Y el mono se irguió y habló
(Fernando Sánchez Dragó)


José Angel García Landa
Vanity Fea, 27/10/2011

 

Voy a la conferencia de Fernando Sánchez Dragó en el Patio de la Infanta, "Y el mono se irguió y habló" (foro "Aprendiendo de los mejores"). El otro día habló José Manuel Blecua sobre la RAE a principios del XXI. Hoy público añoso, no veo a casi nadie que baje de los 50—ni siquiera yo, que solía hacerlo. El arte de una conferencia, supongo, está como el arte de todo, tanto en el cómo como en el qué. Pero esto no es una grabación, y me centraré en cuatro notas sobre el qué dice Sánchez Dragó. Se autodefine como "ni español ni extranjero, ni blanco ni negro, ni mujer ni varón…" Un hombre sin etiquetas, que quiere que emerja el yo profundo. Ayn Rand: "para decir Yo te amo, antes hay que decir yo" (Bueno, pero en realidad en español se dice "te amo" o "te quiero", digo… yo —JAGL). Colabora ahora en El Mundo, en La Razón, en Telemadrid. Días Azules: memorias de un niño raro, es su último libro (1 de cuatro libros de memorias, quizá).

Va a hablar del lenguaje, y opta por ser ameno, aunque es un tema muy serio. Se autodefine como lingüista, filólogo, ha sido profesor de semiótica, lingüística, etc. —en 13 universidades de 7 países. Se moverá entre lingüista y narrador aquí. Días ajetreados, estos: se publica el primer vol. de sus memorias. (Viene el título de Machado: el papelote póstumo de "estos días azules, este sol de la infancia"). Evoca el azul asociado a su madre, sus ojos, sus trajes: color de la felicidad, siempre ha sido feliz y ha disfrutado de la vida – cuestión de carácter, como ser joven o viejo, o desdichado. Lo han llamado niño raro, joven raro.. y ahora viejo raro. Le gustó ir a la cárcel, vivencias útiles para un escritor. 5 veces; si no no hubiera ido tanto. Al exilio, también, con pasaporte falso. Dio la vuelta al mundo y ganó dinero. Fue a Italia, estuvo indocumentado; profesor y periodista indocumentado, hoy no se podría. Le gustó que le operaran del corazón, le gusta hasta coger la gripe, por salir de lo habitual. Sus memorias son las de un niño feliz, que decidió ser escritor a los 3 años de edad. El mono era él, se irguió y leyó y escribió. Un libro de autoanálisis escribió Dragó en Días azules, echando un sedal al fondo del subconsciente; y se sacan cosas que se ignoraban antes, conforme se escribe.

Cuenta desde el momento de su concepción: concebido quizá la noche del 31 de diciembre del 35, noche alegre y excesiva. Es posible, le agrada la idea de ser concebido en una noche de desenfreno, con burbujitas de champán. Ahí arranca el libro, pero da luego gracias al ordenador (instrumento importante en su vida hoy) para poner un poco de orden – nació en una casa llena de máquinas de escribir, de niño hacía los deberes a máquina – pero se pasó al ordenador, rindiendo honores fúnebres a su máquina de escribir, en un ataúd de velorio, y con obituario. Va a poner todos sus libros en el ataúd, vanidad de vanidades, y va pensando en su epitafio: "Ná de ná", por ej., o ahora "Escritor y viajero", "Hombre humilde y errante" o "Fuese, y no hubo nada". 

El caso es que el primer recuerdo salió al ponerse al ordenador. Su estilo antes era farragoso, barroco, fruto de la máquina de escribir: el ordenador ahora le ha depurado y simplificado el estilo. Y ante el ordenador sale su primer recuerdo, en el trance del artista: se dibuja el primer recuerdo propio (no recuerdo de cosas que le han contado): Una señora, Conri, viene a visitar al niño, que ya leía muy bien, y se lucía ante las visitas. Aplausos, y el nene se va a jugar. Al despedirse de ella, le dice con aplomo que a todos sorprende: "Yo voy a ser escritor", cuando le preguntan qué va a ser de mayor. Es su carácter, su destino, y se dedica a ello... 1) corriendo aventuras y "mezclándose estrechamente con la vida" como aconsejaba Hemingway. La propia calle estaba llena de aventuras en Madrid. Corría libremente, no había coches. Correteaba todo Madrid. Y 2) la otra escuela: leer, leer, leer de todo a la vez, Peter Pan y Dostoyevski, en plan trituradora de libros. Se crea ante él un santoral de las figuras que poblarán su universo: Guillermo, Tom Sawyer, los héroes de las novelas de aventuras….  Y se pone a imitar sus vidas para poder contarlas.

