Los blogs
y la narratividad de la experiencia
Abstract: Blogs and the Narrativity of Experience
This paper undertakes an analysis of the narrativity of a form of
discourse which has appeared recently (blogs) within the framework of
an emergentist theory of narrativity and its discursive modes. The
narrative/discursive characteristics of blogs emerge from a preexistent
ground of more basic or less specific communicative practices; and
narrative discursivity itself is an emergent phenomenon with respect to
other cognitive and experiential phenomena. A number of formal and
communicative characteristics of blog writing and of the blogosphere
are discussed as emergent modes of experience within the pragmatic
context of computer-mediated communication.
Los blogs y la narratividad de la experiencia
Propondremos aquí un análisis de la narratividad de una
forma discursiva recientemente aparecida, como son los blogs, en el
marco de una teoría emergentista de la narratividad y de sus
modalidades discursivas. Las características
narrativo-discursivas de los blogs emergen de una base previa de
prácticas comunicativas más básicas o menos
específicas. Y la narratividad discursiva misma es un
fenómeno emergente con respecto a fenómenos cognoscitivos
y experienciales que le subyacen necesariamente y son la base sobre la
cual definir su carácter emergente. Es decir, ha de haber
procesos para que exista la posibilidad de que haya representaciones
procesuales, y estas representaciones han de existir en formas simples
antes de dar lugar a formas narrativas complejas, asociadas a contextos
culturales y comunicativos específicos—como por ejemplo el
desarrollo de la escritura interactiva en la Red.
Procesos -
Representaciones - Narraciones - Narratologías
Comencemos por las generalidades
más absolutas: por la narratividad de la experiencia, ubicando
la
narración—y
la narratología—en el seno de una
teoría
emergentista/evolutiva de la realidad. Podríamos sostener
que la narración ya está allí
ubicada en cierta medida: se trataría de poner en palabras esa
ubicación—hacerla emerger, de hecho: hacer que la
relación entre narratividad y realidad humana sea más
comunicable,
más comprensible, y apuntar de paso la relación de
la
narración y la narratología con otros
fenómenos
naturales y culturales, y con las disciplinas que los estudian.
Como casi cualquier persona, estoy prácticamente indocumentado para
semejante
labor, que requeriría no sólo una extensión enciclopédica sino también la cabeza que
escribió
la Fenomenología
del Espíritu, o al menos una cabeza capaz de
entender a la vez ese libro y, pongamos, la
Breve Historia del Tiempo
de Stephen Hawking.
Y de conectarlos con la narratología. Al menos he leído, y
estoy traduciendo, la Filosofía del presente de George Herbert Mead, un texto a mitad de camino entre los dos citados—y que debería ser otra pieza
de este puzzle, o por decirlo con Shakespeare, otra cipher of this great account. Así que baste con lo que podamos hacer en este limitado espacio, y perdónese al humilde autor,
si le falta una musa de
fuego y se queda la historia a medio contar, o no le da
para efectos especiales.
Está de mi parte el hecho de que el relato que hay que contar
es, en cierto modo, bien sabido. Es la historia de la
narración
como parte de la historia de la comunicación y del lenguaje,
como parte de la historia humana por tanto, como parte (así
pues) de la historia de la evolución, y más en concreto de la
evolución de las representaciones temporales.
Por resumir aún más: hay que considerar la
narración
como una forma compleja y emergente de la experiencia
temporal—y concebir o reconceptualizar la narratología como fenómeno también emergente, en
interacción compleja y dialéctica con la
narración
lingüística y con otras formas narrativas de la
experiencia. Reutilizaré aquí ciertas ideas que apunté en
mi nota
sobre narratividad emergente (2006)— emergent
narrativity.
Y otras cosas que irán emergiendo.
Un punto central para organizar todo el razonamiento y que no se escape
de las manos (en la medida de lo posible) puede ser el concepto de retrospección.
Se
defina como se defina la narración, de modo más o
menos
inclusivo, sigue resultando que las formas narrativas más
centrales, naturales, arquetípicas, básicas,
etc., son
retrospectivas. Recuerdo aquí una de las
definiciones de
narración que utilizo en mis clases de comentario de texto: narración
es la representación secuencial, y retrospectiva, de una
serie
de acontecimientos interpretada y evaluada—lo
cual incluye
a la típica película cinematográfica,
al teatro, a
la novela, la historia, la anécdota conversacional, el
reportaje... Aunque luego haya formas marginales, o derivadas, no
retrospectivas, o que carezcan en mayor o menor medida de
acontecimientos, o de interpretación, o de
evaluación, o presenten modalidades transformadas de estos ingredientes.
Pero para que
haya
representaciones temporales ha de haber primero entidades capaces de
elaborar esas representaciones (Nota 1), y,
to
cut a long story short, primero ha de haber experiencia del tiempo (Nota 2), y antes de eso, ha de
haber
procesos complejos (como la vida) que permitan la "experiencia", y antes de esos procesos ha de haber
procesos simples, o sea,
tiempo que transcurra. Esperemos que
también haya tiempo para comprimir todo este tiempo en un
capítulo. Por el momento ya ha cabido en un párrafo.
La retrospección (o quizá mejor la retrospectividad)
es interesante como punto de referencia, precisamente por lo que supone
de retorno a una secuencia de acción ya transcurrida. Es
decir,
por lo que tiene de re-presentación en
el sentido más literal del término, volver a presentar lo que ya ha
transcurrido. Podríamos considerar que un esquema secuencial orientado
al futuro, como un
plan, por ejemplo (Nota 3),
también es una "representación" en
sentido
amplio, naturalmente—aunque su referente no se haya "presentado"
todavía. Y de hecho un plan tiene aspectos
narrativo-secuenciales—especialmente cuando se "narra" o expone comunicativamente. Pero parece no
obstante que una secuencia de signos
retrospectiva es un modo de representación más
central y básico, al ser
un retorno semiótico a una secuencia de acción ya
transcurrida. La percepción misma es, en cierto sentido,
retrospectiva, o en todo caso posterior al hecho, como lo es la
comprensión.
No todo retorno retrospectivo a lo que ya ha transcurrido es una
narración, naturalmente. Falta especificar el elemento de comunicación—una
narración es algo comunicado, un texto o sistema de signos o
señales que permite una disociación de la
experiencia. Y
la narración es tanto más elaborada cuanto
más
produce esa disociación de la experiencia o "realidad
virtual"—aunque no quiero decir con ello que los videojuegos
sean
la forma más elaborada del arte ahora.
Hay múltiples aspectos a tener en cuenta para el estudio de este
carácter emergente de la narratividad, ya sea en el uso
conversacional del lenguaje o en la literatura. Apuntemos dos:
a) la concepción de Goffman (1981) según la cual el uso del lenguaje
descansa
sobre un iceberg sumergido de acción presupuesta, esquemas
de
comunicación social establecidos; y no verbales, sino
procedimentales. Es otra dirección en la cual buscar un
asentamiento del discurso narrativo en procesos de
organización
de acciones que le preceden.
b) las modalidades de motivación
realista (por
ejemplo la focalización limitada a un personaje), que
estructuran una
representación narrativa sobre la base de procesos
representacionales
más básicos, como la percepción. Así
también hay convenciones narrativo-discursivas
que justifican una estructuración narrativa
"artificial", artística o compleja, al edificarla sobre la
motivación de una
narración
natural (así sucede por ejemplo en la novela epistolar, basada
en el género epistolar no ficticio; o en la autobiografía
ficticia, basada en las narraciones no ficticias sobre la propia
experiencia).
Lo que hay que tener presente es que esta diferencia entre una secuencia
inicial de procesos perceptibles por una parte y su representación por otra, o
entre la conceptualización de una
secuencia de acontecimientos por una parte, y la comunicación de esa
representación en un texto por otra, no es una diferencia tajante. La
percepción es de por sí un fenómeno
semiótico, una representación, y por eso la
narratología recurre constantemente, para su estructuración y desarrollo,
a la reelaboración de procesos perceptuales (—por ejemplo, en el caso aludido de
la
focalización). La memoria es ya de por sí una reelaboración
semiótica de segundo orden, y que supone una
activación
de señales en zonas cerebrales diferenciadas de las zonas de la
percepción inmediata. (Nota 1). También es una diferencia gradual, por
tanto, la
que existe entre la comunicación y la experiencia interna.
La
memorización ya es una cierta auto-comunicación,
y la
noción pragmático-interaccionalista de auto-interacción, es
decir, de señales
que el organismo se dirige a sí mismo (Blumer 1986) es crucial para establecer puentes graduales entre procesos externos,
percepciones, representaciones memorísticas,
reelaboración mental de modelos de acción, y
narraciones
verbalizadas (o representadas con otros medios o
tecnologías).
Es
ésta una escala ascendente y descendente, o una
vía de
doble dirección, porque el principio de
retroalimentación
cibernética se aplica en cada uno de los escalones: las
modalidades lingüísticas de narración, o
las
cinematográficas, influyen en la manera en que elaboramos
representaciones mentales de las acciones. Y las representaciones
mentales, memorísticas, o en general las señales
internas
que sirven para el procesamiento de procesos se retroalimentan sobre la
percepción.
Y, de modo más general, como decía Oscar Wilde (en "The Decay of Lying"), animamos la
Naturaleza mediante nuestras percepciones. Así
que esta Great Chain of
Narrativity está
bien trabada de principio a fin, desde el origen del
Universo y del tiempo—o de la necesaria estructuración
física del tiempo—en el Big Bang, hasta la
narración de esa historia y otras, y hasta la teoría narrativa
que nos
hace
conceptualizar o analizar estos procesos.
Tecnologías de manipulación del tiempo
Cuando tenemos un rato libre, o nada que decir, podemos
hablar
del tiempo. Sobre todo si llueve. A veces incluso decimos del tiempo algo
que
nadie haya dicho nunca—por difícil que parezca, de hecho sucede constantemente. Podemos tomar como
punto
de referencia las
minirrecopilaciones de artículos
sobre la
representación temporal desde el punto de vista biológico que aparecen en The Loom (Zimmer 2007) ("Animal
Time Travelers") y The
Neurocritic (2007) ("Mental
Time Travel"). Pasamos allí desde la
percepción temporal de los pájaros, pasando por
la de las ratas y la
de los primates, hasta el tiempo complejo y variado de los hombres.
Aunque dentro de la experiencia de éstos se dan, de hecho, todo tipo de experiencias temporales
más primarias acumuladas en su pasado evolutivo, desde el tiempo mínimo
de la
organización de las sensaciones presentes hasta el tiempo
largo
y culturalmente complejo de un historiador o de un primate of the Church.
Si nuestro tiempo es complejo, es porque nuestra realidad es
más
compleja e inclusiva que la de los animales (—las plantas no parece
que tengan tiempo para sí). Y si nuestra realidad es
más
compleja es porque nuestro cerebro es más complejo, o
viceversa.
El cerebro—cuando no es una gelatina fría, o unos sesicos
fritos—es un extraordinario generador de representaciones, y una
fábrica de realidades (a este cartesiano nivel de
generalidad
tanto da, realidad o representación). Entre ellas, genera
distintos tipos de realidades
o representaciones temporales.
El tiempo no está allí afuera, previo a la
experiencia, o
no lo está en un sentido en el que podamos hablar mucho de
él. El tiempo tal como lo conocemos es una compleja
relación entre representaciones generada y orquestada por el
cerebro. O más bien toda una colección de esos
sistemas
complejos, pues como puede leerse en las fuentes citadas, el tiempo del arrendajo no es el
mismo que el del babuino o que el del humano. No viven éstos en el mismo
medio ambiente temporal que nosotros, pues no tienen nuestra capacidad
de articular experiencias complejas (aunque estos estudios parecen
señalar que va a haber que afinar mucho entre las
capacidades
propias de cada especie, pues mal se puede creer que los animales viven
en un presente continuo indiferenciado). Los animales construyen
representaciones de complejidad variable según sus
capacidades,
necesidades e intereses alimentarios, reproductivos, sociales sin
duda... Aunque no se pueden comparar en complejidad a las experiencias
temporales humanas.
Los animales están menos intensamente semiotizados que el hombre. Quizá por ello viven más cerca del
presente
inmediato se acerquen más a la "realidad" del tiempo en un
cierto sentido, en el sentido de que el transcurrir presente tiene una
sustancialidad real que no tienen el pasado y el futuro—puros
juegos de representaciones, éstos. En cualquier caso, lo
que entendemos los humanos por "presente" (Nota
4) poco tiene que ver con la experiencia del presente de los animales;
nuestro presente es multidimensional y complejo también,
pues
muchos de sus aspectos están estructurados en
relación al
pasado y al futuro: nuestro presente está hecho también
con estos
otros
ingredientes menos sólidos. Y también está
atravesado el tiempo presente por un una
variedad de
aspectos verbales: el iterativo, el durativo, el repetitivo, el
incoativo... A lo que voy es que nuestro tiempo no está
meramente organizado en tanto que experiencia de un cerebro complejo, y
de
circuitos cerebrales especializados en la elaboración de la
percepción y la estructuración de la memoria, sino que
está además estructurado por una serie de
tecnologías complejas de manipulación
temporal—empezando
por el lenguaje. (Nota 5).
La
narración es
una de esas herramientas o tecnologías de
manipulación
temporal. (Nota 6). No es sólo un acto lingüístico
(aunque
algo tiene de eso a veces) sino una plataforma multimedia, una interfaz
semiótica de manipulación temporal de lenguaje y
representaciones de acciones (acciones recordadas). He ahí, en esta
naturaleza mediadora y multimedia de la memoria, una de las bases originarias de la
división narratológica entre historia y discurso, o entre acción (nivel
no verbal) y texto
narrativo (nivel
verbal), con distintas variaciones en distintas
teorías
narratológicas. Nuestro propio equipamiento mental y comunicativo nos hace
distinguir entre la cosa por un lado, y su imagen mental o su recuerdo por otro. He ahí también
por
qué
tantos aspectos de la narración escapan a quienes estudian
este
fenómeno desde un punto de vista excesivamente disciplinar,
ya
partan de la literatura, del cine, o de la
lingüística: muchos de los condicionantes de la
narración no son específicamente artísticos, ni
siquiera lingüisticos, sino que se asientan en estructuras
perceptuales y cognoscitivas más básicas.
La narración se apoya también, originariamente, en los
rituales de
interacción social esperados y esperables—las
estructuras no
verbales de la acción a que alude Goffman (1981). Se apoya
también, por otra parte, en modalidades más amplias de
representación
lingüística. (Nota 7). Voz
y gesto,
también en el origen de la narración, como en el
origen
del lenguaje, son elementos originarios y también en
permanente
reestructuración mutua, en interacción continuada
y
complejificada a lo largo de su desarrollo histórico. (Nota 8).
Las diversas modalidades de la escritura, y de la narración escrita, han permitido elaborar
complejas conceptualizaciones del tiempo y sutiles modulaciones de la experiencia temporal, tal como expone de modo
magistral Paul Ricœur en su Tiempo y narración. Un
ejemplo: la escritura, con su permanencia, enfatiza el sentido de la
experiencia vital humana como algo que tiene un transcurrir pero
también un permanecer, un valor transcendental. (Nota 9). Se aprecia esto
claramente en la Biblia, una narración clave en la cultura
occidental. En el Salmo 89 (o 90 en algunas ediciones), aparece el
concepto del
transcurso de la vida humana como un relato contado, enfatizando su
brevedad—algunas versiones traducen
"una telaraña" en lugar de "un relato". En la Biblia
también se alude en diversas ocasiones al Libro de Dios, o al
Libro de la Vida, en el que son
registrados los merecedores de salvación, o constan quizá todas las
acciones
de los hombres. Y que es, quizá, una versión trascendente o ideal de
la propia Biblia.
Con
el
desarrollo cultural que permite la elaboración de
narraciones en imágenes, otras tecnologías narrativas se
han sumado al lenguaje oral y escrito. Los primeros ejemplos tal vez
puedan
encontrarse
en las paredes de las cavernas, en interacción con el ritual
y
la palabra, pero apenas podemos intuir allí su
dimensión
narrativa, o su uso narrativo. No es que sea precisa una secuencia de
imágenes
para
crear una narración en imágenes, pues muchas
narraciones
tempranas (y tardías) recurren a la síntesis
iconográfica
de distintos momentos significados en una sola imagen significante.
(Nota 10). Ahora bien, el desarrollo de la tecnología de la imagen pasa
por
la elaboración de complejas secuencias representacionales,
y, en
el caso del cine, por el ajuste preperceptual y mecanizado entre la
acción representada y el texto de la
representación. La
experiencia del cine enfatiza
el carácter narrativo de nuestra experiencia
vital, nos hace más conscientes de la multidimensionalidad y
manipulabilidad del tiempo. (Nota 11).
