La Filosofía del Presente de G. H. Mead
(Abreviada)
Citas literales de La Filosofía del
Presente de G. H. Mead (Selección abreviada de la
traducción de J. A. García Landa)
I. El presente como lugar de ubicación de la realidad
Es tarea de la filosofía actual aportar congruencia mutua a esta
universalidad de la determinación que es el texto de la ciencia
moderna, y a la emergencia de lo novedoso que es propia no sólo
de la experiencia de los organismos sociales humanos, sino que
también se encuentra en una naturaleza que la ciencia, y la
filosofía que la ha seguido, han separado de la naturaleza
humana. La dificultad que se presenta de inmediato es que apenas ha
surgido lo emergente, nos ponemos a racionalizarlo, es decir,
emprendemos la tarea de mostrar que o bien ello o al menos las
condiciones que determinan su aparición, pueden encontrarse en
el pasado que le antecedía. (I)
Un presente, por tanto, en contraposición a la
abstracción del mero transcurrir, no es cualquier fragmento
seccionado de cualquier punto de la dimensión temporal de una
realidad que transcurre uniformemente. Su principal referencia es el
acontecimiento emergente, es decir, el ocurrir de algo que sea
más que los procesos que han llevado a ello y que por su cambio,
continuidad, o desaparición, añade a los transcurrires
posteriores un contenido que de lo contrario no habrían
poseído. (I)
El pasado,
tal como aparece con el presente y el futuro, es la relación del
acontecimiento emergente a la situación de la cual
surgió, y es el acontecimiento el que define esa
situación. La continuidad o desaparición de lo que emerge
es el presente transcurriendo hacia el futuro. Pasado, presente y
futuro pertenecen a un transcurrir que alcanza estructura temporal por
medio del acontecimiento, y pueden considerarse largos o cortos al ser
comparados con otros transcurrires similares. Pero tal y como existen
en la naturaleza, en la medida en que esta expresión tenga
sentido, el pasado y el futuro son los límites de lo que
llamamos el presente, y están determinados por las relaciones
condicionantes del acontecimiento con su situación. (I)
estos períodos más amplios no pueden tener realidad
excepto en la medida en que existen en presentes, y que todas sus
implicaciones y valores se ubican allí. Naturalmente, esto nos
remite, primero, al hecho
evidente de que todo el instrumental del pasado (imágenes
memorísticas, monumentos históricos, restos
fósiles y demás) está en algún presente, y,
segundo, a esa porción
del pasado que está en transcurso en la experiencia en tanto que
determinada por el acontecimiento emergente. Y nos remite, en tercer lugar,
a la prueba necesaria de la formulación del pasado en los
acontecimientos que surgen a la experiencia. El pasado del que estamos
hablando yace, con todas sus características, en el seno de ese
presente. (I)
Los pasados y futuros a los que nos referimos se extienden más
allá de estas relaciones contiguas del transcurrir. Los
desplegamos en la memoria y en la historia, en la anticipación y
la previsión. Constituyen, de modo preeminente, el campo de la
ideación, y encuentran su lugar de ubicación en lo que se
llama la mente. Aunque están en el presente, se refieren a lo
que no está en ese presente, como indica su relación al
pasado y al futuro. Su referencia va más allá de
sí mismos, y de esta referencia surge su naturaleza
representacional. Pertenecen de modo evidente a organismos, es decir, a
acontecimientos emergentes cuya naturaleza incluye la tendencia a
mantenerse a sí mismos.
Dicho de otro
modo, son inherentes a su situación los ajustes realizados con
respecto a un pasado, y una sensibilidad selectiva mirando a un futuro.
Lo que se podría llamar el material a partir del cual surgen las
ideas son las actitudes de estos organismos, hábitos cuando
miramos hacia el pasado, y ajustes tempranos en el seno del propio acto
hacia los resultados de sus respuestas cuando miramos hacia el futuro.
