Possession:
Dos reseñas



José Angel GARCÍA LANDA
Universidad de Zaragoza, 2015, 2020
garciala@unizar.es




1. Possession


Me refiero a la película de Neil LaBute, basada en la novela de A. S. Byatt. Recomiendo muy mucho las dos, la novela como una de las mejores que se puedan leer, y la película no como una gran película, sino como una buena película, hecha con mucho cuidado, que adapta una novela memorable con bastante éxito —cosa que no es poco decir.

El argumento de novela y película alterna dos historias, una en el siglo XX, historia de detección libresca y manuscritos perdidos, y otra en la época victoriana, que es el objeto de la investigación. En el siglo XX, el académico de medio pelo Roland Michell (Aaron Eckart en la película) y la crítica feminista Maud Bailey (Gwyneth Paltrow—desfeministada en la película) se van enamorando mientras investigan la historia secreta de amor y adulterio de los (ficticios) poetas del XIX Randolph Henry Ash (felizmente casado) y Christabel Lamotte (felizmente lesbiana, y también pariente remota de Maud). Al fin descubren papeles secretos que sacan a la luz la historia y revelan que tuvieron una hija secreta de la cual desciende Maud. Lo que ellos viven como un amor del que no pueden privarse provoca también muerte, sufrimiento, mentiras y secretos—el lado trágico y no deseado de las historias de amor y de deseo. La película trabaja con matices, caras, conversaciones, posturas, miradas, escenas detenidas, enfatizadas por una fotografía cuidadosamente compositiva, "bonita" en la línea del period film, y a veces muy bonita realmente. Amantes del cine de acción, abstenerse. Aunque decía Henry James que la auténtica acción interesante tiene lugar en la psicología de los personajes, y que algo es un acontecimiento (o no lo es) dependiendo de en qué mente impacte.

Henry James y las Bostonianas están en alguna parte del trasfondo de la novela, así como los Papeles de Aspern. Y otros muchos parientes pueden detectarse, partiendo de una novela tan conscientemente "literaria". Ash está en parte modelado sobre Robert Browning, y Christabel LaMotte tiene mucho de Mrs Browning, y de Christina Rossetti, o de Emily Dickinson, o de Emily Brontë... Y uno de los mayores logros de la novela está en el juego de estilos, la creación de una escritura poética del diecinueve que no existió, o tan apenas, pero que se nos hace creíble y moderna a la vez. Naturalmente, de todo esto que está presente en la novela pasa poco a la película, que se centra en la intriga, la historia de amor... y los rostros y gestos de los personajes. Gwyneth Paltrow, en concreto, hace una maravilla de actuación, destacando incluso por encima del excelente trabajo de los demás actores. Es toda una película aparte, ver su cara dejándonos traslucir la historia de las emociones de Maud, que sólo en parte se narra explícitamente, y que de hecho es creada a partir de la nada por la excelente actuación de Paltrow—que nunca me había llamado la atención de tal manera en ninguna película.

Hay que decir, sin embarto, que el casting no es un acierto completo, especialmente en lo que se refiere a la película como adaptación. Paltrow es demasiado tierna, cariñosa y encantadora, muy diferente del gélido, altivo e imponente personaje de la novela (aunque ese también se deshiela, claro). Con su soberbia actuación recrea al personaje, transformándolo, y bienvenida sea. (En una escena el director la hace entrar como a Grace Kelly en Rear Window... y en verdad que hará a las mil maravillas su papel de observadora afectada por el espectáculo). Más criticable es la elección de Aaron Eckhart como Michell/ ayudante de investigación. Está madurillo de más para el papel de becario, y francamente no da el tipo... aunque en parte la película le saca partido a ese no dar el tipo, entre otras cosas haciéndolo americano. Es triste que se haya eliminado un elemento de contraste tan importante como la crisis de pareja del personaje de Michell, un elemento compositivo/contrastivo crucial. Se alude a los desastres sentimentales causados por Michell antes, pero aparte de la cuestión de la fidelidad a la novela, hubiera resultado de conservar esta historia más tensión ambiental, algo que no le hubiera perjudicado en absoluto a la película. El momento más dramático es sin duda el suicidio de Blanche, la amante de Christabel, un poco a lo Virginia Woolf o Mary Wollstonecraft (y una actuación memorable para un personaje secundario). Las gafas abandonadas en la orilla aluden según el director a una escena de Doctor Zhivago... una alusión que seguramente tiende a justificar a Ash por su amor auténtico, como Zhivago, a dos mujeres, recordatorio que trae aun a la escena misma de los desastres.

