Filología, Lingüística y
Teoría Literaria:
Sobre "subáreas" e
interfaces en Filología Inglesa
José
Ángel García Landa
Universidad
de Zaragoza, 2003
(Edición
electrónica: 2004)
(Nota. Este archivo contiene la mayor parte del punto 2.3 (pp. 113-183) del primer volumen de la memoria que preparé para la oposición a la Cátedra de Filología Inglesa que tuvo lugar en la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza en febrero de 2003 [Vol. 1, memoria sobre docencia, 362 p. + anexos, Vol. 2., proyecto de investigación, 301 p.]. La comisión evaluadora, que consideró irrelevantes muchos aspectos de esta memoria, decidió dejar vacante la plaza, en una actuación que ha sido recurrida ante el Rectorado de la Universidad únicamente por mí, de entre los cuatro candidatos que nos presentamos).
Introducción
Parece obvio que no es el objetivo principal de un proyecto docente de concurso-oposición el definir la materia objeto de la convocatoria y justificar la conveniencia de su impartición: tal definición y justificación están ya presupuestos en el hecho mismo de que dicha materia forme parte de unos planes de estudio. El estudio y la docencia de la Lingüística en la Universidad vienen justificados por una tradición cultural e institucional, y por la definición misma de la filología, de tal modo que replantear el sentido de los estudios lingüísticos significaría también replantear el sentido de los estudios filológicos. Esta reflexión sobre los fundamentos de la disciplina no está de más en sí, y de hecho hemos visto que estamos pasando por momentos en los que se hace especialmente necesaria, pero se verá fácilmente que no puede ser el objetivo primordial de nuestra atención aquí. El proyecto docente de una plaza universitaria convocada en el marco de una determinada disciplina y plan de estudios ha de adoptar los presupuestos generalmente compartidos de la disciplina y del plan de estudios al que se refiere, no redefinirlos.
Por otra parte, el entrar en cuestiones de carácter tan básico sería ocioso en este contexto, al existir una inmensa literatura que ya se ha planteado estos problemas desde el origen mismo de la tradición cultural de Occidente. La tarea podría parecer, pues, a la vez imposible e innecesaria. Y de hecho las limitaciones de espacio aconsejables en este proyecto docente, que querríamos breve y poco farragoso, hacen que nos concentremos en problemas de orden más concreto, como es la programación práctica de la docencia en la plaza convocada a concurso.[1]
Sin embargo, es necesario efectuar un breve acercamiento a estas cuestiones generales, siquiera sea para definir los límites de la actividad que pretendemos desarrollar, y para justificar la adecuación de nuestra carrera académica a los términos de la convocatoria. La historia misma de las disciplinas filológicas hace ver claramente que cuestiones como las de la definición de filología y de lingüística, cuál es su utilidad, cuál es el objeto de su estudio, no pueden darse por resueltas de una vez y por todas: son problemas continuamente replanteados y solucionados de manera diferente en cada momento histórico y cada contexto cultural e institucional concreto. Así, la labor del filólogo ha de ser siempre una labor interpretativa y crítica, valorando y adaptando la tradición cultural a la vez que la transmite.
El lenguaje
Para definir adecuadamente qué es el lenguaje y qué significa conocer un lenguaje no basta con una simple definición abstracta. Será preciso especificar qué es lo que el lenguaje posibilita en una variedad de contextos. Ante todo, hay que resaltar la variedad de la experiencia y el pensamiento humanos, y cómo la complejidad de la vida social requiere capacidades comunicativas muy diversas. Tal es la característica primordial del lenguaje frente a otros sistemas de comunicación (tanto animales como humanos): la flexibilidad, la capacidad de articulación compleja de los elementos preexistentes, la precisión y especificidad de la relación entre el mensaje, el contexto y la referencia. El campo de acción humano está constantemente transformándose y ampliándose. Pueden describirse líneas generales, pero está claro que cada circunstancia y encuentro comunicativo concreto requiere la expresión de temas, actitudes, matices y sentidos que no preexisten. Por tanto, el lenguaje no consiste en un código fijo o en un repertorio preestablecido de formas, mensajes o significados. La capacidad generativa del lenguaje para producir nuevas formas lingüísticas fue enfatizada con gran eco por Chomsky. Sin necesidad de ceñirnos a los límites y presupuestos de la gramática generativa, sí hay que reconocer que una descripción adecuada del lenguaje debe dar cuenta de su capacidad creativa, de cómo la novedad e innovación lingüísticas van ligadas a la generación de nuevas situaciones, circunstancias comunicativas, pensamientos y experiencias.
Tal es el doble reto de la lingüística: por una parte, dar cuenta de la creatividad del lenguaje, y cómo se produce esa creatividad en (con)textos concretos; y por otra, dar cuenta de en qué sentido es una creatividad reglamentada—una creatividad que permite la comprensión de lo nuevo por referencia a lo ya existente. La reglamentación relativa del lenguaje es lo que permite la existencia de un estudio sobre él. Así, tienen sentido las gramáticas, los diccionarios, las descripciones teóricas del lenguaje—o la docencia de la lingüística—si bien hay que recordar constantemente que tales construcciones intelectuales son abstracciones hechas, para propósitos comunicativos e institucionales concretos, sobre la base de un fenómeno, el lenguaje, que no es un ser sino un devenir, en el sentido nietzscheano de estos términos.
Un
enfoque generativo-gramatical del tema de la creatividad lingüística podría
ejemplificar la naturaleza a la vez creativa y reglamentada del lenguaje
aludiendo a las constraints
existentes a la hora de crear nuevas formas. Por ejemplo, en inglés se pueden
crear nuevos verbos a partir de nombres, siendo este un fenómeno muy corriente
de expansión lingüística (ver O'Grady et al. 1997: 2).[2]
Así podemos utilizar la palabra "spear" como verbo, y decir
"spear the fish" en el sentido de "catch the fish with a
spear". Pueden darse casos en los que el sistema parece tentar sus límites
utilizando nombres cuya relación con la acción es indirecta, o pueden
verbalizarse frases hechas en lugar de nombres simples, o un nombre propio en
lugar de un nombre común. De ahí frases como las siguientes:
I wristed
the ball over the net
He would try to stiff-upper-lip it through
She Houdini'd
her way out of the locked closet.
(En O'Grady et al. 2)
It out-Herods Herod. (Hamlet 3.2)
Y una gramática generativa señalará también las frases (gramaticales o no) que carecen de sentido, como la famosa colorless green ideas sleep furiously. [3] Si podemos utilizar un nombre de sentido temporal como summer como un verbo (Julia summered in Paris) no podemos, según la gramática generativa, hacerlo con cualquier tipo de expresión temporal:
*Jerome midnighted in the streets
*Andrea nooned at the restaurant
*Philip one o'clocked at the airport.
Según los autores de los ejemplos anteriores, estos ejemplos muestran que cuando se crea un verbo a partir de una expresión temporal, se le da una interpretación muy específica, parafraseable aproximadamente como "estar en alguna parte durante el período de tiempo X". Así , to summer in Paris significa "pasar el verano en París," to holiday in France es "pasar las vacaciones en Francia", etc. Y como noon y midnight expresan puntos del tiempo más bien que períodos extensos de tiempo, no pueden usarse para crear verbos de este tipo (O'Grady et al. 2).
Aquí polemizaremos brevemente con este razonamiento de la gramática generativa, para establecer la diferencia entre la visión de los fenómenos lingüísticos que propugnamos y la ofrecida por el generativismo y otros tipos de gramáticas formalistas. Partiremos no de que algo no se puede decir, sino de que de hecho se dice (producción o creatividad lingüística), e intentaremos ver cómo adquiere sentido por referencia al sistema reglado (norma, pero no necesariamente norma seguida). La explicación ofrecida por los generativistas de la verbalización de expresiones temporales parece adecuada hasta cierto punto. Pero si de hecho nos encontramos con la frase "Jerome midnighted in the streets" (por ejemplo, como un ejemplo marcado con asterisco en una gramática generativa) la frase inmediatamente adquiere sentido. En virtud de la estrategia interpretativa (más bien que 'regla') propuesta, 'to midnight' pasa a significar algo así como "pasar un período indefinido de tiempo alrededor de la medianoche". Es decir, el margen de creatividad lingüística es mucho mayor de lo que admiten las gramáticas formales, que tienen unos límites operativos y pedagógicos que son comprensibles dado su objetico práctico inmediato, pero que también tienen límites conceptuales inherentes para explicar el funcionamiento efectivo del lenguaje en situaciones concretas.
Y sucede que en los estudios filológicos tiene especial prominencia una modalidad discursiva, la literatura escrita, en la cual los fenómenos de creatividad verbal, así como la interacción entre el sentido preexistente y la situación concreta de uso, adquieren una prominencia especial. La manera en que estos fenómenos se expliquen dentro del ámbito literario no es ajena a una lingüística si entendemos como tal la comprensión de fenómenos relativos al lenguaje. Antes bien, el estudio de la creatividad verbal tan prominente en la vertiente literaria de los estudios filológicos puede complementar el estudio de fenómenos insuficientemente tratados por lo que durante gran parte del siglo XX se entendió por "lingüística".
La lingüística formal del siglo XX ha llevado a grandes logros en el conocimiento del lenguaje, y su desarrollo seguirá adelante expandiéndose en muchas de las líneas de trabajo bien conocidas. Pero parte del desarrollo de la lingüística también pasa por un reencuentro con la tradición filológica que está atenta a la relación entre la forma lingüística y su uso concreto en un texto o situación dada. Es un reencuentro que ya se ha dado en gran medida en subdisciplinas lingüísticas como la pragmática o el análisis del discurso.
Por otra parte, el reencuentro con la tradición textual abre cuestiones de autoridad lingüística, que lejos de ser un criterio trasnochado, son más bien cruciales para entender la dinámica social, ética y política del lenguaje. Son este tipo de cuestiones de corrección, autoridad y norma, más bien que las agramaticalidades abstractamente definidas (e irrelevantes si de hecho no se dan, aunque sean una posibilidad teórica), lo que define el uso adecuado y contextualizado de la lengua, un uso no meramente gramatical, sino pragmáticamente adecuado.
La filología tal como se entendía tradicionalmente no puede, por supuesto, atender a todo tipo de variación lingüística y contextualización, estando como estaba centrada primordialmente en el estudio de fuentes escritas. Y no estamos por supuesto invocando un retorno a la tradición lingüística del siglo XIX. Pero escuelas o ámbitos de trabajo lingüísticos como la lingüística funcional y sistémica, la pragmalingüística, el análisis del discurso, la sociolingüística, la estilística, la semiótica o la lingüística integracional pueden entroncar fructíferamente con muchas cuestiones que se han relegado al ámbito de la crítica literaria o de la hermenéutica filosófica por no caber en los presupuestos de la lingüística formal.
La lingüística tiene unos límites tanto conceptuales como disciplinarios, pero la ubicación de esos límites no está generalmente aceptada por consenso universal, y todavía menos por la naturaleza de las cosas. Son límites fluidos que han ido cambiando, como seguirán cambiando en el siglo que se ha abierto hace poco. Y son límites, también, que son diferentes según quien los trace en cada momento y contexto. Éste es un enfoque de la cuestión sobre los límites de la lingüística que creemos es realista, razonable y moderado en tanto en cuanto reconoce la variedad de perspectivas posibles sobre el lenguaje que de hecho se dan en diversos contextos tanto académicos como no académicos. Si buscamos una formulación más beligerante, también es fácil encontrarla, y proviniente de voces autorizadas:
Contemporary work on language should resist the efforts by disciplinary linguistics to determine what is relevant and worthy of study in language. There is much more to language than can be recognized or investigated from a purely 'linguistic' perspective…. Linguistic thought, in other words, we take to be an essentially interdisciplinary endeavour. It has always been.[4]
Como se ve, "linguistic/linguistics" significa dos cosas, en este texto y en otros lugares: "relativo al lenguaje" y "relativo a la linguística". Una no coincidencia entre "el lenguaje" y "lo que estudia la lingüística" que abre interesantes paradojas; una no coincidencia intrínseca quizás a la naturaleza metalingüística, lenguaje sobre lenguaje, de la(s) lingüística(s).
El lenguaje es un fenómeno complejo que puede abordarse desde un gran número de ángulos. Es un instrumento de comunicación, un medio en el que actúa el pensamiento, un material estético en el ámbito de la literatura, una institución social o un signo de identidad cultural, un objeto de manipulación o de debate político, o una serie de fenómenos estructurales y combinatorios. La lingüística es la ciencia que estudia el lenguaje, pero no hay ciencia "dura" que estudie fenómenos tan diversos. En todo caso hay una colección de disciplinas con un "aire de familia" según diría Wittgenstein, o una serie de prácticas discursivas e intelectuales unidas (sólo parcialmente) por el estudio del lenguaje. Sólo parcialmente, porque no es lo mismo lo que estudian en el lenguaje la psicolingüística, la fonética, la didáctica de las lenguas, la pragmática, la gramática generativa, o cualquiera de las diferentes (sub)disciplinas, perspectivas o escuelas teóricas que emprenden el estudio de fenómenos lingüístico-comunicativos. Si bien es siempre posible trazar puentes o lindes entre estos estudios, fundamentar con unos los hallazgos de otros, ubicarlos en relación unos a otros, hay que decir que no existe "la lingüística" como una casa bien ordenada, algoritmo descriptivo perfecto o matemática del lenguaje. Otra cuestión bien distinta es la existencia institucional de la lingüística como área de conocimiento reglamentada oficialmente ("Lingüística General" en España). Pero esa es una cuestión marginal incluso para el aspecto institucional de la disciplina que nos corresponde discutir aquí, por no referirse este concurso-oposición a una plaza de dicha área de conocimiento.[5]
Es significativa, a efectos de percibir lo que ha sido la evolución de la lingüística en las últimas décadas del siglo XX, la siguiente reflexión de Bajtín:
Language and the word are almost everything in human life. But one must not think that this all-embracing and multifaceted reality can be the subject of only one science, linguistics, or that it can be understood through linguistic methods alone. The subject of linguistics is only the material, only the means of speech communication, and not speech communication itself, not utterances in their essence and not the relationships among them (dialogic) not the forms of speech communication, and not speech genres. (1986: 118)
Como se echa de ver fácilmente, mucho de lo que hoy se estudia en 'lingüística' sería considerado por Bajtín (a mediados del siglo XX) una 'translingüística'; es decir, el estudio disciplinar de la lingüística ha expandido su área de interés hacia los fenómenos translingüísticos (pragmática, sociología del lenguaje, teoría del texto, etc.). Bajtín hubo de inventar la palabra 'translingüística' precisamente como una manera de buscar un hueco al estudio de estos fenómenos lingüísticos que no cabían dentro del paradigma disciplinar de su época. Una expansión similar de las premisas conceptuales iniciales han tenido que realizar muchos otros lingüistas que han topado con los límites metodológicos heredados del formalismo. Veamos, a título de ejemplo comparable a la cita anterior de Joseph, Taylor y Love, lo que tiene que decir Umberto Eco sobre la semiótica como un ámbito interdisciplinar:
When linguistics does try to go beyond its boundaries and to elaborate
either discourse analysis or text grammar, it is unable to resolve all the
questions raised without comparing the verbal issues with the complex of
semiotic circumstances that makes a text understandable (for instance, think of
the concept of behavioreme in Pike or
of the recent analyses of Petöfi). The comprehension of a text—which constitutes
not only a semantic problem but a pragmatic one—is stricty dependent upon a
series of cultural codes that constitute a semiotic typology of cultures.[6]
Esta última frase de Eco nos remite directamente a estudios como los de Yuri Lotman y su escuela de Tartu, en los que el razonamiento se mueve por las cuestiones lingüísticas, semióticas, literarias y culturales sin que se noten badenes en el paso de una provincia a otra.
Esta crítica a la perspectiva formalista que venimos exponiendo está en línea con el planteamiento general de la lingüística integracional por la que abogan Hans-Heinrich Lieb, Roy Harris, Talbot J. Taylor y Michael Toolan entre otros.[7] La teoría integracional no es, en modo alguno, una corriente excepcional o marginalizante dentro de los estudios lingüísticos. Antes bien, ofrece, por su atención reflexiva a los procesos de constitución de las teorías, un marco integrador para diversos estudios lingüísticos. Y en cuanto a su actualidad o relevancia dentro de la profesión (y más en concreto en el campo de la anglística española), recordemos a título indicativo que en el congreso de AEDEAN de diciembre de 2001 las dos conferencias plenarias de Lingüística (hubo otras dos sobre literatura) estuvieron a cargo de Roy Harris y Michael Toolan.[8] En la primera de estas conferencias, Roy Harris analizó la labor programática de Saussure proponiendo una lingüística como disciplina unificada por su método (estructural) y objeto de estudio (el sistema lingüístico o langue), y el fracaso de dicho proyecto, que ha sido el éxito de múltiples tipos de 'lingüísticas' o de modos de acercamiento a fenómenos de la práctica lingüística (speech o parole).[9] En la segunda conferencia a la que me he referido, Toolan destacó la contribución de la estilística como uno de esos modos de acercamiento, que analiza fenómenos que por muy reales que sean no tienen cabida en los paradigmas establecidos por otras lingüísticas (funcionalismo, generativismo, sociolingüística, etc.)—de la misma manera que para estudiar científicamente el lenguaje de un texto será inútil que le apliquemos los análisis más estrictos posibles de un laboratorio químico.[10]
En
nuestro Departamento de Filología Inglesa y Alemana de Zaragoza, en concreto,
se ha visto desde hace muchos años la necesidad de ir más allá del paradigma
formalista, y gracias a la Dra. Olivares y otros profesores están consolidados
los estudios de lingüística sistémica-funcional y de pragmática entre otros. A
título indicativo, se nombró Doctor Honoris Causa del Departamento a un
reconocido lingüista como Jacob Mey, director del Journal of Pragmatics. La investigación sobre pragmática se
estableció, junto a la enseñanza del inglés, como un área prioritaria de
investigación del Departamento ya en los años 80, y fue incorporada a la
docencia de la Lingüística Inglesa ya en los tiempos en que yo era estudiante
en esta Facultad.