En esta medida estas actitudes pertenecen a lo que se podrían
llamar el pasado y futuro inmediatos. (I)
No estamos descifrando un
manuscrito cuyos pasajes puedan hacerse inteligibles en sí
mismos y queden como presentaciones seguras de esa porción que
haya pasado antes, para ser suplementados con interpretaciones finales
posteriores de otros pasajes. No estamos contemplando un pasado
inamovible que pueda desplegarse tras nosotros en su integridad sin
verse sujeto a más cambios. Nuestras reconstrucciones del pasado
varían en su exhaustividad, pero nunca contemplan que sus
hallazgos vayan a ser definitivos. Siempre están sujetas a
reformulaciones concebibles, con el descubrimiento de nuevos datos, y
esta reformulación puede ser drástica. Incluso las
imágenes memorísticas más vívidas pueden
ser erróneas. En una palabra, a nuestras seguridades en lo
relativo al pasado nunca llegamos sobre la base de una congruencia
entre el pasado construido y un pasado real independiente de esta
construcción, aunque presupongamos una actitud tal—porque
de hecho sometemos nuestras reconstrucciones hipotéticas
inmediatas a la prueba del pasado aceptado y las evaluamos según
se atengan al registro aceptado; pero este pasado aceptado se encuentra
en un presente y es él mismo susceptible de una posible
reconstrucción. (I)
II. Emergencia e identidad
Contra el pasado metafísico y contra
el modelo espacio/temporal de Minkowski como esquemas que puedan dar
cuenta de la realidad de la investigación científica:
Esta concepción de la
realidad como un rollo de pergamino infinito que se va
desenrollando a ratos ante nuestra visión intermitente
tiene otra variante
en la imagen de la realidad como un continuo cuatridimensional de
espacio-tiempo, de acontecimientos e intervalos, para siempre
determinado por su propia geometría, y en el que nos aventuramos
con nuestros propios marcos de referencia subjetivos, recibiendo
impresiones momentáneas cuyo carácter de presente es una
función de nuestra mente y no de ninguna sección de los
acontecimientos ordenados en el universo. He sugerido que un enfoque
semejante sobre la realidad no responde a la técnica y
método científicos por medio de los cuales buscamos
desvelar el universo. (II)
La relación
de cualquier acontecimiento con las condiciones bajo las cuales se da
es lo que denominamos relación de causa. La relación del
acontecimiento a las condiciones que lo preceden inaugura al punto una
historia, y el carácter único y singular del
acontecimiento hace que esa historia sea relativa a ese acontecimiento.
El transcurrir condicionante y la aparición del acontecimiento
único y singular dan lugar pues al pasado y al futuro tal y como
aparecen en un presente. Todo el pasado está en el presente en
tanto que ese pasado es la naturaleza condicionante del transcurrir, y todo el futuro
surge a partir del presente en la forma de los acontecimientos
únicos que finalmente resultan. Desentrañar este pasado
existente en el presente y sobre esa base hacer previsión del
futuro es la tarea de la ciencia. El método es el de la
ideación. (II)
Base de la ecología:
Las plantas y animales, empero, presentan a la ciencia objetos cuyos
caracteres esenciales no se encuentran en lo que sufre
transformación, sino en el proceso mismo y en las formas que el
objeto asume durante ese proceso. Dado que el proceso conlleva la
interacción del animal o planta con los objetos circundantes, es
evidente que el proceso de la vida confiere características al
entorno de modo tan real como lo hace a la planta o al animal. (II)
La distinción que he indicado más arriba entre
reducción y producción se corresponde con la que hay
entre nuestras actitudes al pasado y al futuro respectivamente. El
pasado lo reducimos a condiciones fiables, y todo el rico contexto del
futuro en cuanto tiene lugar, si ha de ser comprensible y utilizable,
debe incorporarse al irse tejiendo a esta red con la que podemos
contar. Así, constantemente surgen nuevas cosas, cuya novedad al ocurrir se desgasta para adaptarse a la fiabilidad de lo que se
vuelve familiar. Pero la cosa es ante todo el objeto
físico de la experiencia del contacto. Encontramos aquí
la relación fundamental entre el futuro y el pasado en el
presente. La experiencia a distancia es la promesa de la experiencia de
contacto. (II)
Fenomenología de la ciencia newtoniana:
La ventaja específica de la mecánica newtoniana se
debía a la estrecha correlación de su concepto
fundamental de masa con el peso y el volumen de la experiencia de
contacto. Siempre nos ha resultado fácil imaginarnos la
subdivisión de los objetos perceptuales en partículas de
masa, y traducir la inercia, la fuerza y el momento a términos
del esfuerzo que requieren las experiencias de contacto. En la
teoría mecánica las condiciones fiables a las cuales la
ciencia ha reducido el pasado se han hecho inherentes a la
partícula de masa, y la partícula de masa podía
contemplarse como un refinamiento de la cosa física del mundo
perceptual. Es esta correlación especial de la cosa
física en la ciencia con la cosa de la percepción lo que
le ha proporcionado su éxito al llamado materialismo de esta
teoría. (II)
La falacia del atomismo y del mecanicismo clásico. Consiste esta falacia en la suposición de que es posible dar una explicación
exhaustiva de cualquier acontecimiento que tenga lugar, en
términos de las condiciones en que tiene lugar. (II)
Con la relatividad, el espacio-tiempo y la física cuántica hemos perdido la noción de entorno,
comparable al del espacio newtoniano y a las partículas masivas
newtonianas, en el seno del cual los asuntos del universo físico
puedan tener lugar. Pues un continuo espacio-temporal no proporciona
tal entorno. Es un mundo metafísico de cosas en sí, a las
cuales se puede uno referir con los instrumentos matemáticos que
nos vemos obligados a usar, pero no nos proporciona un entorno.
