Dr
Faustus and Mr Marlowe
Con esta alusión a la novela de
Robert Louis Stevenson Dr Jekyll and
Mr Hyde quiero proponer una perspectiva psicológica sobre el
drama The Tragical History of
Doctor Faustus de Christopher
Marlowe, escrito hacia el final de su vida (1593)—un comentario sobre
desdoblamiento de la
personalidad a través de la autorrepresentación ambivalente del propio
autor. En el final de Doctor Faustus
(texto B)
me parece detectar algún elemento de autoproyección por parte
de Marlowe—también de familia humilde, como Fausto, también espantado
quizá por ver a dónde lo llevaban sus especulaciones impías...
Como poco, parece como si se aconsejase Marlowe a sí mismo la
conveniencia de ser uno de
esos sabios que saben evitar caer víctimas de sus propias artes, y se
limitan a contemplar el
abismo sin caer en él, "wonder
at unlawful things, / Whose deepness doth entice such forward wits".
Me parece significativa la referencia de Fausto, en este momento del
cierre de la obra, a su nacimiento y a su origen, a sus padres ("de
origen humilde", se nos dice en el parlamento inicial de la obra), y
también a las especulaciones "ateas" procedentes de sus estudios
universitarios (la metempsicosis de Pitágoras, el materialismo y la
mortalidad del alma, etc.). Exclama también Fausto que quemará sus libros.
Libros de magia, pero quizá también los libros del saber y del estudio
que
le han llevado a desear saber más de lo que debía. Nos recuerda aquí
Fausto a Próspero anunciando
que "ahogará su libro" de magia al final de The Tempest, aunque sobre Próspero
no pesa ninguna condena divina ni diabólica, al menos no
explícitamente. Quizá
Shakespeare fuera más ateo que Marlowe, así por lo bajo... Porque
aquí, en cambio, en el final de Doctor
Faustus, se trasluce un terror auténtico y profundo a la posibilidad de la
condenación eterna, terror religioso que vuelve a apoderarse de su mente como the return of the repressed.
Veamos esa escena final:
EVIL ANGEL. Now, Faustus, let thine eyes with horror stare
[Hell
is discovered.]
Into that vast perpetual torture-house:
There are the Furies tossing damned souls
On burning forks; there bodies boil in lead;
There are live quarters broiling on the coals,
That ne'er can die; this ever-burning chair
Is for o'er-tortur'd souls to rest them in;
These that are fed with sops of flaming fire,
Were gluttons, and lov'd only delicates,
And laugh'd to see the poor starve at their
gates:
But yet all these are nothing; thou shalt see
Ten thousand tortures that more horrid be.
FAUSTUS. O, I have seen enough to torture me!
EVIL ANGEL. Nay, thou must feel them, taste
the smart of all:
He that loves pleasure must for pleasure fall:
And so I leave thee, Faustus, till anon;
Then wilt thou tumble in confusion.
[Exit. Hell disappears.--The clock strikes eleven.]
FAUSTUS. O Faustus,
Now hast thou but one bare hour to live,
And then thou must be damn'd perpetually!
Stand still, you ever-moving spheres of heaven,
That time may cease, and midnight never come;
Fair Nature's eye, rise, rise again, and make
Perpetual day; or let this hour be but
A year, a month, a week, a natural day,
That Faustus may repent and save his soul!
O lente,
lente currite, noctis equi!
The stars move still, time runs, the clock
will strike,
The devil will come, and Faustus must be
damn'd.
O, I'll leap up to heaven!--Who pulls me
down?--
See, where Christ's blood streams in the
firmament!
One drop of blood will save me: O my
Christ!--
Rend not my heart for naming of my Christ;
Yet will I call on him: O, spare me, Lucifer!--
Where is it now? 'tis gone:
And, see, a threatening arm, an angry brow!
Mountains and hills, come, come, and fall on
me,
And hide me from the heavy wrath of heaven!