Todo esto tiene que ver con el lenguaje. Hablar, leer y escribir lo desarrolló al mismo tiempo. También leía diccionarios, con la pasión con la que se leen las novelas, y tiene cientos de ellos, los usa, mira palabras incluso obvias, "botella". Tiene un diccionario de onomatopeyas. Ha habido cien mil lenguas, y se van extinguiendo, y cada vez que se extingue una es una herida para la condición humana. A Hemingway le preguntaron por qué había reescrito tanto el final de A Farewell to Arms. "Encontrar las palabras justas". Lo crucial en cualquier libro es encontrar las palabras justas, quizá pasión inútil, que sólo entenderán los escritores. Aldous Huxley: "la literatura son las personas que sienten un irrefrenable deseo de jugar con las palabras". Y para Valéry, la literatura tiene una condición puramente verbal. Pero vida = viaje = literatura, la palabra también hace la condición humana. Somos hombres porque hablamos, no por las cosas que hacemos. Es el lenguaje, la capacidad de expresar objetos, abstracciones, conceptos, etc. por medio del lenguaje articulado, es lo que nos hace humanos. 

 

¿Pensamos o hablamos primero? ¿Piensa el niño? De un modo elemental, siente, pero no piensa porque pensar es verbalizar con lenguaje externo o interno la vida, los conceptos necesitan palabras. "El principito que todo lo aprendió en los libros", lo llamaba su padrastro. Pero no, también ha aprendido mucho en la vida. Tiene Sánchez Dragó 3 hijos de madres distintas, con 10 años de diferencia entre sí, los hijos son de las mujeres; y quizá tenga un cuarto. Dice que tiene un hijo de su edad, se casó en la cárcel… se llevarán 50 años con el que tenga con su actual esposa, si tiene otro. Los niños de hoy, que han crecido con la tele y los medios, no aprenden a hablar. El niño aprende a hablar escuchando. Y no oye modelos en las tertulias o en la telebasura, se ha empobrecido el lenguaje de los jóvenes hoy. En una conferencia un chaval le preguntó el sentido de la palabra "eximio" y Dragó le dijo "Vd. no es un exsimio, usted no se ha erguido ni ha hablado". 

 

El idioma que recibimos es el que nos permite erguirnos y ser los que somos. La gente del campo todavía habla bien, y la gente mayor, pero los jóvenes y su uso de los medios y los SMS empobrecen el lenguaje, los sms son gruñidos de chimpancé, dice. Volveremos a la selva húmeda. Sus hijos decían siempre "super-" tal, supercual, y él les corregía. En Las noches blancas usa campanillas, que usa para dar campanillazos a cualquiera que hable mal, que cometa un herror lingüístico. Si no hay educación no hay democracia posible. En Grecia no nace la democracia, sino la Aristocracia. No, la aristocracia es el gobierno de los que han sido educados, los que han pasado por la paideia. Poesía, gramática, y retórica, por ahí se empezaba. Antes se medía la calidad de un centro por el número de suspensos. Ahora al revés, su prestigio se mide por el número de aprobados. Únicamente los educados eran ciudadanos en Grecia, y eran quienes organizaban la cosa pública.

Estudió el bachillerato que no separaba las letras de las ciencias (el de Pedro Sáinz Rodríguez). Poesía y filosofía nacen unidas. Sánchez Dragó era muy malo en matemáticas, pero se los aprendía de memoria los libros, y al final iba pasando. Siete cursos de gramática, con Morfología, Sintaxis, Léxico. Y latín y griego, 10 años del primero. La primera gran enciclopedia española, las Etimologías de San Isidoro, une la comprensión del lenguaje a la comprensión de las cosas. Quien sabe latín sabe etimologías. Es una barbaridad que el latín haya desaparecido de la enseñanza – es una lengua que enseña a pensar, una lengua matemática. Y con él se aprende la historia de la lengua. 


