Imprudencia – Escaparatismo – Valentía Innovadora: ¿socializamos o educamos en la tecnología?

Nick… y si no hemos llegado aún, ¿cómo lo incorporamos a nuestras nuevas generaciones?

La prensa así moviliza la cuestión.

Abramos los discursos desde la base, como el lanzado por Peter Sloterdijk con su arriesgado análisis del hombre desde la antropotecnia. O desde la anticipada (años 60-70) reflexión semiótica de Umberto Eco sobre los medios de comunicación, apocalítica o integrada.

Es importante su incorporación y su integración… pero, ¿de qué modo?

Los científicos, desarrolladores y aplicadores no deben valorar ese impacto… Ni competencia ni responsabilidad.
Los educadores y profesionales de la educación parecen no acompañar el ritmo del cambio ni el dominio de las alternativas técnicas como para generar criterios de uso.
Sociólogos, psicólogos y filósofos algo deberán decir al respecto.
La cuestión exige un discurso disciplinar descentrado.

Y mientras tanto, parece aconsejable e incluso políticamente correcto invertir en investigación y desarrollo para mejorar una tecnología que nos asista en nuestras vidas, para integrarnos en una nueva y futura sociedad, para transformar nuestras prácticas sociales, personales y educativas.

El referente, una vez más, es sucio. Preguntemos a la investigación no sólo por el mejor modo de integrar la “novedad”, sino por el mejor modo de comprender la lógica sucia desde la que se articula. Conferir inteligibilidad a la suciedad nos permitirá valorar si lo “nuevo” es una “mejora”, desvelando el referente desde el que se autodefine la propia mejora.

En esta línea, y para avivar la reflexión, una recomendación cinematográfica que parece definir un posicionamiento al respecto: Her (Spike Jonze, 2013)