'Lingüística' y 'Filología'
Las reflexiones precedentes pueden complementarse e ilustrarse con una breve ojeada a algunas perspectivas diversas sobre la relación entre lingüística y filología, ejemplo que viene especialmente al caso siendo una cuestion de especial relevancia en este concurso-oposición por la naturaleza de los curricula de los diversos candidatos firmantes, y siendo además el título del epígrafe en que nos encontramos. Por comenzar con una definición de diccionario, la Real Academia Española define "filología" como sigue:
filología. (del griego filologàa, a través del lat. philologia). f. Ciencia que estudia una cultura tal como se manifiesta en su lengua y en su literatura, principalmente a través de los textos escritos. 2. Técnica que se aplica a los textos para reconstruirlos, fijarlos e interpretarlos. 3. Lingüística.
Mientras que, por contrastar una definición especialmente restringida, podemos leer en Trask (1999) que "philology" es
the branch of historical linguistics concerned with the histories of individual words and names. Historical linguistists exhibit a range of interests.... But some are mainly interested in identifying the origins of particular words or names and in tracing the histories of these items through time. We give the name philology to this pursuit, and we divid philology into etymology —the study of the origins of ordinary words—and onomastics—the study of the origins of names. (1999: 229)
Ni tanto como en filologia (3), ni tan poco, dirán la mayoría de los filólogos. Según The Linguistics Encyclopedia (Malmkjaer 2002),
the forerunner of historical linguistics, philological studies, is concerned with
language and culture. The term is generally used to denote the study of
literary monuments or incriptions to ascertain the cultural features of an
ancient civilization.
So much for English and American studies! Es cierto que, como se ve, el término "filología" no parece estar muy de moda entre los lingüistas anglosajones. De hecho, aun teniendo en cuenta el distinto sentido de "philology" en inglés británico por un lado y americano por otro, y de "philology (USA)/filología/philologie/philologie" en la tradición continental, sospechamos que algunos lingüistas anglosajones no tienen una idea muy clara de lo que es la filología.
A riesgo de parecer tirar hacia casa, pero siendo que intentamos desentrañar el sentido del término "filología" definido en un ámbito hispánico, podríamos ver una definición más autorizada de "Filología" en la que da el ex-presidente de la Real Academia Española, Fernando Lázaro Carreter:
Antiguamente se designó así a la ciencia que se ocupaba de fijar, restaurar y comentar los textos literarios, tratando de extraer de ellos las reglas del uso lingüístico. Modernamente, amplió su campo, convirtiéndose además en la ciencia que estudia el lenguaje, la literatura y todos los fenómenos de cultura de un pueblo o de un grupo de pueblos por medio de textos escritos. (...) La preocupación por la lengua hablada, de un lado, y de otro, el comparatismo, que opera muchas veces sin poderse apoyar en textos escritos, dieron origen a una nueva ciencia, la Lingüística, con la que, de hecho, frecuentemente, se confunde la Filología. Ambas ciencias estudian el lenguaje, pero de distinto modo. La filología lo estudia con vistas a la mejor fijación o comprensión de un texto, la lingüistica, en cambio, centra exclusivamente su interés en la lengua, hablada o escrita, utilizando los textos cuando existen y los precisa, sólo como modelos para conocerla mejor....[11]
La misma diferencia de énfasis y finalidad es señalada por Bertil Malmberg, quien señala la divergente afinidad que tienen estas disciplinas con otras actividades vecinas o relacionadas:
While the work of the philologist is intimately
related to that of the historian and the literary critic, that of the linguist
overlaps with work in physiology, acoustics, psychology, sociology or
philosophy (logic, the theory of knowledge).[12]
A este respecto, es significativo que en la nomenclatura de los campos de las ciencias y la tecnología de la UNESCO la filología aparezca en la sección de historia (55) entre las ciencias auxiliares de la historia (5505), junto con disciplinas como la arqueología, la epigrafía, la paleografía, etc., con el código 550510. Nos remite ese mismo apartado, sin embargo, a la sección de Lingüística, apartado de Lingüística histórica, que también lleva referencia cruzada a historia de la Lingüística.[13]
Volviendo a las definiciones del ámbito anglosajón, observamos que Webster's,[14] ofrece unas definiciones de filología más 'hispánicas' por así decirlo: "1. the study of written records, the establishment of their authenticity and their original form, and the determination of their meaning. 2. Chiefly Brit. Linguistics."
Continuaremos este primer acercamiento conceptual con las definiciones que ofrece el Oxford English Dictionary tanto de "philology" como de "linguistics". Lo largo de la cita queda compensado, creemos, por lo clarificador del conjunto y lo sabroso de los comentarios de algunas autoridades citadas. Empezamos por la definición de "philology":
philology (…)
[In Chaucer,
ad. L. philologia; in 17th c. prob. a. F. philologie, ad. L. philologia, a. Gr. filologia, abstr. n. from
filologos fond of speech,
talkative; fond of dicussion or argument; studious of words; fond of learning
and literature, literary; f. filo- philo- +logos word, speech, etc.]
1. Love of learning and literature; the study of literature, in a wide
sense, including grammar, literary criticism and interpretation, the relation
of literature and written records to history, etc.; literary or classical
scholarship; polite learning. Now rare in general sense except in
the U.S.
[—1386 Chaucer
Merch. T. 490 Hoold thou thy pees
thou poete Marcian That writest vs that ilke weddyng murie Of hire Philologie
and hym Mercurie. (Martianus Capella, 5th cent. wrote 'De nuptiis Philologiæ et
Mercurii'.)]
1614 Selden Titles Hon.
Ded. A ij, This of Mine dealing with Verum
chiefly, in matter of Storie and Philologie.
1637 Heylin Antid. Lincoln.
ii. 108 Your Grammer learning being showne, we must next take a turne in your
Divine and Theologicall Philology.
–1661 Fuller
Worthies i. (1662) 26 Philology
properly is Terse and Polite Learning, melior
literatura... But we take it in the larger notion, as inclusive of all
human liberal Studies.
1669 Gale Crt. Gentiles
i. i. x. 50 Philologie, according to its original, and primitive
import..implies an universal love, or respect to human Literature.
1776 G. Campbell Philos.
Rhet. I. i. v. 125 All the branches of philology, such as history, civil,
ecclesiastic, and literary: grammar, languages, jurisprudence, and criticism.
1818 Hallam Mid. Ages
ix. ii, Philology, or the principles of good taste, degenerated through the
prevalence of school-logic.
1892 Athenæum 25 June 816/1 The fact that philology is not a mere matter
of grammar, but is in the largest sense a master-science, whose duty is to
present to us the whole of ancient life, and to give archæology its just place
by the side of literature.
1922 O. Jespersen Language
iii. 64 In this book I shall use the word 'philology' in its continental sense,
which is often rendered in English by the vague word 'scholarship', meaning
thereby the study of the specific culture of one nation.
1925 L. Bloomfield in Language
I. 4 That noblest of sciences, philology, the study of national culture
is..greater than a misfit combination of language plus literature... The
British use of 'philology" for linguistics leaves no name for the former
subject.
1931 J. W. Spargo tr. Pedersen's
Linguistic Sci. 19th Cent. iv. 79 One may define philology briefly as a
study whose task is the interpretation of the literary monuments in which the
spiritual life of a given period has found expression.
Ibid. 80 The use of
'philology' as a mere synonym for 'linguistics' is to be avoided.
1939 L. H. Gray Foundations
of Lang. 3 A more serious objection to the term [sc. comparative philology] lies in the fact that 'philology',
strictly speaking, denotes not only the study of language, but also of
literature and of all the civilisational phenomena of a people.
–1941 B.
L. Whorf in Ann. Rep. Board of
Regents Smithsonian Inst. 1941 (1942) 502 As the major linguistic
difficulties are conquered, the study becomes more and more philological; that
is to say, subject matter, cultural data, and history play an increasing
role... This is philology. But at the base of philology we must have linguistics.
1947 E. H. Sturtevant Introd.
Linguistic Sci. i. 7 Philology is a word with a wide range of meaning. I
use it here to designate the study of written documents.
1954 F. G. Cassidy Robertson's
Devel. Mod. Eng. (ed. 2) 424 Philology,
the study of thought and culture as embodied in literary monuments; in a
narrower sense, the study of language (but for this sense, the term linguistics
is now preferred).
1964 R. H. Robins Gen.
Linguistics i. 6 In German,..Philologie
refers more to the scholarly study of literary texts, and more generally to the
study of culture and civilization through literary documents... This
meaning..is matched by..the use of philology
in American learned circles.
1980 Yale Rev. Winter 312 Philology meant, and still ought to mean, the
general study of literature.
†2. Rendering Gr. filologia love of talk, speech,
or argument (as opposed to filosofia, love of wisdom, philosophy). Obs.
1623 Cockeram, Phylologie,
loue of much babling.
654 Whitlock Zootomia
195 Whereas hee [Seneca] complaineth Philosophy was turned into Philology; may
not we too sadly complain, most of our Christianity is become Discoursive
noise?
1678 R. L'Estrange Seneca's
Mor. (1702) 387 By which Means Philosophy is now turn'd to Philology.
3. spec. (in mod. use) The study of the structure and
development of language; the science of language; linguistics. Now usu.
restricted to the study of the development of specific languages or language
families, esp. research into phonological and morphological history based on written
documents. (Really one branch of sense 1.)
This sense has never been current in the U.S. Linguistics is now the more usual term
for the study of the structure of language, and, with qualifying adjective or
adjective phrase, is replacing philology
even in the restricted sense.
comparative philology: see comparative 1 b.
1716 M. Davies Athen. Brit.
III. 102 Harduin has there several erudite Remarks upon Philology: especially
upon the Pronunciation and Dialects of the Greek Tongue.
1748 Hartley Observ. Man
i. iii. 353 Philology, or the Knowledge of Words, and their Significations.
1838 Winning (title)
Manual of Comparative Philology.
1843 H. H. Wilson in Proc.
Philol. Soc. I. 22 The publication of the grammar of the late Sir Charles
Wilkins constitutes an important era in the annals of Sanskrit philology.
1852 Blackie Stud. Lang.
7 Philology unfolds the genesis of those laws of speech, which Grammar
contemplates as a finished result.
1964 R. H. Robins Gen.
Linguistics i. 6 In British usage philology is generally equivalent to
comparative philology, an older and still quite common term for what linguists
technically refer to as comparative and historical linguistics.
1968 J. Lyons Introd.
Theoret. Linguistics i. 22 The term 'comparative philology', which I shall
use to refer to this period of linguistics [sc.
the nineteenth century].., though less commonly used these days by linguists
themselves (who tend to prefer 'comparative and historical linguistics'), is
not infrequently met in general books on language and, like many other
unsuitable terms, has been perpetuated in the titles of university chairs and
departments and of prescribed courses of study.
1974 R. Quirk Linguist
& Eng. Lang. v. 84 'Developmental' and 'general' philology—or,
as we would usually call them today, historical and general linguistics.
Sigue aquí la parte más relevante de la definición de Linguistics según el Oxford English Dictionary.
linguistic (…), a. and n.
[f. linguist + -ic. Cf. F. linguistique.]
A. adj.
a. Of or pertaining to the knowledge or study of languages. Also used for:
Of or pertaining to language or languages […]
[…]
B. n.
[-ic
2.] The science of languages; philology.
a. sing. (Cf. F. linguistique,
G. linguistik.) rare.
1837 Whewell Hist. Induct.
Sci. (1840) I. p. cxiv, We may call the science of languages linguistic, as
it is called by the best German writers.
1870 Lowell Study Wind.
334 Mr. Hooper is always weak in his linguistic.
b. pl.
1847 in Webster.
1855 in Ogilvie, Suppl.
–1858 S.
W. Singer (Worc.), A work containing a complete chronological account of
English lexicography and lexicographers would be a most acceptable addition to
linguistics and literary history.
1875 Whitney Life Lang.
x. 191 A fundamental principle in linguistics.
1893 Leland Mem. I. 112
The extreme interest which I take in philology and linguistics.
1902 PMLA XVII. 104 Both linguistics and literature are proper
university studies.
1908 H. G. Wells War in Air
iii. ß4 He thought of himself performing feats with the sign language and
chance linguistics.
1938 [see linguistic science above].
1953 J. B. Carroll Study of
Lang. iv. 113 Linguistics thus appears to have a bearing on all the social
sciences.
1964 M. A. K. Halliday et al. Ling.
Sci. i. 9 The term 'linguistic sciences' covers two closely related but
distinct subjects: linguistics and phonetics.
1964 R. H. Robins Gen.
Ling. ii. 66 The linguist..may have to rely on sciences other than
linguistics and on unsystematized 'common sense'.
1972 L. R. Palmer Descr. & Compar. Ling. xiii. 300 There are few discussions of this
subject [sc. etymology]..in modern
handbooks of linguistics.
c. appositive and Comb.
1958 College English XX. 12/2 Linguistics-based metrical analysis.
Ibid. 17/2 A few
linguistics-manufactured accessories.
1965 Canad. Jrnl. Ling. Fall 40 The long history of the
linguistics-literary study opposition.
(Quizá, y aludo esta última definición, no estamos viendo últimamente en nuestra disciplina, y en este concurso-oposición en concreto, sino el capítulo más reciente por hoy de esa larga historia).
Es de notar en las definiciones del OED la alusión a las diferentes tradiciones europea, británica y americana, así como un cierto descontento por parte de los propios lingüistas por la restricción que se da en el uso británico del término a la lingüística histórica entendida al modo decimonónico. Hay que señalar que una evolución en cierto modo analógica está teniendo el término 'lingüística': la tradición estructuralista y generativista del siglo XX, así como el auge del discurso cientificista en las humanidades, favorece que muchas veces se entienda este término en el sentido de 'lingüística formalista' cuando no aún más restringidamente en el sentido de 'gramática'.
Las definiciones que hemos examinado son preparatorias o preliminares en el sentido de que para la situación concreta que aquí nos ocupa, el presente concurso-oposición, la definición de "Filología inglesa" parecería estar suficientemente asegurada remitiéndonos al marco normativo-legal: sería Filología inglesa lo definido como tal por los contenidos propios de los planes de estudio de Filología inglesa. Como veremos, sin embargo, la cosa no es tan simple, si bien es obvia la importancia (podíamos decir la importancia performativa) de este aspecto normativo de la cuestión. Felizmente, no se complica mucho más la situación, pues los contenidos básicos de las Filologías extranjeras tal como son definidos por la normativa española muestran una coincidencia esperable con los temas centrales ya mencionados: lengua extranjera, historia de la literatura, fonética, teoría de la literatura, gramática, historia de la lengua, etc. Sí hay, sin embargo un aspecto de esta definición normativo-legal que podría pasar desapercibido y que intersa subrayar. Al cierto caos conceptual que rodea el término 'Filología' viene a sumarse el efecto práctico institucional que ha tenido, en España en concreto, el hecho de que haya sido mayormente la carrera de Filología Inglesa la que haya nutrido al país de profesores de inglés—y si a ello añadimos el auge febril del aprendizaje inglés como lengua extranjera en los últimos treinta años, resulta que el término "filología" se carga en nuestro país de unas connotaciones docentes de las que ciertamente carece en otros contextos. Si a ello sumamos los primeros amagos de "crisis" en esta asignación de papeles institucionales[15] se echa de ver fácilmente que 'filología' no es un término inequívocamente delimitado, sino uno cuya definición es plástica y recibe continuamente nuevos énfasis y redireccionamientos. Esto se aplica también al lugar que tienen las diversas (sub)disciplinas filológicas en el conjunto: por ejemplo, el desarrollo enorme de la teoría literaria durante el último cuarto del siglo XX, la reorientación de la literatura hacia los estudios culturales, o el impacto de las técnicas informáticas y los estudios de corpus en muchos proyectos de investigación. Por supuesto existe una versión oficial o institucional de lo que es 'Filología Inglesa' definida por sus materias troncales, según hemos dicho. Pero no olvidemos que las Universidades han tenido un amplio margen para añadir materias obligatorias y optativas más o menos diferentes de las troncales en sus planes de estudio concretos. Y no olvidemos tampoco que el proceso de reforma de las titulaciones que hemos vivido durante los años noventa parece sólo preliminar a las reformas que nos aguardan de aquí al año 2010, para empezar.
Todo fluye si se mira de muy cerca, pero a cierta distancia también suele percibirse una cierta estabilidad en las cosas. A esta distancia entenderemos, pues, la filología como el estudio del lenguaje y de los textos, en especial de los textos que son culturalmente más significativos. Esta definición clásica debería dejar lugar sin embargo no sólo al estudio de los textos conservados por la tradición, sino también al estudio de los principios generadores de la textualidad, de las características de los diferentes tipos de discurso presentes en una cultura dada. Creemos que la filología en su sentido tradicional no puede sino enriquecerse con las aportaciones de corrientes contemporáneas tales como la semiótica, la pragmática, la poética estructural, la crítica desconstructiva o la sociolingüística. Es un rasgo común a estas corrientes el tender puentes entre los estudios literarios y los lingüísticos, reforzando así el principio básico de los estudios filológicos. De hecho, no cabe hoy concebir una filología que no estuviese sustancialmente conformada por estas disciplinas y perpetuase planteamientos caducos—ya en una dirección idealista, limitándose a ser una veneración de los grandes clásicos, ya positivista, entendiendo su misión como la de reconstruir el pasado mediante la acumulación de datos. Es una tarea crucial en la actividad filológica, por lo tanto, la reflexión sobre sus propios planteamientos teórico y metodológicos y su adecuación a los objetivos de la disciplina. También lo es la reflexión interdisciplinar, que asegure la circulación del conocimiento entre las diversas áreas humanísticas y científicas.
Si hemos definido la filología como el estudio del lenguaje y los textos, fácilmente se entenderá que el estudio del lenguaje en los textos es no es una actividad precisamente periférica para la filología. Desde una perspectiva no formalista, de hecho, el lenguaje siempre es texto, o discurso. Si la filología se entiende en general en la Universidad española como una disciplina que aúna el estudio de la lingüística y de literatura, la interfaz entre lingüística y literatura queda definida como un área de trabajo crucial para la filología. Tanto más filológicos serán los estudios literarios que sean conscientes no ya de la lengua en la literatura, sino de lo que J. Hillis Miller (otro Doctor Honoris Causa de la Universidad de Zaragoza propuesto por este Departamento) denomina el "momento lingüístico" de la literatura.[16]
Desde este punto de vista, puestos a buscar periferias, serían de hecho más periféricos en Filología aquellos estudios literarios más ajenos a la orientación lingüística, o aquellos estudios lingüísticos de corte más formalista, ajenos o indiferentes a la interacción entre lenguaje, cultura y textualidad.