Le faltan las características que un organismo confiere a
un entorno mediante su relación con él; y tiene una
naturaleza de la cual han surgido tanto el organismo como el entorno, y
que puede por tanto contemplarse como independiente de ellos. (II)
Whitehead, en efecto, se propuso
conservar el movimiento y el cambio en el seno de un universo
relativista. Querría conservar los diferentes sistemas
temporales como perspectivas en la naturaleza, pero no veo que haya
evitado la rigidez de la geometría del continuo
espacio-temporal, ni tampoco veo de qué modo puede abrir la
puerta a lo contingente el ingreso de objetos eternos sobre
unos acontecimientos así determinados. (II)
El efecto (de la relatividad y la redefinición electromagnética de la
materia) fue suprimir suprimir del trasfondo del pensamiento
científico un espacio y un tiempo independientes en el seno de
los cuales se pudiese edificar un universo físico, y una materia
que pudiera pensarse con independencia lógica de los sistemas de
las cosas que se edificaban con ella. Este trasfondo de historicidad
desapareció con la relatividad y con la teoría
electromagnética de la materia. (II)
La desaparición de un espacio
absoluto y la relegación de la masa en favor de una
concepción más general de la energía enfatizan el
papel de los hallazgos científicos presentes
como prueba y asiento de la realidad. (II)
Y sin embargo no podemos dejar de construir historias: de hecho se
vuelven más fascinantes. Compárese por ejemplo lo
apasionante de las historias de los cuerpos estelares de Eddington o de
Jeans con la monotonía de una estructura mecánica
newtoniana, o con las hipótesis kantianas o laplaceanas. Pero no
son ya definitivas. Esperamos que cambien ante nuevos problemas y con
los nuevos descubrimientos, y nos quedaríamos muy decepcionados
si no lo hiciesen. Tampoco esperamos que se vuelvan más
consistentes internamente como si se tratase del desciframiento de un
oscuro manuscrito. En el procedimiento científico ya no hay nada
que entre en conflicto con la noción de nuevos pasados que
surgen junto con los acontecimientos emergentes. (II)
III. La naturaleza social del presente
En la ideación podemos recordar el
proceso, pero un pasado tal no es una reintegración del proceso
tal como tuvo lugar, puesto que se lleva a cabo desde el punto de vista
de la emergencia presente, y es algo francamente hipotético. Es el
pasado que reclama nuestro presente, y lo que le somete a prueba es que
se adecúe a esa situación. Si, per impossibile, hubiésemos
de acceder a ese acontecimiento pasado tal y como tuvo lugar,
tendríamos que estar en ese acontecimiento, y entonces
compararlo con el que ahora presentamos como su historia. Esto no es
únicamente una contradicción lógica, sino que
también niega la función del pasado en la experiencia.
Esta función es la de una continua reconstrucción como
crónica para servir a los propósitos de la
interpretación presente. (III)
Si examinamos la base de este cálculo de un sistema a partir de
otro hallamos dos características; una es la emergencia del
acontecimiento a partir de las condiciones en las que ha
aparecido—lo que, como hemos visto, da lugar a su historia y
puede incluirse bajo el término general de evolución.
