Prometheus
José Angel García Landa
No tenía intención de escribir
sobre Prometheus antes de
verla, y menos después, lo aseguro. Una buena película a lo grande,
superproducción para sesión de palomitas de fin de semana, y vale. Y es lo que
es. Pero visto que hasta Roger Ebert dice que contiene mind-challenging ideas... me tomaré la
molestia de comentar algunos de sus presupuestos discursivos. No le haré una
crítica en tanto que espectáculo de efectos especiales, artefacto de control de
la tensión y el suspense, fluidez a la hora de engarzar escenas, etc.—pues todo
eso está muy conseguido, que hablamos de Hollywood y de Ridley Scott, para qué
abundar más en lo obvio. Pero visto que la película toma un tema como el del
origen de la humanidad y el diseño de vida inteligente, o diseño inteligente de
vida, más vale poner cuatro puntos sobre cuatro íes, y hacerle una disección
rápida al cráneo del titán éste. Breve, porque si nos metemos en harina la cosa
explota, salpica y se queda uno hecho un asco.
La película es por tanto entretenida, pero a base de la receta
MacDonalds: ponerle a la vez mucha sal y mucho azúcar, y picante, y grasa y
gluten. Concluía Oscar a la salida, y sólo tiene once años: "Esta película
es como un caldo espeso demasiado nutritivo." Lamento decir que las mind-challenging
ideas sin embargo no entran en la lista de ingredientes. Sí en cambio una
colección intertextual de tópicos, fantasías y actitudes, ellos y sus
contrarios, convenientemente centrifugados e histerizados al modo de producto
postmoderno, para tocar teclas en todas las direcciones, y dar un poco de todo
a todos: aventura, suspense, terror, ciencia-ficción, evolucionismo,
anti-evolucionismo, diseño inteligente, ofensas a la inteligencia, mito,
creacionismo, religión, escepticismo, y (lo más difícil) sorpresas y clichés a
la vez.
Ivo le veía los agujeros al guión: "Si los Ingenieros nos crearon por
error, ¿cómo es que dejaron señales para localizarlos?" Robots in Masquerade opina que estaba hecha
con bajo presupuesto (eso no lo sé) y apresuradamente (tampoco) y que el guión
era malo y mal escrito. Sí, a veces con efectos increíblemente barateiros y de
serie B dignos casi de Mortal Kombat—como el científico punky o el rugido de
Alien al final como si fuese el león de la Metro. Parece como si no le hubiese
impresionado bastante al guionista (el ente guionista, emplearé el singular) el
final de Alien vs. Predator, con el nacimiento de Predalien de triste
memoria. Hay cosas que no se deberían autorizar, digo en los estudios, ya que
tienen a tanta gente a sueldo. O se le debería suponer al director un poco más
de criterio para decir esto, no. De esas hay unas cuantas.
Por desgracia no van sueltas
sino que afectan a la sustancia del guión; una expedición científica de
esgarramantas ignorantes, y sin plan como estos jamás se vio ni espero que se
vea a finales de siglo. Luego, el efectismo buscado como Plan Nº 1
también hace estragos con la implicación en lo que les pasa a los personajes.
Un ejemplo y no más: cuando la protagonista descubre que está embarazada de un
alien y se mete en la máquina quirúrgica para hacerse un autoaborto (—casi
recordaba a la escena esa de José Mota de autocirugía barata, "hágase vd.
una incisión y extraiga el órgano") bien, pues en realidad estaba bien
llevado, y lo pedía en cierto modo la idea misma de Alien, literalizar el
embarazo monstruoso, digamos, ya que no hay temor a caer en la redundancia.
Pero es que va la cosa tan deprisa que la chica ni siquiera se molesta en
comunicarle a nadie de la tripulación "oigan, que me acabo de hacer un
autoaborto, que llevaba un alien en la tripa"... No sé si parte de
la película irá en este punto a defender Roe vs. Wade, ahora que Gallardón
avisa de que va a prohibir los abortos eugenésicos. Pero en todo caso, por
ajetreada que estuviera la vida, la cosa merecía una mención. También se
pregunta uno si no se va a herniar la moza, con sus grapas en la tripa, y dando
brincos por esos mundos de dios....
