José Ángel García Landa - Acción, Relato, Discurso: Estructura de la ficción narrativa
Índice
2. 2. Relato

2.3. ASPECTO DEL RELATO


Genette divide el estudio de la temporalidad narrativa en tres grandes apartados: orden, duración y frecuencia. Hemos visto cómo orden y duración son primordialmente la manifestación temporal de dos procesos básicos de constitución del relato, la combinación y la selección, respectivamente. En cuanto a la frecuencia, no querríamos considerarla una categoría de nivel comparable al del orden y la duración. Es para nosotros más bien una subdivisión del aspecto del relato, que por su estrecha relación con el tiempo podría considerarse la tercera gran categoría temporal.  Genette mismo señala esta proximidad de su categoría frecuencia al aspecto gramatical (“Discours” 145). Pero la gramática distingue bajo la denominación de “aspecto” otras relaciones aparte de la frecuencia de Genette. Algunas de ellas pueden resultar útiles para una teoría del relato. Veamos rápidamente algunas clasificaciones del aspecto tal como se emplean en el análisis del sistema verbal.
    Según Roger Fowler, “aspect characterizes the manner, duration, repetition, etc. of an action or state, relative to the temporal base-line set by the time of utterance” (Understanding Language 114). En una descripción generativo-transformacional, dice Fowler, el aspecto está subsumido bajo el signo AUX (auxiliar de la base verbal) junto con otras categorías como el tiempo, el modo y la voz. Fowler pasa a distinguir diferentes aspectos: progresivo, perfecto, momentáneo, habitual, iterativo y genérico. Los dos primeros nos parece que se atienen a su definición, y se miden con relación al momento de la elocución. Pero las restantes categorías están en cierto modo autocontenidas: no toman ese momento como punto de referencia, y pueden estudiarse al margen de la elocución. La definición que ha dado Fowler, por tanto, no es satisfactoria, al no cubrir todas las variedades del aspecto.
    Paradójicamente, no resulta mucho más inexacta la definición ofrecida por Jespersen (The Philosophy of Grammar 286 ss) al afirmar que el término “aspecto” es sólo un cajón de sastre donde se engloban nociones diferentes, independientes entre sí. Distingue entre ellas las siguientes, presentadas en forma de pares opuestos:
    • tempo aoristo / imperfecto
    • verbos conclusivos / no conclusivos
    • aspecto durativo o permanente / puntual o transitorio
    • aspecto acabado / inacabado
    • aspecto descriptivo de aquéllo que ocurre sólo una vez / iterativo, frecuentativo
    • estabilidad / cambio
    • Implicación / no implicación de resultado
Estas categorías diferenciadas por Jespersen no son completamente ajenas unas a otras: la excesiva atomización tampoco refleja de modo exacto el funcionamiento del aspecto.
    Lozano, Peña-Marín y Abril (138 ss) ven la imposibilidad de llegar a una definición unificada del aspecto tomando como punto de referencia a la enunciación; las definiciones que pretenden ver en él una temporalidad inmanente a la acción (Jakobson, “Embrayeurs”) o las que ven en él un “punto de vista” sobre la acción (Comrie; también Fowler) resultan insuficientes. Lozano, Peña-Marín y Abril consideran que son inmanentes a la acción los pares aspectuales puntual / durativo y télico / atélico. En cambio, los pares perfectivo / imperfectivo e incoativo  / terminativo estarían ligados a la enunciación. Entienden además que, en última instancia, todos los aspectos están ligados a la enunciación, y que la división establecida es convencional. 
    Sin esperanza de resolver la maraña del aspecto verbal, podemos buscar un marco de referencia que sea conveniente para contener las distinciones aspectuales que nos resulten útiles para el análsis del relato. Eco (Tratado 124) nos proporciona la siguiente clasificación de enunciados según las proposiciones que transmiten:
 
                                   
(Cuadro nº 4)