La segunda es la continuidad de condiciones idénticas
desde el pasado hasta el presente. Las apariciones de los planetas,
cuando se relacionan con las leyes de la masa y el movimiento, caen en
una serie ordenada, y desde este punto de vista el objeto puede
contemplarse como algo que surge de lo anterior. Desde el punto de
vista de su emergencia se considera como que está en ambos
sistemas, pero sólo en la medida en que se aplican a cada uno
leyes comunes. (III)
Con el abandono del espacio absoluto y el éxito de Einstein al
desarrollar la relatividad general, parece una exigencia lógica
la emergencia del movimiento y el reposo a partir de la
situación más abstracta que expresa lo que es
común a ambos marcos de referencia, y que se manifiesta en uno
como movimiento y en el otro como reposo. Y sin embargo, como acabo de
señalar, semajante formulación nos saca del esquema de
desarrollo que he esbozado arriba. Se refiere a la relación
entre apariencia y realidad, entre los subjetivo y lo objetivamente
real, no a la relación que se establece entre un objeto
emergente que surge del pasado y aquello que lo condiciona. (III)
Como hemos visto, en el transcurrir
desde el pasado hacia el futuro el objeto presente es tanto el viejo
como el nuevo, y esto se aplica igualmente a sus relaciones con todos
los otros miembros del sistema al que pertenece. (III)
La cuestión es que un cuerpo
perteneciente a un sistema, y que tiene su naturaleza determinada por
sus relaciones con miembros de ese sistema, cuando pasa a un nuevo
orden sistemático acarreará en su proceso de reajuste al
nuevo sistema parte de la naturaleza de todos los miembros del antiguo.
desde el
punto de vista de la relatividad newtoniana, dos sistemas
espacio-temporales son alternativos: no se pueden aplicar los dos a la
misma situación, a no ser de manera alternativa. Pero cuando
usamos la fórmula de transformación de Lorentz, le
estamos dando al cuerpo las características que el pertenecen en
otro sistema espacio-temporal, y usando los resultados en nuestro
sistema. Esto se confiesa cuando se afirma sin más que un cuerpo
aumenta su masa junto con su velocidad, pero sin añadir a la vez
que las unidades de medición espacio-temporal también
cambian, es decir, que nos encontramos en otro marco de referencia que
es alternativo al nuestro y que no se puede aplicar
simultáneamente. (III)
la correlación [entre el mundo electromagnético y la experiencia de contacto] se rompe en el punto en que se
somete a la prueba de un hallazgo experimental, que debe tener una
realidad propia, pues de lo contrario no podría someter a prueba
la hipótesis. Debemos ser capaces de formular los hechos que se
dan en nuestro propio instrumental (relojes, electrómetros) en
términos que sean independientes de las transformaciones de
Lorentz y de la relatividad einsteiniana. (III)
la realidad última
no es lo que se refiere a la experiencia a distancia, sino lo que se
puede presentar en la experiencia en contacto que esta experiencia a
distancia promete, o con la que amenaza. Si no hemos de retrotraernos
desde el mundo de la experiencia a un mundo metafísico de
espacio-tiempo de Minkowski, con sus acontecimientos e intervalos,
debemos volver al mundo perceptual de los hallazgos científicos. (III)
la otra característica llamativa de esta
situación: que las cosas cuya sustancia pertenece al campo del
electromagnetismo no pueden definirse en términos que permitan
aislarlas como hallazgos perceptuales. (III)
Para los fines del método
científico, la importancia de la experiencia por contacto no se
encuentra en la realidad mayor que tenga la experiencia táctil o
de resistencia frente a la del color o del sonido, sino en el hecho de
que la observación y el experimento sí que acaban
reduciéndose a una experiencia a distancia que por su parte ha
de remitirse directa o indirectamente a lo que de hecho o
concebiblemente podemos coger entre manos. (III)
Ahora la relatividad, junto
con la teoría electromagnética de la cual ha surgido en
gran medida, no sólo ha vuelto enormemente más compleja
la teoría espacio-temporal de la medición, sino que
también ha invertido lo que podemos
llamar los términos de referencia de la realidad. En lugar de decir que la realidad
de las perspectivas de nuestra experiencia a distancia se halla en esa
experiencia de contacto que está firmemente asentada en la
geometría de un espacio euclídeo y en el fluir continuado
de un tiempo uniforme, hemos de decir que sólo en la medida en
que podamos trasladar este espacio aparentemente euclídeo de
nuestra experiencia de contacto a perspectivas dependientes del
movimiento de objetos distantes, y descubrir fórmulas de
transformación entre uno y otras, sólo en esta medida
podemos alcanzar la realidad de lo que percibimos. (III)
Pero ya que el
científico no puede alcanzar nunca el espacio-tiempo metafísico con sus
acontecimientos e intervalos a no ser por presuposición, y ya que nunca
puede captar el campo total de ningún contenido de energía, se ve
obligado a poner a prueba sus hipótesis colocándose a sí mismo a la vez
en su propia situación perceptual, pongamos la de un sistema en reposo,
y también en la del sistema que se mueve con respecto al suyo, y
comparando las estructuras espacio-temporales de los dos sistemas.