En una autoexposición de la identidad y fines del área de Filología Inglesa redactada por las entonces catedráticas del Departamento Dras. Susana Onega y Carmen Olivares, en la serie "Áreas de Conocimiento" publicada en el Boletín de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, se decía a este respecto:
Históricamente, los estudios universitarios de Filología descienden de una concepción decimonónica del término, según la cual el aprendizaje y estudio científico de una lengua no es un fin en sí mismo (como lo sería para la Lingüística) sino que se supedita al fin último de permitir el acceso a la cultura desarrollada en esa lengua por un pueblo o nación en concreto.[17]
Continuaba este documento recalcando que "las definiciones de 'filología' reflejan esta relación entre la lengua y la cultura de un pueblo, y más concretamente, entre la lengua y la literatura, que es la manifestación lingüística de esa cultura" (ibid.). Recalcamos, pues, este énfasis culturalista y textual que debe (o al menos puede) tener la lingüística desarrollada en el ámbito de la Filología Inglesa.
Pero no es nuestra intención polemizar en este sentido, ni por supuesto defender posturas exclusionistas contra las que precisamente estamos argumentando. Tampoco buscamos presumir de heterodoxos u originales en este punto al subrayar la relación entre lingüística y literatura: más bien pertenece a la más perfecta ortodoxia de la filología desde Böck, Ast o Schleiermacher, pasando por Jakobson, Spitzer, Curtius (o, en nuestro país, Menéndez Pidal, Dámaso Alonso y Lázaro Carreter) el combinar y armonizar los estudios lingüísticos y literarios.[18]
La combinación de estudios lingüísticos y literarios en la actividad investigadora del filólogo puede hacerse de muy diversas maneras:
a) alternándolos (por ejemplo, con publicaciones sobre lingüística formal, gramática o fonología alternadas en la actividad investigadora de un mismo doctor con publicaciones sobre cultura y literatura estudiadas con un enfoque histórico, temático o ético-político— artículos del tipo, pongamos, "The Composition of Johnson's Lives: A Calendar" (William McCarthy, Philological Quarterly 60 (1981): 53-67).
b) combinándolos, aplicando a la literatura una metodología de investigación basada en la lingüística formal. Por ejemplo, estudiando la frecuencia de un determinado tipo de construcción gramatical en un autor, con finalidad estilística; o aplicando un modelo de análisis de la interacción conversacional a las conversaciones que aparecen en una obra literaria, por ejemplo diálogos teatrales—etc.). Un ejemplo representativo de este tipo de enfoque podía ser del tipo "A Transformational-Generative Approach to Style: Samuel Johnson and Edward Gibbon." (Curtis W. Hayes, Language and Style 1 [1968]: 39-48).
c) trabajando en la interfaz entre lengua
y literatura propiamente dicha: es decir, profundizando en el estudio de aquellos
niveles de análisis lingüistico en los cuales la literatura se define como una
determinada actividad discursiva, o estudiando estructuras supraoracionales y
convenciones genéricas (como las modalidades de construcción narrativa) que
extienden la lingüística formal hacia los ámbitos de la textualidad en general
o más en concreto de la textualidad literaria. Estamos pensando en trabajos con
títulos del tipo "Apuntes para un
modelo de la intertextualidad en literatura." (Gustavo Pérez Firmat, Romanic Review 69 [1978]: 1-14) o "The Semantical Structure of
Fictional Discourse" (Richard Routley, Poetics
8 [1979]: 3-30).
(Aprovechamos para señalar que por "literatura" entendemos aquí no sólo "novela, poesía y teatro" sino también crítica, retórica, historia, filosofía, teoría política y social, ensayo, cine, periodismo, textos electrónicos, etc.—es decir, todo tipo de discurso reproducible y culturalmente significativo.[19] Y también para señalar que lo que hace significativo a un discurso es muchas veces no lo que era antes de ser elegido para su análisis, sino lo que es una vez analizado. Tal definición de literatura engarza perfectamente con los estudios lingüístico-discursivos en cuanto pasamos a considerar no sólo textos concretos reproducibles, sino también los principios rectores de la textualidad: convenciones genéricas, modelos ideológicos, macroestructuras textuales, arquetipos, intertextualidad, etc.—un terreno en el que se encuentran de manera natural la teoría literaria y la lingüística discursivo-textual).
Si se examinan las publicaciones realizadas por los anglistas españoles se encontrarán numerosos ejemplos de los tres tipos de combinación entre estudios lingüísticos y literarios, todos profesionalmente reconocidos y académicamente válidos como investigación de Filología Inglesa. Se nos permitirá, sin embargo, expresar nuestra preferencia tanto académica como personal por la tercera modalidad. Es en el tercer tipo de combinación lingüística/literatura en el que hemos venido desarrollando nuestra actividad investigadora (y, en gran medida, docente) durante toda nuestra carrera universitaria, con atención especial a tres objetos de investigación que se sitúan en dicha interfaz:
- Las estructuras narrativas
- La reflexividad de las estructuras textuales y discursivas
- La problemática de la interpretación y la interacción comunicativa (en especial en la lectura y la intepretación crítica).
Si la lingüística de las últimas décadas del siglo XX ha mostrado un interés especial en teorizar el uso del lenguaje en contextos, la gramática del texto, las convenciones discursivas, etc., ha habido un desarrollo que podría verse como convergente con éste en los estudios literarios. Con frecuencia acusados de impresionismo y atomismo metodológico en fases anteriores de desarrollo, los estudios literarios han desarrollado una fuerte conciencia teórica, hasta el punto de que cada vez es más rara la publicación sobre literatura que no se sitúa en un ámbito de debate teórico determinado, presentándose como un caso concreto de estudio de una cuestión metodológica general relativa a la significación, la interpretación o la textualidad. La línea de trabajo que intente aunar la teoría de la crítica literaria con la lingüística, en especial con la pragmalingüística, parece pues un desarrollo natural de la evolución de las disciplinas filológicas en décadas recientes.
En nuestra línea investigadora y docente anterior hemos resaltado el lugar central que puede tener la teoría literaria —e incluso la historia de la teoría literaria— en un programa de estudios filológicos. Esta tesis fue defendida elocuentemente en unos artículos programáticos de R. S. Crane.[20] Según Crane, el filólogo debería ver los diversos lenguajes de la crítica no como intentos rivales de definir una verdad y cerrar una discusión, no como una colección de dogmas o programas rivales, sino como los instrumentos necesarios en el ejercicio de su actividad, sus herramientas de trabajo.[21] Cada herramienta intelectual puede realizar un tipo de labor, tiene sus ventajas y sus limitaciones, y es adecuada para determinados problemas. Y se requiere que el filólogo sea cuanto menos un buen operario que esté familiarizado con sus herramientas. El enorme desarrollo teórico de las últimas décadas en los países de lengua inglesa no puede sino reforzar dichos argumentos. Se ha estado viviendo recientemente un auténtico cambio de paradigma en direccion a la actividad teórico-crítica, que se convierte en el aglutinador común de los estudios literarios.[22] Un crítico tan divergente de Crane en su orientación crítica o su ideario político como Eagleton defiende el estudio de la teoría literaria, recordándonos que
without some kind of theory, however
unreflective and implicit, we would not know what a 'literary work' was in the first
place, or how we were to read it.
Hostility to theory usually means an opposition to other people's
theories and an oblivion of one's own.[23]
El estudio de la teoría crítica, entendido como el estudio de las diversas modalidades, escuelas y perspectivas críticas, va dirigido a formar unos filólogos más conscientes e informados sobre aspectos centrales de su actividad, una actividad que se realizaría si no de un modo intuitivo, preteórico y probablemente más dogmático. La teoría crítica sirve también de ámbito común a los estudios teóricos literarios y a los enfoques lingüísticos que se ocupan del uso efectivo del lenguaje: la pragmática, la teoría del texto, el análisis crítico del discurso.
El objetivo principal de las materias de teoría lingüística o literaria, por tanto, es familiarizar al alumno con la reflexión histórica y actual sobre el lenguaje y los textos, haciendo que pueda orientarse en el complejo terreno de la reflexión teórica sobre estos fenómenos, que conozca los principales movimientos y teorizadores, y sus planteamientos fundamentales. Este conocimiento debe ir dirigido no a privilegiar una perspectiva sobre las demás de modo dogmático, sino a que el alumno sea capaz de discernir elementos constantes y variables en la discusión teórica, de identificar la perspectiva metodológica e ideológica subyacente a una valoración o análisis, y de contemplar cada teoría no sólo desde sus propios intereses individuales, y ni siquiera solamente desde el interior de esa teoría, sino también desde el panorama diferente que ofrecen las demás. Así, por ejemplo, alrededor de la mitad del siglo XX predominaron en crítica literaria las teorías formalistas tanto en lingüística como teoría literaria; y se afirmaba que los enfoques psicológicos, sociológicos, etc. sobre la obra literaria no eran crítica literaria, sino psicología, sociología, etc.
Del mismo modo, la lingüística más prestigiosa y moderna aspiraba en el siglo XX a una formalización que, de ser notable en las escuelas estructuralistas europeas, pasó a ser todavía más potenciada por la gramática generativa-transformacional. Es obvio que un curso de lingüística basado únicamente en estos presupuestos sería muy restrictivo. Así, tendremos en cuenta tales teorías, pero no las utilizaremos para delimitar qué es y qué no es lingüística. Consideraremos que en un sentido amplio es lingüística cualquier discurso racional, valorativo, analítico, interpretativo, preceptivo, histórico, etc. sobre la estructura, origen, funciones, historia o modalidades de uso del lenguaje. No debería interpretarse esta afirmación como una adhesión teórica por nuestra parte a un pluralismo teórico en el sentido de escaparate de teorías donde se puede escoger cualquiera indistintamente. El pluralismo como actitud crítica práctica frente a un texto tiene sus méritos y sus desventajas: puede resultar a menudo en indecisión o falta de ímpetu renovador en el estudio, a la vez que, sin duda, evita el dogmatismo y estimula una actitud de distanciamiento crítico. El problema de la interacción entre perspectivas metodológicas diferentes se ha tratado, aunque quizá no tanto como sería de desear, en el marco de diversas teorías lingüísticas, y también en el marco de la teoría critíca: es por ejemplo el problema del pluralismo crítico estudiado por los críticos de Chicago, en especial en sus últimas formulaciones por Wayne Booth,[24] que consigue dar una visión realmente sugerente de lo que sería un auténtico pluralismo como disciplina intelectual, más allá de un laissez faire. Pero aquí no estamos tomando partido teórico a favor ni en contra del pluralismo, pues lo que estamos intentando definir es una conveniencia pedagógica. Desde este punto de vista, nos parece obvio que conviene ofrecer a los estudiantes un panorama teórico-lingüístico lo más rico y variado posible, hacerles conocer lo que existe antes de entrar en valoraciones y privilegiar un enfoque o escuela en favor de otro —algo que con frecuencia hay que hacer en el terreno práctico de la investigación. En la medida en que toda enseñanza lleva implícita una teoría, lleva a escoger ciertas opciones y no otras, tampoco es alcanzable ese pluralismo docente ideal. Pero es posible hallar modos de explotar pedagógicamente esta toma de posición —siempre, claro está, que se sea consciente de ella.[25]
Al intentar ofrecer un panorama lo más rico posible deberemos tener en cuenta el contexto pedagógico de la materia. La multiplicidad de fenómenos lingüísticos conlleva una gran variedad de acercamientos posibles, y plantea la dificultad de delimitar precisamente qué es lo que se puede enseñar sobre el lenguaje o la lingüística—pues en un curso no se puede enseñar todo. Se trata de hacer una selección lo más racional posible de acuerdo con el contexto educativo de la materia. Comprendemos que, tanto para el estudio de la filología en general como para el de disciplinas concretas como la lingüística o la teoría crítica, sea aconsejable disponer de unos sólidos conocimientos de base en disciplinas vecinas o que entran de algún modo en relación con ella. En literatura no podríamos dedicar las clases a proporcionar al alumno los conocimientos sobre historia, religión, ciencia antigua, etc. que Marjorie Boulton considera necesarios para comprender la literatura inglesa.[26] Del mismo modo, no podemos dedicar las clases de lingüística inglesa a tratar de los fundamentos de la comunicación, la teoría de señales, la diferencia entre códigos y lenguas o el manejo del American Sign Language por chimpancés y gorilas. Estas actividades serían sin duda muy interesantes, pero se comprende fácilmente que lo esencial para nosotros se encuentra en otra parte. Habrá que cuidar, pues, de determinar los contenidos más intrínsecos a la materia, para evitar una disgregación de la misma entre las áreas vecinas. Por otra parte, el estudio del lenguaje es un campo de trabajo que parece expandirse a medida que se profundiza en él. El volumen de publicación en lingüística moderna es, por supuesto, inabarcable para un mortal, y es difícil incluso mantener una visión panorámica del conjunto del territorio. Según Dick Hudson, editor de la una serie de teoría lingüística en Routledge,
the typical linguist ... knows a good deal
about a small number of theories in his or her area of specialism, but is
baffled by the problem of keeping up with other theories even in that area, to
say nothing of other areas. There just aren't enough hours in the day to read
more widely, and even if there were it wouldn't help much because so much of
the literature is simply incomprehensible except to the initiated. The result
is that most of us cultivate our own garden reasonably conscientiously, but
have very little idea of what is happening in other people's gardens.[27]
Esto puede llevar a una pérdida de perspectiva, según la cual el campo de estudio propio es central para la disciplina, y la multiplicidad de actividades emprendidas por otros estudiosos son periféricas o marginales.[28]
Por ejemplo, volviendo al tema de que 'Lingüística' no equivale, como decíamos que a veces se presupone, a 'Gramática'. Por tomar una referencia relativamente "neutra" sobre esta cuestión (si bien es sabido que la neutralidad no existe en los asuntos humanos), se puede acudir un sistema de acotación del terreno intelectual ampliamente reconocido en ámbitos oficiales, como es la nomenclatura para los campos de las ciencias y tecnología de la UNESCO.[29] Incluimos en el Anexo III una copia de los campos que parecen más relevantes para los estudios de Filología Inglesa, y más específicamente para el perfil de Lingüística Inglesa. Observamos que, harto curiosamente, no figuran allí, por ejemplo, secciones que se denominen "gramática" o "morfología", si bien bajo el epígrafe de "lingüística sincrónica" se encuentran "fonética," "sintaxis", "semántica", etc.—así como "estilística (estilo y retórica)." Sospechamos que estos campos de la UNESCO se diseñaron y se fueron ampliando siguiendo criterios menos sistemáticos de lo que sería de desear dada la función que se les hace cumplir, y que la presencia de una nomenclatura concreta fuera de la fosa común del "99- Otras (especificar)" da testimonio, más que nada, del dinamismo de una línea de trabajo concreta allá por los años 60/70—o de la moda, si se quiere. En cualquier caso, no han escapado a la atención de los polígrafos de la UNESCO variedades de la lingüística sincrónica como la semiología o semiótica, en el marco de la cual podemos situar la narratología,[30] o la enseñanza de lenguas: actividades a las cuales no ha sido ajena nuestra trayectoria docente e investigadora, como señalaremos más adelante. Y subrayaremos que en las claves UNESCO uno de los apartados de la sección 57, "Lingüística", (tan incluido en ella como la sintaxis o la semántica, y más que la gramática o la morfología) está dedicado a la interfaz entre lingüística y literatura (570107, "Lengua y literatura").
El código de la UNESCO, lo hemos querido dejar claro, no es infalible ni neutral. Sin embargo, está suficientemente homologado a nivel internacional y es utilizado de modo habitual por los ministerios españoles que rigen la actividad de la Universidad, sin que conozcamos que haya generado gran polémica hasta ahora. Sólo sugerimos a la Comisión que también se podría utilizar como un criterio razonablemente consensuable en el presente concurso-oposición.
Lengua y literatura / Lengua o literatura
En el documento informativo antes mencionado que publicaron conjuntamente las Dras. Onega y Olivares sobre el área de conocimiento de la Filología Inglesa, se pasaba a caracterizar a la Filología Inglesa como un área con dos perfiles. Esta definición responde a muchos fines prácticos de organización en el área de Filología Inglesa y más concretamente en el caso de esta área en la Universidad de Zaragoza (pues en otras universidades pueden trazarse divisiones diferentes). Es, seguramente, una de las razones por las cuales se ha dado a la presente plaza un "perfil de Lingüística Inglesa." Existe, sin embargo, un peligro en esa caracterización, pues podría fácilmente malinterpretarse en el sentido de un either / or que no dejase lugar a un both / and. Queremos señalar aquí que la interpretación de los perfiles de lengua y de literatura como incompatibles entre sí[31] no puede responder a una comprensión adecuada de la disciplina de Filología.
Representémoslo gráficamente, no sólo con el fin de clarificar nuestra candidatura a esta plaza, sino también como contribución al debate sobre la identidad del área de Filología Inglesa que tanto ha ocupado a muchos socios de AEDEAN recientemente.
Según esta representación, la Filología Inglesa se divide en dos "subáreas" que no tienen una zona de intersección, con lo cual se presenta el problema de qué es lo que las une bajo la una denominación común (es decir, qué es lo que hace que la barra vertical no tenga la misma naturaleza que el gráfico oval externo). Una variante de este gráfico es la siguiente:
Este segundo gráfico deja lugar a otros contenidos en el marco de la Filología Inglesa (donde cabrían, por ejemplo, los estudios culturales como un área separada, o la enseñanza de la lengua instrumental, si separamos lingüística de lengua instrumental), pero para el problema que aquí nos ocupa el problema es esencialmente el mismo: no hay terreno común entre literatura y lingüística, que por tanto son polos opuestos dentro de la Filología Inglesa, y habría que preguntarse qué es lo que las une bajo una caracterización común (Filología Inglesa) si sus propios contenidos no se prestan a ello.
