplo podría ser la gestualidad entendida intertextualmente. En "Semiótica del subgesto" puede leerse algo más al respecto).
§33. "Todo aquello que es bello y sublime…"—Esto no es una unidad
fraseológica en sentido ordinario, sino un tipo especial de combinación
de palabras tonal o expresiva. (Hay
que entender la frase puesta entre
comillas por Bajtin como la parodia de una expresión romántica cursi
desfasada e identificable como tal, "situable" como perteneciente al
discurso del romanticismo, diríamos hoy). Esto representa un
estilo,
una visión del mundo, un tipo humano. Rezuma contextos: supone dos
voces, dos sujetos (la persona que hablaría así en serio, y la persona
que la parodia). Tomadas individualmente (al margen de su combinación),
las palabras "bello" y "sublime" pierden su doble voz: la segunda voz
sólo se da en la combinación de las palabras, que se convierte en una
enunciación (es decir, adquiere un sujeto del discurso, sin el cual no
puede haber segunda voz). (¡De hecho
no puede haber ni "primera voz"!).
Una palabra puede también adquirir una segunda voz si se convierte en
una enunciación abreviada (es decir, si adquiere un autor). La unidad
fraseológica no es creada por la primera, sino por la segunda voz.
(Disintiendo algo, diríamos que la
segunda voz recalca el carácter
fraseológico e identificable de la enunciación "romántica", pero que
dicha fraseología ya estaba, si bien quizá no inmediatamente
perceptible como tal, en la voz del primer sujeto que emplea esa
expresión en serio, sin intención paródica).
§34. La lengua y el discurso, la oración y la enunciación. (Aquí
contrapone Bajtin las dos direcciones posibles antes señaladas en el estudio del
texto: ya sea hacia la generalidad abstracta de la lengua, o hacia el
acto
concreto y situado de la enunciación. Pensemos en la contraposición
entre dos tipos de análisis de una oración: a los escolares se les
propone la oración "Juan entrega el regalo a María", para que
analicen quién es el sujeto, cuál el objeto directo, el indirecto, el
predicado… pero en este análisis "lingüístico" rara vez se les pide que
identifiquen al hablante, al su interlocutor, etc. (¿quién dice, o a
quién se le dice, que "Juan entrega el regalo a María?")—Y con razón,
pues el
mismo planteamiento clásico del análisis oracional ya está orientado
hacia la lingüística abstracta de la lengua, no hacia el estudio de los
textos como enunciaciones concretas y situadas). El sujeto
hablante
(una individualidad "natural" generalizada) y el autor de la
enunciación. (Dos figuras
diferenciables: un mismo autor puede hablar
por boca de dos sujetos hablantes, pongamos. A título de comparación,
en la lingüística pragmática de Goffman, éste distingue en la
producción de un discurso (1) al principal o productor-promotor del
discurso, (2) al autor efectivo del texto que vehicula ese discurso, y (3) al
animador-locutor encargado de presentar ese texto ante un público. Son
figuras que pueden coincidir o disociarse, según tipos de discurso y
casos concretos). El cambio de sujetos hablantes y el cambio de
hablantes (autores de la enunciación). (No queda muy claro en la
formulación de Bajtin a qué roles goffmanianos se estaría refiriendo en
concreto con esta diferenciación). La lengua y el discurso
pueden ser
idénticos, ya que en el discurso quedan borrados los límites dialógicos
de las enunciaciones. Pero la lengua y la comunicación discursiva (en
tanto que intercambio dialógico de enunciaciones) nunca pueden ser
idénticas. Dos o más oraciones pueden ser absolutamente idénticas
(cuando se superponen, como dos figuras geométricas, coinciden);
además, debemos admitir que cualquier oración, incluso una compleja, en
el flujo ilimitado del habla puede repetirse un número ilimitado de
veces con una forma totalmente idéntica. Pero en tanto que enunciación
(o parte de una enunciación) ninguna oración, aunque sólo tenga una
palabra, puede jamás repetirse: siempre es una nueva enunciación (aun
si es una cita). (Es decir, la
lingüística de la lengua estudia
ciertas propiedades formales o "geométricas" del lenguaje; la
lingüística de la enunciación o del discurso estudia el uso
contextualizado de esas formas lingüísticas, y los contextos nunca son
enteramente idénticos... aunque también hay que tener en cuenta que hay
una gramática de los contextos).
§35. Surge la cuestión de si la ciencia puede tratar con fenómenos
individuales tan irrepetibles como son las enunciaciones, o si se
encuentran más allá de los límites de la cognición científica
generalizable. (Aquí recuerda la
formulación de Bajtin a ese principio
aristotélico que dice que no hay ciencia, o regla, para las
excepciones, o para los fenómenos únicos, pues la ciencia se basa en
generalizaciones o universales). Y la respuesta es,
naturalmente, que
sí puede. En primer lugar,
cada ciencia parte de fenómenos únicos
irrepetibles, y la ciencia continúa ligada a ellos en todo su
recorrido. En segundo lugar, la ciencia, y sobre todo la filosofía,
puede y debe estudiar la forma y función específicas de esa
individualidad. Es necesario tener claramente presente un correctivo
constante a la pretensión de que el análisis abstracto (la lingüística,
por ejemplo) ha agotado completamente la enunciación concreta. El
estudio de los tipos y formas de relaciones dialógicas entre las
enunciaciones y sus formas tipológicas (factores de las enunciaciones).
(Aquí parece proponer Bajtin una
hermenéutica de la ciencia que
investigue la relación entre el caso individual o fenómeno único, y la
ley que se utiliza para explicarlo. Así como un gradación de leyes
detrás de la ley—como podría ser en lingüística la teoría de los actos
de habla, todavía abstracta, pero que sin embargo ya está atenta a
tipos concretos de enunciación contextualizada y de posibles funciones
generalizables de las enunciaciones; es decir, abstrayendo otros aspectos de la situación concreta). Estudio de los aspectos
extralingüísticos y a la vez extrasemánticos (artísticos, científicos,
y demás) de la enunciación. Todo el ámbito que se halla entre el
análisis lingüístico y el puramente semántico. Este ámbito está
desaparecido para la ciencia.
§36. Una oración se puede repetir en el seno de una misma enunciación
(repetición no arbitraria, autocita), pero cada repetición la convierte
en una nueva parte de la enunciación, puesto que su posición y su
función en el conjunto de la enunciación ha cambiado.
§37. La enunciación en su conjunto está conformada como tal por
aspectos
extralingüísticos (dialógicos), y también está en relación con otras
enunciaciones. Estos aspectos extralingüísticos (dialógicos) también
permean la enunciación desde dentro.
§38. Las expresiones generalizadas del hablante en el lenguaje (nombres
propios, formas personales de los verbos, formas gramaticales y léxicas
de la expresión de la modalidad, y expresiones de la actitud del
hablante hacia su discurso) y el sujeto del discurso. El autor de la
enunciación. (Parece
aquí que vuelve
a aludir Bajtin a la
diferenciación posible entre estas dos figuras—a saber, que, como decía
Barthes, quien narra no es quien escribe, y quien escribe no es quien
"es". El narrador de la novela no es necesariamente su autor implícito,
y su autor implícito tampoco hay que confundirlo con la persona que
escribe efectivamente los libros. El enunciador es un rol textual, una
construcción lingüística que
puede ser instrumentalizada).
§39. Desde el punto de vista de los propósitos extralingüísticos de la
enunciación, todo lo lingüístico es sólo un medio para un fin. (Téngase
aquí en cuenta lo antes dicho sobre la pragmática de Goffman—o, en otra
línea de reflexión, el asentamiento del lenguaje en el mundo tal como
lo describe Merleau-Ponty, quien habla del "silencio" sobre el cual se
asienta el lenguaje—un silencio significativo, naturalmente).
§40. El problema del autor y de las formas en que se expresa en una
obra.
¿En qué medida puede uno hablar de la "imagen" del autor? (Tengamos en
cuenta a propósito de esto, y de lo que sigue, algo que a veces se
olvida: que Bajtin no ha leído The Rhetoric of Fiction de Wayne Booth
ni Der Implizite Leser de
Wolfgang Iser. Aquí está apuntando a
cuestiones que son tratadas en mucho más detalle en la obra de todos
quienes han teorizado sobre el autor implícito, frente al narrador.
Véanse también los desarrollos sutiles que sobre estas cuestiones
ofrecen libros como La Figure de l'Auteur de Maurice Couturier, o The
Magician's Doubts de Michael Wood.
Más reflexiones al respecto se encuentran en mi artículo "El
autor implícito y el narrador no fiable—desde nuestro punto de vista").
§41. Encontramos al autor (lo percibimos, comprendemos, lo notamos y lo
sentimos) en cualquier obra de arte. Por ejemplo, en una pintura
siempre notamos a su autor (al artista) pero nunca lo vemos de la
manera en que vemos a las imágenes que ha representado. Lo notamos en
todo como un puro origen de la representación (sujeto representador),
pero no como una imagen representada (visible). Incluso en un
autorretrato, por supuesto, vemos no a su autor representador, sino
únicamente la representación hecha por el artista. Estrictamente
hablando, la imagen del autor es una contradictio
in adjecto. La
llamada imagen del autor es, ciertamente, un tipo especial de imagen,
diferente de las otras imágenes de la obra, pero es una imagen y tiene
a su propio autor que la ha creado. La imagen del narrador en un relato
es diferente del yo, de la imagen del protagonista de una obra
autobiográfica (autobiografía, confesiones, diarios, memorias y demás),
del héroe autobiográfico, el héroe lírico, etc. Todos se miden y se
definen por su relación con el autor como persona (en tanto que es un
objeto de representación determinado), pero todos son imágenes
representadas que tienen sus autores, son vehículos del origen
puramente representacional. Podemos hablar de un autor puro en tanto
que diferente de un autor parcialmente representado, designado, que
entra a formar parte de la obra como uno de sus elementos. (Por
ejemplo, lo que en narratología se llama la diferencia entre el autor
implícito y el narrador autorial. Ver mi artículo "Nivel
narrativo, status, persona y tipología de las narraciones").
§42. El problema del autor de la enunciación más corriente, estándar y
cotidiana. Podemos crear una imagen de cualquier hablante, podemos
percibir objetivamente cualquier obra o cualquier discurso, pero esta
imagen objetiva no entra en la intención o proyecto del hablante mismo,
y no es creada por él en tanto que autor de la enunciación. (Aquí
alude Bajtin a la cuestión de la especificidad de la enunciación
literaria: una modalidad enunciativa que conlleva el juego con la
persona enunciativa, la creación de una persona enunciativa
diferenciada del "autor" mismo en tanto que hablante. Habría que
matizar que tanto en la vida como en la literatura sí estamos
constantemente jugando con la diferencia entre el sujeto virtual de la
enunciación y el sujeto real efectivo presente ante nosotros, por
ejemplo en la interacción conversacional cotidiana. Sea como sea, la
construcción de figuras enunciativas está sujeta a debate, a
reconstrucción por parte del interlocutor; y de la misma manera podemos
señalar que el "autor implícito" proyectado como objeto estético o como
parte de la obra por un escritor no es exactamente el mismo que el
autor implícito reconstruido por un lector concreto).
§43. Esto no significa que no haya caminos que lleven desde el autor
puro al
autor como persona—existen, naturalmente, y existen en el núcleo mismo,
en la profundidad misma del ser humano. Pero este núcleo no puede nunca
convertirse en una de las imágenes de la obra misma. La imagen está en
la obra en conjunto, y en grado sumo, pero este núcleo no puede nunca
volverse una parte constitutiva figurada (objetiva) de la obra. (Parece
referirse Bajtin al hecho de que la imagen del autor se extrae del
conjunto de la obra, y no de un elemento compositivo concreto de
ella—aun si ese elemento es, deliberadamente, una imagen del autor. Y
esto es así, en parte, porque la figura del autor extraída a partir de
la obra es históricamente variable, percibida de manera distinta según
cuál sea el punto de vista desde el que se contempla a distancia).
Esto
no es natura creata
(naturaleza creada) ni natura
naturata et creans
(naturaleza engendrada y creadora) sino una pura natura creans et non
creata (naturaleza creadora y no creada).
§44. ¿En qué medida son posibles en la literatura las palabras puras,
sin
objeto y de voz única? ¿Es posible que se vuelva material para la
construcción de una obra literaria una palabra en la que el autor no
oiga la voz de otro, que incluya únicamente
al autor y al autor
completo? ¿No será necesaria
una cierta medida de no literalidad como
condición para cualquier estilo? ¿no está el autor siempre fuera del
lenguaje en tanto que material para la obra de arte? ¿No es cualquier
escritor (incluso el poeta lírico puro) siempre un "dramaturgo" en el
sentido de que dirige todas las palabras hacia las voces de otros,
incluyendo hacia la imagen del autor (y hacia otras máscaras del
autor)? Quizá toda palabra literal, en la que haya una sola voz,
es ingenua e inadecuada para la auténtica creatividad. Cualquier voz
que sea verdaderamente creativa no puede ser sino la segunda voz del
discurso. Sólo la segunda voz—la pura
relación—puede ser completamente
carente de objeto y no proyectar una sombra de la figura, una sombra
sustancial. El escritor es una persona que es capaz de trabajar en un
lenguaje a la vez que está fuera del lenguaje, alguien que tiene el don
de hablar indirectamente. (Estas
reflexiones de Bajtin son sugerentes para definir el drama y la ficción narrativa, o incluso la
lírica—toda literatura en la que entre un elemento de ficcionalización
de la voz o del hablante. Pero no parecen tan adecuadas para géneros
ensayísticos o filosóficos, que sin embargo no son menos creativos ni menos literarios).