Procede mediante transformaciones, pero son transformaciones que
únicamente son posibles en tanto en cuanto el observador capta en su
propia situación lo que conlleva[ría] el colocarse a sí mismo en la
situación de aquéllo que está sometiendo a observación. Aunque esto es
más complicado, en sus resultados vuelve a remitirse a ocasiones
perceptuales. Ahora bien, esto es posible sólo si esa socialidad del
pensamiento, en la cual ocupamos la actitud del otro asumiendo nuestra
propia actitud divergente, es también una característica de la
naturaleza. (III)
La conducta del organismo consciente está determinada tanto por un
sistema fisiológico, desde atrás, como por una consciencia que tiende
hacia el futuro. Esto, naturalmente, puede darse únicamente en un
presente en el que se encuentren tanto el pasado condicionante como el
futuro emergente; pero, como indican estos problemas, lo que se hace
necesario además es el reconocer que en el presente la localización de
un objeto en un sistema lo sitúa también en los otros. (III)
Y
sabemos que lo que llamamos procesos conscientes son procesos
fisiológicos, y que los procesos que generalmente denominamos
comportamiento utilizan sus ajustes organizados para seleccionar los
objetos a los que responden, y que como resultado de este
comportamiento, las cosas comprendidas en el entorno de estas formas
vivas y conscientes adquieren valores y significados. (—es decir, adquieren características emergentes relativas al nuevo sistema del viviente.) (III)
En los tres ámbitos (relatividad, aparición de la vida, aparición de la consciencia) es aplicable (...) el principio de la socialidad. En los tres hay emergencia, y
la naturaleza de esta emergencia se debe a la presencia en
sistemas diferentes del mismo objeto o grupo de objetos. De este modo,
encontramos que en un sistema con determinadas características de
espacio, tiempo y energía, un objeto que se esté moviendo a alta
velocidad adquiere un incremento de masa, porque queda caracterizado
por diferentes coeficientes de espacio, tiempo y energía, y todo el
sistema físico se ve afectado por ello. De manera semejante, es porque
un animal está a la vez vivo y porque es parte de un mundo
físico-químico por lo que la vida es un fenómeno emergente y por lo que
extiende su influencia al entorno que la rodea. Y debido a que el
individuo consciente es a la vez un animal, y a que es a la vez capaz
de mirar hacia antes y hacia después, emerge la consciencia con los
significados y valores que infunde al mundo. (IV)
IV. Las implicaciones del sujeto
No hay actitud consciente
que sea de por sí cognitiva. El conocimiento es un proceso de la
conducta que organiza el campo de acción de tal manera que puedan tener
lugar respuestas aplazadas e inhibidas. (IV)
Así pues, la primera condición de la consciencia es la vida, un proceso
en el cual el individuo mediante sus acciones tiende a mantener este
proceso tanto en sí mismo como en generaciones posteriores, y que se
extiende más allá de lo que tiene lugar en el organismo, hacia el mundo
que lo rodea, y que define la parte del mundo que se encuentre en el
ámbito de sus actividades como el entorno del individuo. La segunda
condición es que la forma viva, en su proceso teleológico, pueda
reaccionar como un todo, con un propósito (IV)
He dado por hecho que surge cierto
proceso físico-químico sistemático que selecciona aquello ante lo cual
reacciona de manera tal que mantenga el proceso, y que este proceso,
apareciendo en el seno del mundo físico, emerge como vida. En esta
situación surge ahora una forma que no sólo vive sino que hace de sus
propias condiciones orgánicas, favorables o desfavorables para con la
vida, parte del campo al cual reacciona o en el seno del cual vive. Una
forma consciente es la que puede hacer que fases de su propio proceso
vital se hagan partes de su entorno. (IV)
La sensación es el término que utilizamos para este
elemento añadido en la vida, cuando el animal entra a formar en cierta
medida parte de su propio entorno. (IV) —(Reflexividad—cf. el origen reflexivo de la consciencia como autocomunicación).
