El sol no paga impuestos

José María YUSTA LOYO  01/11/2015

Esta noticia pertenece a la edición en papel de El Periódico de Aragón.

 

Después de cinco años, tres borradores y muchísimo interés en retrasar el asunto hasta el final de la legislatura, el Gobierno ha publicado finalmente el Real Decreto 900/2015 que regula la posibilidad de que los consumidores produzcamos electricidad en nuestras casas o empresas para autoconsumirla y abaratar el coste del suministro de energía. Si los consumidores domésticos producen más de la que necesitan podrán almacenarla en una batería, o verterla a la red sin contraprestación económica a menos que se constituyan en empresa productora.

El decreto incluye unas tasas que los consumidores pagarán por la energía que produzcan (algo inferiores en el caso de instalaciones con potencia contratada inferior a 10 kilovatios), que rápidamente se ha calificado como impuesto al sol.

Pero el sol no paga impuestos, por más que el Gobierno nos esté desincentivando para no poner placas solares en nuestros tejados, bien por iniciativa propia o por influencia de las grandes eléctricas. Los que pagamos impuestos cada mes en la factura eléctrica somos todos los consumidores, ya que el precio de la luz es el cuarto más elevado de la UE, entre otras cosas porque costeamos las subvenciones al carbón, las renovables, etc.

Por eso, debemos preguntarnos cuánto nos subiría la factura de la luz si aquellos con más capacidad financiera para instalar unas placas fotovoltaicas en su casa o en su empresa se hicieran independientes de la red eléctrica, dejándonos a los demás con la carga de seguir manteniendo el sistema eléctrico. Suena muy romántica la idea de llegar a desconectarnos de la red y de las empresas eléctricas, pero la vida moderna que conocemos no sería posible sin el suministro fiable y seguro de la luz que viene por las redes eléctricas, de las que no podemos prescindir.

Nuestro país tiene un gran potencial para aprovechar la energía del sol y reducir nuestra dependencia energética de los combustibles fósiles, pero las economías domésticas y la competitividad de las industrias no pueden permitirse seguir viendo cómo todo se financia con cargo al recibo de la luz.

(VER Real Decreto 900/2015)