El cine es, por supuesto, una de nuestras más elaboradas
máquinas del tiempo. (Aunque le están vedados
muchos
matices propios de la estructuración de la narrativa
escrita). Más allá de la tecnología
de
película química, bobinas, focos y carretes, o sus avatares digitales,
está la tecnología de
la estructuración narrativa—la ligazón
entre
narración, punto de vista, experiencia presente, flashback, tensión
argumental...
donde
tantos elementos tiene en común el cine con la
narración literaria. Más que en un nuevo modelo
de
objetivo, o una nueva técnica de generación de
imagen, es
en una nueva figura semiótica o narrativa—una nueva
relación conceptual entre secuencias filmadas—donde hay
que
buscar un desarrollo de la tecnología de
manipulación
temporal. Mediante una alusión intertextual, mediante un uso
de
imágenes dentro de imágenes... se
engarzan entre
sí experiencias temporales acumuladas en esas
imágenes
previas— tiempo sedimentado, que se usa como ingrediente o
material de construcción en la nueva
imagen. Se crean de este modo nuevas experiencias de percepción
y
representación temporal, antes inexistentes. O que antes eran
raras, o estaban poco
subrayadas en la conciencia o en el discurso cultural. Porque no se da una frontera clara entre lo inexistente, lo
mal percibido o deficientemente articulado, y lo poco difundido (por
ser minoritario, marginal, o encontrarse en fase experimental). El cine educa al ojo y al
cerebro a
ver cosas que antes no se veían, y a establecer relaciones
temporales que antes no se establecían—vale tanto
como
decir, a vivir en un tiempo que no existía antes del cine.
En
esto, como en todo, miramos desde hombros de gigantes.
Y lo mismo sucede con cualquier tecnología de
manipulación narrativa, de imágenes o lenguaje.
Un libro es el
lenguaje de los muertos que quiere perdurar;
la escritura y la narración escrita tienen desde su origen algo de fúnebre (Nota 12). Pero gracias a ella
sigue
viva, o existe siquiera, la historia pasada. La historia, lejos de
tener la sustancia depositada casi en estratos sólidos y almacenados en sitio seguro que
le
atribuimos a veces, es un puro juego comunicativo (altamente elaborado, eso
sí)—un
gigantesco sistema de disciplinas que regulan la
representación
del tiempo, sus imágenes, textos, valoraciones... Es un
artefacto
semiótico-narrativo que permite experiencias temporales complejas.
Y cada vez más complejas, a medida que se desarrollan nuevas
modalidades, nuevas tecnologías, nuevos usos y protocolos de
representación y estructuración temporal. Antes,
por
ejemplo, podíamos tener nostalgia por el pasado
sólo;
ahora podemos sentir también nostalgia
por el futuro. (Nota 13). Por el futuro (no realizado) del pasado, o por el pasado del futuro todavía
futuro para nosotros. Con el desarrollo de nuevas tecnologías
temporales, o una consciencia más elaborada de la temporalidad,
podemos experimentar el pseudo-presente o efecto de presencia del
directo grabado (Nota 14), o la distorsión
retrospectiva (hindsight
bias)... (Nota 15). Son otras tantas experiencias de temporalidad compleja desarrolladas
mediante la manipulación semiótica
práctica, y la
elaboración teórica que la acompaña.
Últimamente vivimos un frenesí
tecnológico de
tratamiento de la imagen y la palabra, y por tanto vivimos en un tiempo
descolocado, múltiple, disperso y un tanto impredecible, un
time out of joint
multimediado. El
teléfono,
pongamos: transforma nuestro uso del lenguaje y de la presencia, por
tanto
también nuestra manera de vivir el tiempo (Nota 16). Un efecto
éste que se intensifica y retransforma con la ubicuidad y
localizabilidad universal que proporciona el teléfono
móvil: por fin todos presentes ante todos (o casi).
Y también con la presencia virtual permanente en la red, llámese sitio personal o blog,
se ha transformado la relación entre el tiempo y el lenguaje,
gracias a la herramienta física. Por ejemplo, la escritura
inmediata queda transmitida y difundida de modo públicamente
accesible. Y permanece archivada, en un presente-pasado cuyo
diálogo con su actualidad se vuelve audible con matices propios
cuando se accede a él unos meses o años más tarde
(Nota 17). Queda este recién aparecido horizonte
de
posibles experiencias esperando nuevas herramientas conceptuales que
lleven sus posibilidades más lejos, y nos hagan vivir en un
tiempo
más complejo. ¿Cuándo ha estado una
conversación inmediata y pública abierta de esta manera
durante años?
No
así, y no tanto como ahora. ¿Podemos seguir una
conversación así? Se van desarrollando nuevas
herramientas (RSS, etc.) y nuevos protocolos comunicativos para hacerlo
posible. El espacio conversacional global, colectivo, ya
no
sólo el de unos pocos, se va haciendo más
complejo con
las tecnologías de la comunicación, que reorganizan la
manera en que vivimos nuestro espacio y nuestro tiempo.
El anclaje narrativo
Antes de centrarnos en la especificidad textual y comunicativa
de los blogs, introduciremos un concepto más relativo al
trasfondo narrativo-comunicativo de la experiencia, sobre el que
actúan tanto los nuevos medios como otros géneros
discursivos más tradicionales. Es el concepto que llamaré
anclaje narrativo—por la
manera en que ubica una experiencia narrativo-temporal determinada con
respecto a la narratividad general a la que hemos aludido antes.
Tiene algo que este anclaje narrativo ver con
otros conceptos ya existentes (pauca nova sub sole) como son la
teoría de la interpretación, la metanarracion o
la
intertextualidad, pero intentaremos darle una caracterización propia.
E intentaremos a la vez relacionarlo con, y diferenciarlo de, otro concepto primo hermano suyo, que
podemos llamar el anclaje discursivo—siendo la diferencia
específica, obviamente, que el primero atañe a
anclajes
específicamente narrativos.
El anclaje discursivo, sobre el que habrá que volver en otro
futuro, se referiría a la manera en que un determinado
texto o
discurso se engarza con la producción discursiva
global—nada
menos. Como un blog se ubica en la blogosfera,
por poner un ejemplo que nos atañe y que tiene
características comunicativas propias. El anclaje discursivo no
sólo tiene una dimensión como "hecho" o circunstancia del
discurso, sino también una operación teórica
efectuada por
un estudioso de estos anclajes. Pero determinadas maniobras de anclaje
discursivo pueden encomendarse (implícita o
explícitamente) al lector u oyente, y parte de ese anclaje
lo
puede realizar expllícitamente el propio discurso, con
maniobras
retóricas y modalidades específicas
según los
géneros... Modalidades que aquí dejaremos sin determinar,
y
sólo
con una vaga promesa de volver sobre ellas, y sobre las maneras en que
se han tratado teóricamente estos anclajes, avant la lettre, en
lingüística,
teoría literaria, filología… Y sirva
esta vaga
alusión a un futuro y un pasado como ejemplo
práctico de
anclaje discursivo efectuado por un determinado discurso.
El anclaje discursivo (o el narrativo) propuesto de modo
explícito y reflexivo por el propio discurso puede ser
aceptado,
completado, matizado o contestado por el anclaje discursivo/narrativo
que efectúe un analista crítico o, de modo
más
espontáneo y menos comunicado, por el que efectúe un lector o
espectador
para sí durante el proceso de la lectura o
recepción.
La ubicación de una palabra en el contexto de la Palabra
Humana,
o de una enunciación en el seno de la Galaxia de Enunciaciones, puede
parecer una cuestión que ofrece (potencialmente)
un panorama de
proporciones colosales: un marco teórico, éste
del
anclaje discursivo, en el cual el anclaje narrativo sería un
rinconcito local, como una simple carretera determinada en
la maraña de carreteras que cruzan los países.
Pero la cuestión de la especificidad narrativa,
según
cómo se atienda a ella, tiene la entidad suficiente como
para evidenciarse también como una maraña propia de relaciones,
sólo
parcialmente coincidentes con las relaciones discursivas y no
necesariamente de proporciones menores, ni menos descaradamente
ambiciosa en cuanto a los amplios horizontes que nos abre para la
reflexión.
En efecto, si en el anclaje discursivo una palabra nos remite
a
otras palabras (según explicaba Bajtín en su
teoría de la polifonía textual—Bajtín 1981), en
el anclaje
narrativo
tal como quiero definirlo, una narración nos remite a otras
narraciones y a fenómenos protonarrativos que pueden ser de
naturaleza verbal o no verbal—yendo más allá de lo
"discursivo" en sentido estricto, mantenemos así la
vocación
interdisciplinaria de la narratología como parte de una
semiótica interdisciplinaria.
Hemos comenzado hablando de "procesos,
representaciones, narraciones y narratologías" a modo de cuatro fases o niveles emergentes de la complejidad narrativa.
Puede resultar útil demarcar estas cuatro fases, niveles o
marcos de referencia para la discusión del anclaje narrativo.
Tomemos, como marco global unificador y trasfondo de toda
narración, lo que es la mayor master narrative
(en absoluto
decaída, al contrario de lo que nos podría hacer
pensar
Lyotard). (Nota 18). Me refiero al proceso global del tiempo—el
único
tiempo existente, aparte de los tiempos de mundos teóricos o
ficticios: el tiempo real ligado a la existencia del cosmos, como base
última de todo anclaje narrativo. Se me dirá que hay
muchas
versiones de ese tiempo: desde las cosmogonías y
teogonías tradicionales hasta las actuales "historias del
tiempo"
como la de Hawking (y, generalizando, la del discurso
científico). (Nota 19).
Ante esta variedad, una labor del anclaje narrativo puede consistir en
proyectar intertextualmente unas historias cósmicas sobre
otras,
ubicar unas con respecto a otras, y por qué no, elegir una
como
marco principal, la "verdadera" historia del tiempo, al menos en tanto
no se determine una más adecuada, y en el seno de la
cual surgen las otras como versiones ideológicas o
aproximaciones. Hay aquí un elemento de relativismo
heurístico, pero difícilmente podrá
una
narratología que se pretenda intelectualmente poderosa
acudir a
versiones míticas de los procesos cósmicos. Es
con la
ciencia, y sobre la ciencia, con quien hay que entablar un
diálogo metodológico y
filosófico; la ciencia del tiempo en sus diversos aspectos
cosmológico y astronómico, físico,
biológico, psicológico y cognitivo. Diálogo con la
ciencia, ahora
bien, teniendo en cuenta que hay una ciencia de la ciencia misma, una
teoría cultural de las funciones y límites de la
ciencia.
En este sentido, una narratología de los procesos debe tener
una
orientación filosófico-científica.
Una narración determinada puede presentar puntos de anclaje
a
este nivel inicial, cosmológico por así decirlo, ubicando
su
pequeño modelo o representación temporal en
relación a la naturaleza misma de la temporalidad y a la
naturaleza procesual del Universo. Y un analista puede completar o
modular esta caracterización reflexiva de la propia
narración, por ejemplo desmitologizándola,
sustituyendo
por una versión científica del tiempo y el cosmos
la
versión mítica que una determinada
narración
propone.
El tiempo "cósmico" al que nos hemos referido es un tiempo
concebido al margen de las representaciones temporales que de
él
hacen los seres vivos en general o los hombres en particular. Una frase
ésta que precede tan paradójica como
ésta que le
sigue, a buen entendedor. Quiero decir que naturalmente no es posible
concebir ningun proceso temporal al margen de nuestras propias
potencialidades, capacidades o esquemas de percepción
temporal.
Y hay aquí una semilla de reflexión para el papel
de la
representación, y de la reflexión sobre ella, en
la
emergencia de los fenómenos temporales. Hay tiempos
más
básicos, más animales, y tiempos más
elaborados o culturales, y
tiene sentido distinguir entre unos y otros como si los primeros fuesen
más inherentes al cosmos mismo, y los segundos
más
mediatizados por las capacidades y culturas específicamente
humanas. Pero evidentemente hay que estar atentos a la manera
en
que los descubrimientos sobre la experiencia temporal de los animales,
o sobre el papel estructurador de la memoria, van modificando
sustancialmente nuestra concepción de qué es lo
que es ese tiempo que existe independientemente de su
percepción, y qué es exactamente la percepción (cultural) del tiempo.
Remitamos, a modo de ejemplo, a las reflexiones sobre la naturaleza y modo de
existencia del presente, el pasado y el futuro en la Filosofía del presente
de George Herbert Mead.
Un fenómeno procesual que afecta tanto al primer nivel como
al
segundo (pongamos: tanto a la historia del cosmos como al desarrollo de
capacidades de representación temporal) tiene especial
relevancia: el estudio de las formas vivas capaces de realizar tales
representaciones, o temporalidades de segundo nivel si se quiere. Es
decir: la teoría de la evolución, y dentro de
ella, la
teoría de la evolución de la consciencia,
culminando
(y sí que digo "culminando") en la teoría de la
evolución de la inteligencia humana.
Con el tiempo "percibido" y con el tiempo "concebido" entramos pues no sólo en nuevas
fase de consideración de los fenómenos temporales
(y
añadimos una nueva cimentación a lo que ha de ser
una
narratología temporal) sino que nos vemos obligados a volver
continuamente a la fase anterior para reformularla y reconsiderarla
dialécticamente. Porque en ese "tiempo al margen de la
percepción y de la cultura" ya están siempre,
cómo
no podrían estarlo, nuestra percepción y nuestra
cultura.
Por ello volvemos a toparnos con la cosmología en todos los
niveles de consideración: primero como hecho y marco global
en
el que vivimos, pero más adelante como fenómeno
discursivo (el discurso de la cosmología) en el marco de una
cultura o contexto intelectual determinado.
Volvemos a recordar que una narración puede referirse (o no)
explícitamente a este segundo momento de la narratividad que hemos llamado la experiencia de la temporalidad,
para
anclarse en él—o puede quedar remitido este
anclaje a
protocolos de recepción bien establecidos culturalmente, o
puede
ser un analista o crítico quien efectúe
explícitamente el trabajo de anclaje, remitiendo los aspectos de una narración que sean relativos a la
percepción y establecimiento de procesos, a lo que es una
teoría general de la percepción de semejantes
procesos.
Habría que reescribir desde este punto de vista la
teoría
del punto de vista, perspectiva o focalización—por
ejemplo.
Hemos hablado del papel central de una cosmología y de una
teoría de la evolución/teoría de la
consciencia
para la fundamentación de los anclajes narrativos a los que
nos
referíamos. Bien, pues el siguiente nivel de
consideración ya es una teoría de la historia
humana—la historia de la especie como marco para la historia
de
las culturas y de los fenómenos y modalidades comunicativas
específicos
que en ellas se dan. Las culturas están asentadas, desde un
determinado punto de vista, en capacidades y procesos comunicativos y
representacionales. La aparición del lenguaje, y la historia
del
mismo, es un marco de referencia crucial a tener en cuenta, pues
aquí ya entronca el anclaje narrativo con el anclaje
discursivo
que antes mencionábamos. (Nota 20). (Observemos que ahora parece
más pequeñito aquel magno panorama de Todas las
Enunciaciones al que nos referíamos hace poco, comparado
con esta otra narración más
larga relativa a la historia del tiempo y de la vida en la Tierra).
Una historia del lenguaje que, como sabe cualquier filólogo de
los que aún quedan por ahí, es inseparable de
la
historia de la escritura y de la literatura. Y todas y cada una de
estas historias (de la cultura, de la literatura, etc.) son a su
vez otros tantos
marcos posibles para el anclaje de fenómenos narrativos.
No olvidemos entretanto que al margen de la Teoría de la
Historia de la Escritura o la Teoría de la Historia de la
Literatura a la que se adhiera un analista a la hora de examinar una
narración, el propio autor, y otros analistas, pueden tener
Teorías de todo ello (por no mencionar teorías de
la
evolución cultural humana) distintas, por lo que el
conflicto de
las teorías y la confrontación crítica
es
inherente a toda discusión de estos anclajes narrativos de
un
texto dado en una Textualidad o en una teoría de la realidad más amplia.