La primera forma de consciencia se encuentra en el
ámbito de la experiencia de contacto. Aquí el animal responde al objeto
y por el hecho de hacerlo responde a sí mismo no como un todo, sino
sólo al funcionamiento de las superficies de contacto. Más tarde vienen
a verse implicados estímulos a distancia en sus respuestas a sus propias
condiciones orgánicas y entran en el ámbito consciente. El animal se
vuelve así de manera cada vez más íntima parte del mundo de objetos
que lo rodea. (IV)
Es
del despertarse de respuestas diferidas y mutuamente conflictivas de
donde se deriva la materia prima de la ideación. (IV)
La dificultad primordial a la hora de tratar estas cuestiones se
encuentra en nuestra tendencia a separar la vida y la consciencia
coincidiendo con los límites del organismo. La selección sin duda se
ubica en la forma viviente, pero una forma tal puede vivir únicamente
en un determinado entorno físico. Los procesos de la vida incluyen
relaciones activas con objetos en un entorno, y los procesos vivientes
conscientes también incluyen tales objetos. (IV)
los objetos perceptuales, con sus cualidades sensibles,
pertenecen al ámbito de la consciencia, puesto que la experiencia a
distancia existe como la promesa o amenaza de experiencia en contacto,
y la manera en la que el futuro entra en el objeto es a través de la
respuesta del organismo a sus propias respuestas. En el mundo
perceptual el futuro que ya está allí en el presente móvil se termina
de construir mediante las respuestas encaminadas a un fin de los
organismos conscientes. El objeto distante viene a ser así lo que
podemos hacerle o hacer con él o mediante él o lo que nos puede hacer a
nosotros. Decir que existe instantáneamente así como lo
percibimos no es sino pedir confirmación de lo que está dado en la
percepción. Estas respuestas dirigidas a un fin están allí en los
organismos a la vez como tendencias y como resultados de respuestas
pasadas, y el organismo responde a ellas en su percepción.(IV)
Las imágenes pertenecen a la perspectiva del individuo.
Sólo él tiene acceso a ellas, y, finalmente, se trata siempre de
material que ha aparecido en percepciones anteriores. Constituyen una
parte extremadamente importante del entorno del individuo humano. Se
hallan empero fusionadas de tal manera con los objetos y actitudes en el
seno de los cuales funcionan y, especialmente en el lenguaje, con
reacciones musculares incipientes, que es difícil definirlas y aislarlas
en nuestra experiencia efectiva. Funcionan en gran medida en la
construcción del pasado y del futuro. (IV)
una parte de la idea tal como aparece en la experiencia es algún
símbolo perceptual, ya sea del tipo llamado imagen o de algo visto u
oído. La otra parte de la idea—el universal de la lógica y de la
metafísica—viene a ser aquello que he denominado actitudes o respuestas
organizadas que seleccionan características de las cosas cuando pueden
desvincularse de las situaciones en el seno de las cuales tienen
lugar. De modo especial nuestras respuestas habituales a los
objetos familiares constituyen para nosotros las ideas de estos
objetos (...)
en tanto que respuestas organizadas del
organismo sí que entran en la experiencia que llamamos consciente. Es
decir, el organismo responde a estas actitudes organizadas como
responde a otras partes de su mundo. Y así éstas se vuelven objetos
para el individuo. (V)
Ahora bien, es mediante estos procesos ideacionales como captamos las
condiciones de la conducta futura tal y como se encuentran en las
respuestas organizadas que hemos formado, y construimos así nuestros
pasados anticipando ese futuro. El individuo que de este modo puede
captar ambos puede además organizarlos más mediante la selección de las
estimulaciones que los invocan y puede así elaborar su plan de acción.
Sostengo que el pasado siempre se construye de esta manera, siempre,
por tanto, con respecto a la situación que requiere esta actitud
deliberativa. Simplemente he especificado las condiciones que en el
seno de una evolución emergente han hecho que tales situaciones
deliberativas sean posibles. (IV)
A resultas de la relatividad y el electromagnetismo:
La pregunta metafísica es: ¿puede una cosa con dimensiones
espacio-temporales y energéticas cambiantes ser la misma cosa con
dimensiones diferentes, cuando al parecer sólo tenemos estas
dimensiones con las que definir la cosa? Ha parecido más simple decir
que la cosa real se encuentra tras estas experiencias, que son
subjetivas y fenoménicas. Pero en lugar de esto aceptemos el pasar como
el carácter definitorio de la realidad, y reconozcamos que en el pasar
hay un cambio en la estructura de las cosas, y que, por causa del
pasar, los objetos pueden ocupar diferentes sistemas. (IV)
El paso de un sistema en
movimiento al mismo sistema en reposo, mientras el resto del mundo pasa
del reposo al movimiento, significa pasar de uno al otro en lo que
llamamos una mente. Estos dos aspectos existen en la naturaleza, y la
mente también está en la naturaleza. La mente pasa de uno a otro en lo
que llamamos su consciencia, y el mundo es un mundo diferente desde el
punto de vista de una actitud con respecto al que es desde otra.