§45. Expresarse uno mismo significa convertirse en un objeto para otro
y
para uno mismo ("la actualización de la consciencia"). Este es el
primer paso de la objetivación. Pero también es posible reflejar nuestra
actitud hacia nosotros mismos en tanto que objetos (segundo paso de la
objetivación). En este caso, nuestro propio discurso se convierte en un
objeto y adquiere una segunda voz, la suya propia. Pero esta segunda
voz ya no proyecta (de por sí) una sombra, puesto que expresa una
relación pura y toda la carne objetivadora, materializadora, de la
palabra, queda atribuida a la primera voz. (Aunque
aquí se juntan
diversas cuestiones, una de las cosas que parece sugerir Bajtin es que
la
voz del personaje de ficción, del personaje dramático, o del
narrador ficticio, queda desligada de la voz del autor. Esto no es así,
sin embargo, puesto que la palabra del personaje está enraizada en la
palabra del autor y tiene un grado mayor o menor de valoración
implícita; no es una voz que se vuelva independiente, sino que es más
dependiente y condicionada aún que la primera voz —más que la expresión
no ficcional del autor—en tanto que presenta una estructuración
enunciativa más compleja. Está libre, eso sí, de su responsabilidad de
expresar directamente la identidad del autor en cuanto sujeto social,
pues va referida a un espacio ficcionalizado de invención, y queda
filtrada por las convenciones del género).
§46. Expresamos nuestra relación con la persona que hablaría de esa
manera.
En el habla cotidiana esto se expresa con una entonación ligeramente
humorística o irónica (el Karenin de León Tolstoi), una entonación que
expresa sorpresa, incomprensión, interrogación, duda, afirmación,
refutación, indignación, admiración, etcétera. Este es el fenómeno
bastante primitivo y muy corriente de doble vocalidad en la
comunicación hablada cotidiana, en diálogos y en debates sobre
cuestiones científicas y otras cuestiones ideológicas. (Como vemos, Bajtin no considera que el estilo indirecto libre sea un fenómeno
exclusivamente literario, sino que tiene su germen en este dialogismo
cotidiano, la cita con "acento" o entonación valorativa de las palabras
de otro hablante). Este es un tipo doble vocalidad bastante
tosco y
menos generalizador, que con frecuencia es directamente personal: las
palabras de uno de los hablantes presentes se repiten con acentos
exagerados. Hay diversos tipos de estilización paródica que representan
la misma forma tosca y menos generalizadora. La voz del otro es
limitada, pasiva, y no hay profundidad ni productividad (creativa,
enriquecedora) en las interrelaciones que se dan entre las voces. En la
literatura, caracteres positivos y negativos.
§47. Una doble vocalidad literal y, podríamos decir, física, se
manifiesta en todas estas formas.
§48. La situación es más compleja cuando se trata de la voz del autor
en el
drama, donde, según toda apariencia, no aparece en el discurso. (Por
así decirlo, porque evidentemente todo el drama es la voz del autor
recreando la voz de los personajes, y esto se reconoce de modo
intuitivo cuando decimos que es una obra de tal autor—podríamos decir
que es la convención básica del género, y sólo en ese sentido tan
evidente puede decirse que "no aparece" la voz del autor. Lo mismo
puede decirse de las novelas con narrador ficticio, en las que la voz
narrativa es "dramática" y se presenta como explícitamente desligada de
una voz narrativa autorial).
§49. Ver y comprender al autor de una obra significa ver y comprender a
una
consciencia que es otra, ajena, y a su mundo, es decir, a otro sujeto
("Du"). (Aquí la palabra alemana
parece remitir a los estudios de
Martin Buber sobre la alteridad y la comunicación intersubjetiva, quizá
en concreto a Ich und Du, Berlín,
Schocken, 1922). En la explicación
sólo hay una consciencia, un sujeto; en la comprensión hay dos
consciencias y dos sujetos. No puede haber relación dialógica con un
objeto, y por tanto la explicación no tiene aspectos dialógicos
(excepto los retóricos y formales). La comprensión siempre es dialógica
en alguna medida. (Quizá
la cuestión
de "en qué medida" no deba
perderse de vista. En efecto, la comprensión del punto de vista del
otro requiere ponerse en su lugar, pero también hay en la
interpretación de las acciones de los otros seres humanos una dimensión
de explicación, en la medida en que vemos sus acciones determinadas por
una naturaleza específica, de su carácter, o de las fuerzas que los
impelen, y las vemos comprensibles por relación a esas fuerzas que van
más allá
de la intención del otro en el sentido de que constituyen esa
intención. La
dicotomía que establece aquí Bajtin es en parte coincidente con la
oposición entre la hermenéutica de la comprensión y la hermenéutica de
la sospecha comentada por Ricœur, o con la diferencia entre la "crítica
acrítica" que acepta la posición del otro, y la "crítica crítica" que
la desconstruye o se opone a ella. En última instancia es la crítica
crítica, o la hermenéutica de la sospecha, la que explica de manera más
inclusiva la subjetividad ajena, pues incluye a la comprensión como
uno de sus momentos, mientras que la comprensión no incluye
necesariamente la desconstrucción de los motivos del otro. Por otra
parte, la explicación de un texto en el modo de "overstanding" o
"hermenéutica de la sospecha" es, además, diálogo
con un tercero, quizá no con el autor del texto, pero sí con otro
crítico o estudioso del texto. El diálogo textual involucra a más de
dos personas).
§50. Los diversos tipos y formas de la comprensión. La comprensión del
lenguaje de signos, es decir, la comprensión (dominio) de un sistema de
signos específico (por ejemplo un idioma concreto). La comprensión de
una obra en un idioma ya conocido, es decir, ya comprendido. La
ausencia, en la práctica, de distinciones tajantes, y las transiciones
entre un tipo de comprensión y otro. (Es ésta una perspectiva similar a la propuesta por la hermenéutica general de Schleiermacher).
§51. ¿Puede decirse que la comprensión de un lenguaje como sistema es
carente de objeto y está completamente desprovista de aspectos
dialógicos? ¿En qué medida puede hablarse del tema de un lenguaje como
de un sistema? Descifrar un lenguaje desconocido: intercambiando
posibles hablantes indeterminados, construyendo enunciaciones posibles
en un lenguaje dado.
§52. Comprender cualquier obra en un lenguaje conocido (aunque sea
nuestra
lengua materna sin más) siempre enriquece además nuestro conocimiento
del lenguaje en cuestión en tanto que sistema.
§53. De la temática de un idioma a las temáticas de las obras
literarias.
Varias etapas transicionales. (La
noción de "temática de un idioma" no
es muy adecuada—quizá pueda entenderse como los discursos vehiculados a
través de un idioma, o las interacciones culturales más típicas de un
idioma, en un momento dado… pero es una noción demasiado vaga para
poderla acotar de manera útil). Las temáticas de los estilos
lingüísticos (del burócrata, del mercader, del académico, etc.). (Esta
cuestión de los discursos sociales la trata Bajtin más por extenso en
The Dialogic Imagination). Las máscaras del autor (las imágenes
del
autor) y el autor mismo.
§54. La imagen socioestilística del pobre contable, del consejero
titular
(Devushkin, por ejemplo).
10 Ese tipo de
imagen, aunque se produce por
métodos de autorrevelación, se produce como un él (una tercera persona)
y no como un tú. Queda objetificado y paradigmático. No hay relaciones
auténticamente dialógicas con él. (Quizá podríamos decir, con E.
M. Forster, que estos personajes son "personajes planos", concebidos
como tipos o caricaturas, y no con la complejidad de un personaje
"redondo", menos instrumentalizado para una función única o un rol
único).
§55. Acercar los medios de representación al objeto representado como
señal
de realismo (autodescripción, voces, estilos sociales; no descripción,
sino cita de los protagonistas como personajes que hablan). (Aquí
podríamos remitir a los extensos debates de la crítica formalista y
estructuralista sobre la contraposición entre "decir" y "mostrar",
showing/telling— por ejemplo en The Craft of Fiction de Percy Lubbock, en The Rhetoric of Fiction de
Wayne Booth, o en el "Discours du récit" de Gérard
Genette. Es lo que a veces se denomina "modo" del relato, Ver por ej.
mi artículo "El
modo del género narrativo: Diversas interpretaciones")
§56. Los elementos objetivos y puramente funcionales de cualquier
estilo.
§57. El problema de comprender la enunciación. Para entender, es
necesario
ante todo establecer los límites principales y bien definidos de la
enunciación. La alternancia de temas del discurso. La capacidad de
determinar la respuesta. La inherente tendencia a la respuesta
manifestada en toda comprensión ("Kannitverstan").
11
§58. Cuando hay una multiplicidad deliberada (consciente) de estilos ,
siempre hay relaciones dialógicas entre los estilos.
12
No se pueden
entender estas interrelaciones de manera puramente lingüística (ni
mecánica). (Aquí apunta Bajtin a un
enfoque más integral del estilo, un
enfoque no reducible a un método predeterminado. Es un tipo de crítica
a los métodos de análisis formalizados que recuerda en parte al razonamiento de Feyerabend en
Contra
el método).
§59. Una descripción y definición puramente lingüística (y puramente
discreta) de varios estilos en el seno de una única obra no puede
revelar sus interrelaciones semánticas (incluyendo las artísticas). Es
importante comprender el sentido total de este diálogo de estilos desde
el punto de vista del autor (no como una imagen, sino como una
función). Y cuando uno habla de acercar el medio de representación a la
cosa representada, uno entiende que la cosa representada es el objeto y
no otro sujeto (un tú).
§60. La representación de una cosa frente a la representación de una
persona
(el hablante y su esencia). El realismo con frecuencia reifica al
hombre, pero esto no es una manera adecuada de representarlo. El
naturalismo, con su tendencia a la explicación causal de los actos y de
los pensamientos del ser humano (su posición semántica en el mundo)
reifica al hombre todavía más. El enfoque "inductivo", que se supone es
inherente al realismo, es, en esencia, una explicación causal que
reifica al hombre. Las voces (en el sentido de estilos sociales
reificados) se transforman así en meros signos de las cosas (o síntomas
de procesos); ya no es posible responder a ellas, ya no se puede
polemizar con ellas, y se desvanecen las relaciones dialógicas con
este tipo de voces.
§61. Los grados de objetificación y de subjetivización de los
personajes
representados (la naturaleza dialógica de las relaciones que tiene el
autor con ellos) varían drásticamente en literatura. A este respecto,
la imagen de Devushkin difiere en principio de las imágenes
objetificadas de oficinistas pobres en otros autores. Y está
polémicamente contrapuesto a estas otras imágenes, en las que no hay
un tú
§62. Con respecto a una persona, el amor, el odio, la compasión, la
ternura
y las emociones en general siempre son dialógicas en alguna
medida. (Hay
pues un continuo
entre empatía y dialogismo—la conceptualización del dialogismo de
Bajtin no es sólo intelectual o argumental, sino también emocional).
§63. En su tratamiento dialógico (en lo que respecta a la
subjetificación de sus protagonistas), Dostoyevski cruza un cierto
umbral, y su tratamiento dialógico adquiere una nueva cualidad (más
elevada).
§64. La objetificación de la imagen del hombre no es una pura
sustancialidad. Puede amársele, compadecerse de él, etc., pero lo
principal es que se le puede (y se le debe) comprender. En la
literatura artística (como en el arte en general) hay un hálito de
sujetificación que se deposita incluso sobre las cosas inanimadas
(correlacionadas con el hombre).
§65. El habla entendida de manera orientada hacia el objeto (y esa
habla
requiere necesariamente una comprensión, pues si no no sería habla,
pero en esta comprensión se debilita el aspecto dialógico) puede
incluirse en una cadena de explicaciones causales. El lenguaje literal
(puramente semántico, funcional) se mantiene en un diálogo referencial
de final abierto (por ej. la investigación científica).
§66. Una yuxtaposición de enunciaciones-demostraciones en física. (Apunta
aquí a Bajtin a la ciencia como una "conversación", podríamos decir, un
discurso ordenado lógicamente en el que cada intervención tiene en
cuenta intervenciones precedentes, responde a ellas ordenadamente, y es
por tanto un discurso inherentemente dialógico. Lo mismo puede decirse,
por supuesto, de la conversación crítica en torno a una obra literaria
u otro objeto cultural— ver un desarrollo de este razonamiento en mi
artículo "Tematización
retroactiva, interacción e interpretación", en español en Hans-Georg
Gadamer: Ontología estética y hermenéutica, ed. Teresa Oñate y Zubía, Cristina García
Santos and Miguel Ángel Quintana Paz, Madrid: Dykinson, 2005).
§67. El texto como reflejo subjetivo del mundo objetivo: el
texto es
una expresión de la consciencia, algo que refleja. Cuando el texto se
convierte en objeto de nuestra cognición, podemos hablar del reflejo de
un reflejo. La comprensión del texto es el correcto reflejo de un
reflejo. A través del reflejo en otra persona, al objeto reflejado. (Aquí
hay un problema en cuanto que la comprensión adecuada no es sólo la
comprensión de lo reflejado, sino de la distorsión efectuada durante el
proceso de reflexión—una refracción, podríamos decir. A una teorización
de esta refracción dedico el artículo mencionado antes, "Retroactive
Thematization").
§68. Ningún fenómeno natural tiene "significado"; sólo los signos
(incluyendo las palabras) tienen significado. Por lo tanto, cualquier
estudio de los signos, independientemente de las diferentes direcciones
que pueda tomar luego, empieza por necesidad con con la comprensión. (Aquí
hay que recordar, empero, que muchos signos son fenómenos
"naturales"—que de hecho todos lo son, en el sentido amplio del término
"natural", incluyendo el lenguaje. Pero algunos signos son naturales en
sentido más estricto, en el sentido de que son ajenos al mundo
humano. La semiosis de la comunicación animal es todo un mundo en
este sentido. Otros signos son fenómenos producidos por el mundo
"natural" que son interpretados o resignificados por la comunicación
humana—por ejemplo, como indicios de algo. En suma, que en lugar de una
diferencia tajante entre lo semiótico y lo no semiótico, que parecería
sugerir la exposición de Bajtin en este punto, hay más bien una
continuidad y transición gradual de lo no semiótico a formas semióticas
primitivas y a otras complejas. Ver por ejemplo mi artículo Interacción
internalizada: El desarrollo especular del lenguaje y del orden
simbólico. Kenneth Burke también parecería compartir nuestra tesis, cuando nos dice que las cosas son signos de palabras, y no sólo viceversa, en su capítulo "What are the Signs of What?" incluido en Language as Symbolic Action. Ver "Las cosas significan palabras".