Entre estas teorías narrativas relevantes hay que
destacar
(y relacionar con ella la historia de la literatura, de la
comunicación, etc.) la interpretación de la
historia cultural humana como
una gran narrativa continua: ya sea siguiendo el modelo idealista de la Fenomenología del
Espíritu
de Hegel o según el evolucionismo cultural materialista que explica desarrollo de la
consciencia y las formas del conocimiento como fenómeno
emergente. (Nota 21). Una narrativa (Gran Narrativa donde las haya) con lazos posibles a establecer con
teorías de la organización
económico-social:
leyendo la Historia como la narrativa de la globalización, o de la
división del trabajo, o de la especialización de
la
producción y distribución comercial. Y de pasando
ahí a
otras Grandes Historias más concretas: el desarrollo del
capitalismo/liberalismo en oposición a las estructuras y
relaciones feudales, el colonialismo/postcolonialismo, la
difusión de modelos culturales, lenguajes y procedimientos
occidentales u orientales…. Pero dejo esto de lado para ir
terminando este apartado con una alusión más
específica al
desarrollo de la narración propiamente dicha. (Y de la narratología
como su
sombra).
En el seno de una historia de las enunciaciones, y de una historia de
la literatura, los anclajes narrativos ya toman formas más
conocidas o familiares: la intertextualidad, la teoría de
los
mitos de Frye, las modalidades posibles de estructuración
textual analizadas por la crítica formalista, etc. Hay que
recordar sin embargo que estas
intertextualidades se asientan sobre una base más
fundamental de
fenómenos temporales y procesos que, conceptualizados de
diferentes maneras, realimentan constantemente las narraciones
aportándoles elementos no previamente textualizados, ajenos
a la
literatura o al lenguaje, pero propios de los procesos naturales, de la
acción humana, y de
otros fenómenos comunicativos no verbales. Procesos y
fenómenos que naturalmente pueden alcanzar
representación consciente o textualizada (y continuar
así
su proceso de emergencia) en la obra de un determinado autor, o en la
lectura que de ella haga un determinado crítico.
A esta sección, fin con este párrafo le voy dando. Sólo
recordaré que a
toda teoría de los procesos, a toda teoría del
Tiempo, de
la Vida, de la Evolución, de la Humanidad o de la Historia,
le
corresponden siempre principios, mitades y finales. (Nota 22). Siguiendo a
Aristóteles, dejamos el final para el final. Todo final
específico puede encontrar también su anclaje
narrativo
en una teoría de los Finales.
La narratividad como fenómeno emergente
¿Por qué es narrativa una narración?
¿Qué es lo que hace que una narración sea
más o menos narrativa? ¿Cuáles son los elementos
propiamente narrativos que pueden identificarse en la
estructuración de un relato? ¿Cuáles son los
recursos formales y comunicativos que pueden explotarse en una
narración, o qué recursos textuales en sentido amplio
pueden desarrollarse de modos específicamente narrativos?
¿Qué ingredientes o aspectos pueden legítimamente
denominarse "narrativos" en un texto que, sin embargo, no sea "una
narración"? Estas preguntas acotan al menos en parte la
cuestión de especificidad narrativa o narratividad. (Nota 23).
Estas
preguntas iniciales se solapan hasta cierto punto, pero también
señalan diferentes dimensiones del problema y diferentes
direcciones para una discusión del mismo. Podríamos
así distinguir (siguiendo a Gerald Prince) entre "narrativehood" (la narracionalidad, pongamos— una cuestión de si algo es o no es "una narración") y "narrativeness" (o narrativismo, cuestión de determinar cómo de narrativo es, y de qué modos).
Serían diferentes dimensiones de la narratividad. O
podríamos diferenciar la narratividad diegética de la
mimética (con Ansgar Nünning y Roy Sommer). Podemos
estudiar la narratividad de la lírica, o el elemento de
narratividad diegética del drama, o bien analizar la
especificidad narrativa de los juegos interactivos en red.
Dos de las principales orientaciones sobre cómo enfocar la
cuestión de la narratividad podrían etiquetarse como
"estructuralistas" y "postestructuralistas". Los enfoques
estructuralistas tendían a centrarse en aspectos formales de la
narratividad, y en la narratividad de las "narraciones". El
postestructuralismo ha privilegiado en cambio el elemento difuso que
surge de las respuestas de los lectores, y ha explorado los
márgenes de la narratividad, o los componentes narrativos de
fenómenos no narrativos.
Un enfoque típicamente estructuralista de la narratividad
podría comenzar con una delimitación analítica de
diversos niveles en el estudio del texto narrativo: por ejemplo la
historia y el discurso, o la fabula y el siuzhet, o, en tres niveles, fabula, story, and discourse, o
acción, relato y discurso). (Nota 24). A partir de allí
podríamos analizar la especificidad narrativa de cada uno de
esos niveles: por ejemplo, qué tipo de acciones manifiestan un
mayor grado de narratividad, o qué estrategias discursivas son
específicas de las narraciones, o cuáles se ven
favorecidas por la representación narrativa. Podrían
estudiarse, por ejemplo los diversos modos y aspectos de la
narratividad diegética o los de la narratividad mimética;
la lógica narrativa de las secuencias de acontecimientos, o los
diferentes sentidos y modalidades que presenta la conclusión o
cierre narrativo—al nivel de la acción, de la estructura
del argumento, y de la retórica de la narración. Muchos
de los fenómenos constitutivos de la narratividad están
todavía insuficientemente explorados desde el punto de vista de
la narratología clásica, que sigue siendo por tanto una
línea de investigación fructífera.
Siguiendo una orientación postestructuralista, por otra parte,
podría enfatizarse el hecho de que "algunas narraciones nacen
como narraciones, algunas llegan a ser narraciones, y a otras les
impone la narratividad súbitamente". (Nota 25). Quedarían
así enfatizados el papel (inter)activo del receptor y los
múltiples contextos y usos de la narración. Podemos
recordar cómo en los tiempos de auge del formalismo los
teorizadores literarios intentaban proporcionar definiciones formales o
estructurales de la literatura. Estas han quedado en gran medida
desacreditadas, y ahora se prefieren las definiciones funcionales.
Pocos teorizadores pondrían hoy en cuestión que "algunas
obras literarias nacen como literatura, otras llegan a ser literatura,
y a otras se impone la literariedad súbitamente". Es cierto que
proclamar lo mismo sobre la narración es un paso mucho
más atrevido y posiblemente cuestionable. Después de
todo, ¿no es la narración por definición una
estructura, por ejemplo una "estructura de acontecimientos"?
Por muy cuestionable que pueda resultar cuando se lleva a extremos,
esta relativización de la narratividad es una línea de
razonamiento fructífera para la narratología
postestructuralista. Lejos de depender de estructuras y rasgos
universales y acontextuales, la narratividad está en gran medida
ligada a circunstancias pragmáticas, funcionales, contextuales,
genéricas y culturales. La narratología clásica
proporcionaba definiciones "gramaticales" o estructurales de la
narratividad, pero esta fase de la narratología ha sido sucedida
(sin ser desplazada totalmente) por la narratología
postestructuralista o postclásica. Una caracterización
útil de ambas fases puede encontrarse en Prince (2006). La
narratología postclásica promueve definiciones más
interdisciplinarias y más ligadas a contextos y debates
culturales. Definiciones... o quizá problematizaciones, como
cuando (según exponemos) el mismo concepto de narratividad queda
problematizado, al considerarse no ya una dimensión textual
neutral, sino una que se define en relación a cuestiones de
género, de usos lingüisticos estandarizados y no
estndarizados, y, de modo general, una cuestión de
semiótica social (como en Penas 2008).
Según el glosario del Blackwell Companion to Narrative Theory,
la narratividad consiste en "las cualidades formales y contextuales que
distinguen lo narrativo de lo no narrativo, o que marcan el grado de
'narrativismo' de un discurso, los principios retóricos que
subyacen a la producción o a la interpretación de la
narración; los clases de artificio inherentes al proceso de la
representación narrativa" (Phelan y Rabinowitz 2005: 548). Hay
en esta definición amplitud suficiente como para considerar que
la narratividad de un texto (o de otro fenómeno) no tiene por
qué estar predeterminada, sino que antes bien puede estar sujeta
a reinterpretación, o ser construida conjuntamente en la
interacción del narrador y del receptor o del intérprete.
La cuestión de la narrativización ha de considerarse,
pues, conjuntamente con la de la narratividad. La
narrativización implica una actividad estructuradora,
narrativizante, ejercida sobre materiales no narrativos. O,
alternativamente, la reorganización de estructuras narrativas
previas para producir una nueva narración (García Landa
2008). En la narratología historiográfica de Hayden
White, la narrativización es una tarea efectuada por el
historiador para imponer una estructura argumental a datos
históricos prenarrativos: aquí es el autor quien
narrativiza. Monika Fludernik, por su parte, ha enfatizado el uso que
hace el lector de estrategias narrativizantes para naturalizar textos
difíciles—por ejemplo, interpretándolos como la representación de una
secuencia de acontecimientos, o como la focalización producida
por la experiencia de una mente.
Al distinguir en el seno de la narratividad las dimensiones de la narracionalidad y del narrativismo
antes mencionadas, Gerald Prince ha llamado la atención sobre el
narratividad de textos que no desearíamos llamar "textos
narrativos"; estos textos pueden mostrar diferentes modalidades y
grados de narrativismo (por ejemplo, la representación de la
experiencialidad, diversas proporciones entre acción y
comentario, entre virtualidad o realidad efectiva de los
acontecimientos representados—etc.) sin por ello presentar
suficiente narracionalidad. Un buen número de parámetros para medir estos grados de narrativismo son los indicados por Didier Coste en Narrative as Communication. Los principales elementos consititutivos de la narratividad según Coste son
la transaccionalidad frente a la no transaccionalidad, la transitividad
frente a la intransitividad, la causalidad frente a la no causalidad,
la especificidad frente a la generalidad, la singularidad frente a la
banalidad y la presencia de cursos de acción alternativos frente a su ausencia.
Además de estas categorías escalares, Marie-Laure
Ryan ha observado la importancia que en los argumentos tiene la
dimensión virtualidad / realidad,
así como las diversas variedades en que se despliega mediante el
contraste entre el mundo narrativo "efectivo" y los mundos privados
conocidos o imaginados por los personajes; también ha enfatizado
la relevancia de diferentes modalidades de narratividad: la
narratividad simple de los cuentos populares, la narratividad
figurativa de géneros como la lírica, la filosofía
o la historia; la narratividad compleja de las novelas
canónicas, la narratividad instrumental o subordinada de los exempla, sermones, etc.
La importante Routledge Encyclopedia of Narrative Theory
contiene artículos sobre la narratividad (Prince) y sobre la
narrativización (Jan Alber) que tratan estas cuestiones. Pero
otros artículos sobre la narración de este volumen
podrían considerarse igualmente relevantes para el estudio de la
narratividad: los que tratan cuestiones de género o tipos
textuales. Una reflexión sobre la narratividad siguiendo la
línea de reflexión sobre tipos textuales nos lleva
irremediablemente a la definición de narración, y (en el
artículo de Alexandra Georgakopoulou en la Routledge Encyclopedia of Narrative Theory)
nos remite a definiciones como la de Chatman: la narración
requiere para su existencia una doble cronología, la
cronología del discurso que representa y la cronología de
los acontecimientos representados en la acción (—y pronto
volvemos sobre esta cuestión).
El estudio de la narratividad desde el punto de vista de la
tipología textual puede tratar las diferencias
específicas que surgen en la narratividad de los géneros
propiamente narrativos (por ejemplo, tipos de estructuras argumentales
en el drama frente a las de la novela; el contraste aristotélico
entre la tragedia y la poesía épica; la especificidad
narrativa del cuento literario, etc.). Es decir, diferentes tipos y
modos de narrativismo. Las cuestiones de narracionalidad también
han sido prominentes: las fronteras de la narración frente a las
de otros grandes tipos de texto, como la exposición, la
explicación, la instrucción, o la conversación no
narrativa. Las teorías lingüísticas de las
modalidades discursivas o la teoría de los actos de habla son
también altamente relevantes para esta investigación.
Como observa Georgakopoulou, algunos teorizadores (Bruner, Swales,
Virtanen; también podrían añadirse Ricœur,
Dennett, Turner, Fisher, etc.) han situado a la narración en un
nivel estructural aún superior, más allá de estos
tipos textuales. La narración sería una operación
cognitiva más amplia, o un macrotipo textual. Estas perspectivas
tienden a enfatizar la presencia de narratividad (el ingrediente
narrativo) en cada uno de los grandes tipos textuales aludidos. Apunta
Georgakopoulou que al contemplar la narración a un nivel tal de
generalidad, se tiende a perder la perspectiva sobre las diferencias
específicas que existen entre narraciones concretas. Las
tendencias analíticas contemporáneas tienden a
concentrarse menos an elementos abstractos formales, y en su lugar
enfatizan más los detalles concretos que se dan en usos de
formas específicas en situaciones individualizadas, en contextos
genéricos o sociales localizados. "Una posibilidad
sería", dice, "explorar la narración como un conglomerado
dinámico de parámetros textuales, funcionales y
contextuales más o menos prototípicos" (596, traduzco).
Enfatiza Georgakopoulou los usos variables de recursos narrativos que
se dan en contextos diferentes, y los grados diversos de
atención que conceden los usuarios a estos recursos, así
como la aparición de modalidades híbridas locales en
contextos y comunidades comunicativos específicos.
Está claro que lo que es "un buen relato" en una comunidad o
según un tipo de convenciones puede tener serias carencias de
narratividad desde un punto de vista diferente (Rudrum 2008). Hay que
tener en cuenta al ojo del espectador, por tanto, en cualquier
discusión de la narratividad. Y tampoco perder de vista la
cuestión de las parodias deliberadas o antinarraciones, que
desconstruyen las convenciones narrativas y muestran una especie de
narratividad negativa, una narratividad por contraste. (Veáse
por ejemplo el caso de las narraciones de Samuel Beckett que analizo en
Samuel Beckett y la narración reflexiva).
Un artículo más largo sobre "Teoría del género en los estudios narrativos" de Michael Kearns en la Routledge
Encyclopedia of Narrative Theory cubre
también necesariamente parte de este terreno. Encontramos
aquí de nuevo una concepción del género (del
género narrativo, en este caso) como un conjunto de convenciones
"activadas" por el lector: "El acercarnos a un texto en tanto que
*narración supone implementar expectativas sobre relevancia y
motivación, *progresión o transformación
narrativa, *actantes y *narrador (ver Narrativity, Tellability); de hecho, cualquier texto que contenga una secuencia de *acontecimientos invita estas expectativas" (2005: 201).
Kearns remonta hasta Aristóteles las concepciones
clásicas o taxonómicas del género, y observa que
en el siglo veinte éstas fueron desplazadas por concepciones
funcionalistas que integran a los géneros literarios en el un
marco lingüístico más amplio. Así, Genette
redefine a la narración como un "modo lingüístico"
más allá de los límites de géneros
literarios específicos—un modo que puede ser usado por
cualquier género. Y según la "ley del género" de
Derrida los textos participan
de los géneros sin pertenecer a ellos. Esta ley también
afecta al acto de la lectura: así, el narratólogo debe
examinar la manera en que a la hora de procesar un determinado texto
los lectores utilizan convenciones narrativas junto con las relativas a
otros tipos de discurso.
La influencia de la hermenéutica, observa Kearns, también
ha moderado las concepciones esencialistas y absolutistas del
género, ya que el círculo hermenéutico requiere un
movimiento de vaivén entre el texto y el lector y una
negociación entre los diversos elementos y componentes de un
discurso. Sin embargo, ninguna de estas reservas planteadas al concepto
de "género" limita la necesidad de estudiar la narración
como fenómeno cognoscitivo, lingüístico y cultural,
con modalidades y status propio, y que requiere un estudio
específico. Eso sí, los teorizadores
contemporáneos prefieren acercarse a los géneros y a las
modalidades discursivas con una red multidimensional de
parámetros escalares, antes que con categorías binarias y
absolutas o exclusivas. Es una aproximación más borrosa a
la cuestión de la especificidad, tanto al nivel del
género como al nivel del texto individual.
Las cuestiones de género afectan a la producción, al
procesamiento por parte del receptor individual, y a la
recepción cultural de las narraciones. En el polo de la
producción, los esquemas genéricos actúan como
líneas orientativas, desde el nivel más general de la
configuración narrativa (entendida ésta como un proceso
cognitivo básico), pasando por narraciones maestras dominantes
en una cultura, esquemas arquetípicos, o mitos—de hecho,
por todas las dimensiones de la architextualidad de Genette—hasta
llegar a las ideologías concretas localizadas en un
período o comunidad específicos. El procesamiento,
lectura o interpretación de la narración igualmente
requieren de tales esquemas architextuales e ideológicos para
que sea posible la interacción comunicativa. Las instituciones
culturales y los procesos ideológicos luego someten a reciclaje
los actos específicos de recepción (y a su vez los
condicionan) de modo que determinados esquemas narrativos,
géneros, o ciertas narraciones individuales llegan a adquirir un
status cultural privilegiado (por ejemplo son "literatura" o
"historia") o se asocian de otras maneras a comunidades
específicas, o contextos comunicativos o funciones
específicas. Los usos sociales de los esquemas narrativos a los
niveles de la producción, del procesamiento y de la
recepción cultural interactúan dialécticamente, de
modo que (por ejemplo) los productores de narraciones no trabajan en el
vacío sino en un contexto cultural que recibe ciertos tipos de
narraciones de unas maneras que están hasta cierto punto
preestablecidas o siguen ciertas regularidades (aunque todo esto es
susceptible de transformación puntual en mayor o menor grado, a
través de una determinada narración o acción
individual).