Decimos que el mundo no puede ocupar ambos sentidos, si son mutuamente
excluyentes, pero el paso en una mente le permite hacerlo, mediante
transformaciones. (IV)
Coexistencia de un fenómeno en dos sistemas diferentes: las
constantes en estas perspectivas diferentes no se refieren a entidades
situadas fuera de la experiencia posible, sino que se refieren a este
carácter organizado del mundo que aparece en lo que llamamos mente. (IV)
La dimensión temporal de la
socialidad es esencial para su existencia. Uno no puede estar en
Chicago y en Berkeley a la vez ni siquiera en el pensamiento,
pero aun en el caso de que no tuviésemos la misma tierra bajo nuestros
pies, que puede ser la misma en un instante, podríamos mantener una
vida común en nuestro presente que transcurre en el pensamiento. (IV)
La comunicación, tal como usaré el término, siempre implica la
transmisión de significado; y esto conlleva hacer surgir en un
individuo la actitud de otro, y su respuesta a estas respuestas. El
resultado es que el individuo puede verse estimulado a representar
varios papeles en el proceso común en el que todos están involucrados,
y puede por tanto encarar los diversos futuros que estos diferentes
papeles llevan consigo, mientras alcanza finalmente la forma que
adoptará el suyo. (IV)
Origen de la ideación como emergencia:
Deseaba presentar la mente como una evolución en la naturaleza, en la
que culmina esa socialidad que es el principio y la forma de la
emergencia. La emergencia de las cualidades sensoriales en la
naturaleza se debe al hecho de que un órgano puede responder a la
naturaleza en actitudes sistemáticas diferentes, y sin embargo ocupar
ambas actitudes. El organismo responde a sí mismo en tanto que afectado
por el árbol, y a la vez responde al árbol en tanto que ámbito de sus
posibles reacciones futuras. La posibilidad de que el organismo esté a
la vez en tres sistemas diferentes, el de la relación física, el de la
relación vital, y el de la relación sensorial, es responsable de que la
apariencia del árbol como tronco áspero y follaje coloreados emerja en
la interrelación entre el objeto y el organismo. Pero la mente en su
sentido más elevado conlleva el paso de una actitud a otra con la
ocupación consiguiente de las dos. Esta también tiene lugar en la
naturaleza. Es la fase de cambio en la que ambos estados se encuentran
en el proceso. Una aceleración de velocidad es el ejemplo más destacado
de esta situación, y todo el desarrollo de nuestra ciencia física
moderna ha dependido de que aislemos esta entidad en proceso de cambio.
Pero mientras que esta ocupación concurrente de diferentes situaciones
a la vez se da en la naturaleza, queda reservado a la mente el
presentar un ámbito en el que el organismo no sólo pasa de una actitud
a otra y ocupa así las dos, sino que también se aferra a esta fase
común. Uno puede pasar de la situación en el seno de la que aparece un
perro, a aquella en la que aparece un sapo, y así sucesivamente un
elefante, y estar en todas las actitudes a la vez en la medida en que
todas incluyen la actitud común hacia "un animal". Pues bien, esto es
la más alta expresión de la socialidad, puesto que el organismo no sólo
pasa de una actitud a otra, por medio de una fase que es parte de todas
estas actitudes, sino que también vuelve sobre sí en el proceso y
responde a esta fase. Debe salir de sí en el paso de una a otra, y
reaccionar a este factor que se da en el paso. (IV)
la aparición de la mente no es sino la
culminación de esa socialidad que se encuentra por todos los ámbitos
del universo, y su
culminación se encuentra en el hecho de que el organismo, ocupando las
actitudes de otros, puede ocupar su propia actitud en el papel del
otro. (IV)
Una sociedad racional — puede
interiorizarse en el individuo aislado sólo en la medida en que pueda
asumir los papeles de los demás a la vez que asume su propio papel. Se
debe a la organización estructurada de la sociedad el hecho de que el
individuo, al asumir sucesivamente los roles de otros en alguna
actividad organizada, se halla a sí mismo seleccionando lo que hay de
común en los actos interrelacionados de todos ellos, y asume así lo que
he llamado el rol del "otro generalizado". (IV)
Organización interaccional del presente, pasado y futuro: El tramo mismo de
presente en el seno del cual se encuentre esta autoconsciencia queda
delimitado por el acto social particular en el que estemos implicados. (IV)
El presente interaccional o funcional frente al presente especioso:
En cierto
sentido, su presente comprende toda esta actividad emprendida, pero
puede hacerlo sólo mediante el uso de imágenes simbólicas, y ya que la
empresa es un todo que se extiende más allá de los presentes especiosos
inmediatos, éstos se deslizan unos dentro de otros sin dejar aristas.