Esta perspectiva no contradice, más bien al contrario, las
investigaciones neurológico-cognitivas sobre la imbricación profunda
entre la percepción y las raíces del lenguaje, por ejemplo en Louder Than Words de Benjamin K. Bergen, Basic Books, 2012).
§69. El texto es el dato primario (la realidad) y el punto de
partida
para cualquier disciplina de las ciencias humanas. Es la agregación de
diferentes tipos de conocimiento y métodos llamados filología,
lingüística, estudios literarios, estudios científicos, etc. A partir
del texto, se separan en direcciones distintas, captan fragmentos
diversos de la naturaleza, de la vida social, estados mentales, e
historia, y los combinan—a veces con lazos causales, a veces
semánticos, y entremezclan aseveraciones con evaluaciones. A partir de
las indicaciones del objeto real, uno debe proceder a delimitar
claramente los objetos de la investigación científica. El objeto real
es el hombre social (público), que habla y se expresa por otros medios.
¿Es posible acaso encontrar otra perspectiva sobre él y su vida
(trabajo, esfuerzo, etc.) que no sea a través del texto significativo
que ha creado o está creando? (Observemos
que aquí Bajtin está al menos implícita o potencialmente incluyendo en
el concepto de texto no sólo todo tipo de objetos culturales
artificiales, sino también las acciones, los gestos, la organización
social e instituciones, la apariencia física y otros aspectos legibles
aunque no necesariamente intencionales ni comunicativos de la realidad
humana.... una noción de texto quizá demasiado extensa para la
teorización explícita que le acompaña). ¿Es posible observarlo
y estudiarlo como un fenómeno natural, como una cosa? La acción física
del hombre debería entenderse como un acto, pero es imposible
comprender el acto al margen de su expresión significativa potencial
(es decir, recreada por nosotros)—motivos, objetivos, estímulos, grado
de consciencia, etc.). (Aquí retoma Bajtin una preocupación con el análisis de la acción que se encuentra
ya en su ensayo de hacia 1920 "K filosofi postupka", publicado en Filosofiia
i sotsiologiia nauki i tekhniki (1984-85). Moscú: Nauka, 1986). Es
como si estuviésemos haciendo que el hombre hablase (reconstruimos sus
testimonios importantes, sus explicaciones, confesiones, admisiones, y
completamos el desarrollo de un discurso interno posible o efectivo, y
así sucesivamente). Por todas partes está el texto efectivo o
potencial, y su comprensión. La investigación se vuelve interrogación y
conversación, es decir, diálogo. No dirigimos preguntas a la naturaleza
y no nos contesta. Nos hacemos preguntas a nosotros mismos y
organizamos la observación y el experimento de modo tal que obtengamos
una respuesta. Al estudiar el hombre, buscamos y encontramos signos por
todas partes, e intentamos captar su significado. (A
lo cual poco puede objetarse, a no ser lo siguiente: que la
investigación de la naturaleza también es dialógica e interrogativa, y
también conlleva un diálogo. Más indirecto o metafórico es el diálogo
con la naturaleza, pero más directo y efectivo en el seno de la propia
institución o disciplina que reúne en un discurso común, o parcialmente
común, a los investigadores).
§70. Nos interesan ante todo las formas concretas de los textos,
y
las condiciones concretas de la vida de los textos, sus interrelaciones,
y sus interacciones.
§71. Las relaciones dialógicas entre enunciaciones que también permean
desde
dentro las enunciaciones individuales caen en el ámbito de la
metalingüística. (Hay que
entender en este término de Bajtin no una "lingüística acerca de la
lingüística", sino más bien una "lingüística más allá de la
lingüística"—es decir, la lingüística del discurso o la pragmática
textual, o la hermenéutica de la actividad simbólica, que está articulando aquí). Difieren radicalmente de
todas las posibles relaciones lingüísticas entre elementos, tanto del
sistema lingüístico como de la enunciación individual.
§72. La naturaleza metalingüística de la enunciación (de la producción
del habla). (Aquí
como en otros lugares, Bajtin está intentando formular la noción de una
pragmalingüística del discurso, que entienda a los textos como parte de
un proceso comunicativo interactivo, una forma de 'hacer cosas con los
textos').
§73. Los lazos semánticos en el interior de una única enunciación
(aunque
potencialmente infinitos, por ejemplo en el sistema de la ciencia) son
referencialmente lógicos (en sentido amplio), pero los lazos semánticos
entre varias enunciaciones se vuelven dialógicos (o, al menos,
adquieren una coloración dialógica). Las ideas se distribuyen entre
varias voces. Importancia excepcional de la voz, de la personalidad.
§74. Los elementos lingüísticos son neutrales con respecto a esta
división
en enunciaciones; se mueven libremente sin reconocer los límites de la
enunciación, sin reconocer (sin respetar) la soberanía de las voces.
§75. Pero ¿cómo se determinan los límites firmes de la enunciación?
Mediante fuerzas metalingüísticas. (Hoy
diríamos quizá: a nivel pragmático).
§76. Las enunciaciones extraliterarias y sus delimitaciones
(respuestas, cartas, diarios, lenguaje interior, y demás) se
transfieren a una obra literaria (por ejemplo, a una novela). Aquí su
sentido total cambia. Caen sobre ellas los ecos de otras voces, y la
misma voz del autor las penetra.
§77. Dos enunciaciones yuxtapuestas pertenecientes a personas
diferentes que
no saben nada una de otra, con sólo que converjan ligeramente sobre un
único tema (idea) inevitablemente entran en relaciones dialógicas
mutuas. Entran en contacto una con otra en el territorio de un tema
común, una idea común. (Esta
noción de Bajtin propone una expansión interesante del concepto de
intertextualidad. Ahora bien, podría resultar de por sí un tanto
idealista, pues ¿en qué terreno, en qué empíreo se encuentran dos
enunciaciones que no saben nada una de otra? La respuesta no idealista
ha de ser obvia: en el discurso de un tercero que las coteja, compara o responde a ellas. Donde Bajtin presenta
dos enunciaciones, debemos tener en cuenta tres enunciaciones —y si no,
al menos, un proceso mental o "enunciación interna" de alguien que
conozca y compare esas dos enunciaciones previas. El análisis de esta
triangulación puede verse más desarrollado en mi artículo sobre la
espiral hermenéutica.
La relación entre las dos enunciaciones puede ser más o menos evidente
u obvia, en cuyo caso el Tercero se limita a constatar un terreno
común. O bien el trabajo del Tercero puede consistir en descubrir un
terreno común allí donde no parecía haberlo—en cuyo caso hablaremos de
fusión conceptual, de congruencia, de consiliencia incluso... Sobre el
ingenio como relación entre fenómenos ocultamente conexos, ver mi nota Conectando
con Heráclito el Oscuro).
§78. La epigrafía. El problema de los géneros de las
inscripciones
antiguas. El autor y el destinatario de las inscripciones. Patrones
obligatorios. Las inscripciones funerarias ("Alegraos"). Los difuntos
dirigiéndose a los vivos que pasan. (Bajtin
parece pensar aquí en formas problemáticas, complejas o elaboradas de
enunciación como extensiones de los casos más habituales). Formas estandarizadas obligatorias
para evocaciones, encantamientos, oraciones, etcétera. Las formas de
los elogios y de la gran alabanza. Formas de insultos y de lenguaje
obsceno (rituales). El problema de la relación de la palabra con el
pensamiento, y de la palabra con el deseo, la voluntad, la exigencia.
Ideas sobre el carácter mágico del la palabra. La palabra como acción (Pensemos en J. L. Austin, y su How
to Do Things with Words, libro en el
que se tratan algunas dimensiones de lo que Bajtin denomina
'translingüística'). La
inversión radical que se da en la historia de la palabra cuando se
convirtió en expresión y en información pura, sin acción (la función
comunicativa). El sentido de lo propio y de lo ajeno en la palabra. Más
adelante, el origen de la consciencia autorial.
§79. El autor de una obra literaria (una novela) crea una obra
lingüística
unificada y entera (una enunciación). Pero la crea a partir de
enunciaciones heterogéneas, ajenas o extrañas, por así decirlo. E
incluso la palabra directa del autor está llena de palabras que
reconocidamente son de otros. El hablar indirecto, una actitud hacia el
propio lenguaje de uno mismo como uno de los lenguajes posibles (y no
el único lenguaje posible, incondicional). (Todas
estas cuestiones, la multivocalidad, la heteroglosia, etc. se
encuentran abundantemente tratadas en otras obras de Bajtin, por
ejemplo en The Dialogic Imagination. Remitimos de modo general a este libro en lugar de trazar paralelismos punto por punto).
§80. Individuos finalizados, o "cerrados", en la pintura (incluyendo
los
retratos). Presentan al hombre exhaustivamente; está ya allí por
completo, y no puede cambiar. Los rostros de las personas que ya han
dicho todo, que ya han muerto (o) bien podrían haber muerto. El artista
concentra su atención sobre los rasgos finalizantes, definitorios, los
que cierran. Vemos todo de ellas y no esperamos nada más (ni nada
diferente). No pueden renacer, rejuvenecer o transformarse—esta es su
fase finalizante (última y definitiva). (Apreciamos
aquí el interés de Bajtin por la apertura, la emergencia, y la
auto-transformación—la posibilidad de un yo fluido y no cerrado, frente
a los caracteres que aparecen en el rostro ya como la caricatura de sí
mismos. Hay modos de representación que enfatizan la apertura, y otros
el carácter cerrado o definitivo de la experiencia y del sujeto).
§81. La relación del autor hacia lo que representa siempre entra en la
imagen. La relación del autor es un aspecto constitutivo de la imagen (Como
lo que Wayne Booth llamó el 'autor implícito' en literatura— Bajtin
parece ver una evaluación implícita en toda representación, y un
perspectivismo: no hay representación, palabra, o imagen que sea neutra
y que no retrate también a su autor en cierto modo. Esto ha de ponerse en relación
con lo que Jakobson denominaba la función expresiva del signo). Esta
relación es extremadamente compleja. No debe reducirse a una evaluación
directa. Tales evaluaciones destruyen la imagen artística. No se
encuentran ni siquiera en la sátira cuando es de calidad (Gógol,
Shchedrin). Ver algo por primera vez, darse cuenta de algo por primera
vez, ya significa asumir una actitud hacia eso: no existe ni en sí ni
para sí, sino para otro (ya son dos consciencias correlacionadas). La
comprensión es una actitud muy importante (comprender nunca es una
tatología o duplicación, puesto que siempre implica a dos, y a un
tercero potencial). (En términos
estructuralistas, diríamos que la comprensión de algo implica a un
emisor que comprende, a un receptor implícito, a modo de modelo del
antiguo yo que no comprendía y a quien se explica ahora lo que ahora se
comprende—y un tercero, el lector efectivo que recibe el mensaje, ese
mensaje que tiene un lector implícito como una parte de su estructura
retórica, y asume el papel de comprender que de él se espera, o
reacciona de modo imprevisto frente al mensaje recibido). La
condición de no ser oído y no ser comprendido (ver Thomas Mann).
auténticamente
dialógico. Las novelas comúnmente presentan argumentaciones
completamente definitivas resumidas desde la posición del autor (eso
cuando hay algún tipo de argumentaciones). La obra de Dostoyevski
contiene transcripciones de argumentaciones inacabadas e inacabables.
Pero cualquier novela está por lo general llena de connotaciones
dialógicas (no siempre con sus protagonistas, claro). Tras Dostoyevski,
la polifonía irrumpe con ímpetu en toda la literatura mundial.
13
"No sé", y "Era así, pero a mí qué más me daba", son actitudes
importantes. La destrucción de las evaluaciones directas que se agregan
al objeto y la destrucción de las actitudes generalmente crea una
actitud nueva. Una clase especial de actitudes emocionales-evaluativas.
Su diversidad y complejidad. (Es el surgimiento de modalidades complejas de expresión, evaluación, y comunicación indirecta en la literatura modernista).
§82. El autor no puede separarse de las imágenes y caracteres, ya que
entra
dentro de estas imágenes como una parte indispensable de las mismas
(las imágenes son duales, y a veces tienen dos voces). Pero la imagen
del autor puede separarse de las imágenes de los personajes. Esta misma
imagen, empero, es creada por el autor y por tanto es también dual. (Otra
forma de decirlo: la imagen del narrador autorial, "Fielding",
pongamos, no coincide con el autor implícito aunque se presente como un
retrato suyo, pues es construida y captada de manera distinta). Con
frecuencia sucede como si las imágenes de los caracteres hubiesen sido
reemplazadas por personas vivas.
§83. Los diversos planos semánticos en los que se ubican el discurso de
los
personajes, y el discurso del autor. Los caracteres hablan como
participantes en la vida que se representa, por así decirlo, desde
posiciones privadas. Sus puntos de vista están limitados de una manera
u otra (saben menos de lo que sabe el autor). El autor está fuera del
mundo representado (y en cierto modo creado) por él. Interpreta todo
este mundo desde posiciones superiores y cualitativamente distintas.