Como hemos observado, muchos teorizadores recientes han enfatizado el
papel de la narración como un modo lingüístico
natural, y como ingrediente presente en muchos géneros. Esta
concepción "más amplia" de la narración como una
modalidad discursiva general disociable de los textos
específicamente narrativos también ha sido recientemente
criticada. Shlomith Rimmon-Kenan plantea objeciones al uso generalizado
del término "narración" en psicoanálisis, en
análisis crítico del discurso y en otras disciplinas
humanísticas. Aunque reconoce la presencia de elementos
narrativos en muchos de los fenómenos que en estas disciplinas
se etiquetan como "narraciones" o "narrativas", Rimmon-Kenan insiste en
la necesidad de una doble secuencia temporal (la de la acción y
la de su representación) y en la de un sujeto mediador (un
narrador, etc.) para que se pueda denominar "narrativo a un
fenómeno dado. (Nota 26).
Debatiremos esta objeción de Rimmon-Kenan con el fin de
profundizar más en la narratividad peculiar de las ciencias
humanas y sociales. Aunque muchos narratólogos (literarios)
pueden haber encontrado irritante el uso inclusivo del término
"narración" por los analistas sociales o psicólogos, y
participar de las objeciones de Rimmon-Kenan, habría que tomar
en consideración lo que sigue.
Cuando un analista (social, psicológico, político, etc.)
llama a algo una "narrativa" o "narración" y procede
seguidamente a analizarlo, no está necesariamente presuponiendo
que la narrativa en
cuestión haya sido ya articulada por alguien. Con frecuencia, el
analista hace una función doble: a la vez construye la
narración, articulándola sobre la base de elementos
dispersos y parcialmente conexos del espacio discursivo que se
está sometiendo a análisis; e inmediatamente
(o simultáneamente) articula el analista, además, una
contranarración que proporciona una versión o
explicación alternativa de los acontecimientos, o que ayuda a
configurar un argumento más inclusivo—mostrando con ello
que la narración que se había identificado o
traído a la luz en el espacio discursivo en cuestión era
unilateral, limitada, o ideológicamente tendenciosa).
Es comprensible que, en este proceso, a veces se da forma a
muñecos de paja para a continuación destrozarlos, o se
cierran cuiadosamente puertas abiertas, para que el analista pueda a
continuación hundirlas—esto depende en parte, seguramente,
del punto de vista que tenga un tercero respecto de la puerta en
cuestión.
Sin embarto, muy posiblemente no hay otra manera en que se pueda
efectuar este trabajo analítico. Por ejemplo, si hablamos de "la
narración de la Izquierda sobre la Guerra Civil
española", creamos en gran medida una ficción, que
tendrá que ser mucho más extensamente discutida,
articulada detalladamente, documentada, etc., si queremos evitar una
perspectiva simplista sobre esta supuesta "narración", o que
carezca nuestro discurso de toda utilidad analítica. Sea como
sea, efectuaremos una selección, estructuración,
interpretación, valoración, etc., tanto de los discursos
culturales existentes sobre la Guerra Civil (extrayendo de ellos una
narración) como del sujeto narrativo a quien atribuimos esa
narración ("la Izquierda española, por ejemplo). Y ese
trabajo de estructuración narrativa se efectuará, muy
posiblemente, con vistas a efectuar una crítica de la narrativa
que acabamos de articular o concretizar.
Por tanto, desde una perspectiva interaccional, postclásica o
sociosemiótica sobre la narratividad, el analista no es un
analista neutral. No es sólo que el proceso de análisis
esté ideológicamente articulado: el mismo objeto de ese
análisis es constituido en parte por el propio analista. Es el
analista el que ha de traer a la luz la narratividad del objeto de
estudio, precisamente para desconstruir esa narratividad.
Por supuesto, los buenos analistas no extraen esa narratividad de una
chistera. En lugar de eso ofrecen una formulación clara, bien
estructurada, convincentemente argumentada, de fenómenos que son
socialmente activos, ya perceptibles o detectables antes de su
intervención. Y nos hacen ver claramente por primera vez (y
nunca antes de modo mejor expresadas) las relaciones mutuas entre
fenómenos, relaciones cuya existencia, nos parece ahora,
teníamos en la punta de la lengua, o de la mente. Para continuar
con nuestro ejemplo, el analista ofrecerá una perspectiva sobre
"la narración de la Izquierda sobre la Guerra Civil
española" que esté mejor articulada que la de "la propia
Izquierda" (que es por supuesto un narrador nebuloso). A
continuación el narrador someterá a análisis
crítico o desconstrucción esa narración que tiene
ahora para nosotros una forma identificable o característica en
buena medida gracias al trabajo analítico efectuado por el
propio crítico o historiador.
La cuestión esencial aquí es que tanto la
narración extraída como la crítica a que se la
somete han de ser actuaciones narrativizadoras que han de poseer un
valor hermenéutico, y han de ayudar a interpretar el
fenómeno estudiado (la Guerra Civil en el ejemplo), primero
mediante las manifestaciones sociales existentes en diversos discursos,
y seguidamente mediante la crítica de las mismas. Ambos pasos
deben poner de manifiesto el valor interpretativo y emergente de la
narración, ayudando a constituir objetos de conocimiento donde
antes no había sino fenómenos inconexos. El analista
social, por tanto, no se enfrenta a la situación que la
crítica de Rimmon-Kenan nos podría llevar a
suponer—una tarea de analizar narraciones bien articuladas, con
un narrador identificable, y una doble secuencia temporal, listas para
el análisis. Antes de desconstruir una narración, los
analistas sociales deben construirla. Tal actividad puede conllevar, es
cierto, mucha argumentación autocomplaciente, ombliguismo,
exclusiones interesadas, resultados cantados. Sin embargo, no puede
hacerse de otra manera. El debate ideológico está hecho
de narraciones y de contranarraciones.
Queda todavía por mencionar otra cuestión crucial para el
análisis de la narratividad "percibida" o emergente, una que
abre una dimensión metateórica en el análisis
narrativo. Pueden considerarse las diferentes teorías de la
narración (y las diferentes teorías de la narratividad),
y la práctica de diferentes modalidades de análisis
narrativo, como instrumentos perceptuales que capturan "longitudes de
onda" narrativas que escapan a otras teorías (o, como
diría Kenneth Burke, a otras "pantallas terminológicas").
Por tanto, tanto la investigación teórica como la
práctica del análisis narrativo ayudan a desarrollar, de
manera emergente, nuevas dimensiones de la narratividad. Es ésta
una interacción entre el texto narrativo y el metatexto
narratológico que a su vez se retroalimenta con el desarrollo de
nuevos modos narrativos que exhiben nuevas dimensiones de narratividad.
Así, por ejemplo, en un libro de teoría narrativa como Theorizing Narrativity se
contribuye a conceptualizar más claramente la narratividad de
fenómenos no obviamente narrativos—como por ejemplo sucede
en el capítulo de Meir Sternberg sobre la narratividad de los
textos legales, o el análisis que hace Marie-Laure Ryan de la
particular narratividad de los videojuegos en red.
Por tomar otro ejemplo: los análisis cognitivistas recientes
enfatizan la narratividad psicológica de las secuencias de
acción, planes, etc., en la experiencia subjetiva. Podría
uno pensar que, según las definiciones clásicas, no hay
narratividad aquí, pues no hay comunicación de un sujeto
a otro, no hay texto identificable, no hay representación...
aunque quizá aquí deberíamos poner un
límite y admitir que, efectivamente, sí hay un
proceso de representación. Y por qué no admitir
también que hay un proceso de autocomunicación. De hecho,
la consciencia, en una concepción emergentista de la misma como
la que propone la obra de George Herbert Mead, es un proceso de
autocomunicación. La noción de la
"auto-indicación" dirigida por un organismo a sí mismo es
crucial aquí. (Nota 27).
Una narratología que sea capaz de incluir esta narratividad de
la consciencia entre los fenómenos analizados es un ejemplo del
tipo de teoría que contribuye a la percepción de la
narratividad donde antes no se percibía—lo cual equivale
casi, aunque no del todo, a decir que no había narratividad,
antes de la intervención del trabajo teórico, que llega
para traer a la superficie la narratividad emergente. (Nota 28).
Pasaremos ahora al estudio de un caso concreto de
modalidad narrativa emergente: el estudio de algunos aspectos de la
narratividad en Internet, en concreto en los blogs o bitácoras.
Es un caso especialmente interesante debido a su reciente
aparición y a su repercusión social, pero también
a sus condicionantes tecnológicas (una nueva funcionalidad
tecnológica abre en este terreno una nueva posibilidad o
dimensión comunicativa), y también debido a su peculiar
relación con la narratividad general de la experiencia y de la
subjetividad a la que nos hemos referido.
Los blogs: Cuestiones formales y narrativas básicas
Partamos de una definición provisional: "un blog es un sitio en
red actualizado frecuentemente con entradas fechadas dispuestas en
orden cronológico invertido de manera que la entrada más
reciente aparece en primer lugar" (Walker 2005, traducción
mía). Un blog tiene algunas características generales que
comparte con
otros tipos de texto electrónico (una página web, un
archivo de texto, un mensaje de correo electrónico...), y otras
que lo diferencian, las propiamente bloguísticas.
No nos detendremos en las características comunes de los blogs
con otros tipos de textos electrónicos. Mencionemos tan sólo la
peculiaridad de lo que usando una analogía lingüística podríamos llamar la
"triple articulación" de los textos en red: un texto
electrónico es (como otros procesos informáticos) una
secuencia de señales binarias, pero esta secuencia es tratada
informáticamente para aparecer al usuario en la forma del objeto
semiótico que se haya codificado: sea un icono, un sonido, un
archivo hipertextual. Distintos tipos de objetos semióticos van
así combinados o engarzados en secuencias ordenadas que
constituyen el entorno multimedia del ordenador. Así, un archivo
hipertextual puede incluir instrucciones para la inserción de un
archivo de sonido, o de un archivo gráfico, cada cual activado
por un programa o aplicación diferente, pero que (cuando se
dispone de un equipo adecuado y todos los plugins funcionan) crea una
experiencia global unificada y característica de este
entorno—un texto con un vídeo musical insertado entre dos
párrafos, pongamos. La "tercera articulación" a que nos
referimos en el caso de la web se refiere a la relación entre
los lenguajes de diseño de instrucciones (html, php, xml, etc.)
y la interfaz efectiva utilizada por el usuario, en forma de texto
escrito, visual o auditivo. Es precisamente el desarrollo de programas
automatizados que permiten el diseño de páginas web sin
conocimiento alguno de lenguajes informáticos el que ha permitido el
despegue de la blogosfera como un medio interactivo de
comunicación de masas. Y es Internet como un sistema de
conexión ordenada entre ordenadores y de descarga
instantánea de archivos de unos en otros lo que pone las bases
mismas del entorno comunicativo y experiencial a que nos referimos.
Todo esto es lo que tienen en común los blogs con otros
fenómenos comunicativos anteriores y más básicos
como son las páginas web.
En cuanto a la diferencia específica de los blogs, podría
tomarse como caso típico de la naturaleza borrosa de las
categorías. Si hasta conceptos en apariencia claros como
"conejo" o "cebra" son problemáticos desde el punto de vista
taxonómico, hay que reconocer que los blogs constituyen un
conjunto especialmente borroso de tecnologías
informáticas y prácticas comunicativas. Ello se debe en
parte a su versatilidad y en parte a la rápida evolución
tecnológica en este campo. Sin embargo, el conjunto fluido de
prácticas en tono a los blogs sí está lo suficientemente unificado como para que
se hable de "la blogosfera" como una parte determinada de la Red (y
como otro concepto borroso o de límites cuestionables,
naturalmente). Incluiremos aquí algunas características
básicas, teniendo en cuenta que algún blog determinado
podría muy bien carecer de una o de varias de ellas, por muy
básicas que parezcan—pero no de todas.
- Son blogs, en principio, los sitios web generados por millones sobre
la base de las plataformas de publicación en línea
creadas a tal efecto (Blogger: http://www.blogger.com/, Wordpress: http://es.wordpress.com/, Blogia: http://www.blogia.com/,
etc.). Estas plataformas, dentro de la relativa uniformidad formal de
los productos que generan, ofrecen diversas opciones de edición
y herramientas seleccionables por cada autor/editor. No todas las
plataformas tienen las mismas posibilidades o prestaciones, aunque la
mayoría de las herramientas u opciones básicas son muy
similares. En menor grado se da esta similaridad básica con los
blogs generados con sistemas de edición alternativos,
independientes, caseros o improvisados. A título de ejemplo
puede compararse "un mismo" blog, el mío, en dos versiones, una
publicada en una plataforma de blogs (Vanity Fea, en Blogia, http://garciala.blogia.com) y otra en un sitio web personal (Blog de notas,http://www.unizar.es/departamentos/filologia_inglesa/garciala/blog.html)
- Un blog es cambiante. Mientras que una página web no se define
por su variabilidad, si bien puede ocasionalmente "actualizarse", un
blog es una página web constantemente actualizada, de maneras
más o menos continuas, regulares o esporádicas. Se
insinúa aquí naturalmente toda una gama de situaciones, y
de hecho también de diseños para acomodar esas
actualizaciones, desde una pequeña sección de "noticias"
o "novedades" en una página por lo demás estática, hasta el rediseño global del sitio web en cada
actualización.
- En un blog, al contrario que en los capítulos de un libro, la
secuencia de artículos es inversa, resultante del procedimiento
de escribir el nuevo artículo en la parte superior de la
pantalla/página, y empujar el material anterior hacia abajo o a una página ulterior.
Normalmente se fecha el texto o artículo añadido, algo que sucede de modo
automático en las plataformas de blogueo. Existe, sin embargo, la opción (menos
utilizada) de actualizar el blog por el procedimiento de introducir
cambios o "editar" el mismo artículo con
modificaciones—incluso creando un blog en segundo grado dentro
del blog, si se desea. De estas modificaciones ulteriores a la creación del artículo no queda constancia
que sea públicamente tan accesible, con lo cual se da la posibilidad de
que los lectores tomen las dataciones automáticas de
artículos como un registro de la "verdadera" secuencia editorial
coincidente con su creación.
- Se abre así la posibilidad de una modalidad (no la
única) de ficcionalización de la estructura secuencial
del blog—por ejemplo, modificando retroactivamente
artículos viejos para que profeticen noticias o acontecimientos
ulteriores, etc. La forma se presta bastante bien a este ilusionismo,
por la aparente inevitabilidad y objetividad de las funciones
automatizadas de datación. Podríamos hablar de una
manipulabilidad inherente a este espejismo tecnológico.
Subrayamos esta posibilidad por prestarse a efectos comunicativos
curiosos en el tema central que nos interesa aquí, la
relación entre el blogueo y la narratividad de la experiencia.
Téngase en cuenta, sin embargo, que la secuencia temporal de lo
escrito es sólo el más obvio de los aspectos
"tecnológicamente determinados" del blog que se prestan a una
manipulación (ya sea hecha ésta con fines
artístico-ficcionales o meramente
prácticos-manipuladores).
- Un blog es interactivo, mientras que una página web es
unidireccional. El blog está escrito colectivamente, con uno o
más autores/editores que añaden artículos (textos
de primer grado de importancia, visibles en primera línea) y
visitantes (ya sea registrados o anónimos, un pequeño
grupo o grandes números) que añaden comentarios a esos
artículos. Los comentarios son textos de segundo grado de
importancia, normalmente visibles para el lector del blog sólo
si éste opta por leerlos mediante un nuevo clic en un enlace.
Aunque hay también diseños alternativos, que colocan los
comentarios en los márgenes, a la altura del artículo, o
incluyen un miniblog "rápido" (multiusuario o no) en un
recuadro inserto—etc.
- Los niveles de interactividad pueden ajustarse de múltiples
maneras. Al margen de las soluciones más habituales, como
permitir a los lectores poner comentarios, ya sean o no aprobados
previamente por el autor/editor, abundan otras opciones menos difundidas, como por ejemplo
no permitir la introducción de comentarios, permitirla selectivamente, o permitir a cualquier lector escribir
ya no comentarios, sino artículos, o incluso rediseñar la estructura del sitio.