Veamos otro gráfico que concibe el área de conocimiento y la relación entre sus "subáreas" de modo diferente:
Esta representación es mejor a nuestro juicio, no sólo porque justifica mejor nuestra candidatura, sino ante todo porque justifica la existencia del área "Filología Inglesa" como tal entidad unitaria —un área, y no dos. Con lo cual la interfaz entre los distintos perfiles de la Filología (hemos dibujado sólo dos, pero podría haber otros) no es un ámbito de trabajo e investigación periférico en Filología, sino central y definitorio de la identidad de cada una de las filologías, y en este caso específico de la Filología Inglesa. Y por ser central en el ámbito de la disciplina tal como está definida académicamente, la interfaz es igualmente central dentro de la definición de cada uno de los perfiles. No aceptamos, pues, que en el marco de una disciplina como la Filología Inglesa un perfil de semiología o de estilística sea menos central para la docencia de la lingüística que un perfil de fonología o de (pongamos) lenguaje infantil—todos ellos son campos de trabajo de la Lingüística, al menos según la UNESCO.
Está por otra parte la cuestión de determinar si el perfil se refiere al método o al objeto de estudio. Parece perfectamente lícito en Filología que el método de estudio sea la lingüística y el objeto de estudio la literatura. Lo que define, en efecto, a un lingüista no es el tipo de géneros discursivos que utilice como objeto de análisis, sino la metodología que se aplica a ellos. Pero incluso aquí hay circunstancias que pueden causar confusión. Se puede estudiar fenómenos lingüísticos presentes en un corpus literario, como por ejemplo son, pongamos por caso, el uso de thou y you en Shakespeare, o el ablativo absoluto en Milton, sin que la presencia de tales fenómenos en una obra literaria sea realmente el objeto del análisis—es decir, se estaría estudiando el lenguaje usado en la literatura a un nivel que no es distintivamente literario, en tanto que lenguaje que podría estar presente en cualquier otra circunstancia comunicativa. Otra cuestión es estudiar la comunicación literaria en su especificidad discursiva, es decir, como literatura. Realizar esto requiere tender puentes entre lo que a mediados del siglo XX se entendía por lingüística (fonología, gramática, semántica) y lo que entonces se entendía por crítica y teoría literaria. Es éste un paradigma que desborda el marco de la "estilística" tal como originalmente se concibió. Requiere tener en cuenta los desarrollos de la lingüística hacia el estudio de fenómenos discursivos, textuales y pragmáticos, hacia el estudio de convenciones genéricas (por ejemplo las asociadas a las estructuras narrativas). Es en este paradigma teórico, que por una parte parece casi interdisciplinar y por otra se dirige al meollo mismo de la noción de filología, en el que se ha situado nuestra labor investigadora de los ultimos años.
Como expondremos más adelante, atañen a la lingüística moderna tanto el estudio "lingüístico" de la lengua en el sentido de lingüística formal o sincrónica, lingüística del sistema lingüístico abstracto, como el estudio del uso funcional de este sistema en actos comunicativos concretos. No estamos pensando aquí en la distinción entre "langue" y "parole" de Saussure,[32] que nos parece fundamentalmente inadecuada, sin negar que ha sido un axioma fructífero para muchos tipos de investigación. Como formulación clásica de los conceptos de base para una lingüística del uso y la comunicación, preferimos con mucho la que ofrece Schleiermacher en sus escritos de hermenéutica.[33] Pasamos a ofrecer una breve exposición de la perspectiva sobre el lenguaje propuesta por Schleiermacher, puesto que ofrece un punto de encuentro clásico para muchas de las cuestiones que aquí nos ocupan, y un preliminar adecuado para una exposición del desarrollo de la lingüística discursiva y textual.
El sistema y el hecho lingüístico
Schleiermacher sistematizó las teorías hermenéuticas desarrolladas durante la Ilustración,[34] buscando formular una teoría de la interpretación que sea aplicable a todos los textos, no sólo a los religiosos (de los que provenía la tradición hermenéutica). Concibe Schleiermacher la hermenéutica como el ámbito básico en el que tiene lugar toda comprensión. Es decir, la palabre "hermenéutica" no se refiere en su obra a una disciplina recóndita que trabaja con presupuestos específicos sobre textos antiguos y remotos: todos los procesos hermenéuticos se originan en el terreno común de la comprensión lingüística. Por ello la obra de Schleiermacher es un punto crucial de relación entre crítica textual y lingüística, y ofrece una sólida fundamentación para la filología como disciplina con entidad propia. Las teorías hermenéuticas del siglo XVIII se referían a áreas de conocimiento separadas y sin relación entre sí (interpretación de la ley, de los textos religiosos, etc.). Schleiermacher propone por el contrario una hermenéutica general. Las hermenéuticas de los autores anteriores son también parciales en tanto en cuanto presuponen la comprensión, mientras que para Schleiermacher la incomprensión es un fenómeno igualmente real y posible.[35]
La comprensión lingüística, ya se aplique a la exégesis de una obra literaria o a seguir una conversación cotidiana, descansa sobre unos principios comunes. Conlleva una negociación, o mediación, efectuada por los hablantes entre una dimensión abstractiva-general, el sistema lingüístico, y un hecho concreto e individual, el mensaje personal que los hablantes quieren comunicar o comprender. La producción del mensaje requiere que se articule esta particularidad partiendo de los recursos generales del lenguaje, y la comprensión del mismo conlleva una oscilación similar entre dos grupos de criterios: los aportados por el sistema, y los aportados por el mensaje. Puede decirse que tanto el habla como la comprensión son actividades hermenéuticas en este sentido,y sobre este hecho básico descansa la teoría de Schleiermacher: sobre la experiencia concreta de cómo llegamos a comprender el significado comunicado por otra persona.
El proceso hermenéutico completo requiere la interacción de dos operaciones diferentes, una más objetivista, otra más orientada hacia la subjetividad. Schleiermacher las llama interpretación "gramatical" y "técnica" (o "psicológica"), respectivamente. La interpretación "gramatical" nos lleva a interpretar una palabra o frase como un caso (un "token" se dirá más adelante) del sistema lingüístico generalmente compartido; la intepretación "técnica" ve en esa palabra o frase una manifestación de estilo, la expresión de una mente individual y de una intención comunicativa concreta.
Just as every speech has a twofold
relationship, both to the whole of language and to the collected thinking of
the speaker, so also there exists in all understanding of the speech two
moments: understanding it as something drawn out of language and as a 'fact' in
the thinking of the speaker.[36]
Estas técnicas y objetivos diferentes
coexisten en todo proceso interpretativo. De hecho, los dos "momentos" trabajan
interactivamente y en dirección uno al otro— "In this interaction the
results of the one method must approximate more and more those of the
other" (Hermeneutics 190).
Sin embargo, uno u otro aspecto se puede volver dominante, y por eso encontramos diferentes "escuelas" o tipos de interpretación: gramáticos y críticos, pongamos.
Cada uno de estos tipos de interpretacion se basa en un método diferente: la intepretación gramatical se basa mayormente en en el método comparativo, que busca los elementos comunes entre los fenómenos (palabras, textos o autores). Otro método contrario es el adivinatorio, basado en el contacto intuitivo con lo que Schleiermacher llama, en una locución muy decimonónica, el "espíritu del lenguaje" o la individualidad del autor. Para Schleiermacher, el segundo tipo de interpretación ("técnica" o "psicológica") se basa en más en la adivinación, en la proyección imaginativa y empática del intérprete hacia la mente del autor. Y de hecho, este aspecto se va volviendo más y más promiente en la obra de Schleiermacher con el tiempo: el énfasis en la gramática va cediendo lugar a un énfasis en el estilo y el fenómeno comunicativo concreto en su obra.
La comprensión es por tanto un proceso complejo que conlleva una mediación entre sistema y mensaje, entre gramática y psicología, y entre método comparativo e intuición adivinatoria. El ámbito de la hermenéutica se expande a medida que va recayendo mayor énfasis en el segundo término de estos pares. Comprender una palabra es una operación más próxima al ámbito de la lingüística que al de la psicología. Pero el lado intuitivo, subjetivo y psicológico de la interpretación se vuelve más significativo a medida que el objeto de nuestra comprensión se expande volviéndose una oración, un texto, una obra literaria, un conjunto de obras, la producción de un determinado autor o de un determinado ámbito cultural.
Aunque, por otra parte, no hay acto de comprensión tan sencillo que no requiera esta negociación interpretativa. El conjunto de la frase ha de conocerse antes de que conozcamos el significado preciso de la palabra, pero para comprender la frase tenemos que comprender las palabras individuales primero. Esta misma relación de circularidad se establece entre las frases de un texto y el texto completo. Esto lleva a Schleiermacher a formular un principio hermenéutico crucial: la comprensión tiene lugar a través de un círculo hermenéutico: una parte de un texto se entiende siempre en términos del todo, y vice-versa. El círculo hermenéutico tal como es definido por Schleiermacher podría describirse como esta oscilación constante de la parte al todo que se produce cuando intentamos intepretar algo. El círculo también supone un paso continuo de un aspecto de la interpreatación (el gramatical) al otro (el técnico o psicológico) y de una estrategia interpretativa comparativa a la otra intuitiva.
Esta concepción es muy sugerente, y no sólo anticipa ventajosamente a nuestro entender muchos aspectos de la oposición saussuriana entre lengua y habla, sino que pone el énfasis en el procesamiento textual que ha sido característico de teorías cognoscitivas y psicolingüísticas en décadas recientes: pensemos por ejemplo en la buena fortuna que tienen en lingüística contemporánea términos como "top-down" y "bottom-up", aplicados por ejemplo a la categorización genérica de un texto o a la proyección de diversos tipos de macroestructuras (narrativas, argumentativas, etc.), en un procedimiento circulatorio muy parecido al descrito por Schleiermacher.
La hermenéutica de Schleiermacher tiene además el mérito de ir orientada hacia horizontes mucho más amplios de los que parte. Schleiermacher señala la posibilidad de aplicarla, por ejemplo, a la adquisición del lenguaje, o a la comprensión de cambios de tema producidos en las conversaciones.
Vemos por otra parte que la imagen del círculo hermenéutico no es totalmente acertada.[37] Nos movemos de la parte al todo mediante analogías y adivinación, y a continuacion del todo a la parte. Pero ahora esa parte ya no es la misma: se ha transformado gracias a nuestra comprensión más completa, y proporcionará un asidero más firma para otro asalto al texto completo. Vemos, por tanto, que el famoso círculo hermenéutico es más bien una espiral. Sólo las interpretaciones que no producen sentido nuevo son auténticamente circulares. Dada esta definición en espiral, no es sorprendente que una comprensión completa o final no pueda alcanzarse jamás. De hecho, en cuanto un texto pasa a ponerse en relación con un texto más amplio o un todo mayor, comienza de nuevo el proceso interpretativo: es fácil ver que tratar de leer el texto de la cultura nos embarca en un proceso interpretativo que se expande sin fin.
La tesis de su editor Heinz Kimmerle es que Schleiermacher pasó de una hermenéutica orientada al lenguaje a una hermenéutica más subjetivista, psicologista e intencionalista. La definición que da Schleiermacher de la comprensión es, de hecho, psicologista: es "the re-experiencing of the mental processes of the text's author."[38] Aunque esta tesis de Kimmerle es justificable si se considera la atención relativa concedida a cada lado de la interpretación en la obra temprana y la tardía de Schleiermacher, la conclusión también puede ser engañosa en parte. Ya hemos observado que en la misma estructura del proceso hermenéutico tal como es concebido por Schleiermacher se produce un movimiento o paso del lado objetivo al subjetivo de la intepretatción. No parece descabellado sugerir que, a medida que se desarrollaban sus intereses interpretativos, el ir poniendo el énfasis en el lado estilístico y psicológico de la interpretación (la "interpretación técnica") parece un proceso natural.
Otra tendencia de la hermenéutica de Schleiermacher señala críticamente Kimmerle. Su énfasis en el proceso de comprensión como tal, en la comprensión como fenómeno univeral, llevó a Schleiermacher a infravalorar el factor de historicidad tanto en el objeto como en el sujeto de la intepretación. No es que no tenga en cuenta la posibilidad de que exista una distancia cultural o histórica entre el emisor y el receptor: antes bien, lejos de ello,
For Schleiermacher, the historical text is not
addressed directly to the present interpreter, but to an original
audience. The present interpreter is to
understand that original communication in terms of its historical
context."[39]
De hecho, el énfasis en el sentido originario es tan grande que la cuestión de la "recuperación" del significado arrincona totalmente a la de la "aplicación" de ese significado a las circunstancias presentes.[40] Este segundo aspecto no forma parte de la hermenéutica para Schleiermacher: en su concepción, la hermenéutica no se refiere a la aplicación sino a la interpretación de los textos. Y es precisamente este ideal de una reconstrucción del sentido pura y desinteresada el que refuta Gadamer en su crítica a las concepciones de Schleiermacher.[41] Tanto más se separan en este punto de Schleiermacher las diversas "hermenéuticas de la sospecha"[42] ya sean de inspiración desconstructivista, marxista, freudiana o feminista, que en la línea de pensamiento de Freud, Derrida, Foucault o Habermas han servido de inspiración a mucho trabajo reciente en el área del análisis crítico del discurso, que es el tipo de "hermenéutica de la sospecha" más visible recientemente en ámbitos de trabajo de la lingüística.
En la tradición de Schleiermacher, la comprensión es pura y no contaminada por los intereses del intérprete. Su actitud hacia la historicidad es utópica: supone que el intérprete de un texto remoto puede salvar la distancia histórica y adquirir la perspectiva del receptor original, absorberse en la contemplación de ese universo pasado. De esta concepción es útil, sin embargo, para una ética del lenguaje, la presuposición de una comunidad de experiencias o intereses compartidos que posibilita la comunicación o la comprensión.[43]
Y parece clara asimisma su relevancia para la fundamentación de una lingüística del habla, del uso efectivo del lenguaje, que no tiene por qué ser menos legítima (antes al contrario) que la lingüística de la langue de tradición saussureana. Remitimos para una exposición de esta alternativa a la crítica original (y demoledora) de la concepción de Saussure, Marxism and the Philosophy of Language de Voloshinov / Bajtín,[44] así como a la teorización bajtiniana del texto y del acto de discurso, en lugar de la oración, como unidad de análisis elemental de la ciencia del lenguaje.[45]
La lingüística del texto y la pragmática
Muchos de los desarrollos más vistosos de la lingüística de la segunda mitad del siglo XX van encaminados a conceptualizar y acotar el terreno existente entre el estudio sistemático de códigos lingüísticos abstractos, objeto preferente de la lingüística formalista y estructuralista que les precedió, y el uso efectivo del lenguaje. Entre las muchas circunstancias que hicieron necesaria esa nueva conceptualización nos interesa subrayar, por su relación con nuestra línea de investigación, los problemas que presentaba la estilística literaria, o la adecuada conceptualización lingüística del fenómeno literario.
Una estilística o teoría literaria basada en una lingüística oracional, estructural y formalista debía por fuerza producir un análisis atomizado del hecho literario, pues muchas de las cuestiones básicas requeridas para una comprensión de los fenómenos textuales no cabían en los presupuestos de dicha lingüística. Mucho más filológica, en este sentido, más adecuada al estudio de la literatura y también de otros tipos de discurso, ha sido el desarrollo de puentes entre el sistema y el uso lingüistico, tal como han sido desarrollados de manera diversa por la sociolingüística, la psicolingüística, la teoría de los actos de habla, la teoría de la cortesía lingüística y de la interacción conversacional, la lingüística textual, y otras teorías del análisis del discurso. Veamos algunos de estos desarrollos que atañen igualmente a lingüística y teoría literaria.
Para ser eficaz, un método de análisis lingüístico de un texto literario habrá de reunir al menos dos condiciones que no son satisfechas armónicamente por las gramáticas tradicionales:
• Deberá contemplar el estudio de unidades lingüísticas superiores a la oración. La diferencia entre texto y oración ya se encuentra en Aristóteles (Peri hermeneias, V.5). Sin embargo, la gramática tradicional no considera que el nivel textual sea un objeto de estudio propio de la lingüística, y fija su límite superior en el estudio de la oración. La lingüística de los veinte últimos años ha abandonado de manera casi general la oración como unidad superior de análisis formal, para pasar a considerar el texto.[46]
• Deberá estudiar el uso del lenguaje, y no sólo describirlo como sistema abstracto, salvando de alguna manera la distancia entre lo que Saussure llamó la lengua y el habla. Una vía en esta dirección la proporciona la doble distinción de Frege entre proposición y juicio por una parte (es decir, entre proposición abstracta y su emisión efectiva), y entre sentido y referencia por otra.[47] Sin embargo, el análisis del discurso debe ir más allá de estas distinciones básicas, y combinarlas de un modo no previsto por Frege. Así lo hace notar Searle:
Necesitamos distinguir, lo que Frege no logró hacer, el sentido de una expresión referencial de la proposición comunicada por su emisión. El sentido de tal expresión viene dado por los términos generales descriptivos contenidos en, o implicados por, esa expresión; pero en muchos casos el sentido de la expresión no es suficiente por sí mismo para comunicar una proposición, sino que más bien la emisión de la expresión en un cierto contexto comunica una proposición.[48]
Una distinción semejante ya se halla en Ingarden.[49] Es básica para el estudio de muchos fenómenos literarios. Por ejemplo, la metáfora requiere para su explicitación una distinción entre el significado y el uso, y no una mera semántica de sistema: "no hay metáforas en el diccionario".[50]
Los
dos nuevos enfoques que hemos señalado, el textual y el contextual, convergen
espontáneamente. En
palabras de Halliday,
The basic unit of language use is not a word or
a sentence but a 'text', and the'textual'component in language is the set of
options by means of which a speaker or writer is enabled to create texts—to use
language in a way that is relevant to the context.[51]
Así, como cualquier otra actividad lingüística efectiva, la narración literaria es un uso de textos, no una suma de frases descontextualizadas. La literatura, más generalmente, es un tipo de discurso, un uso del lenguaje en una situación concreta:[52] en términos de Bühler, una obra literaria es un producto lingüístico (Sprachwerk), y no una forma lingüística (Sprachgebilde).[53] Un estudio de las formas oracionales es claramente insuficiente; necesitamos una lingüística textual para enfrentarnos al texto literario.[54]
Un texto puede concebirse como una estructura atemporal de relaciones coexistentes. Pero una aproximación más fructífera a la realidad textual será la que lo conciba en su dimensión temporal. Esta temporalidad del texto no debe ser confundida con la temporalidad propia de la acción, que es en cierto sentido ajena al texto. Nos referimos ahora a la temporalidad del texto en tanto que es lenguaje, en tanto que el código semiótico que lo constituye incluye necesariamente la sucesión de unos elementos a otros. Por tanto, un texto narrativo es dos veces temporal, en tanto que acción representada y en tanto que sucesión de signos. Esta sería una primera acepción del término discurso: el texto en tanto en cuanto es un discurrir de signos en el tiempo.[55] Tampoco es suficiente un estudio de la forma del texto (suponiendo que sea posible disociar el estudio de la estructura formal de un texto del estudio de su función); es necesario estudiar el uso de las formas. La lingüística de la primera mitad del siglo XX suele descuidar este aspecto del lenguaje. Así sucede tanto en Saussure y sus descendientes estructuralistas como en la "lingüística funcional" del Círculo Lingüístico de Praga[56] o en el estructuralismo norteamericano descendiente de Bloomfield.[57] Las famosas divisiones establecidas por Saussure entre lengua (langue) y habla (parole) y por Chomsky entre competencia (competence) y actuación (performance) asignan a la lingüística ante todo el estudio del sistema lingüístico, no del uso lingüístico. No es que Saussure malinterprete las relaciones entre langue y sintagmática en general; no relega los fenómenos sintagmáticos a la parole: "hay que atribuir a la lengua, no al habla, todos los tipos de sintagmas construídos sobre formas regulares".[58] Simplemente, Saussure no tiene en cuenta la existencia de formas regulares en sintagmas superiores a la oración. Y a medida que avanzamos hacia los sintagmas jerárquicamente superiores, la diferencia entre langue y parole se hace cada vez más difícil de delimitar. De ahí que aparezca en nuestros días una lingüística de la parole que sería paradójica para un saussuriano estricto, así como es paradójica para la gramática generativa la idea de un teoría de la actuación.[59] El estudio del sistema se liga indisolublemente al estudio del proceso lingüístico.[60] La oración se contempla hoy como una estructura subordinada al texto, a un texto que es contemplado como parte de un proceso comunicativo contextualizado. Este carácter subordinado de la oración ya fue señalado por Ingarden hace varias décadas:
The sentence-forming or duplicating operation
(...) is in most instances only a relatively dependent phase of a much broader
subjective operation, from which arise not only individual, out-of-context
sentences but, instead, entire complexes of sentences or manifolds of connected
sentences. When, for example, we conduct a proof or develop a scientific theory
or simply narrate an account, we are attuned, usually from the very beginning,
to the whole which we are to "develop" even before we have formed the
individual sentences by which it will be "developed".[61]
Hoy podríamos decir que la estructura
profunda de un texto ha de ser formulada pragmáticamente, no semánticamente; es
decir, ha de contemplarse al texto en su funcionamiento contextual, en su uso,
y no limitarse a hacer un estudio lingüístico abstractivo del mismo.