Por último, todos los personajes y su discurso son objetos de una
actitud autorial (y de un discurso autorial). Pero los planos del
discurso de los caracteres y el del discurso autorial pueden tener una
intersección, es decir, son posibles las relaciones dialógicas entre
ellos. En Dostoyevski, donde los personajes son ideólogos, el autor y
este tipo de personajes (los pensadores-ideólogos) terminan en el mismo
plano. Los contextos dialógicos y las situaciones de los discursos de
los personajes difieren esencialmente de los del discurso del autor. El
discurso de los personajes participa en los diálogos representados en
el interior de la obra y no entra directamente en el diálogo ideológico
de la contemporaneidad, es decir, en la auténtica comunicación
lingüística en la que participa la obra en su conjunto y en la cual es
comunicada (participan en ella sólo como partes de ese todo). Sin
embargo el autor ocupa una posición precisamente en este diálogo
auténtico, y es definido por la situación real del día. A diferencia
del autor real, la imagen creada del autor carece de esa participación
directa en el diálogo real (participa en ella sólo a través de la obra
completa), pero puede participar en el argumento de la obra y entrar en
un diálogo representado con los personajes (la conversación entre el
"autor" y Onegin). El discurso del autor representador (el autor real),
si existe, es un discurso de un tipo fundamentalmente diferente, que no
puede existir en el mismo plano que el discurso de los personajes. Esto
es precisamente lo que determina la unidad última de la obra, y su
presencia semántica última, por así decirlo, su palabra final. (Una
vez más, aparece en Bajtin la noción de la obra como macro-acto de
habla, o de discurso, del autor, compuesto por una jerarquía estética
de actos de habla de los personajes y de los narradores, incluidos los que se presentan como "el autor").
§84. Las imágenes del autor y las imágenes de los personajes vienen
determinadas, según V. V. Vinogradov, por estilos lingüísticos, y sus
diferencias se reducen a diferencias en lenguajes y en estilos, es
decir, a diferencias puramente lingüísticas. Vinogradov no revela las interrelaciones no lingüísticas entre
ellos. Pero, después de todo, estas imágenes (estilos lingüísticos)
que hay en una obra no se encuentran una al lado de la otra como datos
lingüísticos; entran aquí en un complejo especial de relaciones
semánticas dinámicas. Este tipo de relaciones pueden definirse como
relaciones dialógicas. Las
relaciones dialógicas
tienen una naturaleza específica: no se pueden reducir ni a las
puramente lógicas (aunque sean dialécticas) ni a las puramente
lingüísticas (sintáctico-composicionales). Son posibles únicamente
entre enunciaciones completas de varios sujetos hablantes (el diálogo
con uno mismo es secundario, y en la mayoría de los casos ya
efectuado). (Aquí
subestima quizá Bajtin la naturaleza dialógica del propio sujeto dado
que está constituido por una pluralidad de roles o, podríamos decir, de
voces y discursos. Es lo que denomino el "teatro de la interioridad" en
mi artículo sobre el sujeto del interaccionismo simbólico en Erving
Goffman, "Goffman: La realidad como expectativa autocumplida y el teatro de la interioridad"). No nos ocupamos aquí del origen del término "diálogo"
(véase Hirzel).14
§85. Donde no hay palabra ni lenguaje, no puede haber relaciones
dialógicas;
no pueden existir entre objetos ni cantidades lógicas (conceptos,
juicios, y demás). Las relaciones dialógicas presuponen un lenguaje,
pero no residen en el sistema del lenguaje. Son imposibles entre
elementos de un lenguaje. La naturaleza especial de las relaciones
dialógicas requiere un estudio especial. (Lo
que parece requerirse para su existencia es una interacción comunicativa, una
intencionalidad, y un empleo acorde del lenguaje, subordinado a esta
intencionalidad. Podríamos intentar determinar, por ejemplo, si las
relaciones comunicativas entre animales, o de las madres con los bebés
antes de la adquisición del habla, tienen una dimensión dialógica, o
pre-dialógica. Interacción comunicativa, en todo caso, la hay desde luego).
§86. La concepción estrecha del diálogo como una de las formas
compositivas del habla (habla monológica y dialógica). Podría decirse
que cada réplica en sí y de por sí es monológica (el monólogo
absolutamente mínimo) y que cada monólogo es una réplica proviniente de
un diálogo más amplio (la comunicación lingüística de determinada
esfera). El monólogo como habla que no va dirigida a nadie y no
presupone una respuesta. Varios grados de monologismo. (Como
se ve, Bajtin está barajando aquí diversas nociones y dimensiones del
dialogismo—en otros sentidos bajtinianos, no es sostenible decir que
una réplica en una conversación no es dialógica, que no va orientada al
otro ni está "poseída desde dentro" por la situación dialógica.
Goffman analiza el dialogismo inherente—e intersubjetivo—del lenguaje
que el sujeto se dirige a sí mismo en "Response cries", en Forms of Talk; Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1981).
§87. Las relaciones dialógicas son relaciones (semánticas) entre
cualquier
enunciación en la comunicación lingüística. Cualquier par de
enunciaciones, si se yuxtaponen en un plano semántico (no como cosas, y
no como ejemplos lingüísticos), terminan en relación dialógica. Pero
ésta es una forma especial de dialogicidad no intencionada (por
ejemplo, la selección de varias enunciaciones de diversos estudiosos o
sabios de distintas épocas sobre una única cuestión). (Habría
que señalar que el dialogismo no es intencional para los autores de
esas enunciaciones, pero sí existe una relación dialógica intencional
establecida por el autor de la selección—o la mente que observa a esos estudiosos. El dialogismo es articulado
por la enunciación que recopila esas enunciaciones previas, la enunciación del autor de "la selección").
§88. "¡Hambre, frío!"— una
enunciación de un único sujeto hablante.
"¡Hambre!" — "¡Frío!" —dos enunciaciones dialógicamente
correlacionadas, de dos sujetos diferentes: aquí aparecen relaciones
dialógicas que no existían en el caso anterior. Lo mismo con dos frases
enteras (pensar un ejemplo que venga al caso). (Como Bajtin, dejamos esa labor al lector. También son concebibles dos
enunciaciones "separadas" o regidas por distinta coherencia discursiva
que sin embargo quedan englobadas en la enunciación de un mismo sujeto
que expresa así distintas fases de su pensamiento o distintos lados de
la cuestión. La "ironía romántica" en la que un enunciador parodia o
desacredita sus propias expresiones precedentes podría servir de
ejemplo de esta teatralidad interna a una enunciación. Ver por ejemplo Reflektierter Roman de Wolfgang Schröder; Frankfurt: Peter Lang, 1981).
§89. Cuando una enunciación se usa con fines de análisis lingüístico,
se
ignora su naturaleza dialógica, se contempla en el seno del sistema del
lenguaje (como actualización del mismo) y no en el ámbito más amplio de
la comunicación lingüística. (Es lo
que sucede con las oraciones de las gramáticas tradicionales, que
tienen "sujeto" o "predicado" pero nunca tienen "enunciador" o
"receptor" —al menos en el análisis que convencionalmente se les
aplica. Ahora bien, se observará que 1) esto no es realmente así, si aplicamos
otro modelo de análisis ajeno al de la propia gramática; 2) en una
"gramática textual" o una teoría de los actos de habla, pongamos, sí se
tienen en cuenta al menos ciertas dimensiones dialógicas de los
ejemplos utilizados, aun si se hace abstracción de otras; 3) El intento
tener en cuenta la dimensión dialógica de los propios ejemplos nos
embarca en una especie de recursión infinita).
§90. La inmensa diversidad de los géneros del discurso, todavía sin
estudiar: desde las esferas inéditas del habla interior a las obras
artísticas y los tratados científicos. La diversidad de los géneros
callejeros (ver Rabelais), de los géneros íntimos, y demás. En las
diversas épocas, en los diversos géneros, continúa la emergencia del
lenguaje. (Un ejemplo hemos analizado en nuestro artículo "Emergent Narrativity"
. . .--> En Linguistic Interaction in/and Specific
Discourses. Ed.
Marta Conejero López, Micaela Muñoz Calvo y Beatriz Penas Ibáñez. Valencia:
Editorial Universitat Politècnica de València, 2010).
§91. El lenguaje y la palabra lo son casi todo en la vida humana. Pero
no
hay que pensar que esta realidad multifacética y que todo lo abarca
pueda ser objeto de una única ciencia, la lingüística, o que pueda
comprenderse con métodos únicamente lingüísticos. El objeto de la
lingüística es sólo el material, sólo el medio de la comunicación
lingüística, y no la comunicación lingüística misma, no las
enunciaciones en su esencia, y no las relaciones entre ellas
(dialógicas) ni las formas de comunicación lingüística, ni los géneros
del discurso. (Como vemos, Bajtin
sigue oponiendo la concepción estricta o estrecha de la lingüística a
la nueva translingüística que él está fundando—aunque a la vez deja
traslucir su percepción de que esta translingüística se entremezcla de
manera compleja con los diversos ámbitos de la actividad y de la
comunicación humana, y que tal vez no sea una 'única ciencia' en el
sentido en que pudiera serlo una lingüística formalista o una
gramática—en última instancia, se funde con el estudio de la conciencia
humana y de la comunicación humana en los distintos ámbitos en que ésta
tiene lugar).
§92. La lingüística estudia únicamente las relaciones entre los
elementos del sistema lingüístico, no las relaciones entre las
enunciaciones ni las relaciones de las enunciaciones con la realidad, o
con el hablante (autor). (Lo
cual es
una manera a la vez de delimitar el ámbito propio de la lingüística
—tradicional— y de señalar sus insuficiencias para determinados
fines analíticos o críticos. Ver más abajo, nota al párrafo §137).
§93. Con respecto a las enunciaciones reales y a los hablantes
reales, el sistema de una lengua es puramente potencial. Y el
significado de una palabra, en la medida en que es estudiado de modo
puramente lingüístico (semasiología lingüística), viene determinado
únicamente con la ayuda de las otras palabras de la misma lengua (o de
otras lenguas) y por sus relaciones con ellas; adquiere una relación
con un concepto, o con una imagen artística, o con la vida real,
únicamente en el seno de una enunciación y por medio de una
enunciación. Tal es la palabra en tanto que objeto de la lingüística
(pero no la palabra real en tanto que enunciación concreta o parte de
ella, parte y no instrumento). (Es ésta una
noción que recuerda la concepción de Schleiermacher antes mencionada: la doble dimensión
de una palabra, en sus relaciones con la actuación enunciativa de un
sujeto, por una parte, y con el sistema lingüístico, por otra. Bajtin
sin duda recibió fuertemente el influjo del pensamiento de
Schleiermacher).
§94. Empezar con el problema de la producción del discurso como
la
realidad inicial de la vida del discurso. Desde la réplica cotidiana a
la novela en varios volúmenes o el tratado científico. La interacción
del discurso actúa en varios ámbitos del proceso discursivo. El
"proceso literario", el enfrentamiento de opiniones en la
ciencia, el conflicto ideológico, etc. Dos obras discursivas, dos
enunciaciones, yuxtapuestas, entablan una serie especial de relaciones
que llamamos dialógicas. (Aquí
habría que cuidar de especificar lo siguiente. Una obra o discurso
puede estar respondiendo a otro o refiriéndose a él de alguna manera,
en cuyo caso el primer discurso o la relación dialógica con él es parte
constitutiva del segundo discurso, normalmente parte de su intención
comunicativa. O bien dos discursos mutuamente desconocidos pueden
entrar en esta relación dialógica a través de un tercer discurso, o en
la mente de un lector que sí los conoce a ambos —ver la nota al §87. Son quizá dos casos a
distinguir). La naturaleza especial de estas relaciones. Los
elementos lingüísticos en el sistema de la lengua o en el "texto" (en
sentido estrictamente lingüístico) no pueden entablar relaciones
dialógicas. ¿Pueden las lenguas y los dialectos (territoriales,
sociales), los estilos funcionales del lenguaje (por ejemplo, el habla
familiar cotidiana, el lenguaje científico, etc.) entablar estas
relaciones, es decir, pueden hablar entre sí y demás? Sólo si se adopta
hacia ellos un enfoque no lingüístico, es decir, si se convierten en
una "visión del mundo" (o algún sentido lingüístico o discursivo del
mundo), en un "punto de vista", en "voces sociales", etc.
§95. El artista efectúa una transformación tal cuando crea
enunciaciones
típicas o características de personajes típicos (aun cuando no estén
completamente corporeizados y no sean siquiera nombrados); la
lingüística estética (la escuela de Vossler, y especialmente, al
parecer, la obra más reciente de Spitzer) efectúa una transformación
tal (en un plano un tanto diferente). Con esta clase de transformación,
el lenguaje adquiere un "autor" único, un sujeto hablante, un oyente
colectivo de discursos (un pueblo, una nación, una ocupación, un grupo
social, etc.). Una transformación de este género siempre significa ir más allá de los límites de la lingúística
(en sentido estricto o exacto). ¿Son apropiadas tales transformaciones?
Sí, son apropiadas, pero sólo en condiciones estrictamente definidas
(por ejemplo, en la literatura, donde con frecuencia, en especial en la
novela, se encuentran diálogos entre "lenguajes" y estilos
lingüísticos), y con una intención metodológica estricta y clara. Tales
transformaciones no son admisibles cuando , por una parte, se declara
que la lengua en tanto que sistema lingüístico es extraideológica (y
también impersonal) o, por otra parte, cuando las características
socio-ideológicas de los los lenguajes y estilos se hacen entrar por la
puerta de atrás (hasta cierto punto en la obra de Viktor Vinogradov).