En el principio era el Verbo, dice el evangelio de San Juan, y también en el principio era la respiración. Palabra y respiración van unidas: el aparato fisiológico del ser humano es único en este sentido; respiración y aprendizaje van unidos en muchas actividades humanas aparte del lenguaje. Hoy no sabemos respirar. La respiración abdominal es un consejo que nos da a todos. En ocho tiempos. Sólo eso permite llegar a la meditación. Pero también se puede acomodar al ritmo cotidiano. Él lo hace, y es mano de santo. Es gratuito, y lo cura todo y lo enseña todo. En nuestra sociedad se cobra por todo, hasta en China, y hay filas y filas de autobuses. En Soria cobran por pescar cangrejos, antes eso no existía: ahora licencias, carnets, reglas…. Y hasta copias plastificadas del DNI en las redes. Antes todo era gratuito, hoy por todo cobran.

La vida empieza con los seres vivos que empiezan a espirar. Lázaro, al resucitar, obedece la palabra de Jesús. La literatura cura, la palabra cura. Por eso una mujer se enamora de un hombre que tiene labia—es ése el truco de seductor que él confiesa. Nunca le han dado calabazas porque las mujeres se enamoran de la labia. Es una terapia, eso y el ronrón de los gatos, sonido de la paz universal. No sabemos cómo empezamos a hablar, no hay restos fósiles de las zonas blandas del cerebro. No se sabe qué pasó en el cerebro humano para que empezásemos a hablar. Tampoco se entiende el ronroneo de los gatos.

Los mejores libros no son los grandes clásicos, sino los que nos marcan en la infancia y la adolescencia. Los gatos son también grandes maestros: pero no les cabe el concepto de orden, sumisión y obediencia, nunca se domestica un gato. Son los príncipes de la libertad. Ha escrito Sánchez Dragó una novela sobre un gato, uno de sus libros mejor escritos, más zen. Hay un libro por ahí, El alma de los gatos: los escritores y sus gatos.  Lo hojeó en una estación… ¡Salía él, y su gato!  El Tao Te King de Lao Tsé (el mejor de todos los libros) dice que la sabiduría máxima es estar alerta y en reposo: como los gatos. Ahora tiene F.S.G. 5 gatos, y va a escribir más sobre gatos, dice. Una pesadilla administrativa, por cierto, traerlos desde Japón.

Viendo una película sobre el perro japonés Hachiko, una de Richard Gere, en el momento en que muere el perro fiel, ve a su dueño: una revelación: se vuelve a Naoko y le dice: ¿cuándo nació mi gato Bufanda? Las fechas coinciden, es la reencarnación de su gato Soseki.

Sólo los humanos tienen lenguaje articulado (el de los loros no es lenguaje conceptual, con significado). ¿Por qué empieza a hablar el ser humano? Los animales no necesitan hablar. Un gato no lo necesita. Sabe el mundo, sabe cuándo viene su dueño—es un despertador. Los animales se comunican, pero no con un lenguaje articulado. Ha leído muchos libros sobre el lenguaje, Dragó, sobre el lenguaje como capacidad, su origen, su estructura, su tradición. (La tradición es la aurea catena, la entrega de una generación a la siguiente sin que se rompa la cadena del saber humano. Y es crucial la tradición del lenguaje).  Oskar Kismayer llegó a la conclusión de que los monos se irguieron y echaron a hablar por el canibalismo: porque devoraron el cerebro de animales de su misma especie. 

El cerebro es una droga de recreo: aumenta la actividad sexual. Y crece la inteligencia: aumenta la masa encefálica. Dice que los primitivos tenían la virtud de la telepatía, la comunicación sin lenguaje articulado, pero que la presión debida al aumento de la masa encefálica, eso coincidiría con la aparición (en todas partes de las culturas humanas) de las trepanaciones. Tentativa torpe de los chamanes para dar salida a las dolencias que resultaban del exceso de masa encefálica. Allí perdieron los humanos la capacidad telepática, y esto coincide con la leyenda bíblica de la Torre de Babel. (JAGL: Bueno, yo creo que sería más bien la pérdida de la lengua única no verbal, y el desarrollo de lenguajes verbales y gramáticas y vocabularios incomprensibles entre sí. Sea como sea... ).  Las leyendas y los mitos no son gratuitos—son maneras de transmitir la aurea catena. Los hombres dejan de entenderse entre sí, es el origen del lenguaje común que sustituya al lenguaje telepático que han perdido.