Paralelamente, el estudio de la composición y de la recepción ha tener una base
a nivel textual: se tratará de lo que antes hemos denominado las macroestructuras que se activan en la
actuación comunicativa.[62] Nuestra segunda
acepción de discurso, que es la que
queremos resaltar aquí, será la de texto
instrumentalizado en una situación comunicativa determinada. Serán
competencia de una lingüística del discurso
no sólo las estructuras de signos lingüísticos, sino también las
modalidades de enunciación y las situaciones discursivas (cf. Lozano,
Peña-Marín y Abril 35).
La división entre langue y parole hace más que descuidar la sintagmática lingüística: relega muchas reglas de uso del sistema al campo de lo individual, lo no sistematizable.[63] Esto equivale a ignorar lo que hoy entendemos por pragmática o a identificarlo a la semántica. Los gramáticos generativistas partidarios de lo que Gerald Gazdar llama la "hipótesis performativa" optan explícitamente por esta última solución, al pretender incluir el significado pragmático en la descripción semántica de las oraciones.[64] Esta teoría ha sido enérgicamente refutada.[65] Otra postura opuesta (y que resultaría en la imposibilidad de un estudio sistemático de la semántica) es la adoptada por los partidarios del contextualismo estricto para el estudio del significado, como Bloomfield.[66]
Bühler propone una cierta integración de ambos enfoques: el análisis de la significación necesita proponer una base intersubjetiva que sin embargo puede ser modificada en el acto concreto.[67] La palabra usada en contexto adquiere un sentido específico que debe ser deducido por los oyentes con un "procedimiento detectivesco"[68]—usando la inferencia y la inducción.
Movida por un espíritu semejante, la teoría semiótica de Morris señala tres tipos de estudios semióticos. Los dos primeros han sido el objeto de estudio preferente de los lingüistas: son los sintácticos, referentes a la forma de los enunciados, a las relaciones de unos signos con otros, y los semánticos, que atienden a la significación de los enunciados, a las relaciones entre signos y objetos.[69] El tercer tipo de estudios semióticos son los pragmáticos, relativos al uso que se hace de los sistemas de signo en la comunicación, a la relación entre los signos y sus usuarios (Lyons, Semantics 114 ss).
La pragmática no se confunde con un estudio de la actuación individual tal como es definida por Chomsky.[70] Podemos hablar de un estudio ideal de estructuras pragmáticas y de una competencia pragmática o competencia comunicativa.[71] Los elementos de la comunicación lingüística que son objeto específico de los estudios pragmáticos son todos aquellos relacionados con el uso efectivo del lenguaje en una situación dada, todos aquellos necesarios para el estudio del lenguaje como texto o discurso: el enunciador, el receptor, la enunciación, los modelos de enunciado, los modelos de contexto. La pragmática debe llevar a cabo, por tanto, el estudio de los modelos de referencia efectiva del lenguaje a la realidad, una referencia que sólo se da en el uso efectivo del lenguaje en una situación comunicativa dada (Schmidt, Teoría 84).
El estudio del discurso va necesariamente ligado al estudio de la enunciación como acto constitutivo y regulador del mismo. Ducrot define la enunciación no ya como el hecho físico de la producción lingüística, sino como "l'engagement d'une personne—que j'appelle 'l'énonciateur'—à l'égard de la phrase employée".[72] Por la enunciación, el discurso nos remite a los interlocutores, que asumen el papel de enunciador y destinatario. La enunciación y el enunciador no son sólo condiciones extrínsecas del discurso: también quedan (parcialmente) inscritos en él. En este sentido, afirma Greimas, "la enunciación podría formularse como un enunciado de un tipo especial, es decir, como un enunciado llamado enunciación porque comporta otro enunciado en calidad de actante-objeto".[73] El "enunciado llamado enunciación" puede constituir una posible isotopía del discurso: en el caso de la literatura, según Greimas, el sujeto puede hablar de sí mismo, de su actividad discursiva y de la finalidad de su actividad ("Teoría" 28; cf. Ducrot, "Pragmatique" 534). Es uno de los aspectos de la reflexividad del discurso.
Pero la enunciación no es sólo un contenido textual. Es, ante todo, la actividad que constituye al discurso. Es en este sentido en el que el estudio del contexto es imprescindible: la enunciación sólo se inscribe parcialmente en el discurso. Para una comprensión más completa de su sentido necesitamos tanto el texto como las circunstancias concretas de su enunciación, incluyendo las convenciones particulares que puedan regir en cada género o en cada época. La lingüística textual debe en última instancia converger con los principios generales de la hermenéutica clásica, centrada alrededor del significado autorial o histórico de un texto.[74] La teoría de los actos de habla desarrollada por los filósofos y lingüistas (Bühler, Wittgenstein, Austin, Searle, Sadock, Bach y Harnish, etc.) intenta sistematizar los principios de la enunciación, y resultará imprescindible para una hermenéutica lingüística generalizada, un estudio lingüístico del discurso.[75]
El lenguaje puede ser analizado a distintos niveles de abstracción. En palabras de Austin, podríamos decir que al hablar estamos realizando varios actos simultáneos: actos locucionarios (fonéticos, fáticos, réticos), ilocucionarios, perlocucionarios.[76] Siguiendo la versión de Bach y Harnish (Linguistic Communication and Speech Acts), podríamos presentar así el esquema de los actos de habla realizados en la comunicación lingüística:
• Enunciación: el hablante enuncia una forma lingüística en un contexto determinado dirigiéndose a un oyente.
• Acto locucionario: el hablante transmite una serie de significados al oyente mediante esa forma lingüística (se trata del significado semánticamente codificado).
• Acto ilocucionario: el hablante realiza un determinado acto, una acción, en un determinado contexto mediante la transmisión de esos significados ("significado pragmático" o fuerza ilocucionaria).[77] Para que un acto ilocucionario se pueda realizar efectivamente, para que sea tal acto ilocucionario, deberá cumplir unas condiciones de felicidad (felicity conditions) que varían de un acto a otro y sirven para definirlos.[78]
• Acto perlocucionario: Mediante su acto ilocucionario, el hablante influye de alguna manera sobre el oyente, provoca una reacción en él (perlocución o efecto perlocucionario). La intención perlocucionaria de provocar ese efecto no tiene por qué ser manifiesta para el oyente. Además, la intención perlocucionaria puede fracasar sin que ello afecte a la realización efectiva del acto. Las condiciones de felicidad, por el contrario, han de cumplirse.
La linguística tradicional, o la estructural descendiente de Saussure o Bloomfield, sólo se ocupaba del estudio de los actos locucionarios, y eso cuando no era despreciada la semántica como un elemento no sistematizable. Es decir, identificaba el estudio de la langue con el estudio de los actos locucionarios, relegando los actos ilocucionarios al campo de la parole. Según Searle, "un estudio adecuado de los actos de habla es un estudio de la langue" (27), y no de la parole. Esta formulación es demasiado radical, y no permite entender bien la flexibilidad contextual y la evolución constante a que está sometido el nivel ilocucionario del lenguaje. P. F. Strawson ha observado que no todos los actos ilocucionarios son convencionales en el mismo sentido: habría que hablar más bien de una gama de posibilidades entre el polo de la convencionalización ilocucionaria y el de la convencionalización meramente locucionaria.[79] Por otra parte, la afirmación de Searle, como la distinción entre langue y parole, sólo tiene sentido en el marco de una gramática oracional, y es desbordada por una gramática textual. El estudio de la oración en tanto que acto locucionario sólo nos permite acceder a una parte de la significación; simplemente habremos interpretado el significado literal, el que está perfectamente codificado en la langue. La semántica se ocupa de las condiciones de verdad (intensionalmente definidas) de los enunciados, no de su significado en situaciones concretas. El producto de un acto locucionario es una proposición de algún tipo; el del acto ilocucionario tiene que ser un movimiento comunicativo, una acción por parte del hablante, un acto de habla propiamente dicho.[80] El acto ilocucionario es un acto socialmente codificado, aunque no necesariamente lingüísticamente codificado. La comunicación consiste en la realización de actos ilocucionarios, no en la realización de actos locucionarios. Podemos decir que un acto ilocucionario se ha realizado cuando el hablante consigue que el oyente reconozca la intención que tiene el hablante de hacerle reconocer el acto ilocucionario que está realizando; es decir, cuando hay una identificación correcta de la fuerza ilocucionaria.[81] Este reconocimiento se basa, según Bach y Harnish, en una premisa tácita de la comunicación: las creencias contextuales mutuas (mutual contextual beliefs). Para una comunicación efectiva, tanto hablante como oyente han de creer que su interlocutor cree que ambos comparten estas suposiciones (una visión del mundo mínimamente coincidente, una lengua común, una interpretación semejante acerca del hecho discursivo en el que están participando, etc.). Son conocimientos factuales que se suponen comunes; a ellas habría que añadir normas de accion discursiva que también se suponen comunes, como las máximas de comportamiento conversacional de Grice o la linguistic presumption y la communicative presumption de Bach y Harnish (7, passim ).
Hay que distinguir las reglas que permiten la existencia del los actos ilocucionarios de otro tipo de reglas que rigen la utilización social de dichos actos. Es fácil confundir unas con otras. Richard Ohmann sintetiza así las condiciones necesarias que han de suponerse para el cumplimiento de los actos ilocucionarios:
1. Las circunstancias deben ser las apropiadas.
2. Las personas deben ser las adecuadas.
3. El hablante debe tener los sentimientos, pensamientos o
intenciones apropiadas a su acto.
4. Ambas partes deben comportarse a continuación de
forma apropiada.[82]
Ohmann confunde aquí la realización efectiva del acto ilocucionario con su éxito ulterior. Una promesa puede romperse o hacerse sin intención de cumplirla, pero sigue siendo una promesa que se realiza efectivamente en tanto que acto de habla: de lo contrario, difícilmente podría romperse. Las dos últimas condiciones no son condiciones de felicidad, y Ohmann ha descuidado la descripción del complejo juego de reconocimiento de intenciones requerido por la comunicación ilocucionaria.
Hemos dicho que la cumplimentación del acto ilocucionario consiste en su reconocimiento como tal, en su identificación correcta por parte del oyente. Esta identificación no está ligada mecánicamente al significado (semántico) del acto locucionario (Bach y Harnish 10). De ahí la posibilidad de actos ilocucionarios directos o indirectos. El hablante puede basarse en conocimientos comunes con el oyente, en la capacidad de inferencia de éste, así como en los presupuestos normales de la interacción discursiva, para realizar un acto de habla utilizando (instrumental y superficialmente) la realización de otro acto de habla. Sin embargo, hay una presuposición de literalidad del acto ilocucionario siempre que las condiciones lingüísticas y contextuales así lo autoricen.[83] Existe una cierta relación, aunque sea flexible, entre los actos locucionarios y los ilocucionarios. "There is no one-to-one relationship between grammatical structure (...) and illocutionary force; but we cannot employ just any kind of sentence in order to perform any kind of illocutionary act" (Lyons, Semantics 733). O, mejor: no podemos utilizarla en cualquier circunstancia con la misma facilidad.
La indirección continuada de un acto de habla puede resultar en una estandarización de la fuerza ilocucionaria desviada. Es lo que sucede según Bach y Harnish en frases como "¿Me pasas la sal?", que se interpretan directamente como una petición y no como una pregunta (192 ss; cf. Lozano, Peña-Marín y Abril 220 ss).
A pesar del avance que supone, la teoría de los actos de habla no es suficiente para un estudio de todos los fenómenos discursivos, al menos en sus primeras versiones. La teoría de Austin se presta a una interpretación más amplia (Lozano, Peña-Marín y Abril 173); pero Searle ya parte explícitamente de una lingüística oracional:
La unidad de la comunicación lingüística no es, como se ha supuesto generalmente, el símbolo, palabra, oración, ni tan siquiera la instancia del símbolo, palabra u oración, sigo más bien la producción o emisión del símbolo, palabra u oración al realizar el acto de habla. (Searle, Actos 26)
La oración es una abstracción útil para el análisis sintáctico o semántico, pero como hemos visto la concepción misma de una pragmática lleva a postular un nivel superior de análisis: el texto,[84] y el texto contextualizado: el discurso.[85] Parafraseando a Searle, diremos que la unidad de la comunicación lingüística no es el texto concebido como un sistema abstracto de relaciones supraoracionales, sino la producción del texto en una situación determinada, la actuación discursiva (cf. van Dijk, Text Grammars 321 ss).
Podemos
así concebir la estructuración de un intercambio discursivo como una serie de actos de habla bien codificados,
puntuales; el hablante utiliza la oración como apoyo básico para su
realización. Pero estos actos de habla oracionales son instrumentalizados en el
nivel textual-discursivo; a nivel de discurso, no tenemos (únicamente) los
actos de habla sencillos analizados y clasificados por Austin o Searle, sino actos de habla discursivos o macro-actos de habla.[86]
Los actos de habla discursivos suelen englobar una multitud de micro-actos de
habla diferentes, organizados por la macroestructura discursiva que caracteriza
al acto global como tal acto. Los tipos de actos globales pueden contemplarse
como especificaciones o derivaciones de los tipos de actos de habla
microestructurales o primitivos. Podemos definir entre ellos distintos niveles
de complejidad y hablar así de actos de
discurso primitivos, como podría ser "narrar", y derivados, como "escribir una novela".
Estas distinciones pueden ser útiles a la hora de discutir el status
lingüístico de la literatura.[87]
La comunicación está fuertemente condicionada por el tipo de relaciones que mantenga el hablante con el tipo de acto de habla realizado, por su relación con el oyente y por su actitud hacia el mensaje. Lanser (86) propone hablar, respectivamente, de status, contacto y actitud (status, contact, stance ). Estas circunstancias serían clasificables con un análisis modal de la comunicación.[88] Pero poco se puede hacer con estos elementos en abstracto al margen de ofrecer sus definiciones. Para ver las modalidades de su funcionamiento hay que ir más allá de la lingüística; hay que adentrarse en el estudio de una disciplina que haga uso de los textos:
The anthropologist rather than the linguist is
the key figure because the 'unit' of linguistic performance is not the sentence
but the language situation defined culturally, or communicative event, that
gives sentences a function and a characteristic shape.[89]
En abstracto sólo se pueden definir una serie de actos de habla nucleares. El resto, y tanto más cuanto más complejos y macroscópicos, están ligados a culturas determinadas y contextos culturales particulares (cf. Lyons, Semantics 737); cuanto más buscamos la especificidad, menos sentido tiene el intentar construir un sistema abstracto que los detalle a todos, y más nos tenemos que alejar del formalismo lingüístico para entrar en el análisis del discurso.
La
literatura, por supuesto, sería una de esas situaciones culturalmente
definidas. "Literary
works," insiste Pratt,
"like all our communicative activities, are context-dependent. Literature itself is a speech context" (86). Entendidos así, los estudios literarios serían una parte de
los estudios antropológicos; se habrían determinado más claramente las
relaciones entre literatura y lingüística (Pratt 88), y del conjunto de estas
dos disciplinas con la antropología.
Pensemos, por ejemplo, en un concepto introducido por Austin: el acto perlocucionario. En el contexto de los estudios literarios, es obvio que una gran parte de la crítica literaria de todos los tiempos se ha preguntado la finalidad de la literatura, ha discutido las emociones provocadas por las obras literarias, ha desarrollado teorías sobre cómo componer una obra con vistas a producir un determinado efecto sobre el público. Es decir, se ha dedicado al estudio de los efectos perlocucionarios de la literatura. Esto nos podría llevar a la reflexión más general de que la crítica literaria siempre se ha ocupado del estudio de la pragmática de la comunicación literaria. Lo que es nuevo en los estudios contemporáneos es la voluntad de hallar unos principios comunes para la sistematización de la acción discursiva, una sistematización que alcanzaría a la lengua "corriente" (en sus infinitas variedades) y a la literatura. Un estudio de este tipo descubrirá lo mucho que hay en común entre los fenómenos literarios y los no literarios.