- El sistema o plataforma utilizado para
el blog puede dar más o menos opciones de interactividad a los
autores/editores y a los lectores/comentadores, y ponerlos en mayor o
menor pie de igualdad a la hora de seguir una conversación.
Por ejemplo, es un desarrollo habitual que el autor reciba por
correo electrónico un aviso de que se ha puesto un comentario en
el blog. Comienza a difundirse últimamente que el lector pueda
también optar por recibir avisos de actualizaciones, lo cual
favorece el desarrollo de conversaciones sin necesidad de arriesgarse a
perder el tiempo a volver a un blog que quizá no se haya
actualizado. La interactividad puede asegurarse, por otra parte,
mediante otras vías no
accesibles a los demás lectores, como son el correo
electrónico, el teléfono o los SMS. Puede también
subordinarse el blog a otro medio de comunicación del cual sea
un accesorio (un periódico, una revista en red, una
estación de radio....), y esta cuestión también
tiene consecuencias para la interactividad o la proyección
pública del blog.
- Hay asimismo una variedad de opciones de suscripción (o
"sindicación" como se la llama en este contexto), principalmente
mediante los
sistemas de señales RSS o Atom. De este modo, los lectores
reciben aviso de las actualizaciones del blog sin tener que pasar
regularmente a comprobarlo, y hay mayor fluidez comunicativa y
fidelización de ese público. Los lectores pueden incluso
leer
no el blog "en sí", sino una versión (abreviada o no) del
mismo generada por un sistema lector de estas
señales—sistema que a su vez puede ser un programa del
propio ordenador, o un sitio en red donde el lector administra sus
lecturas y suscripciones.
- Los blogs suelen guardar los artículos anteriores disponibles
(junto con sus comentarios) en una sección de archivos
consultable. Lo más actual aparece primero, un número
variable de artículos de antigüedad creciente más
abajo, y, en páginas diferentes, pero accesibles al lector, se archiva la
historia o secuencia completa del blog—otra diferencia más
con respecto a las publicaciones periódicas impresas. Un blog
lleva por tanto su historia a cuestas, fácilmente accesible. (En
mi caso, cuando leo un nuevo blog, empezando por el artículo de
portada, no es infrecuente que acuda luego a su inicio).
- También suele ser un elemento importante la
clasificación de los
artículos por temas, o su accesibilidad a través de
etiquetas. Otras veces son los propios enlaces internos del blog los
que establecen recorridos de lectura o asocian artículos de
temática semejante. En este sentido, un blog es una
colección de
páginas web combinables en mosaico de diversas maneras, de modo
automatizado o manual: ya sea según la fecha de su
creación (en los
archivos), ya sea temáticamente. Además, los enlaces
externos del blog a otros blogs, artículos o sitios web
trazan una red adicional de vías hipertextuales. Un elemento muy
característico en este sentido es el trackback
o registro de enlaces a un artículo dado, herramienta
automatizada presente en muchas plataformas. También sitios
seguidores de blogs, como Google Blog Search (http://blogsearch.google.com/) o Technorati (http://technorati.com/),
interactúan dinámicamente con los blogs allí
registrados en la difusión de información y seguimiento
de visitas y enlaces.
- Hay otros elementos que suelen incluir los blogs, normalmente
ordenados marginalmente en el encabezamiento o en barras laterales
flanqueando los artículos: una sección más fija de
presentación o declaración de intenciones, enlaces a
otros blogs del autor u otros sitios web mantenidos por él,
documentos, textos (por ejeemplo, enlaces a fotoblogs o videoblogs del
mismo autor); una lista de blogs recomendados, favoritos, favoritos,
similares, o amigos; enlaces a herramientas o recursos en red
(diccionarios, conversores de formato, etc.), contadores de visitas o
incluso registros de procedencia de visitas; listado de últimos
comentarios añadidos (algo muy útil ésto para
seguir las conversaciones), cuadro que recoge las intervenciones del
bloguero en otros foros, etc. A esto puede añadirse la
publicidad ya sea para sufragar gastos de la plataforma o como ingresos
particulares para el bloguero; enlaces testimoniales (normalmente con
iconos incluidos) a campañas de opinión, grupos de presión o acción social,
instituciones, eventos, etc.
- Por otra parte, cada blog o cada artículo puede hacer un uso
más o menos extenso de recursos multimedia. Aparte del texto, en
los artículos pueden utilizarse, solos o en combinación,
enlaces hipertextuales, imágenes, archivos de sonido,
vídeos. Hay blogs únicamente fotográficos, otros
sólo de vídeo, otros estrictamente textuales. Y la
mayoría combinan de manera variable estos recursos
semióticos.
- Y en todo lo previo no hemos entrado todavía para nada en
cuestiones de "contenido" o temática propiamente dichas: pues
los blogs pueden ser temáticos o no, con ingrediente personal o
no, más o menos especializados o estrictos en su línea
editorial. Y las temáticas, por supuesto, son infinitas.
¿De qué van los libros? De lo mismo, los blogs.
Aquí no vamos a entrar más en este aspecto de la
cuestión, por acotar y por acortar. Excepto en lo que toca al
ingrediente temático personal y experiencial tratado en el apartado siguiente.
- En suma, siendo muchas las plataformas, opciones, plantillas y
soluciones tecnológicas disponibles, muchas sus combinaciones, e
infinitas las temáticas tratadas, cada blog es un texto con
características formales y dinámica propias—aunque
tenga normalmente "vecinos" más o menos parecidos en la misma
plataforma, o en el mismo círculo de intereses. Y parte de
esa dinámica es la manera en que el blog se mantiene vivo,
actualizado, visitado, comentado, promocionado en otros medios...
cuestiones que no van siempre a la par unas con otras. Un blog puede
ser muy vital en sus visitas y poco en sus actualizaciones y
comentarios, o al revés; puede ser un acontecimiento original y
enriquecedor para unos pocos, o
repetitivo y enriquecedor sin embargo para muchos; puede ser primitivo
y simplón pero muy visitado y activo, o complejo e
ignorado. O viceversa, como en botica.
Los blogs y la experiencia personal
Como hemos dicho, un blog puede estar especializado en cualquier
temática, al igual que una revista o un libro. O bien puede no
estar especializado en ninguna—sugiriéndose así una
nueva graduación escalar donde cada blog encontrará su
ubicación. De entre los parámetros a tener en cuenta no
sólo habrá que considerar la coherencia temática
de la línea editorial, sino también la impersonalidad
del blog—por ejemplo, entre los blogs estrictamente
tecnológicos, será más impersonal un blog en el
que las tecnologías sean examinadas según vayan
apareciendo en el mercado, y menos impersonal un blog en el que sean
examinadas según vayan atrayendo la atención del
bloguero, independientemente de su novedad.
Un blog no temático, por su parte, tiende espontáneamente al
polo personal: todo artículo vendrá a ser un indicio de
los intereses actuales del bloguero, sin un principio de selección que los limite. Y, de modo más general, el
blog en tanto que forma tiende a albergar un ingrediente de
subjetividad y experiencia personal que lo diferencia de otras
publicaciones con orientación temática. Los gadgets, o
las noticias, o los libros... todo lo reseñado en el blog
tenderá a presentar en mayor o menor medida una
evaluación personal, una reacción individualizada. No en
vano es el blog una publicación personal,
y se diferencia del libro o la revista por la independencia con la que
un individuo (o grupo de ellos) difunde su texto y su opinión
sin filtros editoriales. Por supuesto que hay blogs con filtros
editoriales y normas de edición acordadas—pero allí
ya derivamos más hacia otro género diferenciado, la
revista electrónica, cuyas fronteras con el blog son por
supuesto una gama fluida de grises.
El sesgo personal a que tiende el blog es una función directa del medio de publicación: la accesibilidad
universal de Internet, la facilidad de generación de contenidos,
la responsabilidad limitada de la plataforma sobre el contenido de lo
publicado en cada blog, el control personal del autor/editor sobre lo
publicado, y sobre todo quizá el bajo coste de producción
(y la favorable relación coste/distribución
potencial), que hace que las consideraciones de beneficio
económico o bien desaparezcan o bien pasen a un plano muy
secundario. El blog está menos sometido a la voluntad del
mercado que la revista, y eso da alas a la expresividad personal y a la
subjetividad.
Observa Steve Himmer que el blog como forma se resiste a la
reificación comercial—aunque habría que excluir
aquí a los "splogs", anuncios en forma de pseudo-blogs generados
automáticamente por sistemas de publicidad basura.
"En general . . . el contenido de los blogs disuelve de modo activo
muchas de las distinciones en las que se basa el periodismo comercial tradicional
(o por otra parte la ficción narrativa y las memorias), al mezclar
lo profundamente personal con lo factual y lo interpretativo. Y esta disolución
sirve a la vez, con el tiempo, para que los autores desarrollen y profundicen
la imagen pública que presentan en su obra, incorporando más
y más rasgos propios y singularidades que normalmente no saldrían
a la luz en una escritura pública" (Nota 29).
El blog proliferó especialmente en sus inicios como diario
personal en red. Y esa sigue siendo en cierto modo la forma natural
alrededor de la cual gravita el
género, difuminándose en sus contornos ya hacia la
publicación académica, ya hacia el fanzine, el
boletín especializado, o la revista de curiosidades. En muchas
ocasiones, si el blog es temático, es porque las personas son
temáticas—porque en el conjunto de intereses y actividades
sobre las que un individuo se comunica, acaban adquiriendo peso y dando
sesgo a la publicación aquellos temas de interés especial
del bloguero, sean profesionales o por afición.
El blog en el sentido más informe del término, el blog llevado en la dirección informe que lo
asemeja a los álbumes de recortes, notas sueltas, libros de
citas, colecciones de anécdotas o curiosidades, viene a estar
unificado por el mismo acto de recoger o redactar un asunto en una nota
del blog: es su propia historia, podríamos decir, y tiende por
gravitación propia a acercarse a la historia emocional,
intelectual o personal de su autor, y a mostrar en su desarrollo el
desarrollo de las actitudes del bloguero no sólo hacia diversos
aspectos de la realidad que le rodea, sino (de modo prominente) hacia
el propio blog, y hacia la actividad del bloguero en cuanto comunicador
de esa realidad y estructurador del blog. Adquiere por tanto este
género, tanto más en sus modalidades más
personales y espontáneas, una prominente dimensión
reflexiva.
Tanto la reflexividad como la narratividad del yo quedan enfatizadas
por las modalidades comunicativas favorecidas por los blogs.
Téngase en cuenta, además, que una importante
dimensión del blog es la interactividad, su integración
en una comunidad virtual de comunicadores, mutuos comentadores, amigos
imaginarios, o la creación de un público de lectores,
observadores y participantes en torno al blog mismo. Este mismo proceso
de socialización tiene su propia historia y avatares ("la
fidelización de comentadores prominentes", "la batalla contra el
troll", "un artículo con eco mediático", etc.) que le confieren al
proceso de escritura una dimensión narrativa suplementaria.
Narratividad y literariedad del blog
Para examinar la cuestión de la narratividad propia de los blogs
debemos tomar en consideración diversas dimensiones de la
narratividad. La propia secuencialidad temporal, la datación
cronológica inherente a los blogs, les dota de una importante
potencialidad narrativa de un tipo particular: lo que Genette llamaba
narración intercalada (típica de los diarios). Pero
existen muchas otras dimensiones en la
narratividad al margen de la mera secuencialidad.
Tomemos la retrospectividad, por ejemplo. La enunciación
típicamente intercalada de los blogs hace que en el momento de
la composición la retrospectividad se limite a lo ya escrito y
ya contado o comentado, no a lo que está por contar o comentar (y de hecho por venir).
El bloguero es inocente del porvenir de su texto, que no está
diseñado como no está diseñada la vida que hemos
de vivir. (Y, sin embargo, insistimos en que este efecto como cualquier otro
efecto textual se puede ficcionalizar, reutilizar, en una estructura
estética que utilice la estructura primaria del blog como forma imitada o como material
compositivo).
En el blog caben referencias temporales al pasado o al futuro que
enfaticen la narratividad, por el procedimiento de señalar o
subrayar secuencias de acción, causalidad,
expectación... Así pues, puede haber referencias y
enlaces a
artículos anteriores que enfaticen un desarrollo narrativo, o
puede darse la
expresión de futuros desarrollos hipotéticos, planes,
incógnitas que
se han de resolver. Y, aunque estamos teniendo en cuenta aquí de
modo
especial la narratividad enfatizada por la referencia del texto a
sí mismo, naturalmente también pueden darse
referencias al pasado y al futuro que no sean además referencias
al propio texto que ha de recoger ese pasado y ese futuro—ya se
nos refiramos plano personal de la vida y milagros del bloguero, o a la
temática específica tratada por el blog: desarrollos
tecnológicos, política, etc. El blog, al generar un texto
uniforme y secuencial sobre un proceso determinado, enfatiza la
dimensión narrativa del proceso en cuestión.
Cabe especialmente en los blogs un tipo de retrospección muy
unido a los textos en proceso, los textos que son publicados no tras un diseño previo global sino como un desarrollo en
curso: se trata de la reevaluación de anteriores
datos, sucesos, circunstancias, entradas, etc., a la luz de hechos
imprevistos o sobrevenidos. Muchas veces serán los comentadores
los que señalen potenciales ironías traídas por el tiempo, al comentar
sobre un artículo meses o años después.
Esta relación del blog o del
diario—como de la vida—con la imprevisión y la
contingencia de lo temporal también
hace de ellos
narraciones vitales, textos que enfatizan el carácter narrativo
del propio discurrir de la vida y que, de hecho, adquieren una
semblanza de vida propia, sometidos en su progreso a los avatares
e incertidumbres de la vida del individuo que los crea. Observemos, por
cierto, que esta narratividad del yo adquiere gran parte de su potencia
al ser contemplada y comunicada "en directo" a un
público—pues una narratividad comparable contemplada
retrospectivamente en un dietario escrito en el pasado no involucra del
mismo modo al presente del lector con el presente del escritor.
Aquí debemos remitir la discusión, como hace Viviane
Serfaty en su libro sobre los diarios en red (2003), a la
tradición diarística de la escritura del yo. (Nota 30).
Teorizadores
como Philippe Lejeune y Georges Gusdorf señalan tres tradiciones
principales para esta escritura personal: el catolicismo (Santa Teresa
de Jesús, J. H. Newman), el puritanismo inglés (por ej.
Bunyan) y la tradición libertina (de Pepys a Rousseau). La
escritura para
sí articula un espacio de libertad donde el pensamiento puede
moverse al margen del dogma (Serfaty 2003: 6) y esto deviene en
Rousseau en
una regla del deseo como primer motor del individuo moderno. La
experiencia de la subjetividad moderna encuantra su espacio de
expresión y desarrollo en los diarios. Los diarios constituyen
la verdad como un espacio de interpretación y de
transformación: según Serfaty, la datación de
las entradas y su ubicación cronológica son esenciales
para la significación de éstas, pero también hay
siempre un lugar para la revisión y la reinterpretación,
con lo cual se pone en entredicho la pretensión de reflejar
fielmente la realidad de la experiencia. Los individuos se representan,
se justifican a sí mismos y se recrean mediante la escritura de
la vida, y el propio proceso de escritura se retroalimenta con la
experiencia vital, se vuelve parte esencial de ella, y deviene un
elemento primordial en la autoconstrucción y
autocomprensión del sujeto. Señala Serfaty que los blogs
como diarios en red favorecen "una visión diacrónica del
propio yo" (2003: 28). Todo ello una forma dispersa,
multiperspectivística, a través de monólogos,
diálogos con el público, fotografías,
vídeos, en un fenómeno de autorrepresentación
personal e interacción social inmensamente novedoso, cuyos
precedentes, si bien existen, son sólo fragmentarios y
limitados. (Nota 31).
Imprevisible fue el surgimiento de la web, y la aparición
súbita de los blogs y otras formas de escritura pública
improvisada dentro de ella. Un teorizador del arte podría
quizá estar esperando a que, una vez creado un potente medio
multimedio como es el espacio de la pantalla, capaz de combinar color e
imagen, tipografía, sonido, escritura creativa, narración
y poesía, vídeo y música, vaya a surgir en
cualquier momento un Gesamtkunstwerk, un
potente género artístico a la medida de los nuevos
tiempos y las nuevas tecnologías... pero ¿no nos da ya
cualquier blog esa mezcla compleja de medios, en forma de work in progress
multimedia, y unido a la vez a un arte del yo y de la
interacción social, y una fiesta de la intertextualidad?
¿Una narración polimorfa de la experiencia en red de un
sujeto virtualizado?