No!
Then will I headlong run into the earth:
Gape, earth! O, no, it will not harbour
me!
You stars that reign'd at my nativity,
Whose influence hath allotted death and hell,
Now draw up Faustus, like a foggy mist,
Into the entrails of yon labouring cloud[s],
That, when you vomit forth into the air,
My limbs may issue from your smoky mouths;
But let my soul mount and ascend to heaven!
[The clock strikes the half-hour.]
O, half the hour is past! 'twill all be past
anon.
O, if my soul must suffer for my sin,
Impose some end to my incessant pain;
Let Faustus live in hell a thousand years,
A hundred thousand, and at last be sav'd!
No end is limited to damned souls.
Why wert thou not a creature wanting soul?
Or why is this immortal that thou hast?
O, Pythagoras' metempsychosis, were that true,
This soul should fly from me, and I be chang'd
Into some brutish beast! all beasts are happy,
For, when they die,
Their souls are soon dissolv'd in elements;
But mine must live still to be plagu'd in hell.
Curs'd be the parents that engender'd me!
No, Faustus, curse thyself, curse Lucifer
That hath depriv'd thee of the joys of heaven.
[The clock strikes twelve.]
It strikes, it strikes! Now, body, turn
to air,
Or Lucifer will bear thee quick to hell!
O soul, be chang'd into small water-drops,
And fall into the ocean, ne'er be found!
Thunder. Enter DEVILS.
O, mercy, heaven! look not so fierce on me!
Adders and serpents, let me breathe a while!
Ugly hell, gape not! come not, Lucifer!
I'll burn my books!--O Mephistophilis!
[Exeunt DEVILS with FAUSTUS.]
Enter SCHOLARS.
FIRST SCHOLAR. Come, gentlemen, let us go visit Faustus,
For such a dreadful night was never seen;
Since first the world's creation did begin,
Such fearful shrieks and cries were never
heard:
Pray heaven the doctor have escap'd the danger.
SECOND SCHOLAR.
O, help us, heaven! see, here are Faustus'
limbs,
All torn asunder by the hand of death!
THIRD SCHOLAR.
The devils whom Faustus serv'd have torn him
thus;
For, twixt the hours of twelve and one,
methought,
I heard him shriek and call aloud for help;
At which self time the house seem'd all on fire
With dreadful horror of these damned fiends.
SECOND SCHOLAR. Well, gentlemen, though
Faustus' end be such
As every Christian heart laments to think on,
Yet, for he was a scholar once admir'd
For wondrous knowledge in our German schools,
We'll give his mangled limbs due burial;
And all the students, cloth'd in mourning
black,
Shall wait upon his heavy funeral.
[Exeunt.]
Enter CHORUS.
CHORUS. Cut is the branch that might have
grown full straight,
And burned is Apollo's laurel-bough,
That sometime grew within this learned man.
Faustus is gone: regard his hellish fall,
Whose fiendful fortune may exhort the wise,
Only to wonder at unlawful things,
Whose deepness doth entice such forward wits
To practise more than heavenly power permits.
[Exit.]
Terminat
hora diem; terminat auctor opus.
La corona de laurel cortada, por
cierto, si bien puede hacerse extensiva con cierta laxitud a cualquier
letrado, parecería más propia del poeta que del polígrafo Faustus, que
a tantas cosas se dedica pero no a la poesía.
Es muy efectiva la "cuenta atrás"
del reloj. Se han establecido
paralelismos entre la duración fijada para el tiempo de libres deseos
de Fausto (24 años) y las 24 horas de duración del día; así pues, al
sonar la medianoche, el límite de tiempo interno fijado por la obra
refuerza la intensidad de su final. Los finales narrativos y dramáticos
son siempre más
eficaces con este refuerzo interno, como cuando hay una cita que
cumplir, una cuenta atrás que vencer, o una bomba que va a estallar...
y el tiempo efectivo de la obra echa una carrera con el tiempo
asignado a los personajes.