Esta cuestión es muy compleja e interesante (por ejemplo, en qué medida
puede uno hablar de la temática de un lenguaje, o del sujeto hablante
de un estilo lingüístico, o de la imagen del estudioso que se halla
tras un lenguaje científico, la imagen de un burócrata tras el lenguaje
burocrático, etc.). (La
alusión a la
lengua como un sistema extraideológico se refiere a un artículo de
Stalin sobre la cuestión que sentó cátedra, ante los intentos de
algunos lingüistas marxistas de reducir todo el lenguaje a ideología;
con "la imagen del burócrata" etc. se refiere Bajtin al sujeto enunciativo o hablante implícito del discurso
burocrático; evidentemente es un rol políticamente —burocráticamente—
definido, al margen del sujeto individual que lo adopte como parte de
su repertorio lingüístico; es otro aspecto de lo que en literatura se
suele tratar como la diferencia entre "el autor real o histórico" y "el
autor implícito").
§96. La naturaleza única y peculiar de las relaciones
dialógicas. El
problema del dialogismo interno. Las costuras de los límites entre
enunciaciones. El problema de la palabra con doble voz. La comprensión
como diálogo. Aquí nos
acercamos a las fronteras de la filosofía del lenguaje y del
pensamiento en las ciencias humanas en general, territorio virgen. (De hecho Bajtin se aproxima a una cuestión
tratada a la vez que él por la tradición hermenéutica— Buber, Jaspers, Gadamer, Ricœur
o Lévinas). Un nuevo planteamiento del problema de la autoría
(el individuo creador).
§97. Lo dado y lo creado
en una enunciación discursiva. Una enunciación no es nunca un mero
reflejo o una expresión de algo ya existente fuera de ella, que sea
dado y final. Siempre crea algo que nunca existió antes, algo
absolutamente nuevo e irrepetible, y, además, siempre tiene alguna
relación con los valores (verdad, bondad, belleza, etc.). Pero algo que
se crea se crea siempre a partir de algo dado (el lenguaje, un fenómeno
observado en la realidad, un sentimiento experimentado, el propio
sujeto hablante, algo finalizado en su visión del mundo, etc.). Lo dado
queda completamente transformado en lo que se ha creado. Análisis de
los diálogos cotidianos más sencillos ("Qué hora es?"—"Las siete"). Uno
tiene que mirar al reloj. La respuesta puede ser verdadera o falsa,
puede ser significativa, etc. ¿En qué zona horaria? La misma pregunta
hecha en el espacio exterior, etc.
§98. Las palabras y las formas como abreviaciones o representantes de
la
enunciación, de la visión del mundo, punto de vista, etc., efectivos o
posibles. Las posibilidades y perspectivas insertas en la palabra; son
esencialmente infinitas.
(Aquí habría que distinguir entre la
"visión del mundo" —o ideología— o punto de vista que epitomiza una
palabra, o que por así decirlo "va inserta" en ella, en el uso
deliberado e intencional del hablante, o reconocible generalmente en su
contexto— y por otra parte, el eco asociativo, ideología o contexto que
UN RECEPTOR es capaz de
reconocer en la palabra, al margen de los que han sido reconocidos en
ella por anteriores receptores o por el enunciador mismo. En efecto,
las asociaciones que despierta una palabra, si bien tienen sus razones
y su contextualización, han de ser "activadas" o percibidas por una
mente en concreto, o resaltadas en un acto de discurso específico—ya
sea una réplica al pasar, o un análisis del discurso en toda regla).
§99. Las demarcaciones dialógicas se entrecruzan por todo el
ámbito
del pensamiento humano viviente. Monologismo del pensamiento en las
ciencias humanas. El lingüista está acostumbrado a percibir todo en un
único contexto cerrado (en el sistema de la lengua o en el texto
lingüísticamente comprendido, que no se percibe como dialógicamente
correlacionado con otro texto que le responde), (—o, relación que es más estrecha, con otro
texto AL QUE ÉSTE RESPONDE—),
y
en tanto que lingüista, claro, actúa correctamente. Naturaleza
dialógica de nuestro pensamiento sobre obras, teorías, enunciaciones—en
general, de nuestro pensamiento sobre personas.
§100. ¿Por qué se acepta (la noción de)
el estilo cuasi-directo (es decir, el
estilo indirecto libre), mientras que no se acepta comprenderlo
como una palabra con dos voces? (Este tipo de análisis del estilo indirecto libre aparece en El marxismo y la filosofía del lenguaje, de Viktor Voloshinov, libro parcialmente inspirado o quizá incluso escrito por el mismo Bajtin).
§101. Es mucho más fácil estudiar lo dado
en lo que se crea (por ejemplo, la lengua, los elementos prefabricados
y generales de la visión del mundo, los fenómenos de la realidad
reflejados, etc.) que estudiar lo que se
crea. Con
frecuencia el conjunto del análisis científico se reduce a revelar todo
lo que ha sido dado de antemano, que ya estaba a mano y prefabricado
antes de que la obra existiera (lo que el artista encuentra y no es
creado por él). Es como si todo lo dado se crease de nuevo en lo que se
ha creado, transformado en ello. (Podemos
entender de este modo diversos tipos de acercamiento a la
intertextualidad: relaciones intertextuales a nivel de materiales
preexistentes, antes de considerar la aportación específica o
intransferible de la obra analizada). Una reducción a lo que
estaba previamente dado y prefabricado. Un objeto está prefabricado, el
medio lingüístico para su representación está prefabricado, el artista
mismo está prefabricado, y su visión del mundo está prefabricada. Y
aquí con medios prefabricados, a la luz de una visión del mundo
prefabricada, el poeta prefabricado refleja un objeto prefabricado.
Pero de hecho el objeto se crea en el proceso de la creatividad, al
igual que el poeta mismo, su visión del mundo y sus medios expresivos.
(Esta noción de la manera en que el
acto creativo rehace al poeta parece heredarla —¡o recrearla!—Bajtin a
partir de Schleiermacher; ver la selección de Hermeneutics (From "The Outline of the 1819 Lectures")
en The Norton Anthology of Theory and Criticism, ed. Vincent B. Leitch et al.; New York:
Norton, 2001. Habría que añadir, corolario lógico quizá—o dialógico—,
y
como herencia de la crítica de la recepción, que si el proceso creativo
supone esa recreación de materiales anteriores, otro tanto supone el
proceso de la recepción o de la interpretación de la obra. Ver a este
respecto mi artículo "Retroactive
Thematization, Interaction, and Interpretation: The Hermeneutic Spiral
from Schleiermacher to Goffman", que también comenta el caso de Bajtin).
§102. La palabra usada entre comillas, es decir, sentida y usada
como
algo ajeno, frente a la misma palabra (u otra palabra) sin comillas.
Gradaciones infinitas en cuanto al grado de ajenidad (o de asimilación)
de las palabras, sus diversas distancias respecto del hablante. Las
palabras se distribuyen sobre varios planos y a distancias variables
del plano de la palabra del autor.
§103. No sólo el estilo cuasi-directo (indirecto
libre) sino diversas formas del habla de otros, escondidas,
semiescondidas, y difusas, etc. Todo esto no se ha utilizado.16
(En
el sentido de "ha pasado desapercibido para el análisis". Cf. las
reflexiones sobre los discursos que contienen una "polémica oculta" en
el ensayo de Bajtin sobre "El discurso en la novela").
§104. Cuando empieza uno a oír voces en las lenguas, las jergas y los
estilos, éstos dejan de sermedios potenciales de expresión y se
convierten en expresión efectiva y realizada; la voz que los ha
dominado ha penetrado en su interior. Se les invoca para que desempeñen
su papel único e irrepetible en la comunicación lingüística (creativa).
§105. Iluminación mutua de las lenguas y estilos. La relación con la cosa y la relación con el significado
encarnado en la obra o en algún otro tipo de material sígnico. La
relación con la cosa (en su pura cosidad) no puede ser dialógica (es
decir, no puede haber conversación, debate, acuerdo, etc.) La relación
con el significado siempre
es dialógica. Incluso el entendimiento mismo es dialógico. (Es
una distinción sin embargo que pierde su validez cuando nos preguntamos
qué es la cosa sin el significado de la cosa. Aceptamos, claro, que hay
diversos planos de significado; pero sin embargo, la misma noción de la
cosa, en su identidad ontológica, contiene ya intenciones y
significados inherentes, o constituyentes. Como el famoso martillo,
hecho para golpear, sin que ello sea óbice para que cualquier
herramienta se pueda convertir en martillo cuando llegamos a un grado
de irritación suficiente).
§106. La reificación del
significado, con el fin de incluirlo en una serie causal. (Con
la finalidad, podríamos decir, de poder usarlo, fijándolo aunque sea
precariamente o provisionalmente; de ahí los diccionarios).
§107. La noción restringida de dialogismo entendiéndolo como
debate,
polémica, o parodia. Estas son las formas externamente más obvias, pero
toscas, del dialogismo. La confianza en la palabra del otro, la
recepción reverente (la palabra con autoridad), la fase de aprendizaje,
la búsqueda de un sentido profundo y su naturaleza imperativa, el acuerdo,
sus infinitas gradaciones y matices (pero no sus limitaciones lógicas y
no las reservas puramente referenciales), la acumulación de capas sobre
capas de sentido, de voces sobre voces, reforzándose mediante la fusión
(pero no la identificación), la combinación de muchas voces (un pasillo
de voces) que aumenta la comprensión, el partir más allá de los límites
de lo comprendido, etc. (Sobre estas
cuestiones, y sobre el terreno que se extiende entre la respuesta
consonante al texto y la disonante o desconstructiva, ver mi artículo "Acritical Criticism, Critical
Criticism: Reframing, Topsight and Critical Dialectics").
Estas relaciones especiales no se pueden reducir ni a lo puramente
lógico ni a lo puramente temático. Aquí se encuentra uno con posiciones
integrales, personalidades
integrales (la personalidad no requiere una revelación muy amplia—puede
articularse en un único sonido, revelarse en una sola palabra), voces, exactamente. (Frente
a las categorizaciones de tipos de voz—narrativa, etc.—de la crítica
estructuralista, vemos que Bajtin propone una conceptualización
integracionalista de la voz. Y a través de este término podemos ver
cómo enlaza su concepción del análisis lingüístico con las propuestas
de la lingüística integracionalista, de Harris, Wolf, Toolan, etc. Ver
mi nota sobre la introducción a Total Speech de Michael Toolan).
§108. La palabra (o en general cualquier signo) es
interindividual. Todo lo que se dice, lo que se expresa, se ubica fuera
del "alma" del hablante y no le pertenece sólo a él. La palabra no
puede asignarse a un hablante único. El autor (hablante) tiene su
propio derecho inalienable a la palabra, pero el oyente tiene también
sus derechos, y aquellos cuyas voces se oyen en la palabra antes de que
el autor llegue a ella tienen asimismo sus derechos (después de todo,
no hay palabras que no pertenezcan a nadie). (Podríamos
apuntar que, junto con los derechos, se adquieren obligaciones, y si el
autor tiene una responsabilidad por su palabra, la tiene asimismo el
receptor por lo que hace con ella o cómo la recibe. Así, J. Hillis
Miller hablaba de "la ética de la lectura"). La palabra
es un drama en el que participan tres personajes (no es un dúo, sino un
trío). Se representa fuera del autor, y no puede introyectarse al
autor. (Quizá haya que postular
todavía más personajes en el drama, según hemos apuntado antes: el hablante o autor, pero también
los hablantes del discurso previo al que arrebata las palabras, o con
el que mantiene una polémica oculta o explícita; el receptor implícito
—y van tres— al que se dirige el hablante con su discurso, y —cuatro—
el receptor efectivo que quizá no coincida en sus presupuestos o
ideología con el receptor implícito que el autor está teniendo en
cuenta).
§109. Si no esperamos nada de la palabra, si sabemos de
antemano todo lo que tiene que decir, se separa del diálogo y se
reifica. (Una
cuestión al parecer de las expectativas con que oímos esa palabra, y no
tanto cuestión de lo que "de hecho" contiene, cuestión al parecer
abierta).
§110. La auto-objetivación (en la lírica, en la confesión, etc.) como
auto-alienación, y, hasta cierto punto, como superación del propio yo.
Al objetificarme (es decir, al situarme en el exterior) obtengo la
oportunidad de tener una auténtica relación dialógica conmigo mismo. (Las ventajas de leerse a uno mismo con cierta distancia, según observaba Shakespeare en su soneto 77: "thou shalt find / Those children nursed, delivered from thy brain / To take a new acquaintance of thy mind". Quizá
las reflexiones de Bajtin deban aquí algo a las reflexiones sobre la
"ironía romántica" de Friedrich Schlegel o K. W. F. Solger, que
enfatizaban la superación del yo más allá de sus máscaras en
posicionamientos intelectuales o emocionales adoptados irónicamente y
luego abandonados o ridiculizados, en un gesto de libertad. De modo más
general, haciendo de uno mismo un personaje representado—un yo
narrado—o proyectando en forma de personaje una posición intelectual o
emocional, el autor se distancia de la simple identificación con esa
posición y establece una relación dialógica con ella).
§111. Sólo un enunciado tiene una relación directa
con la realidad y con la persona viva y hablante (el sujeto). En el
lenguaje hay únicamente posibilidades potenciales (esquemas) de estas
relaciones (formas pronominales, temporales y modales, recursos
léxicos, etc.). Pero un enunciado viene definido no sólo por su
relación con el objeto y con el sujeto hablante - autor (y por su
relación con el lenguaje en tanto que sistema dado de posibilidades
potenciales) sino que también viene definido—y es lo más importante
para nosotros—por su relación directa con otros enunciados en el seno
de un determinado ámbito comunicativo. De hecho no existe fuera de esta
relación (únicamente como texto).
Sólo un enunciado puede ser fiel (o infiel), sincero, verdadero
(falso), hermoso, justo, etc. (Bajtin
está apuntando aquí a dimensiones analíticas que pertenecen a la
pragmática del discurso y no a la estructura gramatical de la lengua. Por
emplear términos austinianos, no perfectamente coincidentes por lo
demás con su planteamiento, está atendiendo a las dimensiones
ilocucionaria y perlocucionaria de los enunciados, no a su nivel
locucionario. Ver J. L. Austin, How to Do Things With Words).