Podemos aplicar este esquema de manera analógica como base de una clasificación de los aspectos narrativos. El eje de frecuencias estudiado por Genette, y que comprende los aspectos singulativo / repetitivo / iterativo, entraría bajo la rúbrica de las proposiciones asertivas históricas; también la oposición entre los aspectos puntual y durativo. Entendemos las proposiciones ocasionales como aquéllas que reposan en un deíctico para su interpretación. Clasificaríamos aquí los aspectos progresivo / perfectivo, imperfecto / aoristo, incoativo / terminativo. El par aspectual permanencia / cambio define a las proposiciones asertivas eternas frente a las demás proposiciones asertivas. En cuanto a las proposiciones no asertivas, no nos incumben tan directamente, pues lo que define la esencia de la narración son las proposiciones asertivas.  Sin embargo, creemos que se podrían reducir a una proposición asertiva gobernada por un operador modal indiferente en cuanto al aspecto.
    En los textos narrativos, el momento de la enunciación es el principal punto orientador de la deixis. Hay otros puntos de referencia posibles para orientar la deixis, sin embargo. Se trata de las posiciones del focalizador y del focalizado. Estas se encuentran lógicamente subordinadas a la posición del enunciador; por lo tanto, su elección como foco orientador de la aspectualidad no será un asunto indiferente a la narración, sino una determinada figura narrativa. Una acción terminada desde el punto de vista de la enunciación puede ser presentada como incoativa si adoptamos el locus del focalizador; tal otra, perfectiva para el focalizador, puede ser imperfectiva para el focalizado. Estas opciones son susceptibles de organizarse sistemáticamente y crear así un sentido del relato superpuesto al de la acción. Volveremos sobre los matices de la aspectualidad deícticamente ligada cuando tratemos sobre sus puntos de referencia, al estudiar la focalización y la enunciación.



2.3.1. Frecuencia


La “frecuencia” de Genette se definía como una relación entre las funciones repetitivas del relato y las de la acción (“Discours” 78). Genette señala lo relativo que puede ser el término “repetición”, que nos remite al problema de delimitar la identidad de los hechos repetidos. Nos remite a Saussure, aclarando que toda identidad es resultado de una abstracción, y que los elementos “iguales” que se repiten son considerados sólo en cuanto a su parecido (“Discours” 145-146).
    También se pueden definir movimientos en lo relativo a la frecuencia narrativa:

Entre ces capacités de “répétition” des événements narrés (de l’histoire) et des énoncés narratifs (du récit) s’établit un système de relations que l’on peut a priori ramener à quatre types virtuels, par simple produit des deux possibilités offertes de part et d’autre: événement répété ou non, énoncé répété ou non. Très schématiquement, on peut dire qu’un récit, quel qu’il soit, peut raconter une fois ce qui s’est passé une fois, n fois ce qui s’est passé n fois, n fois ce qui s’est passé une fois, une fois ce qui s’est passé n fois. (“Discours” 146)

Por una curiosa asimetría, los cuatro tipos de relato resultantes no se corresponden con las relaciones así definidas. Bajo la denominación relato singulativo (récit singulatif)  Genette engloba las dos primeras relaciones; el relato singulativo se define pues como aquél que establece una relación biunívoca entre los acontecimientos del relato y sus referentes en la acción. Siguen el relato repetitivo (récit répétitif)  y el relato iterativo, correspondientes a la tercera y cuarta relaciones de repetición, respectivamente. Genette añade en nota a pie de página (146) que no se da en la práctica un quinta posibilidad teórica, “où l’on raconterait plusieurs fois ce qui s’est passé plusieurs fois aussi, mais un nombre différent (supérieur ou inférieur) de fois”. Según Bal (Narratologie 129 ss) este tipo de frecuencia, intermedio entre el singulativo y el iterativo, puede manifestarse de hecho y ser significativo, como lo demuestra en su análisis de una novela de Duras.
     Podemos hacer contrastar el iterativo no sólo con el singulativo, sino también con lo que podríamos llamar el frecuentativo  y el multiplicativo. Fowler (Understanding Language 116) define al iterativo como el aspecto que caracteriza a una acción que sucede regularmente pero no de manera continua. Podríamos hablar del eje de regularidad en la recurrencia, y tendríamos en un polo el iterativo y en otro el frecuentativo, para referirnos a acontecimientos que se repiten a intervalos regulares. El multiplicativo se referiría a la inmediatez con que se producen las repeticiones: la diferencia gramaticalizada en la oposición entre los verbos rusos streliat’ (disparar una vez, tirar) y strelivat’ (disparar varias veces, “tirotear”).
    La frecuencia puede estudiarse a diversos niveles: Jespersen (210, 287) estudia diversas lexicalizaciones y gramaticalizaciones, a nivel de langue, basadas en el reconocimiento de un aspecto iterativo en determinada acción. El estudio de Genette se refiere únicamente a la frecuencia en el discurso narrativo, no en niveles morfológicos o sintácticos microestructurales. Las gramaticalizaciones serán aquí más sutiles, y quizá sean características del idiolecto (estilo) de un hablante (autor) dado, pero siempre podrá determinarse una evolución histórica a medida que los estilos en un tiempo vanguardistas van siendo asimilados por sectores más conservadores del público escritor y lector.
    Tradicionalmente, dice Genette, el iterativo aparece subordinado al singulativo. Madame Bovary es la primera excepción parcial. En A la recherche du temps perdu encuentra Genette un protagonismo inusitado del iterativo, tanto en su extensión textual como en su importancia temática y su elaboración técnica. Las escenas singulativas llegan a contaminarse de iteración, dando lugar al fenómeno que Genette denomina pseudo-iterativo: un acontecimiento individualizado, descrito pormenorizadamente, es presentado como si se repitiese una y otra vez. El resultado de la iteración hipertrofiada de La recherche es, según Genette, una singularización hipersensible de los lugares y una confusión de los momentos.
    Qué tipo de acciones son susceptibles de iteración (y, por tanto, la frontera entre el iterativo y el pseudo-iterativo) es algo no determinable a priori: es un asunto a determinar por la interacción entre la voluntad de verosimilitud del texto, el uso efectivo que se haga de la frecuencia, y los marcos intertextuales y pragmáticos del lector. Bal (Teoría 86) observa que cuanto más banal sea el acontecimiento, menos sorprendente será su iteración en sí; sin embargo, tanto más resalta por otra parte la atención narrativa que se le concede.
    Genette refina su estudio con matizaciones en las que no nos extenderemos aquí: iteración externa o generalizante opuesta a iteración interna o limitada a una escena, etc. (cf. “Discours” 150 ss; Nouveau discours 27). El iterativo es para Genette una síntesis del tiempo de la acción por medio de la asimilación y la abstracción, opuesta a la síntesis por aceleración que es el resumen. El relato iterativo trabaja contra la diacronía externa, la marcada por cambios de estado irreversibles, identificando entre sí los momentos semejantes (“Discours” 167 ss). Como observa Philippe Lejeune  el iterativo es especialmente frecuente en la autobiografía. Este hecho no puede ser accidental: podemos ver en él un modo de afirmación de la identidad a través de los años del individuo, de la coherencia de su vida, sentando la estabilidad de su ser frente al tiempo y a las circunstancias cambiantes que tienden a reducirlo a un devenir (cf. 3.2.1.8 infra).