Podrían parecer los blogs demasiado vivos y fluidos para ser
arte en el sentido usualmente aceptado—aun aceptando de entrada
que los haya más artísticos o más literariamente
valiosos que otros. Steve Himmer (2004)
escribió sobre los blogs como nuevo
género literario, como obra típicamente
moderna, en curso, tras la muerte del arte tradicional... pero con un
aura
benjaminiana que les otorga su incidencia en el tiempo real. Observa
Himmer
que un blog, al contrario que una obra literaria tradicional, tiene
múltiples puntos de entrada para el lector:
"Esos puntos de entrada no están determinados por el autor,
sino más bien por la manera en que otros han interactuado con el
texto o textos producidos por el autor. Sólo es posible que un lector
llegue a un artículo mío a través de otros sitio si
ese sitio (o su autor) ha decidido ofrecer un enlace a mi obra. Los puntos
de entrada múltiples, pues, no son sólo dinámicos,
sino que están totalmente fuera del control o pautas impuestos por
el autor original y del texto original". (Nota 32)
Hay que señalar que hay un punto de entrada privilegiado, que
es el momento actual. A él llevan la mayoría de los
enlaces, agregadores, marcadores del navegador, etc.
Para los seguidores de un blog, los demás son de hecho casi
invisibles,
y cada post es flor de un día o de los pocos días en que
dura
la discusión, si la hay, hasta que se paraliza... no sucede lo
mismo
para quienes encuentran el blog por primera vez. Los buscadores pueden
llevar a un visitante a cualquier artículo pasado que no haya
sido borrado, y las herramientas de seguimiento de visitas pueden
llevar a la sorpresa de descubrir que la mayor parte de los visitantes
de tu blog iban buscando otra cosa. Muchas visitas llegan a
través de enlaces que otros blogs pusieron no al encabezamiento,
sino a un post concreto (es esencial para la forma canónica del
blog la existencia de una dirección URL propia para cada
artículo, de modo que el blog acaba siendo una enorme
colección de páginas web atravesadas por múltiples
caminos hipertextuales posibles). Así pues, un blog es un
mosaico combinable o un laberinto con múltiples entradas, aunque
tenga puerta principal. Y aun entrando por la puerta principal, no
entramos por el principio,
como en un libro, sino en todo caso por el final, un final provisional
y variable, un pórtico unido (como sucede en el periódico) a la
evanescencia del presente.
No es que un blog no sea relegible, pero su mayor interés va unido a la imprevisibilidad de lo nuevo.
"Tal como Ulrich Beck
definió el riesgo, los bloggers se ocupan
de los peligros y de las inseguridades inducidos por las interminables
olas de la modernización. Lo que se bloguea es la
incertidumbre
implacable de lo cotidiano. Mientras que los empresarios colonizan el
futuro, repletos de alucinaciones colectivas, los bloggers exponen el
presente que ellos mismos captan." (Geert Lovink 2007, "Bitácoras:
el impulso nihilista")
Según Himmer,
El hecho de que una bitácora esté siempre en proceso,
nunca completada, puede intepretarse tanto como el punto más fuerte
y el punto más débil de la bitácora en tanto que forma. (Nota 33).
Habría que señalar que un blog sí está completado, al menos en
cierto modo, cuando deja de escribirse—como Tristram Shandy quedó completado por la muerte de Sterne. Muchos blogs mueren por
abandono; a otros se les pone fin formalmente. Pero el final más
acorde quizá con la narratividad propia de esta forma es el que
se ve en casos como el de a Steve Vincent,
bloguero asesinado en Irak a consecuencia de sus reportajes (Nota 34)—o el
de otros blogueros cuyo diario en directo se interrumpe
espectacularmente a la vez que su vida. Normalmente la sección
de comentarios sigue creciendo durante un tiempo, hasta la muerte del
propio blog. Los destinos póstumos posibles son
diversos—puede verse el post de Fabricio Ferri Benedetti sobre
los blogs muertos (2003).
Ahora bien, cómo saber si un blog está vivo? Todos
podrían ser muertos recientes… al igual que
podríamos decir que nos
estamos dejando la barba cada vez que no nos estamos afeitando.
Habrá que concluir que muchos parecen vivos, unos más que
otros. Sobre todo cuando
las discusiones los traen a la vida, y estamos a la expectativa de una
respuesta en una conversación dada—es ésta una
ventaja de la escritura en directo; el blog deviene un drama viviente,
una conversación que deja huella pública y queda escrita
en el aire, una obra literaria que se va generando a la vez que sucede
realmente en la vida. Pero literatura, claro, no es la
palabra. Los blogs son un sitio donde la literatura, y el diarismo, y
el periodismo, pierden su
honesto
nombre, y adquieren este otro, que tanto dice de ellos: "blog",
una especie de cruce entre bloc y eructo textual incontrolado, o masa
semiótica informe y cambiante... Este término recoge
ciertos aspectos del fenómeno mejor que su sinónimo
parcial "bitácora", que parece sugerir un rumbo controlado.
Observa Axel Bruns en el capítulo final de Uses of Blogs
que en las definiciones de qué es "un blog" se oscila entre
definirlo como un tipo de género o un tipo de tecnología,
aunque evidentemente hay una cierta conexión entre las
tecnologías y los géneros que posibilitan: "Está
claro que los rasgos tecnológicos de las tecnologías de
publicación también ayudan a determinar qué
géneros serán posibles en su seno, pero al mismo tiempo
las tecnologías también son modeladas por las necesidades
sociales que están presentes en la cultura contemporánea
y pueden impulsar el auge o caída de géneros particulares
de expresión" (2006: 250, traduzco).
En el caso de los blogs es importante la aparición del
produsage, "produso", mezcla de uso y producción, y esto es a la
vez algo posibilitado por la tecnología y demandado por los
usuarios, que favorecerán la adopción de las
tecnologías que cubran estas necesidades sociales de
comunicación. Tecnologías hay muchas, pero lo crucial no
es que existan, sino que se difundan y sean adoptadas. Si los blogs son
fantásticos pero a la gente le va más Twitter porque se
presta más al formato SMS, pues Twitter tendremos
(¡¡esperemos que no!!), y los blogs se quedarán para
círculos limitados y especializados como los filatelistas,
esperantistas y radioaficionados.
Así, por ejemplo, los videoblogs o los podcasts no han tenido
tanto éxito para el blog personal como el texto escrito, no
tanto quizá por lo engorroso de la tecnología, sino
porque los usuarios prefieren la velocidad que permite un barrido
visual y que la da el texto, no el vídeo ni el audio. (Nota 35).
Concluye Bruns que "quizá, pues, el ímpetu para la
evolución de los blogs en todas sus formas lo vaya a seguir
dando la evolución de los géneros y no tanto de las
tecnologías" (2006: 251)—y sin embargo los géneros
también proporcionan la ocasión encasilllarse en un
género, una limitación tanto como una orientación.
Incluso dentro de los límites del blog personal, supuestamente
menos "temático" que los demás, hay prácticas
generalizadas sobre lo que cabe y no cabe en un blog personal; de este
modo la blogosfera va encontrando sus prácticas mayoritarias, y
minoritarias. Cada bloguero sin duda se atendrá a las que
más le convengan o más atractivas le resulten en cada
momento, sean mayoritarias o minoritarias. Aunque se quede en una
comunidad minoritaria, o en un islote tecnológico.
Ficcionalidad e inutilidad del blog personal
¿Cuándo es ficticio un blog? La pregunta no tiene
respuesta sencilla. No se puede presuponer una línea divisoria
clara entre blogs ficticios y blogs no ficticios. Más bien
habría que estudiar las diversas maneras en que puede haber
elementos de ficcionalidad en un blog. O en un texto cualquiera: pues
muchas cuestiones son problemas generales de comunicación
textual, y sólo algunas formas particulares aparecen en los
blogs por su medio o estructura.
Comencemos por la diferencia
entre narración y ficción, o narratividad y
ficcionalidad, tal como se aplicaría a los blogs. No siempre se tiene en cuenta en el rigor de las
definiciones. Por ejemplo, Angela Thomas define un "blog ficticio"
(fictional blog) como "any form of narrative that is written and
published through a blog, Livejournal, or other similar online Web journal" (2006: 199)—una conceptualización claramente deficiente.
Distingamos la ficcionalidad espontánea de la ficcionalidad deliberada (y, en general, explícita). La
primera puede identificarse en principio, en lo que a las
narraciones en general se refiere, con la narratividad y las
demás
dimensiones de articulación semiótica de un mensaje. A
saber: por el mero hecho de recibir una forma narrativa, una
distribución de la información en base a presuposiciones,
un punto de vista, etc., todo texto presentado como factual ha de
entenderse críticamente como una versión de la realidad
supuestamente factual que presenta. Por supuesto, la
argumentación del hablante es que su discurso es una fiel
transcripción de los hechos, y por eso hablamos aquí de ficcionalidad
involuntaria—es el punto de vista de un tercero el que
señala la discrepancia entre los hechos y su
representación. Admítasenos el uso provisional de ficcionalidad espontánea
para referirnos a este aspecto de la textualidad—aunque a algunos
les ha de parecer poco riguroso el uso del término ficcionalidad aquí, especialmente después de haber pedido rigor conceptual.
El segundo tipo de ficcionalidad, la ficcionalidad deliberada (y
comúnmente explícita), es en todo caso
un juego verbal diferente: supone la generación de personajes y
situaciones inexistentes pero significativos, y la invitación al
receptor a
entrar en este universo alternativo. Que puede mantener diversos tipos
de
relaciones con el real, según los géneros invocados y las
maniobras específicas de cada texto—pero se trata en
principio
de una actividad poética, que remite al emisor y receptor a un
mundo referencial alejado por acuerdo mutuo de la interacción
comunicativa sobre
hechos factuales.
Por tanto, puede haber en principio en los blogs narrativos, como en cualquier otra narración, una ficcionalidad espontánea (comúnmente involuntaria) y una ficcionalidad deliberada (normalmente explícita). Puede
haber blogs que ficcionalicen o narrativicen la experiencia real del
bloguero, y blogs que relaten una historia completamente ficticia. Puede
también haber incluso blogs (casos experimentales, complejos, o
"blogs en segundo grado")
que sometan a una ficcionalización la forma misma del blog (por
ejemplo con falsos archivos antiguos, enlaces a otros blogs que a su
vez también formen parte de la obra diseñada por el
autor...).
Y una vez
sentados estos dos polos, la ficcionalidad involuntara /
espontánea y la deliberada / explícita... hay que tener
en cuenta que todo el terreno
intermedio está también ocupado.
Angela Thomas (2006) presenta esta tipología de "blog
fiction", presentando una oposición básica entre
- El blog usado como un mero instrumento de publicación, y
- El blog usado como un instrumento de escritura, utilizando las posibilidades propias del medio, lo que a su vez se subdivide en
- Historia contenida en el propio blog o
- Historia sólo parcialmente contenida por el blog,
–y aquí
distingue, no sé si de modo exhaustivo, entre blogs relacionados
con juegos de rol interactivos, y diarios de personajes ya sean basados
en una fuente ficticia o real. (Así pues, el blog de Julio César,
por ejemplo, Bloggus Caesari, http://www.sankey.ca/caesar/, tiene una fuente real pero es ficticio en tanto que blog.
Hay otros ejemplos de bloguización de textos diarísticos clásicos:
el diario de Pepys, el Journal to Stella de Swift, el Quadern Gris de Josep Pla...)
Sección aparte merecen en el artículo de Thomas los blogs ficticios utilizados con fines comerciales.
Como instrumento de escritura, el blog utilizará sus
características de hipertextualidad, serialidad, multimedia, e
interactividad para crear efectos artísticos propios. Se dice
que en los blogs el lector "idealizado" que todo escritor crea (Gibson 1950) adquiere
un carácter distinto, pues son lectores reales los que
interactúan con el escritor. Aquí habría que
matizar, pues nunca un lector efectivo se confunde con el lector
implícito o ideal de un texto. Quien ha leído un texto
efectivamente no es sino una muestra no representativa de quienes
pueden leerlo en el futuro.
Ahora bien, quizá se esté
pensando en otra característica de los blogs: su evanescencia.No
porque desaparezcan (siempre) de la red, cosa que también va
sucediendo, sino porque en los blogs hay un punto vivo, la cabeza del
mismo que va creciendo, y
una cola larga
de texto semimuerto que arrastra, tiempo muerto del pasado,
artículos anteriores que
sólo viven en proporción a la vida de la cabeza—si
vive en absoluto (Nota 36). Los comentarios a artículos antiguos
decrecen
exponencialmente si se comparan con los comentarios a artículos
recientes—aunque esto puede variar en función de las
herramientas disponibles en el blog (por ejemplo, se potencia la
vitalidad de los artículos antiguos si hay en portada, un
cuadro de seguimiento de últimos comentarios).
El ejemplo de blog que utiliza para la ficción todas estas posibilidades del blogging es para Thomas The Glass House (que
ya ha desaparecido de la red, con su puesto ocupado por anuncios de
préstamos rápidos y tonos para móviles... la
evanescencia es el peor enemigo de los blogs, y del hombre). En fin, The Glass House
empleaba por ejemplo la herramienta de comentarios para introducir comentarios
ficticios de los personajes amigos del protagonista, "James el hombre
invisible". Y el supuesto bloguero iba introduciendo elementos multimedia asimismo ficticios.
Más corrientes son los blogs derivados de una
ficción ya existente, como los de comunidades de fans (de ficciones del tipo
Harry Potter o Buffy the Vampire Slayer). Es
especialmente llamativo el caso de la fan fiction escrita por
adolescentes: según Angela Thomas, en referencia a un estudio de
una comunidad de fan fiction,
"además de meterse en la cabeza de un personaje y crear una
historia de trasfondo para escribir fan fiction, estos diarios en red
concretamente son también un medio de explorar y construir el
yo, y las chicas (...) estaban creando versiones de sí mismas al
escribir adoptando un rol. Se vio que la narración y la
ficción servían como un mecanismo de distanciamiento de
seguridad para explorar sentimientos y experiencias de la adolescencia
que o bien eran difíciles o bien estaban sin explorar a
través de sus personalidades reales." (Thomas 2006: 204, traduzco).
Así, las autoras juveniles de fan fiction crean identidades
híbridas entre ellas mismas y los personajes del mundo ficticio,
atribuyéndoles recuerdos, gustos o deseos de la propia autora:
"Sus
personajes son un ensayo de aquello en lo que ellas quieren volverse, y al interpretar
el rol de ese yo ideal, pueden acercarse más a convertirse en
él. Son las posibilidades imaginativas de sus personajes
ficticios lo que les da a las chicas el poder de imaginar esas mismas
posibilidades para sus personalidades reales" (2006: 206).
Esto no parece
radicalmente distinto de las proyecciones que establece un autor adulto
con sus personajes: muchas veces estos provienen de lados alternativos
de su personalidad. Ahora bien, en el caso de los adultos, al estar la
personalidad y sus posibilidades más asentadas, muchas veces son
posibilidades rechazadas o desaparecidas para el propio autor lo que se
proyecta y desarrolla, y no proyectos de transformación del yo.
Hay una relación mucho más indirecta entre personaje y
autor.
Vemos en todo caso que aquí hay bajo la ficción evidente
una buena dosis de realidad—una de las razones por las cuales no
es fácil trazar la línea entre ficción y realidad
en los blogs, ni en ningún otro sitio. Lo mismo sucede sin duda
a la inversa: en blogs que se presentan como realidad puede haber una
buena dosis de invención o falsedad. Aunque habría que precisar si puede
hablarse de ficción en ese caso. Pues ficción quiere
decir bastantes cosas (es un concepto borroso), pero uno de sus
sentidos principales se refiere a un juego consensuado entre emisor y receptor,
el juego de la ficción. Cierto es que nunca se sabe cuáles son los límites de ese consenso.
Según señala Steve Himmer, la mera proyección de
la identidad en red ya supone la construcción de un personaje o
la filtración selectiva del yo para convertirlo en un personaje:
"El bloguero, en ese sentido, puede leerse como ficticio, como un
personaje, de la misma manera que Andy Rooney o James Joyce, promoviendo
la desaparición de las fronteras entre factual y ficticio, público
y privado, y entre los géneros separados en general". (Nota 37).
Hay que admitir que esto sucede. Pero, como diría el Napoleón
de Orwell, si bien todos somos
entes ficticios, en la red o fuera de ella, algunos somos más ficticios que otros. Hay
infinitas gradaciones entre el bloguero que firma con una identidad
real, personal, profesional, geográficamente localizable, el
bloguero que utiliza un alias más o menos estable para su
identidad en red, y la identidad evanescente creada para el caso por
alguien que escribe anónimamente con distintas personalidades en
diversos foros. (Nota 38).