A lo que voy, como fantasía cultural, veo en Prometheus un síntoma, y
prefiero tratarla como síntoma que no como interpretación inteligente de nada.
Síntoma múltiple, de muchos síndromes que aquejan a película en sí y a la
América que la produce y la hace (en los títulos de crédito sale media América que
ha estado trabajando aquí). En América la mayor parte de la población es
creacionista, cristiana, y creyente (en cuestiones de ciencia) en una cosa
llamada el diseño inteligente. Son ideas que no merece la pena ponerse a
refutar aquí; otros lo han hecho con más tiempo y dedicación. El caso es que
son estas ideas (no las llamaría yo mind-challenging sino en un sentido
muy especial) la sopa primigenia de donde sale la cultura popular americana, y
donde flotan no sólo los indocumentados, sino también la gente documentadísima
en su propia especialidad profesional, pero desnortada cuando se trata de
orientarse en el cosmos. El mapa de la Biblia, en versión adaptada al gusto de
cada cual, le sigue sirviendo a mucha gente. Entiéndase: hay vida después de
la muerte (cuestión en la que la película no entra, para nada, quizá
dándola por imposible ya) y la humanidad fue creada por un Dios benevolente
a su imagen y semejanza.
Bien, para mí Prometheus
viene a significar la duda sembrada en la mentalidad americana, la posibilidad
de que el universo no sea benevolente ni esté hecho a la medida del ser humano.
Los Ingenieros que han creado a los humanos parecen haberlo hecho por error, o
han cambiado de planes; en todo caso si bien ellos son técnicamente humanos (en
cuanto a su ADN) iban a reemplazar la civilización humana por otra, quizá por
esos aliens que cultivan, experimentando con la vida como quien no
debe... Son humanos los Ingenieros quizá en eso, en trastear con la vida
y crear seres innombrables a partir de células madre quizá, mezclando las
especies y alterando el orden del universo. Quizá sean titanes revueltos contra
los dioses, y ocupando su lugar, o quizá sea tengamos aquí ciencia-ficción
gnóstica.
Se observará que el imaginario
prometeico de la película Prometheus no es sólo la nave de los humanos,
que va en busca de la chispa del fuego y de iluminación, para esclarecer el
origen de la humanidad: prometeicos son también estos desagradables titanes
atormentados que al parecer han creado a los humanos y no saben qué hacer con
ellos. Se trasluce aquí una ansiedad menos creacionista—la consciencia actual
de Occidente de que quizá el hombre es un accidente, un ser sin ubicación en
un orden natural estable. O quizá es el guionista el que no sabe qué hacer
con estos humanos. Recuerdan un poco a los gigantes deshumanizados y sin
empatía a escala humana de El Mundo Subterráneo de S. Fowler
Wright.
Los titanes Ingenieros son
blancos, muy blancos, hiperblancos, en ese sentido los podemos asimilar a Moby
Dick, mostruo inhumano, y a otros excesos de whiteness analizados por
Richard Dyer en White. Uno de los ejemplos que analizaba Dyer era la
decapitación del androide Bishop—o no era Bishop, era su predecesor en Alien—
con lluvia de semen blanco. La sobreabundancia de creación, o derrame
irresponsable de criaturas, parece estar detrás de estas fantasías. La cabeza
cortada parlante del androide ya parece ser una fixture de la serie:
aquí el androide imita a Lawrence de Arabia, pero en realidad es un cruce entre
Bishop y Hal 9000, en plena tradición de sus antecesores, claro. La prepotencia
de los creadores ante su creación, el síndrome de Frankenstein, se repite en
dos planos, de los ingenieros a los humanos que han creado a este androide.
Que, como todo esclavo hegeliano, aspira a la humanidad, y por eso va al final
a las estrellas junto con la Ripley II superviviente, en busca de más luz,
que diría Goethe.