El hombre se yergue en Africa, del que procedemos todos, y se extiende por todo el mundo. ¿Pero por qué no hay en Africa alfabetos—y ni siquiera lenguas, pues sólo hay dialectos? ¿Por qué no hay alfabeto escrito donde crece el hombre? Esa necesidad al parecer surgió luego, fuera de África. Surgen cien mil lenguas, algunas disparatadas, enrevesadas—el español o el japonés son modélicos, pero el chino, el euskera o el magiar son lenguas endiabladas y extrañas.

Terence McKenna sostenía que lo que convierte al mono en ser humano es la ingesta de drogas enteogénicas: las drogas que inducen al nacimiento del espíritu dentro de uno, como las que se tomaban en los misterios de Delfos. Los chamanes promovían la génesis del concepto de Dios mediante drogas. No todas las culturas generan el concepto de Dios. Es una noción que no admite demostración científica, sólo fe u otras actitudes emocionales. La ingesta de drogas produciría la conciencia de que somos seres vivos, de la existencia, de Dios... y  de allí a Internet, etc.

Salimos de la selva y nos adentramos en la sabana. Allí todo cambia, estás a pecho descubierto. Debes avistar a los depredadores, erguirse, y luego correr deprisa, a dos piernas. El desarrollo de la masa encefálica y su relación con el cuerpo es mucho mayor en los humanos. Las hembras humanas tuvieron que correr, y no podían tener la pelvis muy ancha. La Australopiteca, u Homo, que tenía la pelvis ancha no podía correr y era devorada por los depredadores en la sabana. Los  nacimientos son difíciles. Portentosa paradoja:
una especie con cerebro desproporcionadamente grande, pero que tiene que dar a luz a seres con un límite de tamaño en la cabeza, y por tanto con un cerebro a medio formar, que se seguirá desarrollando tras el nacimiento.  

A diferencia de lo que sucede con la mayoría de los animales, las mujeres empiezan a dar a luz a seres que madurarán fuera del útero de la madre, en contacto con la sociedad exterior. El ser humano se nace inepto, y se forma ya en sociedad, socializado. Su cerebro se va desarrollando no dentro del vientre de la madre, sino fuera, en un mundo social. Lo que produce las zonas del cerebro que permitirán la creación del lenguaje articulado y la autonconciencia es el crecimiento que se produce fuera de la madre, a pecho descubierto, socializando. Los niños-lobo no aprenden a hablar nunca.  (Esta cuestión del desarrollo externo del cerebro, en un mundo social, explica muy bien por qué el cerebro humano se hace con el lenguaje—la coevolución del lenguaje y el cerebro, por usar una expresión de Terrence Deacon. Ver lo que decíamos al respecto en un comentario sobre la encefalización y la neotenia - JAGL).




El tiempo apremia, las ideas se amontonan, los excursos florecen, y no nos puede contar Sánchez Dragó la mayoría de lo que quiere decir…. Por ejemplo el nacimiento del pensamiento mágico. Las personas establecen una relación causa-efecto entre cosas que nada tienen que ver entre sí: pero eso lo hace el pensamiento mágico. Y confunde el significante con el significado. Saussure habla de langue y parole. Cada comunidad, grupo, región… introduce variaciones de tono. El acento, la tonalidad, viene de la noche de los tiempos en una comunidad. Otra cosa son los topónimos, también antiquísimos. Y otra cosa que no cambia con la fragmentación del latín es la sílaba tónica de cada región. Distinta en francés, en italiano (proparoxítono) o en el español, oxítono. Pervive el acento. Esto hay que enseñarlo a los niños. 

Los niños tienen que estudiar lengua para entender su tradición, la cultura del país en el que viven. En la Romania, los países más alejados de Roma son más revolucionarios, lingüísticamente hablando. El italiano es más cercano al latín. Todo esto tiene una lógica— Como lo tiene el ritmo de la poesía popular en otros países. En España, el octosílabo, en italiano el endecasílabo, en francés el alejandrino. Las palabras populares han cambiado mucho, y las cultas continúan con el modelo latino. Pues bien, siempre la palabra popular tiene un sentido más directo. La lingüística es una ciencia exacta que exige ser estudiada con el mismo rigor que las matemáticas.