Un apartado especial dedica Thomas a los blogs comerciales, donde los
personajes de ficción también adquieren la
dimensión "real" de interacción con la vida real y
situaciones a través del humor por ejemplo—lo que nos da
más casos
mixtos o borrosos, dentro de un marco general que es ficcional.
Aquí como en casi cualquier otro caso, la diferencia entre
ficción y realidad es más compleja, permeable y
dialéctica de lo que podría parecer a primera vista.
Según David Gauntlett, "Para interpretar
las elecciones que hemos hecho, los individuos construimos una
narración del yo, que da cierto orden a la complejidad de
nuestras vidas" (Gauntlett, Media, Genre, and Identity, cit. en Thomas 2006: 208). Este orden narrativo impuesto por
selección u omisión es ciertamente una
dimensión de la ficcionalidad, pero también de esa ficcionalidad y narratividad que
aplicamos fuera de los textos de ficción, para construir el
espacio social donde interactuamos, y donde mantenemos la
ficción de que somos siempre la misma persona. Lo que hemos llamado ficcionalidad espontánea.
Tim Wright pronostica que "a medida que más y más gente
empiece a bloguear, inevitablemente se difuminarán las
líneas entre autor y lector, y entre hecho factual y
ficción" (en Thomas 2006: 208). Thomas ve mucho potencial
artístico, interactivo y comunicativo a los blogs ficticios, y a
este terreno indefinido entre ficción y realidad que, insistimos, no ha surgido en absoluto con los blogs.
¿Y, qué decir sobre la "inutilidad" de la ficción? En principio, lo que
leemos como ficción carece de otra utilidad práctica, en
cuanto tal, que el de ser legible, interesante, proporcionar
interés en el proceso mismo de la lectura. Otra cuestión
es que una narración ficticia, por ejemplo Manolo's Shoe Blog (ejemplo comentado por Thomas)
sirva además para otros fines—que la ficción
esté subordinada aquí, o esté al servicio de, la
venta de zapatos. Si ficción es, habrá de sostenerse en
tanto que ficción, placer inútil.
Con "inútil" nos referimos a no instrumental para fines
inmediatos, o disociado de la realidad por usar como vehículo
perosnajes y situaciones no reales. Cierto es que la ficción,
como otras artes inútiles, puede
desempeñar funciones culturales, cognoscitivas, etc. muy
variadas. (Así lo sostiene Oscar Wilde en "The Decay of Lying",
que comienza declarando la inutilidad del arte para luego admitir que
el arte genera, o ayuda a generar, el mundo perceptual y social en el
que vivimos). Pero el arte en tanto que juego de la semiosis carece de
utilidad referencial: así, la ficción es su territorio
natural. Si la historia de la Decadencia y Caída del Imperio Romano de
Gibbon es arte en este sentido, lo es en no por su valor como obra de
referencia histórica—aunque sí exista, por otra
parte, un arte de la historia en este sentido— sino
por los valores compositivos, narrativos, retóricos,
caracteriológicos, imaginativos, que comparte con textos de
ficción.
¿Qué quiere esto decir? Pues, en suma, que la
ficción no se opone a lo factual... precisamente porque su
terreno propio está allí donde la factualidad o no
factualidad de un hecho o dato se vuelve irrelevante. Es esta
indeterminación, u oposición en otra dimensión, la
que a menudo sume en la confusión las discusiones teóricas sobre factualidad
y ficcionalidad. Podemos concebir la comunicación ficticia como
un juego comunicativo distinto del juego de la referencialidad. En
cierto modo, nunca se encuentra un juego con otro... Excepto cuando una
persona juega a uno y otra juega a otro, e intentan entenderse, o surge
un conflicto. En ese caso, también, normalmente no se
encontrarán.
¿Cómo se determina si un texto es ficticio o no? Lo decisivo es que no hay nada decisivo. Sólo hay contextos comunicativos en los que se hace una atribución de ficcionalidad, o un uso ficcional del texto. Y
es muy posible que en otro contexto se haga otro uso o se estimule otro
uso—por ejemplo, clasificando un libro como ficción o no
ficción según convenga, como sucedió con el libro de Thomas Keneally La Lista
de Schindler (ver Vice 2000). En la práctica del discurso no hay tribunales de
última instancia (excepto cuando se lleva una cuestión a
los tribunales efectivamente), y un nuevo contexto supone una
reelaboración y reciclaje del texto para darle un nuevo uso.
Por supuesto hay muchos blogs que se presentan como información
especializada, factual, y en tanto que publicaciones informativas no
tendrían por qué ser más problemáticos ni
contrafactuales que una revista o diario impreso. Aunque el medio
electrónico se preste, como hemos dicho, a difuminar sus contornos hacia el terreno
del blog personal, por la facilidad de publicación, la gratuidad
(que genera virtualidad) y la tendencia a la pseudonimia.
En el caso de los blogs personales, el círculo de conocidos del bloguero pueden
leer su diario o reflexiones como información factual que lleve
a otros tipos de interacción, o proporcione datos para una lectura en clave. Pero la
mayoría de los lectores se sitúan en un ámbito de
lectura por placer o entretenimiento, donde queda en suspenso la
factualidad de lo dicho, se mezcla la realidad con la invención
o las mentiras de maneras no contrastables, y todo queda aún
más ficcionalizado por el uso frecuente de pseudónimos,
que ayuda a separar lo que aparece en el blog de otros contextos
"factuales" de interacción del bloguero. El pseudónimo es
una de las mayores garantías de virtualización de la
experiencia en red—pues usar el propio nombre se presta a
interferencias indeseadas de facetas identitarias, dada la potencia informativa de la Red.
Pero es fácil adivinar que con estos
presupuestos (variabilidad de los contextos, variabilidad de los usos,
mayor o menor referencialidad contrastable de los hechos relatados...)
gran cantidad de blogs personales se mueven libremente en un
ámbito
elástico de indeterminación, entre un mundo ficcional
virtual, y el mundo real donde aterrizan a veces con estrépito,
o crean interferencias y ondas de irrealidad—como si
irrumpieran en nuestro mundo, por un portal interdimensional, seres
incorpóreos procedentes de otro mundo coexistente pero
inmaterial.
La historia inscrita
Una perspectiva distinta a la que hemos ofrecido (centrada en el blog
personal o de aficionado temático) surgiría si
considerásemos los "blog de empresa". Hay por supuesto terreno
común en el énfasis personal. Asistí hace no mucho a unas
jornadas sobre blogs de empresa ("Primeras jornadas sobre blogs
corporativos y aragoneses") donde se insistía en la necesidad de
presentar una imagen identificable, personal y directa del empresario o
del negocio a través del blog: "ponle foto, no anonimices, da la
cara al
público".
Había en los consejos de estos ciberteorizadores poco miedo a la
apertura
pública de comentarios (un blog sin comentarios no será
un blog quizá, aunque sí pueda ser una muy
buena herramienta de publicidad). Frente a ese optimismo de los
promotores del blog empresarial, parecen pensar muchos empresarios (y
no sin razón) que la influencia de los comentarios negativos o
(y/o) malintencionados no es de
desdeñar en el mundo de la empresa. Lo mismo sucede en las
instituciones públicas.
Desde luego, en lo que al ámbito de mi experiencia personal se
refiere, la Universidad no parece
tener la menor intención de fomentar la creación blogs
institucionales para sus centros, titulaciones o productos, tanto menos
si han de estar
abiertos a los comentarios del público en general.
Un peligro apreciable en la política bloguera de "dar la cara
por la
empresa" es que la
cara de uno se transforma en la empresa —o sea, que el rostro
públicamente identificable del sujeto que bloguea debe
adquirir una línea editorial determinada, algo poco europeo,
pero muy americano...
y que es el futuro sin duda. El bloguero empresarial habrá de
usar su identidad real para el blog de empresa, y subordinar a esa
identidad empresarial toda expresión en la red. Las opiniones
diversas, variadas, políticas, atípicas,
conflictivas, contradictorias, esas (si quieren hallar
expresión) habrán de ir a foros anónimos o a un
blog pseudónimo, como si
esta expresión personal fuese el inconsciente del bloguero
empresarial. La foto pública ha de ser
sonriente y no conflictiva: otra cosa no es buena para el
márketing.
Algunos de los ponentes en la jornada sobre blogs empresariales hablaron de la historia de su blog, qué
les llevó a bloguear, cómo se desarrolló,
derivando hacia funciones nuevas, interactuando con las actividades en
apoyo de las cuales surgió, encontrando su público... Es un
momento de reflexión y reevaluación que se da a veces en
otras ocasiones, como en los cumpleaños del blog. Se cuenta
entonces una historia que ya está grabada en la sustancia del
propio blog, que tiene esa dimensión de historia inscrita.
Recoge el blog una trayectoria a través de la red, a
través de los medios o de los productos comentados: una
serie de encuentros y acontecimientos que han sucedido y que han dejado
una huella
textual unificada, pública y desarrollada. El resultado oscila
entre la narración y el drama viviente, con esa narratividad
inherente
que supone el volver constantemente atrás a evaluar el resultado
de las propias expectativas y acciones. Es decir: a la vez que se
avanza, se repasa una historia que ya
está contada en parte, pero que necesita volverse a contar
constantemente, incrementando así la dimensión narrativa
del blog. Retelling what is told. Y
a eso nos dedicamos parte del tiempo, dentro y fuera del blog, porque
si algo interesante tiene esta dimensión del blog es que lo
mismo sucede con las personas. Llevamos nuestra historia inscrita, en
parte al menos, en el cuerpo (no corporativo) y en lo que de nosotros
sabe el dominio público. Pero eso no nos impide contarla una y
otra vez, a medida que se sigue transformando—adaptarla, transformarla. Una dimensión
más del blog como cuerpo virtual o alternativo, corpus semiótico de unos seres
marcados por el tiempo y por las inscripciones visibles y legibles que va dejando, y que vamos dejando en él.
Coda: Peri
Bloghous y Zozobras Completas
El surgimiento de la nueva era de la palabra escrita en
Internet, y especialmente en la web generada por los usuarios o Web 2.0 supone una ruptura de paradigma
en la escritura. Una nueva tecnología lleva a nuevas modalidades
comunicativas y rompe las dinámicas establecidas en la
edición, impresión y distribución.
El shock de las
nuevas tecnologías de la
palabra puede compararse al impacto producido la proliferación
de libros en la primera era de la impresión masiva, según
lo describe
Marshall McLuhan:
"A
fines del siglo XVII se profujo una gran alarma y revulsión
ante la
creciente cantidad de libros impresos. Las primeras esperanzas acerca
de una gran reforma del hombre por medio del libro habían
quedado
chasquedas, y en 1680 escribía Leibniz: (….) 'al
final, el desorden se
hará casi insuperable'" (La
Galaxia Gutenberg 382).
Era la época de la Batalla
de los Libros
de Swift, y de la pugna entre los antiguos y los modernos. Pronto siguieron el Peri Bathous y The Dunciad
de Pope, sátiras contra la nueva proliferación de escribidores públicos.
El texto
a que alude McLuhan, prefacio a un opúsculo de Leibniz,
podría modificarse, aplicándolo por analogía a
la proliferación actual de publicaciones
electrónicas evanescentes, despreciadas y despreciables:
"Me
temo que continuaremos durante mucho tiempo en nuestro actual estado de
confusión y miseria, por nuestra propia culpa. Temo,
incluso, que tras
haber agotado inútilmente nuestra curiosidad sin obtener en
nuestras
investigaciones ninguna ventaja apreciable para nuestra felicidad, las
gentes lleguen a sentir disgusto por las ciencias y que una
desesperación fatal pueda determinar la vuelta a la
barbarie. A este
resultado puede contribuir mucho esa terrible masa de blogs que
continúa aumentando. Porque, al final, el desorden se
hará casi
insuperable; la infinita multitud de autores pronto los
expondrá a
todos al peligro del olvido universal; el afán de gloria que
anima a
muchos que se dedican al estudio, cesará
súbitamente; quizá ser
escritor llegue a ser considerado tan deshonroso como antes honorable.
En el mejor de los casos, podremos distraernos con pequeños
blogs del
momento, que durarán algunos años, y que
servirán para distraer al
lector del tedio de unos cuantos minutos, pero que habrán
sido escritos
sin propósito alguno de enriquecer nuestros conocimientos o
de merecer
el aprecio de la posteridad. Se me dirá que, por ser tantos
los que
escriben, es imposible que se conserven todas sus obras. Admito esto, y
no desapruebo por completo esos pequeños blogs de moda, que
son como
las flores de una primavera o como los frutos de un otoño,
que apenas
duran un año. Si están bien hechos, producen el
efecto de una
conversación útil, no simplemente agradable, y
que mantiene al ocioso
alejado de la conducta reprobable, formando su espíritu y su
lenguaje.
Frecuentemente, su propósito es inducir algún
bien a los hombres de
nuestro tiempo, y éste es el fin que busco publicando este
pequeño
trabajo." (Nota 39).
Un temor paralelo y más acusado reconoce McLuhan en The Dunciad (La Pedantíada)
de Pope, con su conclusión apocalíptica:
"Por
medio de la acción aglomerada de muchas de tales
víctimas del
conocimiento aplicado—esto es, autores engreídos,
dotados de industria
y capacidad pare el tráfago—asistimos ahora a la
restauración del reino
del Caos y de la Noche antigua, y al traslado del trono imperial de la
Estupidez, su hija, desde la City al mundo Civilizado." (McLuhan 1998: 385).
Tal es la alarma que despierta la proliferación de texto en
la
era de la Reproducción Mecánica, ahora o hace
trescientos
años…
En realidad, los textos primera oleada de "escrituras"
electrónicas
(la
radio, el cine y la
televisión) aún eran más evanescentes
que los
blogs, pero algo de todo ello van
rescatando los archivos, filmotecas, y YouTube. Y por su parte las
prensas siguen activas y aceleradas; los bestsellers no dejan de
venderse. La audiencia de esta marea del libros y blogs sigue la ya mentada
lógica de la
cola larga: casi todo el mundo habrá
leído algunas cosas de las que van en cabeza,
y en cambio la infinita cola de lo poco demandado sólo tiene
un lector y visitante:
su autor. (Que, como algunos buenistas dirán, "es tan digno y
valioso como el
primero"... Aunque será proporcionalmente).
En suma, la Web, y en
concreto los blogs y otras herramientas de autopublicación en red,
parecen potenciar
los efectos de la imprenta—que a su vez potenció
los de la
alfabetización, según
describe McLuhan. (Nota 40). La blogosfera es el estallido como
supernova de la
Galaxia Gutenberg (en absoluto su desaparición), y a ella se
aplica también, exponencialmente
desarrollada, la dinámica del Lado Oscuro de la imprenta:
"La imprenta, con
su uniformidad, su capacidad repetitiva y su extensión sin
límites, da
nueva vida y fama a cualquier cosa que sea. Esa especie de vida
lánguida, conferida por mentes estúpidas a temas
estúpidos, penetra de
un modo formalista toda la existencia. Puesto que los lectores son tan
vanidosos
como los autores, se perecen por ver el conglomerado de sus
propios viajes, y exigen por tanto a los espíritus
más estúpidos que se
esfuercen aún en mayor grado a medida que aumenta el
público colectivo.
El periódico de 'interés humano' es la
útima manifestación de esta
dinámica colectiva" (McLuhan 1998: 389).
Eso, claro, hasta que apareció el blog personal, o
periódico de interés humano autoeditado por su
propio público (hypocrite
lecteur, mon semblable, mon frère).
Hay perspectivas más favorables, naturalmente. Nos gustan, en lo
literario, las obras acabadas y diseñadas, preconcebidas y
planificadas (con un argumento complejo, por ejemplo) pero
también nos gustan (a veces casi más) esas cosas hechas
sin
grandes pretensiones, improvisadamente, donde salen quizá
más insistentemente y vuelven y vuelven las obsesiones de
cada
cual, las cosas a las que el autor tiende de manera espontánea.
A
veces,
claro, no se han hecho esos escritos para publicarse—son diarios,
cuadernos de
notas... o se han hecho como piezas de usar y tirar, en lugar de
encuadernar juntas, como las
reseñas de periódico. Es cierto que
muchos diarios personales, la
mayoría de los literarios, supongo, son como los blogs, que
nacieron ya publicados avant la lettre. Algo de espontaneidad,
improvisación y contingencia les quedará o se les
pegará, sin embargo; y conversamente, a los
géneros efímeros algo de durabilidad les puede tocar,
por el hecho mismo de que lo escrito permanece. A veces.