§112. La comprensión de una lengua frente a la comprensión de un
enunciado (incluyendo la dimensión
de respuesta a la misma, y por tanto, la evaluación).
§113. Lo que nos interesa no es el aspecto psicológico de la relación
con los
enunciados (y el entendimiento) de otros, sino el modo como se refleja
en la propia estructura del enunciado.17
§114. (Ahora pasa Bajtin a
examinar la
cuestión de en qué medida es la "estilística" una descripción de los
textos o de la literatura utilizando herramientas puramente
lingüísticas:) ¿En qué medida pueden usarse definiciones
lingüísticas (puras) de una lengua y de sus elementos con fines de
análisis artístico-estilístico? Pueden servir únicamente como términos
de partida para la descripción. Pero lo más importante no es descrito
por ellas, y no se encuentra en ellas. Porque aquí lo que importa no
son los elementos (unidades) del sistema lingüístico que se hayan
convertido en elementos del texto, sino los aspectos del enunciado.
§115. El enunciado como un todo semántico.
§116. La relación con los enunciados de otros no puede separarse de la
relación con el objeto (puesto que de él se habla, sobre él se llega a
un acuerdo, convergen perspectivas sobre él), ni puede separarse de la
relación con el hablante mismo. Es una unidad viviente tripartita. Pero
el tercer elemento todavía no se suele tener en cuenta. E incluso
cuando se le tiene en cuenta (en un análisis del proceso literario, en
las obras de los periodistas, en las polémicas, en la confrontación de
opiniones científicas) la naturaleza especial de las relaciones con
otros enunciados en tanto que enunciados, es decir, con todos
semánticos completos, ha seguido sin ser estudiada y sin sacarse a la
luz (estas relaciones se han estudiado de modo abstracto, temática y
lógicamente, o psicológociamente, o incluso de modo mecanicista y
causal). La naturaleza dialógica especial de las interrelaciones entre
todos unitarios semánticos, entre posiciones semánticas, es decir,
entre enunciados, no se ha comprendido. (Aquí habría que matizar que no se ha teorizado
suficientemente. Comprenderse sí se ha comprendido de modo espontáneo,
en el sentido de que precisamente en esto consiste la comprensión de un
enunciado en su contexto interaccional, comunicativo, cultural, etc. No
hacemos otra cosa que comprender, aunque no comprendamos bien la
comprensión. Bajtin está pidiendo el desarrollo de una lingüística del
discurso, o
un análisis del discurso, que dé cuenta del uso que realmente hacemos
de nuestra comprensión entre las relaciones intertextuales o
interdiscursivas).
§117. El experimentador constituye parte del sistema
experimental (en la microfísica o
física cuántica).
Podría uno decir, análogamente, que la persona que participa en la
comprensión constituye parte del enunciado que se comprende, del texto
(por ser más precisos, los enunciados y su diálogo mutuo entran a
formar parte del texto como un nuevo participante). (Un
ejemplo sería el análisis ideológico. No puede llevarse a cabo desde
una posición neutral, con lo cual la ideología no es un "producto"
identificable contenido en un texto y aislable de modo objetivo, sino
que siempre hay una interacción relacional entre las dimensiones
ideológicas identificadas en un texto y el instrumento analítico, el
discurso crítico, etc., que extrae esas dimensiones ideológicas o las
identifica. La ideología sólo puede analizarse desde la ideología; no
es una sustancia, sino una relación que implica no sólo al autor de un
texto cuya ideología se está disenccionando, pongamos aquí Bajtin, sino
también al analista —yo— y al lector que sigue su razonamiento y
examina tanto el texto analizado como el discurso que lo analiza— el de usted,
lector). El encuentro dialógico de dos consciencias en las
ciencias humanas. El acto de encuadrar los enunciados de otro con un
contexto dialogizante. Puesto que incluso cuando proporcionamos una
explicación causal de la enunciación de otra persona, en el mismo gesto
de hacerlo, la refutamos. La reificación de los enunciados de otros
como una manera especial (falsa) de refutarlos. Si la enunciación se
entiende como una reación mecánica y el diálogo como una cadena de
reacciones (tal como lo entienden los behavioristas en la
lingüística descriptiva), entonces esta manera de entenderlo incluye
tanto a los enunciados verdaderos como a los falsos, tanto a las obras
geniales como a las que carecen de talento (la diferencia se hallará
únicamente en los efectos mecánicamente concebidos, la utilidad, etc.).
Esta perspectiva, que es relativamente válida, como lo es la
perspectiva lingüística (aun con todas las diferencias que existen
entre ellas), no llega a tocar la esencia del enunciado como un todo
semántico, como un punto de vista semántico, etc. (Quizá
el término "pragmalingüístico" sea más adecuado para entender lo que
quiere decir Bajtin, pues la semántica, lo semántico, etc., suelen
entenderse a nivel de semántica de sistema, semántica de diccionario por así
decirlo). Cada enunciado aspira a la justicia, la
sinceridad, la belleza y la verdad (un modelo de enunciado), etc.
Y estos valores de los enunciados se definen no por su relación con la
lengua (como puro sistema lingüístico) sino por varios modos de
relación con la realidad, con el sujeto hablante y con otros enunciados
(ajenos, en particular los que evalúan a los primeros como sinceros,
hermosos, etc.).
§118. La lingüística se ocupa del texto, pero no de la obra. Lo que
dice de
la obra entra de contrabando, y no se sigue del análisis puramente
lingüístico. Claro que la lingüística es de por sí, normalmente desde
el principio, de naturaleza conglomerada, y está saturada de elementos
no lingüísticos. Por simplificar un tanto el asunto: las relaciones
puramente lingüísticas (es decir, los objetos de la lingüística) son
relaciones de signo a signo y con los signos en el límite del sistema
lingüístico o texto (es decir, relaciones entre signos sistémicas o
lineales). Las relaciones de los enunciados a la realidad, al auténtico
sujeto hablante, y a otros enunciados reales (las relaciones que hacen
que las enunciaciones sean verdaderas o falsas en primer lugar,
hermosas, etc.) nunca pueden ser objeto de la lingüística. Los signos
individuales, el sistema del lenguaje o el texto (en tanto que unidad
significativa) nunca pueden ser verdaderos, falsos, hermosos, etc.
§119. Toda unidad verbal extensa y creativa es un sistema de relaciones
muy
complejo y polifacético. Con una actitud creativa hacia el lenguaje, no
hay palabras sin voz que no pertenezcan a nadie. Cada palabra contiene
voces que a veces son infinitamente distantes, sin nombre, casi
impersonales (voces de matices léxicos, de estilos, etc.), casi
indetectables, y voces que resuenan cercanas y simultáneamente.
§120. Cualquier observación viva, competente y desapasionada desde
cualquier
posición, desde cualquier punto de vista, siempre conserva su valor y
su sentido. La naturaleza unilateral y limitada de un punto de vista
(la posición del observador) puede siempre corregirse, aumentarse,
transformarse (transferirse) con ayuda de otras observaciones similares
desde los puntos de vista de otros. Los puntos de vista despojados de
observaciones vivas y nuevas son estériles. (He aquí una prevención bajtiniana "contra
el método", o contra los procedimientos analíticos estandarizados y
prefijados, un tanto en la línea de Feyerabend).
§121. El aforismo bien conocido de Pushkin sobre el vocabulario y los
libros.18
§122. Sobre el problema de las relaciones dialógicas. Estas relaciones
tienen
un carácter profundamente individual y único, y no pueden reducirse a
relaciones lógicas, lingüísticas, psicológicas, mecánicas, o a
cualquier otro tipo de relaciones naturales. Constituyen un tipo
especial de relaciones semánticas
cuyos miembros pueden ser únicamente enunciados
completos (ya sea que se consideran completos o que son
potencialmente completos), tras los cuales se hallan (y en los cuales
se expresan)
sujetos hablantes auténticos, autores de los enunciados en cuestión. El
diálogo real (la conversación cotidiana, la discusión científica, el
debate político, etc.). Las relaciones entre las réplicas de estos
diálogos son un tipo de relación dialógica más simple y más visible
desde el exterior. Pero las relaciones dialógicas, naturalmente, no
coinciden en modo alguno con la relación entre las réplicas del diálogo
real—son mucho más amplias, más diversas, y mas complejas. Dos
enunciados, separados uno de otro tanto en el tiempo como en el
espacio, sin saber nada uno de otro, cuando se comparan semánticamente,
revelan relaciones dialógicas si hay alguna clase de convergencia
semántica entre ellos (aunque sólo se trate de un tema parcialmente
compartido, algún punto de vista, etc.). (La
cuestión es, y no queda claro en su exposición, si estas relaciones las
concibe Bajtin como inherentes a esos enunciados o discursos, o si son
resultado en cierta manera de la labor del analista—ya sea en un
sentido débil, en el sentido de hacer esas relaciones visibles,
traerlas a la luz, o en un sentido fuerte, en el sentido de
transformación por así decirlo retroactiva de esas obras o discursos
por acción del analista. Para una perspectiva sobre esta cuestión,
véase mi artículo "Understanding
Misreading: A Hermeneutic-Deconstructive Approach"). Cualquier
examen de la historia de una cuestión científica (independiente, o
incluido en una obra científica sobre una cuestión dada) también
produce comparaciones, enunciados, opiniones, puntos de vista
dialógicos sobre los enunciados de científicos que no podían ni podían
saber nada unos de otros. (Aquí el
término clave es "produce". Podríamos hablar, pues, de una acción
retroactiva de la hermenéutica, de una "distorsión
retrospectiva" o hindsight
bias
productiva, inherente a la reflexión histórica. Ver mis estudios sobre
efectos retrospectivos y retroactivos en crítica literaria, en Objects in the Rearview Mirror...). Aquí, la
naturaleza compartida del problema da lugar a relaciones dialógicas. (Pero no
sólo lo que la cuestión tenga en común, de por sí o en abstracto, sino,
además,
el conocimiento que un analista tiene de esos elementos comunes y la
manera en que los traba o relaciona en su discurso).
En la literatura artística—"diálogos de los muertos" (en Luciano, en el
siglo XVII) se da, de modo acorde con los rasgos específicos de la
literatura, una situación imaginada de encuentro en el más allá. El
ejemplo contrario, que se usa ampliamente en la comedia, es la
situación de un diálogo entre dos sordos, donde se entiende el
auténtico contacto dialógico pero donde no hay ningún contacto
semántico entre las réplicas (ni hay contacto imaginable). Relaciones
dialógicas en grado cero. Aquí el punto de vista de una tercera persona se revela en el
diálogo (uno que no participa en el diálogo, pero que lo entiende). La comprensión de una
enunciación completa es siempre dialógica. (Y no hay que olvidar en efecto a ese observador virtual, y a su interlocutor).
§123. Por otra parte, las relaciones dialógicas no han de entenderse de
modo
simplista y unilateral, reduciéndolas a contradicción, conflicto,
polémica o desacuerdo. El acuerdo
es muy rico en variedades y matices. Dos enunciados que sean idénticos
en todo punto ("¡Qué tiempo tan bueno!" — "¡Qué tiempo tan bueno!"), si
realmente son dos
enunciaciones que pertenecen a voces diferentes
y no una, están ligados por relaciones dialógicas de acuerdo.
Esto es un acontecimiento dialógico determinado en sus interrelaciones,
y no un eco. Pues, después de todo, también podría no haber acuerdo
("No, no hace buen tiempo", etc.).
§124. Las relaciones dialógicas van por tanto mucho más allá del
discurso
dialógico en el sentido estricto del término. Y las relaciones
dialógicas siempre se hallan presentes, incluso en obras lingüísticas
profundamente monológicas.
§125. No puede haber relaciones dialógicas entre unidades del lenguaje,
independientemente de cómo las entendamos e independientemente del
nivel de estructura lingüística del que las extraigamos (fonemas,
morfemas, lexemas, oraciones, etc.). La enunciación (como un todo
discursivo) no puede verse como una unidad de siguiente nivel o piso de
la estructura lingüística (por encima de la sintaxis), puesto que entra
en un mundo de relaciones completamente distintas (dialógicas) que no
pueden compararse con las relaciones lingüísticas de otros niveles. (Habría
que matizar esta afirmación tan categórica, puesto que los niveles
lingüísticos de análisis son en última instancia abstracciones efectuadas sobre el
discurso, y modelos construidos a partir de él. Una teoría
evolucionista del lenguaje, por tanto, no sería tan categórica como lo
es aquí Bajín, aunque entendemos la motivación heurística que le lleva
a enfatizar la discontinuidad del discurso. Piénsese, sin embargo, en
modelos discursivos parcialmente "gramaticalizados" como los que se
pueden ver en la teoría de los actos de habla de Austin o Searle, y se
entenderá que si una oración aseverativa no es una aseveración, tampoco
un modelo de aseveración analizado por Austin es estrictamente hablando
una aseveración, sino un ejemplo de aseveración). (A
determinado nivel, sólo es posible la yuxtaposición del enunciado
completo a la palabra).
La enunciación completa ya no es una unidad de la lengua (y no es una
unidad del "flujo del habla" o de la "cadena hablada"), sino una unidad
de comunicación lingüística que no tiene una mera definición formal,
sino un significado contextual
(esto es, un significado integrado que se relaciona con los valores—con
la verdad, la belleza, y demás— y que requiere una comprensión en forma
de respuesta, una que incluya
una evaluación). La comprensión responsiva de un todo lingüístico
siempre es, por naturaleza, dialógica.