Que esta dimensión de la narratividad es extraordinariamente eficaz en el final de Dr. Faustus
lo pone en evidencia, de manera reflexiva y metaficcional, el verso latino que cierra la obra, haciendo
coincidir el final del día (no el día de Fausto, ahora, sino el de Marlowe el
autor) con el acto de finalizar de componer la obra. Es otro paralelismo más entre autor y
personaje. No
tiene por qué haber sido el
caso literalmente, cuando Marlowe puso fin en efecto punto final a la
obra, aunque posiblemente haya sido el caso (no se puede saber); el
sentido es ante todo
simbólico más que literal, aquí como en otros casos.
Fuera como fuese en la historia efectiva, sí termina la obra a
medianoche el autor implícito del drama,
y el sentido que se desprende en
este caso en concreto es el paralelismo simbólico entre Marlowe y
Fausto—con fines meditativos, o autocríticos, si se quiere, pero cuyo
sentido parece muy claro. También Marlowe tiene la sensación de haber
estado
tentando los límites, o haber estado jugando con fuego del infierno.
Quizá en sus especulaciones ateas, que le llevaron a ser objeto de una
orden de arresto por las autoridades (y de paso provocaron el arresto,
la tortura y a la muerte temprana de su compañero de habitaciones,
Kyd). Quizá el fuego del infierno que quemaba a Marlowe por dentro
resultase, también, de su carrera de espía (el espía es siempre
un traidor) o de
sus tratos con los poderosos, vendiéndoles su alma en cierto modo, a
cambio entre otras cosas de su título universitario de Master of Arts,
conseguido no sólo por su genio precoz, sino también por orden de las
autoridades, a pesar de las reiteradas ausencias de la universidad de Master Marlowe. Una venta del alma al diablo es lo que sugiere su ambigua implicación posiblemente ya entonces con los servicios
secretos de Walsingham, que al final de la tragedia vendrían a pasarle cuentas—the reckoning—como
lo hace Lucifer
en la obra. El Estado Profundo corrompe, confunde, condena, y mata.
Como lo hizo posiblemente en el caso de Marlowe, en ese asesinato
tabernario. Unos sicarios, viejos conocidos que no amigos, lo mataron
tras discutir quién tenía que pagar la cuenta. Al parecer los protegía,
quizá los enviaba, alguna autoridad discreta.
Marlowe se
ha adentrado en el saber prohibido y en terreno peligroso, como mínimo
en esta obra, pero más
generalmente lo ha hecho en toda la carrera que lo llevó desde lo que
debía haber
sido su destino, la zapatería de su padre en Canterbury, a la
Universidad primero, a soñar con laureles después, y luego a saber cosas
que no esperaba saber, y a ver cosas que no esperaba ver ni pensar,
cuánto menos
hacer. Hasta verse convertido en uno de estos forward wits, esos ingenios
adelantados
y rompedores que exploran los
límites de la acción y del pensamiento humano, los límites de lo
permisible para el Estado e incluso para uno mismo—los límites de
lo que puede osarse decir y pensar en este mundo.
Referencias
García Landa, José Angel. "Christopher Marlowe." Vanity Fea 5 oct. 2012.
http://vanityfea.blogspot.com.es/2012/10/christopher-marlowe.html
2012
_____ "Dr Faustus and Mr Marlowe." Vanity
Fea 8 Nov. 2012.
http://vanityfea.blogspot.com.es/2012/11/dr-marlowe-and-mr-faustus.html
2012
Marlowe, Christopher. The Tragical
History of Doctor Faustus. Ed. Alexander Dyce. Texto B, de
1616. En red en Project Gutenberg.
https://www.gutenberg.org/cache/epub/811/pg811-images.html
2022
Nicholl, Charles. The Reckoning (The
Murder of Christopher Marlowe). Londres, 1992.
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