La película juega con el contraste entre el presente y el pasado, de una manera que recuerda un tanto a otra famosa "period piece", la versión cinematográfica de The French Lieutenant’s Woman, donde Harold Pinter contrastaba la historia de la novela de Fowles con la historia de adulterio de los dos actores que interpretan a los personajes en un rodaje de la novela. Es muy posible que el argumento de Pinter sirviese de inspiración a Byatt: los elementos de represión victoriana, tensión místico-sexual, y el contraste con la modernidad desacralizada están allí también. Yendo más atrás, claro, se pueden detectar elementos de esa alternancia/paralelismo en la historia contada a base de flashbacks y paralelismos/contrastes generacionales de Wuthering Heights. Y, más en la línea de la "ficción histórica postmoderna" de Fowles et al., hay una cierta inspiración tanto de Byatt como de LaBute en las novelas de Peter Ackroyd Hawksmoor y Chatterton. Allí también alternan una historia contemporánea y otras de época, de los siglos XVII y XVIII, y son especialmente significativas las transiciones de una historia a otra, hechas en Hawksmoor a través de enlaces imposibles en las situaciones de una y otra época o de las palabras utilizadas (el magistral juego de voces y estilos de Ackroyd también es un precedente, reto e inspiración para Byatt en Possession). Las transiciones entre presente y pasado están enfatizadas, en efecto, en la película, con escenas imposibles donde pasamos sin interrrupción visible pero también sin superposición chocante, del presente al pasado victoriano. Un coche del año 2000 (fecha en que está ambientada la película) pasa por debajo de un puente en la campiña inglesa, que seguidamente es cruzado por un tren victoriano; un travelling nos lleva, sin interrupción, de la cara de Maud mirando a Michell, a la cara de Christabel mirando a Ash. El director llama a estas peculiares tomas de transición "schizophrenic shots". El efecto buscado es, por supuesto, enfatizar la continuidad y comunicación entre las épocas, el sentido de un pasado a la vez tan lejano (especialmente si lo contemplamos como "historia oficial") y tan cercano una vez entramos en los intereses, pasiones y secretos de quienes lo vivieron.

Los futuros enamorados, Michell y Maud, visitan la tumba de Christabel, y leen una cita memorable que reza así en la lápida: "To a dusty shelf we aspire"—"A un polvoriento estante aspiramos", nunca mejor dicho que en la tumba de una poetisa olvidada... Vanidad de vanidades la de la literatura, aun la de la literatura más apreciada. Recuerda esto esa escena al final de Wuthering Heights, cuando el narrador Lockwood contempla las tumbas de los protagonistas de la novela, all passion spent, y comenta."I lingered round them, under that benign sky: watched the moths fluttering among the heath and harebells, listened to the soft wind breathing through the grass, and wondered how any one could ever imagine unquiet slumbers for the sleepers in that quiet earth."

En Possession, es un ejercicio de empatía e imaginación para los protagonistas el hacer volver a la vida la pasión y el fuego que hay más allá del dusty shelf de Christabel y de las cenizas de Ash. La novela y la película nos llevan de la mano de Maud y Michell a un paseo por el amor y por la muerte, una historia que les involucra y que se ven irresistiblemente atraídos a contemplar, reconociendo que esa historia de papeles amarillos y pasiones olvidadas les habla a ellos en primera persona y en segunda persona, y habla también de ellos. Claro, que sólo a quien se toma el tiempo de escuchar, y observar, le dicen algo las historias viejas, los libros amplios, las películas lentas, o los posts largos.






2. Son ya ceniza

Una bonita película de Hollywood hicieron con la novela de A. S. Byatt Possession. Es un ejemplo cumbre del "neovictorianismo" que nos aqueja: tanto la novela como la película se basan en la alternancia de escenas situadas en la Inglaterra victoriana con otras situadas en la actualidad, pero resonando hacia un pasado que se investiga o redescubre—a la manera de aquel Hawksmoor de Peter Ackroyd, o de The French Lieutenant’s Woman con guión de Harold Pinter. El pasado del cual sólo quedan cenizas (ashes) cobra vida otra vez, y vemos lo que fue el árbol de donde proceden (Ash, fresno, un árbol vivo, también).

Las escenas victorianas cuentan la historia de amor adúltero vivida entre el poeta Ash, modelo de marido fiel à la Browning, y la poetisa Christabel LaMotte, una especie de trasunto o variante de Christina Rossetti, o alguna otra poetisa victoriana a quien no se le conocen hombres. LaMotte está emparejada con una poetisa lesbiana o amiga sentimental agobiante, que se suicidará al estilo Virginia Woolf (o como lo intentó Mary Wollstonecraft) cuando descubra la infidelidad de su pareja, o el espacio de desconfianza que se ha abierto entre ellas. Por su parte, la mujer de Ash, cuando se entera por la despechada se negará a poner a su marido en evidencia, y respetará el secreto que él decidió guardar, o el espacio que se reservó para otra relación. Ash y Christabel, tras escribirse durante años, hicieron una escapada juntos al norte de Inglaterra, y a consecuencia de esto tuvieron una hija, que Christabel crió como sobrina suya, manteniéndola oculta de Ash, y sufriendo por la distancia que la separa tanto de él como de la niña. La película termina sin embargo con un paseo de Ash cerca de la casa donde se criaba su hija, y adivinando que es hija suya. Es una historia de encuentros apasionados, de enamoramiento literario y erótico, y también de desencuentros fatídicos—cuando el remordimiento tras el suicidio de su compañera lleva a Christabel a distanciarse, cuando tiene su hija en secreto ocultándola a Ash, o cuando Christabel no recibe la última carta de Ash que podría haberlos reconciliado.  