Un ruido grande tras la espalda de uno aísla uno de estos
presentes especiosos. Su falta de relevancia para con lo que está
sucediendo no le deja sino con el momento en el que el sonido resonaba
en nuestros oídos. Pero nuestros presentes funcionales son siempre más
amplios que el presente especioso, y pueden comprender largas secuencias
de una actividad en curso que absorba atención concentrada
ininterrumpida. (IV)
El anclaje o inserción de unas actividades en otras (Sintaxis temporal de la acción):
Las
actividades emprendidas son parte, sin embargo, en grados diversos de
intimidad, de actividades más grandes, de tal modo que rara vez se nos
produce la sensación de un conjunto de presentes aislados. (IV)
La actividad presente como punto generador de pasados y futuros:
Deseo enfatizar cuanto sea posible la referencia de pasados y futuros a
la actividad que es central al presente. La ideación extiende espacial
y temporalmente el campo en el seno del cual tiene lugar la actividad.
Los presentes, pues, en el seno de los que vivimos, van provistos de
márgenes, y asociarlos a alguna crónica independiente más amplia es de
nuevo una cuestión de algún presente más extendido que requiere un
horizonte más amplio. Pero hasta el horizonte más amplio se refiere a
algo que se ha emprendido, y a lo que se refieren su pasado y su
futuro. Por ejemplo, la actual historia del sol es relevante para la
empresa que consiste en desentrañar el átomo; y, con otro tipo de
análisis del átomo, el sol tendrá otra historia y el universo se verá
lanzado a un nuevo futuro. Los pasados y los futuros son implicaciones
de lo que se está emprendiendo y llevando a cabo en nuestros
laboratorios. (IV)
El Cristianismo como gran proyecto
(o "gran relato") aportó el concepto de historia del mundo, y de logro común, pero se ha
visto desplazado por el proyecto de la
ciencia y de la racionalidad reflexiva:
Ahora bien, incluso
en el ámbito de influencia de estos proyectos tan ampliamente universales, sus
pasados y sus futuros siguen siendo relativos a los intereses
involucrados en los proyectos mismos. Determinamos lo que ha sido el
mundo mediante la búsqueda ansiosa de los medios que puedan hacerlo
mejor, y estamos creando el objetivo de una sociedad consciente de sus
propios valores, y dispuesta a procurarlos de modo inteligente, para
sustituir el proyecto de la ciudad que no construyeron manos eternas en
el cielo. (IV)
Este planteamiento, pues, nos libera de vernos esclavizados tanto por
el pasado como por el futuro. No somos ni productos de la necesidad de
un pasado irrevocable, ni de ninguna visión revelada en la Montaña.
Nuestra historia y nuestros pronósticos serán acordes con los proyectos
en el seno de los cuales vivimos, y nos movemos, y tenemos nuestro ser.
Nuestros valores se ubican en el presente, y el pasado y el futuro nos
dan sólo el inventario de medios, y los planes de campaña, para su
realización. (IV)
Ya que la
sociedad nos ha dotado de consciencia reflexiva, podemos entrar
personalmente en los más amplios proyectos que extienda ante nosotros
el trato entre seres racionales. Y como podemos vivir con nosotros
mismos, además de con los demás, podemos criticarnos a nosotros mismos,
y hacer nuestros los valores en los que nos veamos involucrados a
través de los proyectos emprendidos por la comunidad de todos los entes
racionales. (IV)
(Las aclaraciones en cursiva son del traductor).
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