Pero la lingüística siempre ha tenido problemas a la hora de tratar el fenómeno literario, y la teoría de los actos de habla no es una excepción. Ya es famosa la resistencia a englobar lo "no serio" de los primeros estudios de los actos de habla realizados por Austin y Searle. La literatura es para ellos un ejemplo de esos usos "no serios" del lenguaje.[90] Esa resistencia es por otra parte comprensible, pues Austin y Searle estaban desarrollando una teoría a un nivel de abstracción bastante determinado: los actos ilocucionarios simples y primitivos, cuando las obras literarias son actos discursivos y derivados. Muchos estudios posteriores siguen teniendo esa dificultad para situar a la literatura en sus esquemas. A título representativo: Ballmer y Brennenstuhl[91] proponen una clasificación de actos de habla en siete speech-act models: (emotion, enaction, struggle, institutional, valuation, discourse, text y theme) que se distribuyen en cuatro speech activities (expression, appeal, interaction y discourse ). Podemos intentar determinar el lugar que ocuparía la narración literaria en este esquema, pero tendremos problemas. En principio, parecería que el tipo de acción discursiva a que nos referimos sería un tipo de discourse, como actividad y como modelo. Esta clasificación es muy incompleta y poco explicativa a la hora de situar la narración literaria en una teoría general de los actos de habla, y eso no sólo en tanto que literatura, sino en tanto que narración.
Como una primera aproximación, podemos señalar los distintas condicionamientos pragmáticos que tienen diferentes tipos de discurso:
• la literatura frente a la no literatura. Este tipo de uso del lenguaje es completamente ignorado en la clasificación de Ballmer y Brennenstuhl.
• la ficción frente a la no ficción. Tampoco encontramos un enfoque sistemático de este importante uso del lenguaje en Ballmer y Brennenstuhl. Sus tipos de discurso no están sistemáticamente organizados. Junto a "make rhymes", "write poetry", "produce (science) fiction" (!) encontramos clasificados actos de habla como "draft a speech", "keep a diary", "tell untruths", "prophesy". Es evidente que una clasificación de los actos de discurso no puede seguir en este estado, y que sería necesario un criterio relevante, que recogiera las diferencias entre estos actos de discurso tal como se entienden en la actividad humana corriente.[92]
• La narración frente a la descripción, las instrucciones, los actos de habla institucionalizadores, etc. Ballmer y Brennenstuhl clasifican a la narración bajo el encabezamiento Utter: narrate (a story) aparece junto a manifest, mention, say, publish, remark, etc.; la construcción de una narración sería un tipo de texting. También estas categorías parecen bastante desorganizadas.
• La comunicación escrita frente a la oral. La clasificación de Ballmer y Brennenstuhl tampoco atiende de modo sistemático a esta diferencia semiótica, que sin duda es relevante para una clasificación de los actos de habla, además de intuitivamente inmediata. Otras clasificaciones más someras son las de Wittgenstein, Austin, Searle, Habermas, Schmidt o Bach y Harnish.[93] Al ser clasificaciones de actos de habla oracionales, microestructurales, la mayoría no se proponen dar cuenta de la infinita variedad de modelos discursivos. Wittgenstein es una excepción: aunque sólo menciona el tema de pasada, incluye la ficción literaria entre sus "juegos de lenguaje". Austin (151 ss) ignora por completo categorías como narración, ficción, etc. La narración sería definible en términos de Austin como una compleja combinación de expositives. En Searle se trataría de representatives [94]; en Bach y Harnish (41), constatives siempre que no se trate un relato ficticio; etc. Schmidt atiende a muchas más distinciones; de hecho no presenta una clasificación de actos de habla sino de "actividades comunicativas". Por ejemplo, además de clasificar las fuerzas ilocucionarias distingue entre "tipo de discurso" (lenguaje usual, científico, literario…) y "tipo de texto" (narrativo, expositivo, "performativo"…). Sin embargo, no llega a integrar estas distinciones entre sí.
Una novela no es distinta de una factura sólo en tanto en cuanto es literatura: la novela es además narrativa y ficticia. Narratividad y ficcionalidad son rasgos discursivos que no son privativos de la literatura. El estudio pragmático de la literatura no debe atender solamente a la definición del hecho literario en tanto que es un determinado uso del lenguaje socialmente codificado, o a las condiciones de producción y recepción de las obras literarias. También nos ayuda a entender la estructura textual, que engloba dentro de sí multitud de fenómenos pragmáticos de diverso orden, por ejemplo los actos de habla de narradores y personajes.[95] En nuestro libro Acción, Relato, Discurso, cuya exposición hemos seguido en este punto, un examen previo por separado de algunos de estos fenómenos nos ayudó a sentar las bases del estudio semiótico de un discurso tan sobredeterminado como es la narración escrita, literaria y de ficción, objeto principal de nuestra atención allí.
Narratología y pragmalingüística
Podemos justificar también la relevancia de nuestro trabajo realizado sobre la teoría de la narración en el marco de la teoría lingüística, más en concreto con respecto a la pragmalingüística y la teoría de los actos de habla.[96]
Denominamos narración al acto comunicativo que consiste en la configuración o comunicación de un relato. La narratología es la disciplina semiótica a la que compete el estudio estructural de los relatos, su comunicación y recepción.
La
narratología no se limita a ser una parte de la teoría literaria, aunque podemos
distinguir entre sus variedades una narratología literaria que estudia las
características propias de las narraciones literarias. De igual modo podremos
estudiar las características de las narraciones en otros tipos de discurso:
histórico, conversacional, jurídico, etc.[97]
Pero tampoco se limita la narratología a estudiar los diversos tipos de
narraciones lingüísticas. También hay narratologías fílmica, teatral,
narratologías del comic o pictórica, etc., y fenómenos narrativos que van más
allá de lo comunicativo, como por ejemplo los que entran en la constitución de
la identidad subjetiva. Cada uno de estos géneros y fenómenos tiene sus propias
características y sus propios recursos, pero también es mucho lo que tienen en
común con las narraciones verbales. Así, las nociones de acción, relato, discurso, perspectiva, anacronía, y
muchos otros conceptos clave de la narratología son utilizables en el análisis
de todo tipo de relatos, sean
verbales o icónicos.[98]
Como ya hemos señalado anteriormente, el género narrativo viene definido por la presencia de un relato. Pero no es el relato lo directamente dado, sino el discurso narrativo. La estructura del relato era en cierta medida común a la narratología verbal y a la icónica: su superficie textual, en cambio, es totalmente diferente. Nos concentraremos en el análisis de la narración lingüística, ante todo la narración escrita, literaria y novelística, por ese orden.
Como señala Genette (Nouveau discours 7), el análisis narratológico de una obra no pretende en absoluto ser exclusivista; hay muchos otros enfoques igualmente fecundos que se pueden aplicar al texto literario narrativo. Para nosotros, el análisis narratológico es una simple descripción de ciertas estructuras textuales; es en cierto modo instrumental, una contribución a la mejor comprensión del texto. La narratología literaria no pretende proporcionar criterios de valor: no es crítica ideológica o valorativa, sino semiótica, lingüística o teoría literaria estructural.
En la narratología lingüística y literaria, los niveles de análisis que hemos denominado acción y relato quedan subsumidos en el estudio del discurso narrativo. Los personajes, las secuencias de acción, la perspectiva o las estructuras temporales del mundo narrado y del relato pasan a ser así elementos textuales, estructuras discursivas.[99] O, desde otra perspectiva, acción y relato son sucesivos grados de abstracción en el análisis del discurso narrativo. En consecuencia, el estudio narratológico del relato literario no puede limitarse al estudio de la acción o del relato, que no son sino vetas que atraviesan el discurso. Una situación parecida se da en el análisis de cualquier acto de habla. No basta el análisis semántico de la proposición transmitida, pues (en palabras de R. R. McGuire),
The propositional content roughly establishes
the connections of the communication with the world of events and objects,
while the illocutionary force establishes the mode of communication between
speaker and hearer, as well as the pragmatic context of the propositional
content.[100]
Locución e ilocucion, como acción o discurso, no son realidades brutas, sino abstracciones en el marco de una teoría. En una teoría concreta, la acción o relato de una narración podrían concebirse como el "contenido proposicional" del acto de discurso narrativo (si bien sólo en un muy indirecto sentido filogenético). Debemos también estudiar la fuerza ilocucionaria de ese acto discursivo. Así, la narratología deberá también tener en cuenta el vehículo de transmisión del relato, el discurso narrativo. Como observaba Shklovski, la acción puede ser un mero pretexto para el despliegue de materiales verbales en los cuales radica muchas veces el auténtico interés de la narración.[101] Muchas veces no es lo narrado lo interesante, sino la manera de narrarlo, o incluso el hecho fático del acto narrativo. El estudio del discurso nos remite a las figuras de su enunciador y su receptor, así como a la situación comunicativa en la que se produce la narración, una situación altamente codificada. Pero la enunciación no es un fenómeno simple, y menos en un discurso de ficción. Por tanto es necesario tener en cuenta en el análisis de la narración fenómenos que a primera vista no son específicamente narrativos, como la ironía o el desdoblamiento del enunciador en autor, autor implícito, narrador, etc. Lo que sí está claro es que el estudio de la enunciación narrativa debe incluir la enunciación efectiva, a nivel del autor real y del receptor real, y no sólo la enunciación ficticia del narrador, como viene siendo costumbre en algunas teorías narratológicas influyentes, como las de Genette o Bal, que puestas a excluir excluyen no sólo la enunciación y recepción efectivas sino también las imágenes textuales del emisor y del receptor.
Por último, la narratología puede ir más allá de su misión descriptiva. Es potencialmente una disciplina deductiva, y nos puede llevar a postular la posibilidad de formas todavía no observadas, y quizá aún inexistentes. La teoría, observa Genette, puede así contribuir a transformar la práctica (Nouveau discours 100).
Narración
y teoría de los actos de habla
En el campo de la narratología
lingüística, denominamos narración o discurso narrativo a un discurso que nos transmite un relato.[102]
Es el producto lingüístico de la actividad de un narrador.[103]
Parte de nuestro interés al estudiar el discurso narrativo se debe a que es un vehículo de primer rango para la literatura. Con frecuencia los críticos señalan que la enorme variedad de géneros literarios se puede agrupar en torno a unos pocos "modos" fundamentales: "Los modos literarios son diversos tipos fundamentales de situaciones comunicativas imaginarias".[104] La épica se suele considerar uno de los tres grandes "modos" literarios, junto con la lírica y el drama;[105] en ocasiones se liga la "esencia" de cada uno de estos géneros a una determinada función del lenguaje que es prominente en ellos.[106] A la épica correspondería según Bühler la dimensión representativa del lenguaje (pero cf. la crítica de Martínez Bonati, 176 ss). En general, se suele ver en la narración la base de la épica. Este es un primer paso para una teoría lingüística de los géneros literarios en general y de la narración en particular, pero debe especificarse más. Una definición estrictamente literaria de la narración sería confusa y no concluyente. El camino para la descripción de la narración como forma literaria ha de partir de una noción más simple de narración, común a la historia, a la narración oral cotidiana y a las narraciones literarias.
La narración es una realización lingüística mediata que tiene como objeto comunicar a uno o más interlocutores una serie de acontecimientos, para hacer participar a los interlocutores de dicho conocimiento, ampliando su contexto pragmático. (Segre 298)
Quizá la palabra clave en esta definición sea "mediata". Lo dramático implica presencia, inmediatez; lo narrativo (en este sentido limitado del término) implica ausencia, o más bien presencia mediata. Mientras el drama simula la visión directa de una acción, la narración supone, además de una acción, la mediación de un narrador. El narrador es, pues, el intermediario entre el lector y el mundo narrado.
He symbolizes the epistemological view familiar
to us since Kant that we do not apprehend the world in itself, but rather as it
has passed through the medium of an observing mind. In perception, the mind
separates the factual world into subject and object.[107]
La caracterización lingüística de la narración está fuertemente relacionada con esa ausencia fundamental de aquello de lo que se habla. Así, los deícticos con frecuencia no tienen en la narración una referencia actual, no remiten por ostensión a su referente, sino que más bien lo postulan ex nihilo, lo hacen discursivamente presente (cf. van Dijk, Text Grammars 117).
La narración es, pues, un tipo de acto de habla, o de discurso, bien delimitado. Por tanto, su estudio puede partir de los principios generales de la teoría de los actos de habla. Como en el caso de la ficción, las primeras clasificaciones de actos de habla no permitían situar bien a la narración. Ello se debe a que no es un acto de habla nuclear o primitivo. En Acción, Relato, Discurso entramos en el debate sobre si debería considerarse o no narrativa a una sola oración, ofreciendo una solución metalingüística. Las clasificaciones de actos de habla de Austin o Searle, hechas desde una perspectiva oracional, sólo nos pueden proporcionar la base para desarrollar una teoría de los actos de habla de rango discursivo.[108] Desde la perspectiva de esas clasificaciones, sólo podemos decir de una manera muy vaga que la narración debería derivar de los actos de habla "expositivos" de Austin (161) o sus equivalentes en las otras clasificaciones: una narración podría describirse así como una sucesión de aserciones. Pero el conjunto forma una unidad característica, y no una simple acumulación: "behind the acts of stating is the all-encompassing illocutionary act of telling a story".[109] En tanto que acto de discurso, la narración ha sido definida como un "illocutionary primitive" (van Dijk, Text Grammars 289). No olvidemos, sin embargo, que la definición de actos de discurso deriva lógicamente de la de actos de habla microscópicos, entre los cuales no encontraremos a la narración como forma elemental. Las formas bien definidas de pacto narrativo conservan algunos elementos de ilocucion, definibles en términos de expectativas claras despertadas en el oyente, presuposiciones activadas, responsabilidades discursivas del narrador, todos ellos rasgos que requerirían un estudio más detallado. Dentro de esta caracterización general, deberíamos mencionar dos tipos principales de narraciones: las ligadas referencialmente al contexto comunicativo y las que están relativamente desligadas. Estas últimas son un tipo particular de lo que Pratt denomina textos de exhibición (display texts). Del carácter "gratuito" o "recreativo" de muchas narraciones orales así como de la literatura se ha derivado el no reconocimiento de la narración como un tipo particular de actuación lingüística.[110]
Una limitación, sin embargo, debemos imponer a este tipo de análisis. Al hacer esta aproximación ilocucionaria a la narración no debemos olvidar que hay rasgos de narratividad en muchos comportamientos discursivos y extradiscursivos, y que en estos casos no podemos hablar de lo narrativo como una ilocución discursiva, sino como un mero rasgo estructural. La frontera entre ambos tipos de caracterización es, como todas las fronteras no geográficas, bastante borrosa. El concepto mismo de ilocución deviene cada vez menos definido a medida que desciende de su limbo normativo, oracional y metalingüístico para aplicarse a acciones discursivas concretas a nivel textual. Y en el caso concreto que nos ocupa, no sería difícil demostrar que el pacto narrativo tiene menos rasgos de ilocución que el pacto que instaura la ficcionalidad, que lo narrativo es más una estructuración que un compromiso comunicativo. Felizmente, no todo el análisis del discurso descansa sobre el concepto de ilocución, y siempre podemos recurrir a descripciones más elásticas de la narración u otros actos discursivos en términos de rasgos estructurales no siempre ligados por la lógica inflexible de la ilocución. Al ser un complejo menos rígidamente definido que una ilocución, una convención genérica puede modificarse en algunos aspectos a la vez que mantiene otros intactos. Señalemos, además, que la narración literaria tiene una facilidad especial para manipular las convenciones comunicativas bajo las cuales se interpreta. Elementos como prólogos del autor o del editor, notas, en general todo el acompañamiento paratextual de la narración puede utilizarse en ese sentido.[111] Pero no es menos activo el propio texto narrativo y su manipulación implícita de las convenciones genéricas de otros textos del mismo género o de otros discursos sociales.
Este es el tipo de narratología que hemos desarrollado en nuestras publicaciones, buscando siempre establecer puentes por una parte con la tradición filológica, y por otra con la lingüística textual y discursiva. Tal circulación conceptual es, a nuestro juicio, fructífera en diversas direcciones, pues tanto tiene que ganar la narratología de la pragmalingüística como ésta de la narratología, y ambas de una consciencia más acusada de la tradición crítica y filológica que las precede y acompaña.
Lingüística y crítica ideológica: una observación
Es de destacar otra tendencia significativa en la lingüística de los últimos años: el desarrollo de una línea de trabajo conocida como "Critical Discourse Analysis", estimulada entre otros por Teun van Dijk, Norman Fairclough, Gunther Kress, Deborah Cameron, etc., que pretende estudiar las funciones ideológicas del lenguaje en su uso contextualizado. Aquí sólo podemos apuntar que gran parte de la inspiración de esta línea de trabajo deriva del contacto con la teoría literaria, y que de hecho en gran medida la crítica y teoría literaria materialista o feminista no es sino Critical Discourse Analysis avant la lettre, especialmente en aquellos teorizadores más sensibles al aspecto lingüístico y estilístico de los textos que estudian.
Pero el hecho mismo de que esto que acabamos de decir pueda parecer una boutade, o por lo menos el que no parezca obvio, señala que aún queda mucho trabajo por hacer en la interfaz entre lingüística y crítica literaria, no meramente explorando terrenos desconocidos, sino también en la labor mucho más pedestre de divulgar, aplicar, generalizar y probar los límites de lo ya hecho en distintos ámbitos de trabajo, estableciendo un mayor diálogo entre ellos conducente a una mejor comprensión de lo que es propiamente filológico.