2.3.2. Permanencia


Las otras diferencias aspectuales que vamos a examinar son el par estabilidad / cambio, que decíamos define las proposiciones asertivas eternas frente a las otras, y el par puntualidad / duración, relativo a las proposiciones históricas.  Será conveniente integrar ambas oposiciones en un solo eje que va de la aspectualidad permanente o eterna a la puntual.
    Podemos tomar como punto de partida para clasificar estos aspectos el trabajo de Alexander P. D. Mourelatos sobre la predicación verbal. Sintetizando las conclusiones de investigadores precedentes sobre el aspecto puntual o durativo implícito a los verbos,  Mourelatos prefiere hablar de tipos de predicación verbal antes  que de tipos de verbos (“Events, Processes and States” 196). Así, los verbos de “estado” pueden a veces usarse como verbos de “acción”. Mourelatos señala que muchos otros tipos de información, aparte de los cubiertos por su estudio, pueden ser transmitidos por el aspecto verbal: “for example, endeavor, serialization, spatial distribution, temporary or contingent state” (194). Algunos de estos aspectos son importantes en la narración: son los que hemos denominado deícticamente condicionados. Pero tampoco nos ocuparemos de ellos: nos interesa más la sistematización de la aspectualidad relativa a la puntualidad o duración de la acción. Mourelatos propone organizar escalonadamente diversas distinciones aspectuales emparentadas, dando lugar así al esquema que reproducimos seguidamente.
 

(Cuadro nº 5; Mourelatos 201).

Algunos ejemplos propuestos por el propio Mourelatos:

    STATE :             The air smells of jasmine
    PROCESS :             It is snowing.
    DEVELOPMENT :         The sun went down.
    PUNCTUAL OCCURRENCE :     The cable snapped. He blinked. The pebble hit the water.

Si incluimos las predicaciones adjetivas relativas a propiedades inherentes a un objeto, podemos integrar este esquema (estado / acontecimiento) con el par aspectual estabilidad / transitoriedad, con lo que el esquema asumiría la forma siguiente:
(Cuadro nº 6)
            Predicaciones
    ________________________
                           
 Propiedades           Situaciones
                      _______________________________
                                       
                Estados                Acontecimientos
                               _____________________________
                                               
                        Procesos            Sucesos (o acciones)
                                _______________________________
                                                   