El argumento del siglo XX consiste en el redescubrimiento de esta historia secreta de la vida de Randolph Henry Ash, gran clásico victoriano (imaginario), por parte de Roland Michell, un académico de medio pelo. Michell es un insignificante becario que trabaja para el magno proyecto de investigación de su catedrático, que tiene catalogada la vida de Ash al milímetro, o eso cree. Por el camino, Michell que hacer de detective y hombre de acción, y evitar las intrigas de su desaprensivo colega Magnus, que aliado con un profesor americano no dudará en abrir la tumba de Ash para desenterrar las cartas que fueron enterradas con él (otro tema à la Rossetti, éste). Michell se alía y se lía con la distante y atractiva doctora Maud, en principio pariente lejana de LaMotte, pero que según acaban descubriendo es descendiente directa suya. La historia de amor de estos académicos y lectores del siglo XX hace renacer y salir a la luz los acontecimientos que viveron Ash y LaMotte en el siglo XIX, y a la vez les hacen releer sus obras con una nueva comprensión. Es una bonita manera de dramatizar la lectura que vuelve a traer a la vida las experiencias del pasado y muestra su continuidad con la actualidad, y su capacidad de influir en lectores en el futuro—aquí el affaire intenso de Ash y Christabel, y su separación, contribuye a hacer que Maud y Roland rompan sus moribundas relaciones anteriores y redescubran la pasión y la intensidad. En la novela, Roland rompe con la chica con la que vivía tras conocer a Maud; en la película se dulcifica el tema haciendo que esa historia u otra parecida sea sólo una herida del pasado. También se hace a Roland americano, para hacerlo más vendible al público mayoritario—aunque el actor Aaron Eckhart no da para nada el tipo de becario. Está muy bien, en cambio, Gwyneth Paltrow como Maud, y también la victoriana pareja—pero sobre todo Lena Headey como la celosa y trágica lesbiana suicida, Blanche Glover.  

Lo principal que desaparece de la película es un ingrediente esencial en la novela: los estilos, la recreación y reinvención de dos poetas victorianos perfectamente creíbles, cada uno con su mundo de ideas, y con su estilo y asociaciones, que conocemos directamente en la novela de Byatt a través de sus poemas y correspondencia: un auténtico tour de force de virtuosismo literario, y un festín para los amantes de la literatura de la época por el juego de alusiones, variantes y guiños a la tradición literaria. El equivalente en el cine se logra mediante la reconstrucción de la ambientación victoriana en maneras, objetos y atmósferas de la época, logradísima también. Es divertida la transición que se hace de una época a otra, de las dos historias entrelazadas, mediante un simple movimiento de cámara, que sin solución de continuidad nos muestra el mismo paisaje ciento treinta años antes, o después.

Queda la duda, sobre todo en la película, sobre la solidez de la relación de Maud y Michell—todo parece poco intenso, y prosaico, comparado con la intensidad pasional que se respira en la historia victoriana. Pero tanto más efectiva es la evocación de algo que fue intenso y ya no es, de una relación que ardió y quemó en su momento, cuando tenía que hacerlo; y es trágico ver el sufrimiento que causaron Ash y LaMotte sin desearlo, sólo por no doblegarse y no aceptar ahogar la pasión que sentían. El enamoramiento es peligroso: es jugar con fuego, y todo el mundo se quemó, en estas viejas cenizas. Pasiones pasadas, que tuvieron tiempo de sobra de apagarse con el remordimiento y la separación, una muerte en vida antes de la separación definitiva de la muerte—Quizá sea cierto el epitafio de LaMotte, escritora escéptica con su posteridad: "To a dusty shelf we aspire". Pero cuando haya un lector capaz de rescatar la vida de un poema, o un escritor que como Byatt sea capaz de hacer vívida de nuevo toda una manera de sentir.... será un loving dust el de ese estante, un polvo enamorado como decía Aute, reescribiendo a Quevedo.




Possession. Dir. Neil LaBute. Screenplay by David Henry Hwang and Laura Jones and Neil Labute. Based on A. S. Byatt’s novel. Cast: Gwyneth Paltrow, Aaron Eckhart, Jeremy Northon, Jennifer Ehle, Lena Headey, Toby Stephens, Tom Hollander. Photog. Jean-Yves Escoffier. Music by Gabriel Yared. Costumes by Jenny Beavan. Casting by Mary Selway. Exec. prod. David Barron, len Amato. Coprod. Stephen Pevner. Line prod. Guy Gannahill. Prod des. Luciana Arrighi. Prod. Puala Weinstein and Barry Levinson. Warner Bros / USA Films / Focus Features …. Contagious Films, 2002. DVD. Warner Bros / Gramercy Films, 2002.




—oOo—


García Landa, José Ángel. "Possession." Rev. of Neil LaBute's film. In García Landa, Vanity Fea 14 sept. 2005.
    http://garciala.blogia.com/2005/091401-possession.php
    2015
_____. "Son ya ceniza." Rev. of Possession, dir. Neil LaBute. In García Landa, Vanity Fea 30 nov. 2008.
    http://garciala.blogia.com/2008/113001-son-ya-ceniza.php
    2015


—oOo—