Dos palabras sobre el español. La dimensión política de las lenguas y los ciscos que se montan con la inmersión lingüística; la gente defiende la propia lengua, aunque esa lengua haya llegado a estar casi extinta como el euskera. Tenemos que estar orgullosos del español, pero tenemos que lamentar algunas carencias. Tiene gran riqueza léxica, debido a la aportación árabe, griega, etc… Borges decía que el francés es rico en significados  y el español en sinónimos. También es extraordinaria la distinción entre ser y estar. Son cosas muy distintas que las demás lenguas confunden, ser borracho y estar borracho. También la distinción entre cosas y personas en el objeto directo: con a si es una persona: eso evita la cosificación de las personas.

El español ha sido algo tan crucial que, dice Sánchez Dragó, él se esforzó durante el exilio en mantener el contacto con el español vivo, no la langue sino el habla. En Estambul (1966) se emocionó al hablar con sefardíes, que hablaban en español del Renacimiento. "¡Qué mal fabla aqueste mançebo!" dijo uno sobre él. Tras el exilio, vuelve a España—le escribe una carta al Ministro de Justicia, harto del exilio, y le pide un indulto. La envía al Ministerio de Justicia, Madrid. (Era Oriol y Urquijo, "perfecto caballero"). Y llegó la carta al ministro, que le contestó de su puño y letra, y le dio un salvoconducto, y le indultó en el Consejo de Ministros, tras otro paso por la cárcel (en 1970), un arresto educado y amistoso y casi voluntario. Lo indultó personalmente Oriol, que era potestad suya. Y volvió a Madrid y a su habla, y mirando las calles ve una hermosa palabra, una palabra jugosa, "TAHONA". Y se echó a llorar, ante la tahona cerrada.

Y termina con una anécdota india, y un soneto de Dámaso Alonso.

Había un santón mudo, venerado por la muchedumbre. En su vejez, agonizante, por una ventana se veía una montaña cubierta de árboles. Y un instante antes de morir, se volvió hacia el bosque y dijo, "¡Fuego!" —y el bosque ardió. Concentró todo el poder del lenguaje de su vida en una palabra.

Sánchez Dragó estudió en una universidad franquista donde no había grandes pensadores, pero sí había grandes lingüistas: Rafael Lapesa, García de Diego... Y Dámaso Alonso, que luego presentaría Gárgoris y Habidis.

 Termina, pues, con el soneto de Dámaso Alonso, "Una voz de España": "tiernos monstruos ruidos me decían…"
—en el que el poeta se despide de las palabras que aprendió desde niño y que le han permitido hacer su mundo, ser el dios de su propia creación, palabras que pronto ya no sonarán más para él.

Desde el caos inicial, una mañana
desperté. Los colores rebullían.
Mas tiernos monstruos ruidos me decían:
"mamá", "tata", "guaguau", "Carlitos", "Ana".

Todo - "Vivir", "amar" - frente a mi gana,
como un orden de vínculos prendían.
Y hombre fui. ¿Dios? Las cosas me servían;
yo hice el mundo en mi lengua castellana.

Crear, hablar, pensar todo es un mismo
mundo anhelado, en el que, una a una,
fluctúan las palabras como olas.

Cae la tarde, y vislumbro ya el abismo.
Adiós, mundo, palabras de mi cuna;
adiós, mis dulces voces españolas.


_____


En el turno de preguntas, le pregunto a Sánchez Dragó cómo vive él su habla, su extraordinaria facilidad de palabra, y cómo ve a los demás que no la tienen, aunque me dirá que no es un mérito, sino una manera de ser, que siempre ha sido así, es como es... Que tampoco tiene que ver con la inteligencia o el conocimiento, que él considera un mérito lo que trabaja, sí, que es mucho, pero no su manera de ser, eso se tiene o no se tiene, como la facilidad ante las cámaras...

—y me pregunto, a mí, si sabe Sánchez Dragó lo que va a decir antes de decirlo, y me pregunto cuál es la fuente detrás de las mentes, la radio que nos dicta lo que decimos, la que organiza las palabras y prioriza una palabra antes que otra, una idea antes que otra.  Sánchez Dragó, desde luego, sería un fascinante objeto de estudio para alguien interesado en las asociaciones de ideas, y en lo que pasa en el cerebro para que alguien abra la boca, y hable, y una cosa lleve a otra.


The Road to Xanadu
 
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