Sobre nuestra investigación en "Lingüística Inglesa"en el marco del Departamento de Filología Inglesa y Alemana de la Universidad de Zaragoza
Añadiremos
que creemos habernos atenido en nuestra investigación a los objetivos
específicos propuestos en la fase inicial de constitución del Departamento de
Filología Inglesa y Alemana, donde a la hora de determinar las líneas de
investigación prioritarias del Departamento, se aprobó la propuesta que sigue:
El equipo de gobierno propone como líneas generales de investigación (independientemente del respeto a la investigación particular) las siguientes:
a) Teoría crítica y su aplicación a la narrativa de expresión inglesa
b) Análisis pragmático y sus aplicaciones.
c) Estudios renacentistas ingleses.
d) Adquisición del inglés como 2ª lengua.[112]
Nuestra investigación se ha desarrrollado en su práctica totalidad en las dos primeras líneas de investigación aquí señaladas; es más, como muestran el currículum y las publicaciones que presentamos, buena parte de esta investigación ha ido encaminada a estudiar la integración y terreno común de esas dos líneas de trabajo, líneas que han sido intelectualmente prominentes en los desarrollos recientes de la disciplina y que han sido de importancia primordial no sólo para este Departamento, sino para los estudios literarios y lingüísticos del área de Filología Inglesa en su conjunto, tanto en España como en otros países. Proponemos en el proyecto de investigación que expondremos, si ha lugar, en el segundo ejercicio de estas pruebas, proseguir nuestra investigación en esta línea integradora de narratología, pragmalingüística y teoría crítica.
—oOo—
[1] Para una exposición útil y panorámica del lenguaje y la lingüística hay multitud de manuales disponibles; citemos aquí únicamente a título de ejemplo The Study of Language de George Yule (2ª ed, Cambridge: Cambridge UP, 1996), y remitamos a la bibliografía de obras generales sobre "Language" y "Linguistics" en A Bibliography of Literary Theory, Criticism, and Philology.
[2] William
O'Grady, Michael Dobrovolsky y Francis Katamba, "Language: A
preview", en Contemporary
Linguistics: An Introduction, ed. William O'Grady, Michael Dobrovolsky y
Francis Katamba (Harlow: Addison Wesley Longman, 1997) 2.
[3] Sobre
la historia de este ejemplo en concreto es muy ilustrativo el artículo de
Manfred Jahn, "'Colorless Green Ideas Sleep Furiously: A Linguistic Test
Case and Its Appropriations," en Literature
and Linguistics: Approaches, Models and Applications: Studies in Honour of Jon
Erickson, ed. Marion Gymnich, Ansgar Nünning y Vera Nünning (Trier:
Wissenschaftlicher Verlag Trier, 2002): 47-60.
[4] John
E. Joseph, Nigel Love, y Talbot J. Taylor, Landmarks
in Linguistic Thought II: The Western Tradition in the Twentieth Century (Londres
y Nueva York: Routledge, 2001), p. x.
[5] Y evidentemente, los 'lingüistas' del área de Filología Inglesa no serían considerados como 'lingüistas', sino más bien como 'anglistas', en una oposición del área de conocimiento de Lingüística General.
[6] Umberto Eco, "Semiotics: A Discipline or an Interdisciplinary Method?" En Sight, Sound and Sense, ed. T. A. Sebeok (Bloomington: Indiana UP, 1978) 75-76.
[7] Véase "Integrational Linguistics" en AB. El libro de Toolan Total Speech (Duke UP, 1996) es una excelente exposición teórica de la perspectiva integracionalista. Con respecto a la enseñanza del inglés, acaba de publicarse un artículo de Harris ("English: How Not to Teach It") en un foro de amplia difusión en nuestra disciplina, The European English Messenger 11.2 (2002): 57-61.
[8] En el último congreso de la European Society for the Study of English (ESSE/6, Estrasburgo, 2002) participamos en un panel sobre teoría de la narración junto con Toolan y otros investigadores. En la actualidad está en preparación un volumen colectivo basado en esas ponencias dentro de la serie "Narratologia" (ed. por John Pier; Berlín y Nueva York: Mouton de Gruyter). También hemos enviado una propuesta junto con John Pier para organizar el seminario de narratología en el próximo congreso de ESSE, que tendrá lugar en Zaragoza en 2004.
[9] El texto pronunciado por Harris ya había aparecido en The Routledge Companion to Semiotics and Linguistics, ed. Paul Cobley (Londres: Routledge, 2001). Erving Goffman señala en su magistral conferencia sobre conferencias "The Lecture" (Forms of Talk, U of Pennsylvania P, 1981) que es "an assumption carefully preserved, that what the audience hears was formulated just for them and for this current occasion" (188). Es curioso, por cierto, que cuando preguntamos en esa ocasión a Harris por la relación entre Goffman y la lingüística integracional no quisiese aceptar como lingüista a este fino analista de la palabra integrada en su contexto (ni a Goffman ni tampoco a Bajtín—decididamente, sí que hay "lingüisticas"). El texto de la conferencia de Toolan ha aparecido posteriormente en The European English Messenger 11.1 (2002).
[10] Volviendo a la cita de Dick Hudson, supongo que por una parte hemos de admitir que no soy "the typical linguist", para bien o para mal. Pero también hemos de subrayar que la línea de investigación en la que hemos trabajado hasta ahora sí presenta una serie de perspectivas propias sobre el estudio del lenguaje, perspectivas que analizan una serie de fenómenos lingüísticos que, al no caber en los parámetros de otras teorías, no existen para ellas.
[11] Fernando Lázaro Carreter, Diccionario de términos filológicos (3ª ed. Madrid: Gredos, 1968, reimp. 1971). Cit. por Rafael Fente, Filología Inglesa (Granada: ICE Universidad de Granada, 1975) 7-8.
[12] Bertil
Malmberg, New Trends in Linguistics (Stockholm: Lund, 1964), cit. por Fente,
p. 13.
[13] Reproducimos en el anexo parte de los códigos y nomenclaturas de la UNESCO.
[14] Webster's Encyclopedic Unabridged Dictionary
of the English Language (Random House-Avenel, 1989).
[15] Tal como se pudo ver a finales de 2002 en el aluvión de mensajes en la lista electrónica de AEDEAN sobre la crisis de matrícula en las carreras de Filología Inglesa y sobre necesidad de reorganizar los estudios de Filología Inglesa, así como en el debate que tuvo lugar en el congreso de dicha asociación en Santiago de Compostela (diciembre de 2002).
[16] J. Hillis Miller, The Linguistic Moment (Princeton: Princeton UP, 1985). En su reciente visita a la Universidad de Zaragoza (27 de enero de 2003) conversábamos con el Dr. Hillis Miller a propósito de su reciente libro Speech Acts in Literature. A la pregunta de si consideraba su libro como una aportación relevante para la lingüística, el Dr. Hillis Miller repuso "I should think so!" y pasó a detallar lo que a su juicio son las limitaciones de las teorías de los actos de habla desarrolladas por Searle y otros pragmalingüistas: limitaciones inherentes a la voluntad de clasificar, categorizar y fijar el elemento de productividad inherente tanto a la acción lingüística como a la reflexión metalingüística sobre dicha actividad.
[17] "Filología Inglesa" (Serie "Áreas de Conocimiento"); Boletín Informativo de la Facultad de Filosofía y Letras nº 12 (5 de marzo de 1990): 26.
[18] Puede consultarse también, a título de ejemplo representativo, el índice de la voluminosa antología Semiotics (Sage, 2003) incluido en el Anexo XII.
[19] A
este respecto coincidimos con la séptima tesis expuesta por Mikko Lehtonen en
"Seven Theses on Theory": "Literature
should not be theorised nor taught in isolation from other media" (European English Messenger 10.1, 2001).
[20] R.
S. Crane, "Literary Scholarship and Contemporary Criticism", English Journal (1934); "Questions and Answers in the
Teaching of Literature", en The Idea
of the Humanities (Chicago: U of
Chicago P, 1967), II, 176-93.
[21] R.
S. Crane, The Languages of Criticism and
the Structure of Poetry (1953;
Toronto: U of Toronto P, 1970) 194.
[22] Ver
Howard Felperin, Beyond Deconstruction (Oxford: Oxford UP, 1985) 1, 200, 211.
[23] Terry
Eagleton, Literary Theory (Minneapolis: U of Minnesota P, 1983).
[24] Sobre el pluralismo
crítico, cf. Wayne C. Booth, Critical
Understanding: The Powers and Limits of Pluralism (Chicago: U of Chicago P,
1979); Antonio García Berrio, "Más allá de los 'ismos': sobre la
imprescindible globalidad crítica", en Introducción
a la crítica literaria actual, ed. Pedro Aullón de Haro (Madrid:
Playor, 1983).
[25] Ver
Gerald Graff, "The Future of Theory in the Teaching of Literature",
en The Future of Liteary Theory, ed. Ralph Cohen (New York: Routledge, 1989), esp. 262.
[26] Marjorie
Boulton, The Anatomy of Literary Studies (London: Routledge, 1980), esp. 133-8.
[27] Prefacio a la serie "Linguistic Theory Guides" (Londres: Routledge).
[28] Puede encontrarse un ejemplo bien gráfico de esto, si se desea, en nuestra propia argumentación en esta memoria, tal como pasamos a exponerla a continuación.
[29] Disponible, por ejemplo en http://mcyt.es/sepct/PLAN_I+D/codigos_unesco/
[30] No entraremos en discusiones bien conocidas sobre los términos "semiótica" y "semiología" y sus diferentes raíces intelectuales. Como muestra reciente y "neutral" (creemos) de que el tipo de trabajo que presentamos en nuestro currículum se sitúa sin ningún género de dudas en el ámbito de la semiótica, incluimos el índice de una reciente colección retrospectiva de la disciplina, Semiotics, publicada por Sage este año (ANEXO XII).
[31] Aclaremos que no es ésa una interpretación que aparezca en el artículo de las Dras Olivares y Onega al que nos referimos.
[32] Ferdinand de
Saussure, Curso de lingüística general, ed.
Charles Bally and
Albert Sechehaye (Barcelona: Planeta, 1984).
[33] Friedrich
Schleiermacher, Hermeneutics: The
Handwritten Manuscripts, ed. Heinz Kimmerle (Atlanta: Scholars Press,
1986).
[34] Johann August Ernesti, Institutio Interpretis Novi Testamenti (1761); Friedrich Ast, Grundlinien der Grammatik, Hermeneutik und
Kritik (1808); Friedrich August
Wolf, Vorlesung über die Enzyklopädie der
Altertumswissenschaft (1831).
[35] Véase, desarrollando esta línea de razonamiento, nuestro trabajo "Understanding Misreading: A Hermeneutic / Deconstructive Approach." In The Pragmatics of Understanding and Misunderstanding. Ed. Beatriz Penas. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 1998. 57-72.
[36] Schleiermacher,
cit. en R. E. Palmer,. Hermeneutics: Interpretation Theory
in Schleiermacher, Dilthey, Heidegger and Gadamer (Evanston: Northwestern UP, 1969) 88.
[37] La exposición de Palmer (Hermeneutics 87) tampoco está muy acertada en este punto.
[38] Palmer,
Hermeneutics 86.
[39] James
Duke, "Schleiermacher: On Hermeneutics" en Schleiermacher, Hermeneutics 13.
[40] Este oposición entre significado históricamente recuperable y significado aplicable ha sido objeto de amplios debates en la tradición hermenéutica contemporánea (reaparece por ejemplo en los conceptos de 'meaning' frente a 'significance' formulados por E. D. Hisch en Validity in Interpretation (New Haven: Yale UP, 1966) y The Aims of Interpretation (Chicago: U of Chicago P, 1976). Véase nuestra discusión en el artículo "Authorial Intention in Literary Hermeneutics: On Two American Theories." Miscelánea 12 (Zaragoza, 1991): 61-92.
[41] H.-G. Gadamer, Verdad y método: Fundamentos de una hermenéutica filosófica (Salamanca: Sígueme, 1977).
[42] Sobre
la "hermenéutica de la sospecha," ver Paul Ricœur, Freud and Philosophy: An Essay on
Interpretation (New Haven: Yale UP, 1970); H.-G. Gadamer, "The Hermeneutics
of Suspicion" en Hermeneutics:
Questions and Prospects, ed. Gary Shapiro y Alan Sica (Amherst: U of
Massachusetts P, 1984) 54-65.
[43] Schleiermacher,
Hermeneutics 180.
[44] V.
N. Voloshinov, Marxism and the Philosophy
of Language (1929), trad. Ladislav Matejka e I. R. Titunik (Cambridge, MA:
Harvard UP, 1986).
[45] M.
M. Bajtín, "The Problem of the Text in Linguistics, Philology, and the
Human Sciences: An Experiment in Philosophical Analysis", en Bakhtin, Speech Genres and Other Late Essays
(Austin: U of Texas P, 1986) 103-31.
[46] Teun A. Van Dijk, Some Aspects of Text Grammars: A Study in Theoretical Linguistics and Poetics (The Hague: Mouton, 1972): 8, passim; Texto 32; Siegfried J. Schmidt, Teoría del texto (Madrid: Cátedra, 1977): 25. Para una introducción, ver Robert de Beaugrande y W. Dressler, Introduction to Text Linguistics (Londres: Longman, 1981); Enrique Bernárdez, Introducción a la lingüística del texto (Madrid: Espasa-Calpe, 1982) y Teoría y epistemología del texto (Madrid: Cátedra, 1995), o G. Brown y G. Yule, Discourse Analysis (Cambridge: Cambridge UP, 1983).
[47] Gottlob Frege, "Sobre sentido y referencia" en Frege, Estudios sobre semántica. Barcelona: Ariel, 1984. Véase una exposición del debate subsiguiente en Siobhan Chapman, Philosophy for Linguists (Londres: Routledge, 2001): 41-71.
[48] J. R. Searle, Actos de habla: Ensayo de filosofía del lenguaje (Madrid: Cátedra, 1980): 100.
[49] Roman
Ingarden, The Literary Work of Art: An
Investigation on the Borderlines of Ontology, Logic, and Theory of Literature
(Evanston: Northwestern UP, 1973).
[50] "Il n'y a pas de métaphores dans
le dictionnaire" (Paul Ricœur, La
métaphore vive, cit. en Peter Schofer y Donald Rice, "Metaphor,
Metonymy and Synecdoche Revisited", Semiotics
21.1-2 (1977): 135).
[51] M.
A. K. Halliday, "Language Structure and Language Function", en New Horizons on Linguistics, ed. J.
Lyons (Harmondsworth: Penguin, 1970): 160-61.
[52] Para Benveniste, es discurso "toute énonciation supposant un locuteur et un auditeur, et chez le premier l'intention d'influencer l'autre en quelque manière" (Émile Benveniste, Problèmes de linguistique générale, París Gallimard, 1966: 242). Sobre el elemento intencional, ver J. A. García Landa, Acción, Relato, Discurso (Salamanca: U de Salamanca, 1998) § 3.1.1 Sobre la noción saussureana de discours como el aspecto sintagmático del lenguaje, cf. Cesare Segre, Principios de análisis del texto literario (Barcelona: Crítica, 1985) 188 ss.; Hendricks (77 ss).
[53] Karl Bühler,Teoría del lenguaje (Madrid: Revista de Occidente, 1967) 98.
[54] Cf. Barthes,"Introduction" 22, William O. Hendricks, Essays on Semiolinguistics and Verbal Art (La Haya: Mouton, 1973) 12. Según Ingarden (Literary Work 145) este hecho ya es enfatizado por T. A. Meyer (Das Stilgesetz der Poesie 18).
[55] Cf. Jorge Lozano Cristina Peña-Marín, y Gonzalo Abril, Análisis del discurso: Hacia una semiótica de la interacción textual (Madrid: Cátedra, 1982) 33.
[56] Mary Louise Pratt, Toward a Speech Act Theory of Literary Discourse (Bloomington: Indiana UP, 1977) 7. Cf. sin embargo la noción de "lengua literaria" del Círculo Lingüístico de Praga como un concepto en el que asoma ya una especie de transición conceptual entre la langue y la parole, según observa Karl D. Uitti en Teoría literaria y lingüística (Madrid: Cátedra, 1977) 126.
[57] Ver H. Rieser, "El desarrollo de la gramática textual", en János S. Petöfi y Antonio García Berrio, Lingüística del texto y crítica literaria (Madrid: Comunicación, 1978): 23.
[58] Saussure, Curso 152. Cf. sin embargo Segre, Principios 190.
[59] Cf.: "lo que nosotros necesitamos no es una teoría adicional de la actuación sino una teoría adecuada de la competencia" (J. W. Oller, "Transformational Theory and Pragmatics"; cit. por Schmidt, Teoría 35).
[60] Cf. Maurice van Overbeke ("Pragmatique linguistique: I - Analyse de l'énonciation en linguistique moderne et contemporaine", en Herman Parret et al., Le langage en contexte: Etudes philosophiques et linguistiques de pragmatique (Amsterdam: Benjamins, 1980) 396 ss; Lozano, Peña-Marín y Abril (34 ss). Un paralelo histórico a la reacción de los analistas del discurso contra la lingüística estructuralista (en la que incluímos la generativa-transformacional) podría verse en el siglo XVIII, en la reacción de Condillac contra la tradición gramatical cartesiana de Port-Royal (cf. Uitti, Teoría 74 ss).
[61] Ingarden, Literary Work 103; cf. García Landa, Acción, Relato, Discurso § 1.2.5.
[62] Cf.
Teun A. van Dijk, Texto y contexto:
Semántica y pragmática del discurso (Madrid: Cátedra, 1980) 37, 325 ss;
Janos S. Petöfi y Antonio García Berrio (Lingüística
del texto y crítica literaria 95 ss), Lozano, Peña-Marín y Abril (200). Ingarden también
anticipa este concepto: "what lies at the basis and is the determining
factor is not the already formed whole itself but only its "conception",
the more or less precise outline of
what is to be formed (...). The author must have a certain perspective on
something that transcends the individual sentences that are formed at any given
point in the work" (Literary Work 146-147;
cf. 153, 205).
[63] Así lo señalan Pratt 18; van Overbeke 464.
[64] Cf. por ej. J. Ross, "On
Declarative Sentences", en Readings
in English Transformational Grammar, ed. Roderick A. Jacobs y Peter S.
Rosenbaum (Waltham: Ginn, 1970) 222-272; Jerrold M. Sadock, "Whimperatives",
en Studies Presented to R. B. Lees, ed.
J. M. Sadock y A. L. Vanek (Edmonton: Linguistics Research Incorporated, 1970)
223-237; van Overbeke (450 ss).
[65] Cf. Gerald Gazdar, Pragmatics: Implicature, presupposition and logical form (Nueva
York: Academic Press, 1979) 15
ss; John Lyons, Semantics (Cambridge:
Cambridge UP, 1977) 778.