                                  Extendidos                Puntuales


Cada predicación presente en el texto se refiere a uno u otro estado de cosas en la acción. Un segmento particular del texto puede así tener por misión predicar un aspecto más o menos transitorio o durativo de la acción. En el caso de los acontecimientos puntuales se puede producir la ilusión de coincidencia entre el relato y la acción. Como se ve, esta faceta de la aspectualidad del relato está muy ligada a la duración temporal (2.2.2.3 supra). Pero no nos interesa en este punto la relación entre la duración del discurso y la duración de la acción, sino sólo cómo la acción es contemplada de diversas maneras utilizando el potencial abstractivo del lenguaje: se seleccionan y expresan verbalmente diferentes aspectos de ella para representarla, y se imprime así al relato la aspectualidad que en ellos predomina.
    El esquema anterior no se refiere únicamente a una consideración aspectual de los tipos de predicación que podríamos encontrar en las frases del discurso. Proponemos en todo caso que se lo interprete como perteneciente a aquel nivel del lenguaje que gobierna la base misma de nuestra percepción de la realidad, y que en consecuencia rige tanto la construcción de la acción como la del discurso. Por supuesto, a este nivel no intentaremos establecer ninguna conexión entre estas variedades aspectuales y las construcciones sintácticas o morfológicas particulares de un idioma. De hecho, creemos que se trata de una categoría semiótica, y no simplemente lingüística. La separación es sin embargo difícil de hacer, pues los contenidos de esta categoría son vagos al margen de su materialización en un sistema de signos concreto, y desde luego es en el lenguaje donde se manifiestan con mayor claridad y variedad de matices.
    Pero este es un problema que afecta a nuestra definición del relato en general. Hemos postulado que se trataba de una estructura. En principio, debería conservar una identidad a través de manifestaciones diversas, podríamos decir de discursos diversos, sea en literatura, cine, comic o cualquier otro medio narrativo. No es así, sin embargo. Cada medio semiótico es más o menos apto para la transmisión de un tipo determinado de significados, y si bien podemos definir la identidad de un relato dado de una manera aproximativa para dar sentido a la noción corriente de transposición entre medios semióticos (la película de la novela, o la novela de la película), habremos de reconocer en última instancia que ese relato concreto no ha sido transpuesto, pues su forma está irremediablemente ligada al medio que lo transmite.
    Así pues, un relato literario y su transposición cinematográfica sólo coinciden parcialmente, aun cuando tengan en común algo más que la acción. Esto no quiere decir que en este terreno sólo se pueda hablar con aproximaciones y vaguedades.  Podemos definir dos tipos de estructuras y materiales en el relato a la hora de abstraerlo del discurso :
• Aquéllos que sólo son codificables por medio del discurso que lo contiene y se pierden totalmente en la transposición.
• Aquéllos que se pueden desligar del medio semiótico original y traducirse a otro sistema de signos íntegramente.
• Quizá el caso más frecuente: los aspectos del relato que encuentran un equivalente parcial, pragmáticamente adecuado, en el nuevo sistema de signos.
    En principio, el conjunto de lo transpuesto no constituye la totalidad del relato: lo que se transpone de un medio a otro es, por tanto, un esquema del relato (cf. 1.2.1 supra), que se complementa con materiales y estructuras adecuados al nuevo medio semiótico. A la vez que definamos lo que pueden tener en común un relato cinematográfico y uno literario, quedará definido lo que los separa esencialmente, es decir, lo que los hace definirse mutuamente como dos relatos distintos. Así ayudan a revelar, además, la naturaleza de los medios semióticos que los codifican y las convenciones de uso de los mismos vigentes en un contexto o un género dado.

2.4. Relato





Notas



A pesar de que en la teoría de la gramática oracional el aspecto se suele considerar como una categoría independiente del tiempo, en la práctica su unión es más estrecha.
         El ejemplo de Jespersen es la oposición en ingles entre be y get (+ adjetivo). En español podríamos añadir ser / estar.
         Sin embargo, aquí nos interesa precisamente el nivel a que trabaja esa distinción convencional; hacemos abstracción del hecho de que toda orientación temporal es en última instancia dependiente del hecho de darse en una enunciación. Cf. las “transposiciones” de Bühler, 2.4.2.2, 3.2.1.2 infra. En su Maupassant Greimas establece varias de estas distinciones aspectuales pero las sitúa en el nivel profundo de su modelo. Cf. la crítica de Ricœur (Time and Narrative 2, 52).
         Formalmente asertivas. No nos referimos al valor de verdad ni a la fuerza ilocucionaria del texto en su conjunto. Cf. Ingarden, 3.1.4.2 infra.
         Jespersen (210, 277, 287) usa “iterativo” y “frecuentativo” pero sin establecer diferencias.
         Le pacte autobiographique, cit. en Genette, Nouveau discours 26.
         Cf. dos de los tipos de aspectualidad distinguidos por Greimas en Maupassant, la “duratividad” y la “tensitividad” o tensión entre semas durativos y puntuales.
         Principalmente Z. Vendler, Linguistics in Philosophy, y A. Kenny, Action, Emotion and Will.
         “Non è forse necessario”, se pregunta Cervellini,”andare a cercare ad un livello più profondo della struttura si vi siano e quali siano dei meccanismi comuni di generazione di tali ‘effeti di senso’?” (Cervellini 40).


2.4. Relato