Seguimos buscando. La Ripley II (Noomi Rapace aquí) es científica pero
creyente, pésima combinación. Nadie parece haberles hecho a estos científicos
la observación de que si el genoma de los ingenieros es humano, los guionistas
están cayendo en el error o prejuicio recurrente no ya del creacionismo, sino
del antropocentrismo absoluto—pues todos los seres de la Tierra deberían ser
una pista falsa, desde los chimpancés con su genoma 99% como el nuestro, a las
moscas de la fruta con quienes tantos genes compartimos.... todo un vasto
disimulo para hacernos creer que el ser humano no es parte de la evolución de
la vida en la tierra, sino una excepción. Es desde luego lo que la
película presupone en las esperanzas de sus visionadores. Eso, y un
cortocircuito mental que lleve desde el creacionismo a la Cruz y a todo su
paquete a cuestas. Claro que también admite la científica que cree porque le da
la gana, credo quia impossibile, no es una actitud racional, aunque le
lleve a buscar explicaciones por medio universo.
Alquien les debería decir a los guionistas, o a los científicos posthumanistas,
que ni el sentido de la vida humana ni el origen del ser humano se busca por
ahí... Pero América prefiere tirar cientos de años de darwinismo por
la borda,y buscar el origen y naturaleza del hombre por todas partes, menos
donde podría encontrarlo. Porque eso sí
que podría ser encontrar una verdad desagradable.
En parte también aparece esa
intuición desagradable, muy remotamente, en la forma del titán blanco, que es
dios y diablo, el hombre del pasado remoto, y el hombre del futuro. Es el
universo indiferente a nosotros, la apatía de las estrellas, o los dioses para
los cuales somos moscas. El tiránico faraón también aparece en su composición
imaginaria, o bien Ozymandias. Y es que es otro género que a primera vista pasa
desapercibido, en el caldo espeso de esta película: las películas de momias y
pirámides oscuras, y viejas maldiciones por adentrarse en lo arcano y
prohibido. Qué tenga esto que ver con el origen de la humanidad, hay que
buscarlo sólo leyendo la película como síntoma de arquetipos y fobias
culturales, y de referencias insistentes al cine previo—tanto al género en el
que se ubica, como a Alien en concreto, la
película-secuela-de-la-precuela cuyo éxito querría corregir y aumentar esta
especie de remake.
Pero me quedo con el lema o tagline de la película como animación o
unificación del conjunto, en la medida en que lo hay: "The search for
our beginning could lead to our end." La humanidad no halla un sentido
reconfortante en la búsqueda del origen, que una vez hallado es inesperado y
desagradable; tampoco hay un plan en el que seamos relevantes para el
universo—y sin embargo hay que buscar. El sentido no hay que buscarlo como algo
predeterminado, sino hacerlo como un proyecto de vida, seguir buscando,
como el Ulises de Tennyson. Que esa vida dedicada a la construcción de su
propio sentido, y ese proyecto de autorrealización, elijan hacerse a través de
la búsqueda de un origen perdido que nada reconfortante tiene que aportarnos...
allí hay una paradoja, y hasta un elemento de verdad.
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Referencias
Prometheus. Dir.
Ridley Scott. Written by Jon Spaihts and Damon Lindelof. Cast: Noomi Rapace,
Logan Marshall-Green, Michael Fassbender, Charlize Theron, Idris Elba, Guy
Pearce, Logan Marshall-Green, Sean Harris, Rafe Spall, Edmun Elliott. Music by
Marc Streitenfeld. Cinemat. Dariusz Wolsky. Ed. Pietro Scalia. Prod. Des.
Arthur Max. Sets by Sonja Klaus. Prod. David Giler, Walter Hill, Ridley Scott,
Tony Scott. Exec. Prod. Michael Costigan, Michael Ellenberg, Mark Huffam, Damon
Lindelof. Asoc. Prod. Teresa Kelly. Brandywine Productions / Dune / Scott Free,
dist. 20th
Century Fox, 2012.
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Ebert,
Roger. "Will Meeting Our Makers Be Man' Unmaking?" Reseña de Prometheus,
dir. Ridley Scott. Chicago Sun-Times 12 junio 2012. En red en
RogerEbert.com.
https://www.rogerebert.com/reviews/prometheus-2012
2022
García Landa, José Angel. "Notas sobre The Social Conquest of Earth." Vanity Fea 14 agosto 2012.
http://vanityfea.blogspot.com/2012/08/the-social-conquest-of-earth.html
2022
Robots in Masquerade. Reseña de Prometheus, dir. Ridley Scott. Robots in Masquerade (jun. 2012).
http://robotsinmasquerade.blogspot.com/2012/06/prometheus-hastily-made-alien-prequel.html
2022
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