§126. La comprensión de enunciados completos y de las relaciones
dialógicas
entre ellos siempre tiene una naturaleza dialógica (incluyendo la
comprensión de los investigadores de las ciencias humanas). La persona
que comprende (incluido el investigador mismo) se convierte en un
participante en el diálogo, aunque a un nivel especial (dependiendo del
ámbito de comprensión o de investigación. (Es
decir: no hay un metalenguaje que no sea también lenguaje, en el
sentido de discurso, no hay metalenguaje en las ciencias humanas que no
dialogue en cierto modo con le lenguaje objeto de su análisis, y que no
esté interactuando con él en un plano efectivo. Se aprecia el énfasis
de Bajtin en la comprensión de la actividad cognoscitiva, intelectual,
disciplinaria, etc., como una extensión de la actividad dialógica). La
analogía de incluir al experimentador en el sistema experimental (como
parte del mismo) o al observador en el mundo observado en la
microfísica (teoría cuántica). el observador no tiene posición exterior al mundo observado, y su
observación entra a formar parte como parte constitutiva del objeto
observado.
§127. Esto se aplica plenamente a los enunciados y a las relaciones
entre ellos. No pueden comprenderse desde fuera. La comprensión misma
entra en el sistema dialógico como un elemento dialógico, y de alguna
manera cambia su sentido total. (Sobre
esta idea crucial en Bajtin, y sus implicaciones para una teoría de la
interpretación, puede verse mi artículo ya citado antes, "Tematización
retroactiva, interacción e interpretación: La espiral hermenéutica de
Schleiermacher a Goffman"). La
persona que entiende inevitablemente se convierte en un tercero en el
diálogo (naturalmente no en el sentido literal, aritmético, pues puede
haber, además de un tercero, un número ilimitado de interlocutores en
el diálogo que se esté comprendiendo), pero la posición dialógica de
este tercero es muy especial. (Sobre
estos "terceros" que en realidad son cuartos, o quintos, o sextos,
multiplicándose en espiral, véase más arriba el parágrafo §22 y su
comentario. Hay que contar no sólo con el autor, su receptor implícito
y su receptor histórico efectivo, sino también con el crítico o
intérprete que comprende el texto con distancia histórica, con los
propios receptores implícitos e históricos de este crítico, y con el
eventual segundo crítico que lee el texto del primero desde otra
perspectiva crítica). Cualquier enunciado tiene siempre un
destinatario (de diversos tipos, con grados variables de proximidad, de
concreción, de consciencia, etc.), cuya comprensión responsiva es
buscada y superada por el autor de la obra verbal. Este es el segundo
implicado (de nuevo, no en un sentido aritmético). Pero además de este
destinatario (el segundo implicado) el autor del enunciado, con un
grado de consciencia mayor o menor, presupone un (tercer) superdestinatario superior,
cuya comprensión responsiva absolutamente justa queda presupuesta, ya
sea a determinada distancia metafísica, o en un momento histórico
lejano (el destinatario-escapatoria). En cada época, con diversas
maneras de entender la palabra, este superdestinatario y su comprensión
responsiva idealmente verdadera asumen diversas expresiones ideológicas
(Dios, la verdad absoluta, el tribunal de la conciencia humana
desapasionada, el pueblo, el tribunal de la historia, la ciencia,
etc.).
§128. El autor nunca puede entregar todo su ser y su obra verbal a la
voluntad completa y final
de destinatarios inmediatos o próximos (despues de todo, incluso los
descendientes más cercanos pueden estar equivocados), y siempre
presupone (con mayor o menor grado de consciencia) alguna instancia
superior de comprensión responsiva que pueda distanciarse en
direcciones diversas. Es como si todo diálogo tuviera lugar sobre el
trasfondo de la comprensión responsiva de un tercero presente de modo
invisible, que preside sobre todos los participantes o interlocutores
del diálogo. (Cf. la manera en que en Thomas Mann se entiende la cámara
de tormentos fascista o el infierno como una absoluta carencia de ser oído, como la
ausencia completa de un tercero).19
(Confieso que este
"superdestinatario" de Bajtin me parece una especie de ilusión óptica,
un efecto de perspectiva: es generado por la propia comprensión de un
texto desde un punto de vista diferente al de su público histórico
efectivo, y al articulado en su retórica como la posición del receptor
implícito. Ese texto continúa hablando, pero no a sus interlocutores
inscritos en él (receptor implícito) o en la historia; habla más allá,
puesto que lo entendemos y lo traducimos a nuestros propios términos,
pero esa alocución no es controlada por el texto, ni por su autor—es en
todo caso un efecto de la consciencia lectora e histórica del crítico
intérprete, una especie de "falacia literaria", muy productiva si se
quiere, por la cual los clásicos continúan hablando a toda la
eternidad, y diciendo cosas relevantes y diferentes a cada generación.
En una perspectiva más correcta, es cada generación la que habla
consigo misma por vía de los clásicos que forman parte de su acervo
cultural y de su tradición intelectual. Un texto puede, por supuesto,
duplicar su alocución de tal modo que parezca dirigirse a un receptor
implícto inmediato y a otro más trascendente y comprensivo. —Es un poco
lo que sucede con esa literatura infantil que va dirigida a dos niveles
a un público doble, los niños y sus padres—. Ahora bien, si podemos
identificar al receptor "superior" de estos dos como un receptor
implícito calculado por el autor, no estamos dando cuenta del auténtico
"superdestinatario" al que se refiere Bajtin, pues como digo éste lo
concibo más bien como un efecto dialógico que trasciende a la intención
del autor y a su perspectiva histórica. La nota de Bajtin referida a
Mann revela quizá en alguna medida ese "infierno" de la literatura que
no es oída por nadie, que sólo puede oírse a sí misma pues no ha
trascendido su voz a un receptor trascendental. Es precisamente, quizá,
lo que NO llamamos literatura, pues literatura es lo releído y
retransmitido por una tradición cultural, lo que sí es
"escuchado"—aunque, hay que tener esto presente, en todo hay cuestiones
de grado, y muchos, muchísimos, son los textos que son sólo "un poco"
leídos por el futuro, de modo muy minoritario y ocasional, oídos muy de
lejos).
§129. El tercero antes mencionado no es ningún ser místico ni
metafísico (auqnue, en determinadas comprensiones del mundo, puede
expresársele así)—es un aspecto constitutivo de la enunciación
completa, que, con un análisis más profundo, puede revelarse en ella.
Esto se sigue de la naturaleza de la palabra, que siempre quiere ser oída, siempre busca una comprensión
responsiva, y no se detiene en la comprensión inmediata, sino que sigue más y más
allá (indefinidamente). (Por
lo ya dicho antes, se entiende que la iniciativa en esta comunicación
que va más y más allá de la recepción original depende cada vez menos
del enunciador, y cada vez más del receptor—del que en otro país, otro
tiempo u otro mundo, se molesta todavía en leer y en escuchar y en
extraer un sentido compartido. Es muy comprensible, sin embargo, esta
búsqueda de un interlocutor lejano, en el contexto intelectual en el
que escribía Bajtin, rodeado de censura, amenaza, y de un conformismo
atroz impuesto por las autoridades. Recuerda esto el ensayo —escrito en
los 60, años franquistas— de Carmen Martín Gaite, "La búsqueda de
interlocutor"— aparecido en La búsqueda de interlocutor y otras
búsquedas (1973),
Barcelona: Destino, 1982. 21-34. La necesidad de autocomunicación y el
propio desafío intelectual llevan desde luego a un escritor a crear
efectos de interlocución que luego, para hacerse comunicables y
publicables, han de adaptarse al público previsible, y a otro más
semejante al interlocutor ideal).
§130. Para la palabra (y por consiguiente para un ser humano) no
hay nada más terrible que la falta
de respuesta.
Incluso una palabra que se sabe falsa no es absolutamente falsa, y
siempre presupone una presencia que la comprenda y la justifique,
aunque sea bajo la forma "cualquiera en mi situación habría mentido,
también". (La
tentación de leer esta observación de Bajtin en términos
autobiográficos es realmente irresistible, dada su marginación
intelectual en la Rusia soviética, y sus veladas críticas al régimen,
en forma de rechazo al "monologismo" y celebración de la
"polifonía"—sin llegar, por supuesto, prudencia obliga, a emitir ningún
manifiesto en favor de la libertad de prensa o de opinión).
§131. Karl Marx decía que sólo el pensamiento enunciado en el
mundo se convierte en un pensamiento real para otra persona y sólo de
la misma manera es un pensamiento para mí mismo.20
Pero este otro no es únicamente el otro inmediato (el segundo
destinatario): la palabra siempre avanza en busca de una comprensión
que le responda. (Aquí la formulación
de Bajtin podría parecer un tanto idealista, en este sentido: parece
como si una palabra incomprendida en su época —y aquí una vez más
pensamos en la propia palabra de Bajtin— esperase tiempos mejores, en
los que encuentra oyentes más favorables, más consonantes con su propia
perspectiva. Ahora bien, la respuesta del oyente lejano, del lector
remoto, puede ser tanto desfavorable como favorable; con frecuencia es
menos consonante que la de los oyentes próximos, y aun cuando presta
oído a un texto del pasado remoto, o de otro contexto, lo hace para
recontextualizarlo de modo imprevisible y para hacerlo participar en
una conversación inesperada que en absoluto entraba en los cálculos del
autor del primer texto. Aquí es útil tener en cuenta la diferencia que
hace Goffman entre réplicas y respuestas — ver "Replies and Responses",
en Forms of Talk, Filadelfia:
U of Pennsylvania P, 1981).
§132. Ser oído es ya de por sí una relación dialógica. La
palabra quiere ser oída, comprendida, escuchada, y de nuevo responder a
la respuesta, y así de modo seguido ad
infinitum. Entra en un diálogo que no tiene un fin semántico
(pero para uno u otro participante puede interrumpirse físicamente).
Esto, por supuesto, no debilita en modo alguno las intenciones
puramente temáticas e investigadoras de la palabra, su concentración
sobre su propio objeto. Ambos aspectos son dos caras de la misma
moneda; están inseparablemente ligados. Pueden separarse sólo en una
palabra que se sabe que es falsa, en una que desea engañar (separación
entre la intención referencial y la intención de ser oída y
comprendida). (No seguimos aquí bien,
o no se sigue bien, el razonamiento de Bajtin. Porque, veamos, una
palabra falsa no es necesariamente una que desea engañar: no toda
falsedad es una mentira, pues puede deberse a un error, a una falta de
comprensión, a una perspectiva limitada.... Así, leyendo textos
escritos desde otra perspectiva ideológica, otra visión del mundo, otra
religión, etc., podemos apreciar la diferencia entre la voluntad de ser
oído —expresada del modo más inconsciente en las presuposiciones del
texto— y la distancia que puede establecer el receptor a la hora de
aceptar algunos aspectos del texto mientras pone otros entre paréntesis
por así decirlo. La palabra quiere ser oída en sus propios
términos—pero no hay garantía alguna de que vaya a ser así, ni siquiera
en el caso de un receptor responsivo y atento, uno que busca un diálogo
provechoso con el texto).
§133. La palabra que teme al tercero y busca sólo un
reconocimiento temporal (una comprensión responsiva somera) por parte
de los destinatarios inmediatos. (Todo
es cuestión de grado, y si a la literatura popular puede hacérsele esta
acusación, tiene también su misión y su momento. Y, más a largo plazo,
puede decirse que todo texto, busque o no a un tercero, acaba
encontrándolo— y el que lo busca, puede que no encuentre al tercero que
busca, sino a otro que dará una respuesta imprevisible, reenmarcando y
reestructurando el diálogo iniciado por el texto).
§134. El criterio de la profundidad
de la comprensión como uno de los más altos criterios del conocimiento
en las ciencias humanas. La palabra, si no es una falsedad reconocida,
no tiene fondo. Alcanzar esta profundidad (y no altura y anchura). El
micromundo de la palabra. (Esta
profundidad es la que alcanzan los clásicos, la "palabra en el tiempo"
que decía Machado, y es resultado del diálogo continuo iniciado por el
escritor pero continuado por generaciones de oyentes, en diálogo no ya
únicamente con el escritor, sino entre sí. Es este diálogo ampliado el
que da profundidad a la palabra de un clásico... y esto aunque su
visión del mundo sea, en sentidos importantes, una "falsedad
reconocida").
§135. El enunciado (la obra verbal) como unidad individual,
irrepetible, históricamente única. (Un
carácter único e irrepetible que se ve sin embargo comprometido,
"multiplicado" y "repetido", por la necesaria reinterpretación y
transformación que viene unida a cada una de las relecturas cruciales
que mantienen viva esa obra en la tradición intelectual de una cultura.
De este modo hay una relación paradójica entre la unidad de la obra y
su apertura potenciamente infinita, dos aspectos igualmente enfatizados
por Bajtin).
§136. Esto no excluye, claro, una tipología composicional y
estilística de las obras verbales. (Vemos
que Bajtin evita el término "literatura", "obras literarias",
seguramente por incluir en su definición a todo tipo de discurso que se
preserva y entra en un diálogo cultural. Que es lo que originalmente se
llamó "literatura", en sentido amplio). Existen los géneros del discurso (cotidianos,
retóricos, científicos, literarios, etc.). Pero estos modelos genéricos
son distintos en principio de los modelos lingüísticos de oraciones. (Pueden
emparentarse estas observaciones de Bajtin con las investigaciones de
los lingüistas como van Dijk, Robert de Beaugrande y otros, sobre las
macroestructuras textuales y discursivas, además de con los estudios
literarios desde la perspectiva del género. Ver en A Bibliography of Literary
Theory, Criticism, and Philology
las secciones sobre géneros literarios, académicos, etc., y también el
listado "Genres
of Discourse").