[66] Leonard Bloomfield, Language (Nueva York: Holt, Rinehart & Winston, 1961) 139. Ver Horst Geckeler, Semántica estructural y teoría del campo léxico (Madrid: Gredos, 1976) 52.
[67] Cf. las observaciones sobre la conexión entre la significacion y la referencia objetiva en Husserl, Investigaciones lógicas 1 § 13 (Madrid: Altaya, 1995) 1:250-51, o la noción de "juego lingüístico" de Wittgenstein, que ve en el uso del lenguaje una actividad a la vez regulada y cradora de normas en Philosophical Investigations §§ 23 (Nueva York: Macmillan, 1958) 117ss, 198ss). Ver también Kent Bach y Robert M. Harnish, Linguistic Communication and Speech Acts (Cambridge (MA): MIT Press, 1979) 105; Yuri Lotman, Estructura del texto artístico (Madrid: Istmo, 1982) 71; Oswald Ducrot, "Pragmatique Linguistique II: Essai d'application: Mais - Les allusions à l'énonciation - Delocutifs, performatifs, discours indirect", en Parret et al., 550 ss); o la negociación de la intención comunicativa descrita por M. Sbisà y P. Fabbri ("Models (?) for a Pragmatic Analysis" Journal of Pragmatics 4 [1980]: 301-19), que sin embargo quizá desprecia en exceso el reconocimiento de la intencionalidad del hablante.
[68] Bühler 115-123. Cf. también 530 ss, para una distinción de los enfoques semántico y pragmático de la significación. La importancia de la obra de Bühler en el desarrollo de una teoría global del lenguaje no se puede sobreestimar (cf. van Overbeke 416).
[69] Mejor diríamos hoy: entre significantes y significados y entre signos y conceptos. Las relaciones con los objetos son más bien un problema de referencia, y por tanto pragmático.
[70] Noam
Chomsky, Aspects of the Theory of Syntax.
(Cambridge [MA]: MIT Press, 1965), I.1
[71] D. Wunderlich, "Die Rolle der Pragmatik in der Linguistik", cit. en Schmidt, Teoría 43 ss; van Dijk, Text Grammars 3 ss. Wunderlich y van Dijk distinguen aún una teoría de la actuación (theory of performance) cuyo objeto de estudio es el uso efectivo que se hace de esos tres componentes de la competencia lingüística (cf. van Dijk 313 ss). Para una desarrollo ulterior del concepto en estudios específicos, puede verse La competencia pragmática: Elementos lingüísticos y psicosociales, ed. Jasone Cenoz y José F. Valencia (Vitoria: Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, 1996).
[72] Ducrot 518. Nos atendremos a esta definición, que es más amplia que la propuesta en última instancia por Ducrot, y utilizaremos el término enunciador donde muchas veces Ducrot diría locutor. Veamos un momento esta diferenciación: "X cite ce qui a été dit par Y. Bien que X soit le locuteur de l'énoncé au moyen duquel il rapporte les paroles de Y, on doit admettre, pour comprendre son discours, qu'il n'est pas l'énonciateur de cet énoncé, car il ne se donne pas comme engagé pour lui" (Ducrot 518). Pero X sí está comprometido con el acto de habla consistente en citar las palabras de Y: deberá responder, por ejemplo, de la exactitud de la cita o de su interpretación de las palabras. Por eso, mantendremos que en este sentido X es un enunciador cuya enunciación engloba (presupone, remite a) la enunciación de Y. En tanto que simple portavoz será un locutor, pero su compromiso a la hora de citar va mucho más allá: citar es también hablar.
[73] A. J. Greimas, "Hacia una teoría del discurso poético", en Greimas et al., Ensayos de semiótica poética (Barcelona: Planeta, 1976) 28; cf. Tzvetan Todorov, Poética (Buenos Aires: Losada, 1975) 76; Ducrot 520.
[74] Para una buena exposición de estos principios, véanse los estudios de E. D. Hirsch contenidos en Validity in Interpretation y The Aims of Interpretation. La sistematización clásica de la hermenéutica es la efectuada por Schleiermacher y comentada arriba.
[75] Por supuesto, estos estudios no son radicalmente nuevos. Ya Protágoras distinguía entre lo que él denominaba "fundamentos de los discursos" (pythmenas logon) cuatro tipos: la pregunta, la súplica, la respuesta y la orden. Otras clasificaciones se encuentran en Alcidamante y Anaxímenes (Antonio López Eire, Orígenes de la poética [Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1980] 17 ss). El mismo Aristóteles presenta una lista comparable (mandato, ruego, explicación, amenaza, pregunta, respuesta, etc.), añadiendo además que este tipo de estudio no es propio de la poética: "Por el conocimiento o ignorancia de estas cosas no se puede hacer al arte del poeta reproche alguno digno de especial atención. Porque, ¿cómo suponer falta alguna en lo que achaca Protágoras a Homero, quien, al decir "canta, oh diosa, la ira...", pensó rogar y lo que hizo fué ordenar, puesto que, según palabras de Protágoras, decir en imperativo que se haga o no algo es una orden? Dejemos pues, de lado tales consideraciones que son propias de otras artes, no de la poética" (Poética 1456 b). Rudimentos pragmáticos de este tipo se encuentran durante siglos en las Lógicas, Retóricas y Gramáticas de toda especie, hasta su sistematización gradual en nuestro siglo (cf. van Dijk, Text Grammars 24; van Overbeke 412). Antes de los "actos de habla" vinieron las "funciones del lenguaje" o "usos del lenguaje" (hay versiones en Malinowski, Brugmann, Sonnenschein, Steinthal, Bally, Richards, Bühler, Jakobson, y más recientemente en Martínez Bonati, Halliday, Castilla del Pino, etc.), una noción que no debe considerarse desbancada por este nuevo enfoque, pues sólo está recubierta parcialmente por él.
[76] J. L. Austin, How to Do Things with Words ( 2ª ed. Oxford: Oxford UP, 1980): 95 ss). Cf. Searle (Actos 32); van Dijk (Text Grammars 318 ss, Texto 278 ss), Schmidt (Teoría 59 ss); Pratt (80); Lyons (Semantics 730); Lozano, Peña-Marín, Abril (188). Una interesante prefiguración de la diferenciación de Austin aparece en la teoría de Ingarden (Literary Work 107 ss).
[77] La
noción del lenguaje como una forma de actuar es evidentemente anterior a
Austin. Cf.
por ejemplo Roman Ingarden ("The Functions of Language in the
Theater", en Ingarden, The Literary Work of Art 382); Benveniste (Problèmes 265).
[78] Searle 47, 65 ss; Pratt 81; Lyons, Semantics 733; van Overbeke 458 ss;
Ducrot 519.
[79] "Intention and Convention in Speech Acts", Philosophical Review 73 (1964): 456-457. Cf. Hirsch, Aims 67-71.
[80] Para A. V. Cicourel, la comunicación deja de ser una simple transacción de significados y deviene un intercambio de actos de habla ("Three Models of Discourse Analysis: The Role of Social Structure", cit. en Lozano, Peña-Marín y Abril 41).
[81]" So the performance of an illocutionary act involves the securing of uptake" (Austin 117). Cf. Strawson, Searle (Actos 52); Lyons (Semantics 733); Lozano, Peña-Marín y Abril (194 ss). Subrayemos que es la fuerza ilocucionaria lo que ha de reconocerse, y no la intención perlocucionaria no convencionalizada, como sostenía Grice (cf. la refutación de esta postura en Searle, Actos 51 ss). Van Dijk (Texto 282 ss) también descuida esta distinción, lo cual imposibilitaría, por ejemplo, una diferenciación teórica entre ficción y mentira (3.1.4.2 infra ). Sin embargo van Dijk no confunde estos dos actos (ver van Dijk, "La pragmática de la comunicación literaria", en Pragmática de la comunicación literaria, comp. José Antonio Mayoral [Madrid: Arco/Libros, 1987] 180).
[82] Ohmann, "El habla, la literatura y el espacio que media entre ambas", en Mayoral, 40.
[83] Bach y Harnish (10). Cf. Searle: "El acto o actos de habla realizados al emitir una oración son, en general, una función del significado de la oración" (Actos 27). Bach y Harnish también demuestran que aun en los casos en que la fuerza ilocucionaria se haga explícita en el significado locucionario no por ello desaparece el nivel propiamente ilocucionario: el oyente deberá reconocer que la atribución de fuerza ilocucionaria declarada es exacta y debe interpretarse literalmente. Además, la semántica de la frase sólo nos diría qué tipo de acto locucionario se realiza: no nos dice que se haya realizado efectivamente (204 ss).
[84] Cf. Z. S. Harris, "Discourse
Analysis", en Papers in Structural and Transformational Linguistics (Dordrech: Reidel, 1970);
Lubomír DoleΩel, "Toward a Structural Theory of Content in
Prose Fiction", en Chatman, Literary
Style, ed. Seymour Chatman (Oxford: Oxford UP, 1971) 95; Halliday,
"Linguistic Function" 334; Petöfi y García Berrio 245.
[85] Cf. Karl D. Uitti, "Philology: Factualness and History", en Literary Style, ed. Chatman, 112; Richard Ohmann, "Speech, Action, and Style", en Literary Style, ed. Chatman, 245, D. Sperber, "Rudiments de rhétorique cognitive", Poétique 23 (1975): 389-415, van Dijk (Text Grammars 3, Texto 32), Schmidt (Teoría 51 ss), Susan Sniader Lanser,The Narrative Act (Princeton: Princeton UP, 1981) 71, Segre (Principios 377). Hjelmslev ya trataba ciertos fenómenos semánticos, como la connotación, a nivel de discurso (Jeanne Martinet, Clefs pour la sémiologie [París: Seghers, 1975] 177).
[86] Van Dijk, Texto 325 ss; cf. Pratt 85. Para Ohmann, en una novela, "behind the acts of stating is the all-encompassing illocutionary act of telling a story" ("Speech" 247). Ohmann señala, con cierta razón, que también la estilística clásica ignoraba el nivel ilocucionario del discurso.
[87] Ver 3.1.6.2 infra. Desarrollo algunos aspectos de la
literatura desde la teoría de los actos de habla en los artículos "Speech
Act Theory and the Concept of Intention in Literary Criticism" y
"Speech Acts, Literary Tradition, and Intertextual Pragmatics." Otros desarrollos pueden verse en
Sandy Petrey, Speech Acts and Literary
Theory (Nueva York: Routledge, 1990).
[88] Como el propuesto
en A. J. Greimas y J. Courtés, Sémiotique:
Dictionnaire raisonné de la théorie du langage (París: Hachette, 1979) 273.
Hemos aplicado un análisis semejante a la enunciación narrativa en "Sobre
la competencia del narrador en la ficción." Atlantis 19.2 (1997): 77-102.
[89] Roger Fowler, "The Structure of Criticism and the Languages of Poetry: An Approach through Language", en Contemporary Criticism, ed. Malcolm Bradbury y Roy Palmer (Londres: Edward Arnold, 1970) 185.
[90] Searle, Actos 65. Jacques Derrida (Limited Inc, Evanston: Northwestern UP, 1988) ha criticado esta actitud como "logocéntrica". Con respecto a la crítica deconstructivista al estructuralismo en general, sólo podemos apuntar aquí brevemente que a nuestro juicio gran parte de las objeciones quedan invalidadas si se hace una interpretación situacional y constructivista de la actividad estructuralista: las estructuras no son arquetipos platónicos, sino modelos provisionales contruidos para un acto interpretativo específico en un contexto discursivo dado. Así adquieren un sentido local instrumentalizable incluso las conceptualizaciones patentemente inadecaudas como ésta de Searle.
[91] T. Ballmer y W. Brennenstuhl, Speech Act Classification: A Study in the
Lexical Analysis of English Speech Activity Verbs (Berlin: Springer, 1981):
26.
[92] Cf. Lanser (280, 289). Por supuesto, algunos autores ya han trabajado en esta dirección hace tiempo. En la (muy incompleta) clasificación de actuaciones verbales presentada por Brugmann, que incluye ocho categorías sí se recoge como un tipo individual el "statement about imagined reality" (Verschiedenheiten der Satzgestaltung nach Massgabe der seelischen Grundfunktionen; cit. por Jespersen, The Philosophy of Grammar [Londres: Allen & Unwin, 1968] 301). El análisis de Ingarden es ya bastante detallado.
[93] Wittgenstein § 23; Habermas, Theorie der Gesellschaft oder Sozialtechnologie, cit. en Schmidt 124 ss; Schmidt 128 ss.
[94] Ver
Searle, "The Logical Status of Fictional Discourse", New Literary History 6.2 (1975): 325.
[95] Algunas definiciones de la pragmática literaria no contemplan el análisis pragmático de los contextos comunicativos interiores al texto—por ej. van Dijk, "Pragmática" 191; o Tomás Albadalejo Mayordomo, "La crítica lingüística", en Introducción a la crítica literaria actual (Madrid: Playor, 1983) 191.
[96] Seguimos también en este punto nuestra exposición en Acción, Relato, Discurso.
[97] Para Kristeva (El texto de la novela, Barcelona: Lumen, 1974, 71), la narración (el "relato" allí) es un fenómeno lingüístico (podríamos decir "primario") mientras que la literariedad es un hecho de discurso social, un nivel superior. A pesar de entrecruzarse, estos hechos son según su análisis fenómenos de orden diverso.
[98] Genette propone una definición de narratología mucho más restringida. Se limitaría ésta al estudio del relato transmitido lingüísticamente, "puisque la seule spécificité du narratif réside dans son mode, et non dans son contenu, qui peut aussi bien s'accommoder d'une 'réprésentation' dramatique, graphique ou autre" (Gérard Genette, Nouveau discours du récit, París: Seuil, 1983: 12). Pero habrá de reconocer que hay elementos específicos de todos estos fenómenos "representables", frente a otros fenómenos menos representables narrativamente y que no son competencia de una ciencia de los relatos (por ejemplo, la guía telefónica). Que se llame narratología a la ciencia genérica o sólo a la específica ya es una cuestión de terminología. Al igual que hay acepciones más y menos amplias de narración, las habrá de narratología, y compete al estudio crítico de estos fenómenos el comprender estas acepciones, no encastillarse en una de ellas.
[99] Cf. José María Pozuelo Yvancos, Teoría del Lenguaje Literario (Madrid: Cátedra, 1988) 245.
[100] R. R. McGuire, "Speech Acts,
Communicative Competence and the Paradox of Authority" 36. Cit. en Lanser
79.
[101] Viktor Shklovski, O teoriï prozy 204; cit. en Victor Erlich, Russian Formalism: History-Doctrine (The Hague: Mouton, 1969) 243.
[102] Muchas definiciones descuidan este punto. Cf. por ej. la de Mieke Bal, Teoría de la narrativa: Una introducción a la narratología (Madrid: Cátedra, 1985) 126. Al tratar obras de ficción, y por conveniencia terminológica, puede utilizarse "narración" para referirnos a la actividad del narrador, y "obra narrativa" para la del autor.
[103] Jaap Lintvelt, Essai de typologie narrative: Le "point de vue". Théorie et analyse. (París: Corti, 1981) 31.
[104] Félix
Martínez Bonati, La estructura de la obra
literaria (Barcelona: Seix-Barral, 1972) 180. Cf. Northrop Frye, Anatomy of Criticism (Princeton:
Princeton UP, 1957) 244 ss.
[105] Véase una entretenida historia de esta tríada en la Introduction à l'architexte de Genette (París: Seuil, 1979). Paul Hernadi (Teoría de los géneros, Barcelona: Bosch, 1978) recoge muchas variantes de la tríada.
[106] Cf.
Goethe, "Naturformen der Dichtung" (cit. en Genette, Introduction à l'architexte 67);
Husserl, Logische Untersuchungen y J.
Petersen, Die Wissenschaft der Dichtung,
cits. por Emil Staiger en Conceptos
fundamentales de poética (Madrid: Rialp, 1966) 23, 237; Staiger
21; Bühler 75; Franz K. Stanzel, Die
Typischen Erzählsituationen im Roman (Viena: Braumüller, 1955) 166; Wolfgang Kayser, Interpretación y análisis de la obra
literaria (Madrid: Gredos, 1985) 442; Horst Ruthrof, The Reader's Construction of Narrative (Londres: Routledge, 1981) 78; Lintvelt
82. Hernadi
(117), añade el ensayo como cuarto macrogénero literario.
[107] Stanzel, Theory 4; cf. Typische
Erzählsituationen 4; Norman Friedman, ."Point-of-View in Fiction: The
Development of a Critical Concept", en The
Theory of the Novel, ed. P. Stevick (Nueva York: Free Press, 1972); Robert
Scholes y Robert Kellogg, The Nature of
Narrative (Nueva York: Oxford UP, 1966) 4.
[108] Esto ha llevado a que Ruthrof (viii, 37) negase la relevancia de la teoría de los actos de habla para el análisis de la narración. Su planteamiento es, sin embargo, insostenible ante una teoría como la de Pratt. De hecho, la misma teoría de Ruthrof propone un equivalente de los macro-actos de habla (58) así como una jerarquización ontológica de los actos de habla de personajes, narrador y autor (196).
[109] Ohmann, "Speech" 247; cf.
Seymour Chatman, Story and Discourse (Ithaca: Cornell UP, 1978) 165 ss; Ricœur, Time and Narrative 2 (Chicago:
U of Chicago P, 1986) 30.
[110] Así, Martínez Bonati opone la actuación verbal de los personajes en el teatro a la del narrador en la novela: "Estos hablantes dramáticos son personas cuyo discurso es esencialmente una ación pragmática y nunca simplemente 'informativo', como el del narrador épico, o simplemente 'expresivo', como el del hablante lírico" (182). Deberemos entender que éste es el caso no marcado de la narración literaria no motivada (García Landa, Acción, Relato, Discurso § 3.2.2.2).
[111] La "paratextualidad" o textualidad marginal es definida por Genette en Palimpsestes. Para casos prácticos de su uso en la modelación de convenciones genéricas, ver Maurice Couturier, La Figure de l'auteur (París: Seuil, 1995).
[112] Acta nº 6 de la Comisión de Doctorado del Departamento de Filología Inglesa y Alemana de la Universidad de Zaragoza, 17 de abril de 1989.