Hace poco leía Bardadrac,
de Gérard Genette, libro que si bien va organizado como un
supuesto diccionario, es un cajón de sastre de ideas,
recuerdos, divagaciones, notas y
anécdotas—una acumulación heterogénea, que es más o menos eso lo que
significa su
título. Y también acabo de leer lo que considero casi como el
blog de
Carmen Martín Gaite, Tirando
del hilo (artículos 1949-2000)—reseñas de lo que iba leyendo la autora, escritas "a
vuelapluma" como se decía; hoy supongo que habría que decir a vuelateclado.
Muchos escritores tienen así su blog o sus papeluchos
prescindibles que sin embargo hemos guardado: el libro de notas de Coleridge que
comenta John Livingston Lowes en The
Road to Xanadu, el Libro
de almohada de Sei Shonagon, los Ensayos
de
Montaigne... Todo un artículo podría escribirse, por
cierto, sobre la nueva vida que se abre al ensayo en la red y en los
blogs (Nota 41), o sobre el ensayo
como modelo
de esa forma precaria de escritura, abierta y un poco "a lo gitano" como dice
Martín Gaite—para quien (a cuenta de un libro de Fernando Savater) hay dos tipos de ensayos,
a lo
payo y a lo gitano:
"Los
primeros, aun cuando nos enseñan cosas, nos las proponen
como
resultados; cada enseñanza viene empaquetada con su letrero,
no
invitan a meter baza, con su mera armazón. Los otros, en
cambio,
son su devenir nos arrastran con ellos al viaje que van haciendo, nos
sorprenden y provovan. Pues bueno, La
infancia recuperada
es un excelente ejemplo de ensayo a lo gitano. Y también un
libro de memorias. Y un cuento. Y un acertijo. Y un libro de viajes.
Todo esto y nada de esto." (91).
Otro tipo menos exuberante y más precario de
ensayo
inestable lo comenta Martín Gaite en "La impotencia como
pesquisa. Notas a El
testamento
de Rilke"—un comentario sobre las formas fragmentarias,
divagantes
o tentativas que salen en respuesta a una crisis, la de la
inabarcabilidad del trabajo o de la vida,
"cuando
la intensidad de la vida es al mismo tiempo marca que ofusca el trabjao
y acicate que multiplica las ansias de acometerlo. El
desafío de
lo inabarcable agudiza la tensión cuanto más
revela el
obstáculo; y así el conflicto viene a desembocar
en la
exasperación por encontrar una fórmula que lo
refleje.
Tal es el origen de
estos cuadernos (que unas veces se destruyen y otras no) donde el
escritor, incapaz de otra cosa, al dejar testimonio de esa
incapacidad
la hace argumento subsidiario de su labor. Borradores marginales que
oscilan entre el orden y el caos, entre el no ser y el pretender ser,
textos de balbuceo, de zozobra. (...)
Texto contradictorio
y truncado este de Rilke, puro fermento de su elaboración,
alterna la incoherencia con la lucidez.
Sin meterme ahora en
la discusión sobre si esta 'literatura de zozobra' tiene o
no la
suficiente entidad para ser editada como libro, lo que sí
digo
es que hay que enfrentarse con ella con un criterio de lectura distinto
del habitual y no exigirle arraigo, conclusiones ni mucho menos
consuelo. Creo que son textos absolutamente minoritarios. Y que
sólo conseguirán clavar su aguijón en
quienes
hayan avanzado a duras penas por yermos de incertidumbre similares,
donde no cabe otro recurso que el asirse a la
impotencia—precaria
tabla de salvación—y convertirla en material de
pesquisa."
(2006: 101-2).
Y por el valor, la liminalidad y carácter exploratorio de
las
pesquisas, estas zozobras impublicables pasan a ser con frecuencia el
volumen Z de
las Sobras Completas...
Otra perspectiva sobre la textualización de las zozobras
cotidianas presenta Martín Gaite en "Cosa por cosa", donde
compara la labor de tejer un texto a la de desenmarañar lo
que
se ha acumulado, y e ir dando puntadas pacientemente, ordenando el caos
de la memoria y los afectos—esta vez con cuidado y con un
diseño en mente, aunque el hecho mismo de tirar del hilo
y hacer un texto (aunque sea uno de estos textos para nada que decimos)
ya es poner un orden por el hecho de desenredar una maraña
mental:
"Coser
es ir una puntada detrás de otra, sean vainicas o recuerdos,
y
la solidez del tejido (no en vano 'texto' y 'tejido' tienen la misma
raíz) depende de que no hayamos dejado simplemente 'prendido
con
alfileres' lo que vamos colocando y archivando dentro de ese
desván donde tiende a almacenarse sin orden ni concierto lo
visto, lo imaginado y lo aprendido. De la misma manera que se
enmarañan los hilos en una cesta de costura donde todo yace
tirado y revuelto a la buena de Dios, y luego nos desesperamos cuando
vamos a buscar algo.
Precisamente, a
medida que avanzamos en edad y, como diría Cervantes, 'las
ansias crecen y las esperanzas menguan', es menor también el
estímulo para luchar contra ese enmarañamiento en
que
yacen las cosas y para tirar (procurando que no se rompan ni se
confundan) de los distintos hilos de la labor, cada uno de los cuales
remite a su propio ovillo. Aislar los asuntos que estaban antes de los
que estaban después supone, en definitiva, recuperar el hilo
de
la memoria. Y el del discurso que la investiga. Aquel hilo que nos
mantiene en vida, porque cose nuestros orígenes con nuestra
identidad fluyente y variable, estimulando en nosotros la querencia a
superar el carácter efímero del lote de tiempo
que nos ha
tocado vivir. Día por día. Cosa por cosa." (2006: 482).
Actividades de la escritura cotidiana que se ven intensificadas con la
interacción comunicativa en tiempo real que aportan los blogs.
Si bien enfatizaría yo que no sólo es desenredar,
ordenar
y aislar lo que se hace al escribir, sino sobre todo combinar
ordenadamente, crear
dibujos y patrones, asociar, organizar. Enlazar. Organizar más,
o
menos...
he ahí la cuestión: las obras de alto
diseño (que
añaden unas cosas y quitan otras) o las más happenstance,
más respetuosas con el azar en que han caído las
cosas, o al que nos lleva la vida, o
las combinaciones extrañas que nos sugiere la
intuición.
Las combinaciones y los patrones posibles son muchos. Algunos llevan a
la palabrería, o worse,
worse, worse... hay
que admitirlo. Mucho hay escrito, más va a haber, y breve es la vida. Conviene, pues,
seleccionar la compañía de uno, en los libros y en la
vida, y quizá tanto más en estos nuevos libros vivientes,
crecientes y conversantes que son los blogs, donde el autor es a veces compañía tan cercana, el libro se vuelve
persona, y la persona una historia en curso en la que nos vemos
envueltos a veces de modo inquietante. Nunca la escritura
pública y su lectura han estado más involucradas con la
experiencia personal y las peripecias del sujeto en el presente.
Notas
Nota 1. Para un estudio de la actividad cerebral en diversos tipos de
memoria pueden consultarse Tulving 2002 o Peigneux et al. 2006. Podríamos decir que la
memoria es
más narrativa que la percepción—para empezar, ya es
retrospectiva, o quizá sea más correcto decir más intensamente retrospectiva.
Nota 2. Sobre la percepción como retroalimentación de estructuras
memorísticas, puede verse también mi artículo de
2006 sobre "Especulaciones neuronales".
Nota 3. Sobre planes y narratividad, puede leerse mi nota "La historia del fracaso del plan".
Nota 4. Resulta imprescindible remitir para una consideración de este punto a G. H. Mead (2002).
Nota 5. Para esta concepción del lenguaje como tecnología
podemos aducir que resulta de llevar a su conclusión
lógica las reflexiones de McLuhan y Ong sobre la escritura como
tecnología. Ver mi nota "El lenguaje como tecnología interiorizada" (2005).
Nota 6. Una visión panorámica de la teoría de la
narración, con especial atención al análisis
literario, puede verse en mi libro Acción, Relato, Discurso (1998).
Nota 7. Mencionemos sólo dos, a título de ejemplo: 1) la
secuencialidad narrativa descansa de modo espontáneo o
icónico (pero sin llegar a identificarse con ella) sobre la
secuencialidad de la cadena hablada; 2) recordemos las analogías
de la narratología estructuralista entre la narración y
la frase, o la narración y el verbo (ver por ejemplo Culler
1975).
Nota 8. Sobre la interpenetración de vocalización y gesto
en el origen del lenguaje, ver Arbib (1999). Véase
también mi comentario en García Landa (2007)
"Interacción internalizada".
Nota 9. Simplificamos al hablar de "la permanencia" de la escritura,
para referirnos a algunos usos tan comunes de la escritura que a veces
los confundimos con los inherentes a ella. Véase mi nota
"Scripta nonnumquam manent". El estudio de las características
semióticas de un medio no puede limitarse a su potencial
representativo, sino que ha de especificarse con descripciones de
su uso efectivo en situaciones comunicativas concretas.
Nota 10. Ver mi nota sobre la "Síntesis iconográfica" (2007).
Nota 11. Sobre la percepción del movimiento en el cine, ver
Anderson & Anderson (1980). La narrativización de la
experiencia por efecto de la tecnología visual puede
ejemplificarse muy gráficamente en la secuencia
humorística recogida en esta nota: "We're at now-now"
(García Landa 2006).
Nota 12. Ver mi artículo sobre el carácter funerario y monumental de la escritura en el poema de Gilgamesh ("Gilgamesh y la escritura").
Nota 13. Ver mi artículo "Nostalgia por el futuro".
Nota 14. Ver un ejemplo en "El efecto directo".
Nota 15. He dedicado bastante atención a los fenómenos de
distorsión retrospectiva, en particular en el campo de la
crítica literaria. Puede accederse a algunos trabajos que tratan
este asunto a través de la nota "En el retrovisor".
Nota 16. Más sobre el impacto interaccional del teléfono en mi nota sobre "Las Vírgenes Vigilantes."
Nota 17. Cf. por ejemplo el eco cambiante de distintas maneras de
bloguear perceptible en mi nota de 2005 "The Cutting Edge of the
Present."
Nota 18. Me refiero a la crítica de Lyotard (1979) a las
"grandes narraciones" que supuestamente han dejado de estructurar el
discurso en Occidente. Mi opinión es que algunas bien pueden
perder potencia pero otras se refuerzan con fenómenos como la
globalización y el progreso científico y
tecnológico.
Nota 19. Sobre la Breve historia del tiempo de Hawking puede leerse mi reseña en Vanity Fea.
Nota 20. En esta línea de reflexión se sitúan obras como la de Terrence Deacon (1997).
Nota 21. Así la corriente crítica (emergente a su vez)
del llamado evolucionismo cultural, ejemplificada en obras como las de
Barkow, Cosmides y Tooby (1992), Carroll (1995), o Gottschall y Wilson
(2005), o la más conocida de Pinker (2007).
Pero a pesar de su planteamiento idealista es Hegel quien expone los
principios básicos de la cultura humana como proceso emergente
en cuya transmisión y reproducción, por así
decirlo, la ontogénesis recapitula la filogénesis:
También
el individuo singular tiene que recorrer, en cuanto a su contenido, las
fases de formación del espíritu universal, pero como
figuras ya dominadas por el espíiritu, como etapas de un camino
ya trillado y allanado; vemos así cómo, en lo que se
refiere a los conocimientos, lo que en épocas pasadas preocupaba
al espírtu maduro de los hombres desciene ahora al plano de los
conocimientos, ejercicios e incluso juegos propios de la infancia, y en
las etapas progresivas pedagógicas reconoceremos la historia de
la cultura proyectada como en contornos de sombras. (Hegel 2004: 21).
Nota 22. Y así hay teorías narratológicas
especializadas en principios, desarrollos, o finales, más
allá de los apuntes iniciales de Aristóteles en su
Poética. Ver por ejemplo Herrnstein Smith (1968) o Nuttall
(1991).
Nota 23. Sobre la narratividad, véase sobre todo Narrativity de Sturgess (1992) y Theorizing Narrativity,
ed. Pier y García Landa, (2008). Sobre el aspecto emergente de
la narratividad he publicado el artículo "Emergent Narrativity."
Nota 24. Para estos modelos ver por ej. Genette (1972), Tomashevski (1982), Bal (1985), García Landa (1998).
Nota 25. Shakespeare, en Twelfth Night (II.5): "Some are born great, some achieve greatness, and some have greatness thrust upon them".
Nota 26. Rimmon-Kenan (2006).
Podemos sugerir como inciso que un modelo de análisis en tres
niveles, (1) acción, (2) relato y (3) discurso narrativo (García Landa 1998) es
más clarificador, pues se distinguen claramente las
peculiaridades cronológicas de cada nivel:
- La cronología de la acción, es decir, los
acontecimientos narrados no tal como son narrados sino como se supone
que ocurrieron.
- La cronología del relato, es decir, los acontecimientos
narrados considerados en el orden, perspectiva, selectividad modal,
etc., articulados por la narración.
- La cronología del discurso narrativo como tal discurso: que
incluye no sólo el relato sino el acto de narración del
relato, o de producción del discurso en tanto que acto de habla,
incluyendo digresiones, interacción discursiva con el receptor,
etc.
(Nota 27). Mead (2002); Blumer (1986). Algunas reflexiones sobre el
papel de la autocomunicación y la reflexividad en la
generación de la consciencia pueden leerse en mi artículo
"Más consciencia".
(Nota 28). Esta función narrativizadora de la interpretación puede encontrarse en otros contextos
literarios. Ver por ej. mi nota sobre "Indicios" o mi artículo
"Retroactive Thematization, Interaction, and Interpretation: The
Hermeneutic Spiral from Schleiermacher to Goffman."
(Nota 29). "In general . . . the content of weblogs actively collapses many
of the distinctions that traditional commodity journalism (or, for that
matter, fiction and memoir) relies on, mixing the deeply personal with
the factual and the interpretive. While this collapse serves, over time,
to allow authors to develop and deepen the public persona presented through
their work, incorporating more and more of the personality traits and quirks
which would not, typically, emerge in public writing" (Himmer 2004, traducción mía).
(Nota 30). Serfaty 2003. Puede verse mi reseña del libro de Serfaty en Atlantis (2005).
(Nota 31). Sobre diversos aspectos de la novedad de esta
autorrepresentación, ver mi artículo "El obsceno blog",
así como el libro de Serfaty (2003) y los artículos de
van Dijck (2005) y Vershbow (2007).
(Nota 32). "Those entrance points are determined not by the author, but rather
by the engagement of others with the text(s) the author has produced. It
is only possible for a reader to arrive at a posting of mine via another
site if that other site (or its author) has chosen to offer a link to my
work. The multiple entry points, then, are not only dynamic, but entirely
beyond the constraint or control of the original author and the original
text" (Himmer 2004). Ver también Neri (2007).
(Nota 33). "That the weblog is always in process, never completed, can be
read as both its greatest strength and, in another way, its weakness as
a form" (Himmer 2004).
(Nota 34). Ver mi artículo "Steve Vincent: The End" (2005).
(Nota 35). No entramos fenómenos que también tienen
éxito masivo como las redes sociales multimedia tipo Facebook (http://www.facebook.com) o
de sitios que comparten características con ellas como la
platafoma de vídeos o "televisión personalizada" como
YouTube (http://youtube.com/)—si bien está claro que hay una transición e
intersección entre estas prácticas comunicativas y el
blogueo basado primordialmente en texto escrito.
(Nota 36). Sobre la "larga cola" en la lectura, ver mi nota "The Long Tale".
(Nota 37). "The weblogger, in that sense, can be read as fictional, as a character,
in precisely the same ways that Andy Rooney or James Joyce can be—furthering
the collapse between factual and fictional, public and private, and distinct
genres in general." (Himmer 2004).
(Nota 38). Ver mi nota "Anonimato, veronimia y pseudonimia" (2007).
(Nota 39). Texto modificado de Selections
from Leibniz, ed. Philip P. Wiener (Nueva York: Scribners, 1951),
29-30, cit. en McLuhan (1998: 382).
(Nota 40). Una reseña detallada de McLuhan figura en mi
artículo "Por la Galaxia Gutenberg". Otras herramientas de
autopublicación en las que no entramos aquí son los wikis (también gestionables desde sitios en red como Wikilearninghttp://www.wikilearning.com) y los sitios en red donde los usuarios pueden albergar páginas y o archivos públicamente
disponibles ateniéndose a ciertos protocolos de uso, como el Social Science Research Network (http://ssrn.com/)
(Nota 41). Ver mi artículo "Essaying the Blog - Your Post's
Contribution / Ensayando el Blog - Qué aporta tu post".
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