§137. Las unidades del lenguaje que son objeto de la lingüística
pueden en principio reproducirse un número ilimitado de veces en un
número ilimitado de enunciados (incluyendo los modelos de oraciones que
se reproducen). Por supuesto, la frecuencia de reproducción de las
diferentes unidades difiere (la mayor corresponde al fonema, la menor a
la frase). Pueden ser unidades de una lengua y desempeñar su función
sólo debido a esta reproducibilidad. Independientemente de cómo se
definan las relaciones entre estas unidades reproducibles (de
oposición, yuxtaposición, contraste, distribución, etc.) estas
relaciones nunca pueden ser dialógicas.
Esto violaría su función lingüística (de lenguaje). (Pero
no se sigue una implicación a la que parece estar acercándose Bajtin:
que no hay unidades de carácter lingüístico "abstracto" más allá de la
frase o de la oración. Pues todo lo que dice Bajtin sobre modelos
abstractos de palabra, de oración, etc., puede aplicarse también a
modelos abstractos de género discursivo —una carta, un ensayo, un
soneto, etc.— que de por sí tampoco implican una relación dialógica
mutua en el sistema literario o discursivo, tomados en abstracto. Vemos
aquí una vez más una curiosa paradoja: Bajtin, uno de los principales
teorizadores del discurso, se niega a aplicar el término "lingüística"
a nada que vaya más allá de la frase. Quizá un síntoma de época, o una
sobrerreacción contra la noción de lingüística que quiere superar. Se
apreciará sin embargo la medida en que sus reflexiones no sólo fundan
una "translingüística" sino que modifican la propia concepción de
"lingüística", quizá a su pesar. En mi estudio más extenso sobre teoría
del discurso —Acción,
Relato, Discurso: Estructura de la ficción narrativa— comento
muchas de estas cuestiones relativas a estructuras discursivas y
textuales superiores a la oración, pero siempre entendiendo la
"translingüística" de Bajtin como parte de una lingüística en sentido
más amplio, una lingüística del discurso).
§138. Las unidades de comunicación discursiva—los enunciados
completos—no pueden reproducirse (aunque pueden citarse) y se
relacionan entre sí de modo dialógico. (La
afirmación de que "no pueden reproducirse" muestra el interés de Bajtin
por la situacionalidad del lenguaje entendido como acción histórica—la
medida de la integración que quiere efectuar entre el estudio del
lenguaje y el estudio de la acción y de las ideas en su contexto
histórico. Esta negativa de Bajtin a renunciar a la concreción plena y
total de la palabra en su situación lo aproxima a lo que más tarde se
llamará la lingüística integracionalista, la de Roy Harris y su
escuela. Es, también, una investigación que lo sitúa en el centro de la
tradición filológica, debido el interés que demuestra por el lenguaje
en los textos, en las enunciaciones concretas históricamente situadas e
irrepetibles en su especificidad).
———oOo———
Notas [de los editores de la traducción inglesa,
Caryl Emerson y Michael Holquist]
1: Término de lingüística estructural introducido por Louis
Hjelmslev, fundador de la escuela de Copenhague llamada también Escuela
Glosemática. Define la conmutación como una "mutación entre miembros de
un paradigma", siendo un paradigma una clase en el seno de un sistema
semiótico (Prolegomena to a Theory of
Language, trad. de Francis J. Whitfield [Madison: University of
Wisconsin Press, 1961], págs. 134-35.
2: En Anna Karenina, parte 4,
cap. 4, Anna acusa a Karenin de ser cruel durante el enfrentamiento en
el que él le anuncia su decisión de divorciarse de ella. Responde él
que ella no es consciente de lo que él ha sufrido. Pero se le traba la
lengua y no puede pronunciar la palabra rusa que significa "he sufrido"
o "soportado", perestradal.
Después de varios intentos, por fin se conforma con decir pelestral (que David Magarshak ha
traducido como "shuffered" en
la edición de Signet Books).
3: Disciplina lingüística creada por el lingüista ruso y miembro del
círculo de Praga N. S. Trubetzkoy. Ver su Osnovy fonologii (Fundamentos de Fonología, Praga,
1939; Moscú, 1960). Basándose en la distinción saussureana entre langue y parole,
Trubetzkoy también distingue entre fonética (la ciencia de los sonidos
del habla en tanto que fenómeno material que se estudia mediante los
métodos de las ciencias naturales) y fonología, el estudio de los
sonidos del lenguaje que realizan determinadas funciones de
diferenciación semántica en el sistema lingüístico.
4: "Ciencia del espíritu" se refiere a lo que en alemán se conoce como Geisteswissenschaften
en alemán (es decir, las ciencias humanas).Una de las grandes
preocupaciones del movimiento neokantiano en las universidades alemanas
en las últimas décadas del siglo diecinueve era superar la disparidad
creciente entre las ciencias naturales (o exactas) y las ciencias
humanas. El trabajo de toda la escuela de Marburgo (Hermann Cohen, Paul
Natorp, Ernst Cassirer) es en realidad una filosofía de la ciencia. Las
ideas más fácilmente asimiladas sobre la relación entre las ciencias
humanas y las exactas se hallan en la obra de la escuela de Friburgo,
entre ellos Wilhelm Windelband (cuya distinción de 1894 entre las
modalidades homeotéticas e idiográficas del conocimiento resultó muy
productiva) y su discípulo Heinrich Rickert (ver su Science and History, ed. Arthur
Goddard, trad. George Reisman (Princeton: Van Nostrand,
1962). En "Autor y protagonista en la actividad estética", Bajtin
distingue entre el espíritu (duj),
el impulso general hacia la comprensión o el impulso hacia el sentido
compartido por todos los seres humanos, y el alma (dusha),
que son los rasgos de cualquier persona particular que sirven para
situarle en un punto particular de la existencia no ocupado por ninguna
otra persona.
5: Aquí y en sus obras muy tempranas vemos otro interés que Bajtin
compartía con Vygotsky: la fenomenología de la actuación (ver "Autor y
protagonista", en Estetika
slovesnogo tvorchestva,
pp. 63-75). Compárencse las notas de Bajtin con L. S. Vygotsky, "K
voprosu o psijologii tvorchestva aktera"("Sobre la cuestión de de la
psicología en el arte del actor"), en P. M. Jakobson, Psijologiia stenicheskij chustv aktera
(Psicología de los sentimientos de
los actores en el escenario) (Moscú: Gosizdat, 1936).
6: Ver nota 1 arriba. La glosemática fue el intento de
Hjelmslev de crear una teoría lingüística general haciendo abstracción
máxima del material concreto de las lenguas: "… la teoría lingüística
debe servir para describir y predecir no sólo cualquier texto posible
compuesto en un determinado lenguaje, sino también, en base a la
información que proporciona sobre el lenguaje en general, cualquier
posible texto compuesto en cualquier lenguaje" (ver Prolegómenos a una
teoría del lenguaje).
7: Ver nota 3 de "El problema de los géneros del discurso". Sobre
las "reacciones verbales" y el behaviorismo, ver las observaciones de Bajtin en V. N. Voloshinov, Freudianism,
trad. I. R. Titunik (New York:
Academic Press, 1976), p. 21, donde se discute la relación de reacción
verbal al discurso interior en Vygotsky.
8: Ver nota 2 de "De notas tomadas en 1970-71" [en el mismo volumen de Bajtin que contiene este ensayo, Speech Genres and Other Late
Essays.]
9: La referencia aquí es a Anna
Karenina, parte 1, capítulo 30:
"'Sí, como ves, un afectuoso marido, tan afectuoso como en el primer
año del matrimonio, ardiendo de impaciencia por verte', dijo con su voz
aflautada y con ese tono que casi siempre usaba con ella, un tono de
burla hacia alguien que de hecho hablase así".
10: Makar Devushkin es el protagonista de la novela corta de
Dostoyevski Pobres gentes
(1845).
11: Un ejemplo que viene de "Dos cuentos y uno más" de Vasily
Zhukovski (1831), el tercero de los cuales es una versión poética de un
relato de Johann Hebel sobre un artesano alemán que se encuentra en
Amsterdam sin saber nada de holandés; a todas sus preguntas recibe la
misma repuesta, "Kannitverstan" ("No entiendo"). El artesano acaba por
suponer que esto es un nombre propio, y crea en su mente la figura
fantástica de Kannitverstan. Vytogsky también emplea el ejemplo de
Kannitverstan en un artículo que Bajtin cita en su libro sobre Freud:
"La consciencia como un problema de la psicología del comportamiento",
en Psikhologija i Marksizm,
ed. K. Kornilov (Moscú-Leningrado, GIZ,
1925): pp. 179-80.
12: Bajtin investigó el diálogo de estilos en obras que
deliberadamente incluyen muchos estilos, usando como ejemplo el Eugenio
Onegin de Pushkin (ver "Discourse in the Novel", en The Dialogic
Imagination). En "De notas hechas en 1970-71", Bajtin señala
diferencias importantes en su enfoque de Eugenio Onegin con respecto al
que adopta Yuri Lotman en sus estudios de la misma obra.
13: Ver nota 19 abajo.
14: Rudolph Hirzel (1846-1917), filólogo alemán que escribió Der Dialog: Ein literarhistorischer
Versuch, 2 vols. (Leipzig, 1895). También importante, para
distinguir la cualidad distintiva
del dialogismo de Bajtin frente a otros enfoques, son Gustav Tarde, L'Opinion et la foule (París,
1901); L. V. Shcherba, "Sobre el habla dialógica", Russkija rech (Petrogrado, 1923),
vol. 1, pp. 96-194; y Jan Mukarovsky, "Two Studies on Dialogue", en The Word and Verbal Art, trad. John
Burbank y Peter Steiner (New Haven: Yale University Press, 1977), pp.
81-115.
15: Entre las dos categorías gramaticales tradicionales del discurso directo (prjamaja rech) y discurso indirecto (kosvennaja rech), Bajtin postula
un término intermedio, el estilo cuasi-directo(nesobstvenno-prjamaja
rech). Esta categoría recibe un tratamiento detallado en el
capítulo 4 de Voloshinov, Marxism
and the Philosophy of Language, trad. Ladislav Matejka e I. R.
Titunik (Nueva York: Academic Press, 1973), pp. 141-59. El estilo
cuasi-directo (indirecto libre)
se refiere a un discurso que pertenece formalmente al autor, pero que
en su "estructura emocional" pertenece a un personaje representado,
cuyo lenguaje interior es transmitido y regulado por el autor. (Puede
verse también el libro de Dorrit Cohn sobre la relación entre la
representación del discurso y la representación del pensamiento,
Transparent
Minds. A la representación por
medio de estilo indirecto libre de un discurso interior la llama Cohn
"narrated monologue").
16: El estilo cuasi-directo supone un discurso que formalmente es del
autor, pero que en su "estructura emocional" pertence a un personaje
representado, cuya habla interna es transmitida y regulada por el
autor. (Puede verse, en
la sección narratológica de mi Bibliography
of Literary Theory, Criticism, and Philology, una
bibliografía sobre las diferentes modalidades del discurso representado. Véase también Ci-dit, bibliografía sobre el estilo indirecto e
indirecto libre).
17: Desde el inicio de su carrera, a Bajtin le preocupó mucho el
peligro del psicologismo. El más potente y sutil de sus ataques al
psicologismo se encuentra en las secciones de "Autor y protagonista en
la actividad estética" en los que critica a la llamada escuela
Expresionista de estética, en particular la obra de Johann Volkelt
(1848-1930) y Theodor Lipps (1851-1914) (ver Estetika slovesnogo tvorchestva,
pp. 58-81).
18: Del artículo de Pushkin "Sobre los deberes del hombre, ensayo para
Silvio Pellico" (1836): "(...) la razón es inagotable en cuanto a su examen de los conceptos, al igual
que el lenguaje es inagotable en cuanto a la unión de
las palabras. Todas las palabras están en el léxico; pero los libros
que constantemente aparecen no son una repetición del léxico. (...)
Tomada aisladamente, una idea
nunca puede ofrecer nada nuevo, pero las ideas pueden variarse hasta el
infinito" (The Critical Prose of
Alexander Pushkin, trad. Carl Proffer [Bloomington, Indiana
University Press, 1969], p. 205).
19: En el Dr. Faustus de
Mann,
el demonio describe el infierno así: "toda compasión, todo acto de
gracia, todo perdón, todo rastro de consideración para la objeción
incrédula e implorante 'de que no le puedes hacer esto de verdad a un
alma': se hace sucede, y además sin exigírsele ninguna cuenta en
palabras; en el sótano insonorizado, muy abajo y lejos del oído de
Dios, y sucede durante toda la eternidad" (Dr. Faustus,
de la traducción de H. T. Lowe-Porter [Londres: Penguin Books, 1968],
p. 238. Las cámaras de tortura de la Gestapo y de las SS estaban muy
presentes en la mente de Mann mientras escribía su novela, puesto que
justo por esos tiempos se estaban liberando los campos de exterminación
más horrendos, y por primera vez se revelaron a todo el mundo los
horrores del nazismo en toda su extensión. Mann escribió un artículo a
propósito de esto (publicado primero como "La culpa alemana" y luego
como "Los campos de concentración") para el periódico que se distribuía
a los alemanes en las zonas ocupadas por tropas norteamericanas (ver The Story of a Novel: The Genesis of
'Doktor Faustus', trad. Richard y Clara Winston [Nueva York:
Knopf, 1961], p. 115). (Es concebible que Bajtin esté pensando, además, en el Gulag estalinista que no puede mencionar - JAGL).
20: Ver Karl Marx y Friedrich Engels, La
ideología alemana [The German
Ideology,
Moscú: Progreso, 1964, 42]: "La producción de nociones, ideas y
consciencia está desde el principio directamente imbricada con la
actividad material y con el trato material de los seres humanos, el
lenguaje de la vida real. La producción de las ideas de los hombres, el
pensamiento, su comunicación espiritual, aparece aquí como la emanación
directa de sus condiciones materiales".
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Una
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semiótica textual.